E-Book, Spanisch, Band 434, 132 Seiten
Reihe: Teatro
de Vega y Carpio Los Tellos de Meneses
1. Auflage 2013
ISBN: 978-84-9897-740-0
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, Band 434, 132 Seiten
Reihe: Teatro
ISBN: 978-84-9897-740-0
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Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1637). España. El que fuera llamado 'Fénix de los ingenios españoles', Félix Lope de Vega Carpio, nació en Madrid a finales de 1562. Su padre, el artesano bordador Félix de Vega, y su madre, Francisca Fernández Flórez, eran, probablemente, oriundos del valle de Carriedo (Cantabria), y se trasladaron a Madrid hacia 1561. El origen humilde de Lope de Vega sería transformado por él mismo en una imaginada hidalguía; de hecho, Lope siempre fue dado a investirse con atributos que le favorecieran y nunca ocultó su abultado deseo de fama y éxito. Sea como fuera, cristiano viejo o converso, lo que sí refleja su obra es una completa y cabal asimilación de los valores imperantes en la sociedad de su tiempo. Lope estudió primero en la escuela madrileña de Vicente Espinel, por quien siempre demostró estima y admiración, y después en un colegio jesuita que, años después, se llamó colegio Imperial. Posteriormente, al parecer entre 1577 y 1581, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aunque no consta que obtuviera ningún título. Es probable, también, que siguiera algunas lecciones en la Universidad de Salamanca. Tras servir, desde muy joven, al obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique, Lope se alista en una escuadra de navíos y, en junio de 1583, zarpa de Lisboa rumbo a la isla Terceira (Azores), donde habían de combatir al prior de Crato, aspirante al trono portugués entonces en manos españolas a través de Felipe II. Acabada su misión, Lope regresa e inicia una de sus primeras relaciones amorosas, de entre las numerosas que se le atribuyen. Se trataba de Elena Osorio (su Filis), mujer bella y cultivada, hija de un empresario y actor teatral, la cual estaba separada de su marido (un actor). Lope escribiría algunas comedias para el padre de Elena. Años después, en 1587, tras enterarse de que Elena planeaba sustituirle por un influyente personaje madrileño (Francisco Perrenot Granvela), Lope difundió unos poemas infamantes contra ella y su familia, lo que le valió un destierro judicial de Madrid, por cuatro años, y de Castilla, por dos. En mayo de 1588, Lope toma por esposa a Isabel de Urbina Alderete (su Belisa), en Madrid. Isabel pertenecía a una familia muy influyente y de linaje antiguo, y es probable que el casamiento, aunque se realizó por poderes, pasara antes por algunas dificultades y supusiera la violación de la orden judicial por parte del escritor, que tenía prohibido regresar a la capital. Tras su boda, y ante la imposibilidad de estar en Madrid con su esposa, es probable que Lope de Vega se alistara como voluntario, junto a su hermano Juan, en la Armada Invencible, a bordo del galeón San Juan. Tras el fracaso de la expedición, en la que su hermano perdió la vida, Lope estará sucesivamente en Cádiz, Toledo, donde se reúne con Isabel (violando la orden de destierro), y Valencia, donde se establece el matrimonio hacia 1589. Valencia era una de las principales ciudades españolas, y su actividad teatral era de las más notables; allí se relacionó con dramaturgos locales como Francisco Tárrega, Carlos Boyl, Gaspar Aguilar y Guillén deCastro. Su actividad como escritor de comedias pasó de ser un divertimento a una actividad profesional con la que sostenía a su familia y con la que iba ganando creciente fama y popularidad, algo, como se dijo antes, muy conscientemente buscado por el escritor.
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Jornada segunda
Sale la Infanta sola.
Infanta No se cansa mi fortuna
de engañarme y perseguirme,
pues, en mis desdichas firme,
no espero mudanza alguna.
Al hábito labrador
incliné mi majestad,
porque en tal desigualdad
desconociese el valor;
peor así me ha conocido
y ha hecho suertes en mí,
como si fuera quien fui
o supiera lo que he sido.
Serví en el rústico traje
que estoy, para ser ejemplo
de que no hay tan alto templo
que el tiempo no humille y baje;
y, aunque en la casa que estaba
su dueño bien me quería,
una hija que tenía
mis acciones envidiaba.
Fuerza fue no la sufrir,
porque no hay más que temer
que una envidiosa mujer
adonde se ha de servir;
que, si tantas penas pasa
quien por vecina la tiene,
a mayor desdicha viene
quien vive en la misma casa.
La de Tello de Meneses
me dicen que es por aquí.
¡Ay, Fortuna, si de mí
y de mi honor te dolieses!
Hame puesto un labrador,
que sus locuras me dijo,
miedo con Tello, su hijo,
para defender mi honor;
por otra parte he sabido
que es muy cortés y galán.
¿Dónde estos serranos van?
¡Qué dicha hubiera tenido
si fueran de su labranza!
Salen Sancho y Mendo.
Mendo Cuanto a Inés, Sancho, no quiero
obligarte con que espero
en sus desdenes mudanza.
Tengo tan poco favor
que, en dejar de pretender,
no pienso que pueda hacer
mayor servicio a mi amor.
Si te quiere bien a ti,
yo me rindo; tuya sea.
Sancho Amor me dice que crea
que me favorece a mí,
y no le falta razón;
que, bailando el otro día,
le dije que la tenía
en medio del corazón.
Con esto, en sala, en cocina,
dondequiera que la veo,
se ríe y muestra el deseo
que a tener mi amor la inclina.
Antiyer la pellizqué,
y tal mojicón me dio
que sin seso me dejó.
Mendo Y ¿es favor?
Sancho Pues ¿no lo fue,
si brazo y mano tenía
más limpio que están las flores?
Mendo Sancho, de tales favores
tengo yo muchos al día.
No tiene hacienda señor
para comprar cucharones,
con que me da coscorrones,
sin tenerlos por favor.
¡Oh, qué mal, Sancho, conoces
estas ninfas del fregado
que, como yeguas en prado,
retozan tirando coces!
Yo te la doy, pues estás
de esos favores contento.
Sancho Quejas oigo, pasos siento.
Mendo Quedo, no te informes más.
Serrana, que guarde Dios,
¿dónde bueno por aquí?
Infanta De casa de Aibar salí,
bien le conocéis los dos,
donde he servido dos meses.
Era importuna mi ama,
y voy buscando por fama
la de Tello de Meneses.
¿Sois suyos acaso?
Mendo Sí;
y a vos, detened el paso,
no os ha hecho el cielo acaso.
Infanta Dicha ha sido para mí
hallar de su casa gente.
Pero de cierta ocasión
traigo mala información.
Mendo Creed que la envidia miente.
Si queréis servir allá,
buen salario os aseguro.
Infanta Creedme que lo procuro.
¿Está lejos?
Mendo Cerca está.
Infanta ¿Querrame a mí?
Mendo ¿Qué decís?
Tal gracia y talle tenéis
que la casa mandaréis
si un mes en ella servís.
Habla aparte a Sancho.
Sancho, acoto esta mujer;
a Inés te di.
Sancho Soy un necio;
mas por la mitad del precio
pleito te quiero poner.
Porque tiene tanta estima
que, para que me la des,
te daré por ella a Inés
y dos cabritos encima.
Mendo No hay que tratar: ella es mía.
Seguidme, hermosa serrana;
que nunca tan de mañana
salió en este monte el día.
Infanta Para perder el temor,
de aquí a su casa podréis
contarme lo que sabéis
de este hidalgo labrador;
que, entretenidos ansí,
no hay camino que se sienta.
Mendo Bien decís; estadme atenta;
que no está lejos de aquí.
Serrana, cuya belleza
nació para ser señora
en los palacios del rey,
y no es haceros lisonja,
sabed, ya que los honráis
con vuestra presencia hermosa,
que en las faldas de los montes
de Asturias yace a la sombra
un León, cuyas guedejas
tiembla el moro y el Sol dora,
a quien el piadoso cielo
restituye la corona.
Éste las doradas garras
muestra al África, de forma
que por mil partes le vuelve
las espaldas temerosas.
De donde los tuvo ocultos
don Pelayo en Covadonga,
tantos fidalgos descienden
que están las montañas solas;
pero de los que han quedado,
cuyos solares adornan
paveses de antiguas casas,
familias de gente goda,
la de Tello de Meneses,
serrana, es la más famosa,
más rica, y por muchas causas
más respetada de todas.
Cincuenta pares de bueyes
aran la tierra, abundosa
de rubio trigo, que apenas
hay trojes que le recojan.
Trepan estas altas peñas
fértiles cabras golosas
en cantidad, que parece
que otro monte inculto forman.
Bajan a ese claro río,
de aquellas nevadas rocas,
a beber tantas ovejas
que unas a otras se estorban;
que los cristales que encubren
las arenas por un hora,
los mismos peces enseñan
envueltos en verdes ovas.
Las rocas llamé nevadas,
no por los hielos de Bóreas,
mas porque la blanca lana
hace que no se conozcan.
No hay dehesas, vegas, prados
adonde las vacas coman,
con ser de Tello las mieses
diez leguas a la redonda.
Los toros al herradero,
como el fuego los provoca
del hierro abrasado, vienen
novillos y salen onzas.
En llegando la vendimia
de negras uvas rebosan
los lagares, que las cepas
por pardos sarmientos brotan.
Treinta y más hombres las pisan,
y el mosto que sus pies moja,
para cuando vino sea
les jura vengar su honra.
Aquí en cárceles de erizos
le dan castañas sabrosas
los montes, las anchas vegas
verdes peras, guindas rojas,
con las pálidas camuesas,
nueces, avellanas, moras,
servas, nísperos y almendras,
que flores de nácar bordan.
Gansos los arroyos cubren,
aves tan vanas y locas
que con aquel débil cuello
piensan que en el cielo topan.
Los animales morenos,
lenguaje que el mundo toma,
pues llama moreno a un negro,
siendo la color notoria,
salen al ronco instrumento
en gran número al aurora,
aunque más parece noche
por donde...




