de Vega y Carpio | Los Tellos de Meneses | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 434, 132 Seiten

Reihe: Teatro

de Vega y Carpio Los Tellos de Meneses


1. Auflage 2013
ISBN: 978-84-9897-740-0
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, Band 434, 132 Seiten

Reihe: Teatro

ISBN: 978-84-9897-740-0
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Los Tellos de Meneses de Lope de Vega fue publicada en la Parte XXI en 1635, fallecido ya el poeta. La comedia Los Tellos de Meneses y su continuación Valor, fortuna y lealtad constituyen uno de los pocos ejemplos de dípticos dramáticos compuestos por Lope de Vega y dos de los acercamientos más interesantes a la materia histórica-genealógica realizados en sus últimos años de su trayectoria como dramaturgo. Los Tellos de Meneses toma como base una leyenda relacionada con el origen del linaje de los Téllez de Meneses muy difundida en la época. La protagonista de la obra, la infanta Elvira, huye de palacio con un criado cuando su padre, el rey Ordoño, concierta su boda con el rey moro de Valencia. Elvira termina trabajando como criada en casa de los Meneses, una casa de ricos e hidalgos labradores montañeses, en la que se gana rápidamente el favor de los dos Tellos que componen la familia y a los que se refiere el título de la comedia: - el patriarca, Tello, un anciano avaro pero bondadoso, modelo de labrador rico y honrado que prefiere mantenerse alejado de los peligros de la corte, - y su joven y ambicioso hijo, también de nombre Tello, que sueña con abandonar la vida de labrador y medrar en la corte.La obra termina con la reconciliación entre Elvira y su padre y con la bendición real que el monarca otorga a la relación amorosa surgida entre la infanta y el joven Tello. La boda entre la infanta y Tello determina el ascenso social de los Meneses, con la consiguiente reivindicación de los orígenes rurales, presente también en otras comedias genealógicas de Lope.

Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1637). España. El que fuera llamado 'Fénix de los ingenios españoles', Félix Lope de Vega Carpio, nació en Madrid a finales de 1562. Su padre, el artesano bordador Félix de Vega, y su madre, Francisca Fernández Flórez, eran, probablemente, oriundos del valle de Carriedo (Cantabria), y se trasladaron a Madrid hacia 1561. El origen humilde de Lope de Vega sería transformado por él mismo en una imaginada hidalguía; de hecho, Lope siempre fue dado a investirse con atributos que le favorecieran y nunca ocultó su abultado deseo de fama y éxito. Sea como fuera, cristiano viejo o converso, lo que sí refleja su obra es una completa y cabal asimilación de los valores imperantes en la sociedad de su tiempo. Lope estudió primero en la escuela madrileña de Vicente Espinel, por quien siempre demostró estima y admiración, y después en un colegio jesuita que, años después, se llamó colegio Imperial. Posteriormente, al parecer entre 1577 y 1581, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aunque no consta que obtuviera ningún título. Es probable, también, que siguiera algunas lecciones en la Universidad de Salamanca. Tras servir, desde muy joven, al obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique, Lope se alista en una escuadra de navíos y, en junio de 1583, zarpa de Lisboa rumbo a la isla Terceira (Azores), donde habían de combatir al prior de Crato, aspirante al trono portugués entonces en manos españolas a través de Felipe II. Acabada su misión, Lope regresa e inicia una de sus primeras relaciones amorosas, de entre las numerosas que se le atribuyen. Se trataba de Elena Osorio (su Filis), mujer bella y cultivada, hija de un empresario y actor teatral, la cual estaba separada de su marido (un actor). Lope escribiría algunas comedias para el padre de Elena. Años después, en 1587, tras enterarse de que Elena planeaba sustituirle por un influyente personaje madrileño (Francisco Perrenot Granvela), Lope difundió unos poemas infamantes contra ella y su familia, lo que le valió un destierro judicial de Madrid, por cuatro años, y de Castilla, por dos. En mayo de 1588, Lope toma por esposa a Isabel de Urbina Alderete (su Belisa), en Madrid. Isabel pertenecía a una familia muy influyente y de linaje antiguo, y es probable que el casamiento, aunque se realizó por poderes, pasara antes por algunas dificultades y supusiera la violación de la orden judicial por parte del escritor, que tenía prohibido regresar a la capital. Tras su boda, y ante la imposibilidad de estar en Madrid con su esposa, es probable que Lope de Vega se alistara como voluntario, junto a su hermano Juan, en la Armada Invencible, a bordo del galeón San Juan. Tras el fracaso de la expedición, en la que su hermano perdió la vida, Lope estará sucesivamente en Cádiz, Toledo, donde se reúne con Isabel (violando la orden de destierro), y Valencia, donde se establece el matrimonio hacia 1589. Valencia era una de las principales ciudades españolas, y su actividad teatral era de las más notables; allí se relacionó con dramaturgos locales como Francisco Tárrega, Carlos Boyl, Gaspar Aguilar y Guillén deCastro. Su actividad como escritor de comedias pasó de ser un divertimento a una actividad profesional con la que sostenía a su familia y con la que iba ganando creciente fama y popularidad, algo, como se dijo antes, muy conscientemente buscado por el escritor.
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Jornada segunda


Sale la Infanta sola.

Infanta No se cansa mi fortuna

de engañarme y perseguirme,

pues, en mis desdichas firme,

no espero mudanza alguna.

Al hábito labrador

incliné mi majestad,

porque en tal desigualdad

desconociese el valor;

peor así me ha conocido

y ha hecho suertes en mí,

como si fuera quien fui

o supiera lo que he sido.

Serví en el rústico traje

que estoy, para ser ejemplo

de que no hay tan alto templo

que el tiempo no humille y baje;

y, aunque en la casa que estaba

su dueño bien me quería,

una hija que tenía

mis acciones envidiaba.

Fuerza fue no la sufrir,

porque no hay más que temer

que una envidiosa mujer

adonde se ha de servir;

que, si tantas penas pasa

quien por vecina la tiene,

a mayor desdicha viene

quien vive en la misma casa.

La de Tello de Meneses

me dicen que es por aquí.

¡Ay, Fortuna, si de mí

y de mi honor te dolieses!

Hame puesto un labrador,

que sus locuras me dijo,

miedo con Tello, su hijo,

para defender mi honor;

por otra parte he sabido

que es muy cortés y galán.

¿Dónde estos serranos van?

¡Qué dicha hubiera tenido

si fueran de su labranza!

Salen Sancho y Mendo.

Mendo Cuanto a Inés, Sancho, no quiero

obligarte con que espero

en sus desdenes mudanza.

Tengo tan poco favor

que, en dejar de pretender,

no pienso que pueda hacer

mayor servicio a mi amor.

Si te quiere bien a ti,

yo me rindo; tuya sea.

Sancho Amor me dice que crea

que me favorece a mí,

y no le falta razón;

que, bailando el otro día,

le dije que la tenía

en medio del corazón.

Con esto, en sala, en cocina,

dondequiera que la veo,

se ríe y muestra el deseo

que a tener mi amor la inclina.

Antiyer la pellizqué,

y tal mojicón me dio

que sin seso me dejó.

Mendo Y ¿es favor?

Sancho Pues ¿no lo fue,

si brazo y mano tenía

más limpio que están las flores?

Mendo Sancho, de tales favores

tengo yo muchos al día.

No tiene hacienda señor

para comprar cucharones,

con que me da coscorrones,

sin tenerlos por favor.

¡Oh, qué mal, Sancho, conoces

estas ninfas del fregado

que, como yeguas en prado,

retozan tirando coces!

Yo te la doy, pues estás

de esos favores contento.

Sancho Quejas oigo, pasos siento.

Mendo Quedo, no te informes más.

Serrana, que guarde Dios,

¿dónde bueno por aquí?

Infanta De casa de Aibar salí,

bien le conocéis los dos,

donde he servido dos meses.

Era importuna mi ama,

y voy buscando por fama

la de Tello de Meneses.

¿Sois suyos acaso?

Mendo Sí;

y a vos, detened el paso,

no os ha hecho el cielo acaso.

Infanta Dicha ha sido para mí

hallar de su casa gente.

Pero de cierta ocasión

traigo mala información.

Mendo Creed que la envidia miente.

Si queréis servir allá,

buen salario os aseguro.

Infanta Creedme que lo procuro.

¿Está lejos?

Mendo Cerca está.

Infanta ¿Querrame a mí?

Mendo ¿Qué decís?

Tal gracia y talle tenéis

que la casa mandaréis

si un mes en ella servís.

Habla aparte a Sancho.

Sancho, acoto esta mujer;

a Inés te di.

Sancho Soy un necio;

mas por la mitad del precio

pleito te quiero poner.

Porque tiene tanta estima

que, para que me la des,

te daré por ella a Inés

y dos cabritos encima.

Mendo No hay que tratar: ella es mía.

Seguidme, hermosa serrana;

que nunca tan de mañana

salió en este monte el día.

Infanta Para perder el temor,

de aquí a su casa podréis

contarme lo que sabéis

de este hidalgo labrador;

que, entretenidos ansí,

no hay camino que se sienta.

Mendo Bien decís; estadme atenta;

que no está lejos de aquí.

Serrana, cuya belleza

nació para ser señora

en los palacios del rey,

y no es haceros lisonja,

sabed, ya que los honráis

con vuestra presencia hermosa,

que en las faldas de los montes

de Asturias yace a la sombra

un León, cuyas guedejas

tiembla el moro y el Sol dora,

a quien el piadoso cielo

restituye la corona.

Éste las doradas garras

muestra al África, de forma

que por mil partes le vuelve

las espaldas temerosas.

De donde los tuvo ocultos

don Pelayo en Covadonga,

tantos fidalgos descienden

que están las montañas solas;

pero de los que han quedado,

cuyos solares adornan

paveses de antiguas casas,

familias de gente goda,

la de Tello de Meneses,

serrana, es la más famosa,

más rica, y por muchas causas

más respetada de todas.

Cincuenta pares de bueyes

aran la tierra, abundosa

de rubio trigo, que apenas

hay trojes que le recojan.

Trepan estas altas peñas

fértiles cabras golosas

en cantidad, que parece

que otro monte inculto forman.

Bajan a ese claro río,

de aquellas nevadas rocas,

a beber tantas ovejas

que unas a otras se estorban;

que los cristales que encubren

las arenas por un hora,

los mismos peces enseñan

envueltos en verdes ovas.

Las rocas llamé nevadas,

no por los hielos de Bóreas,

mas porque la blanca lana

hace que no se conozcan.

No hay dehesas, vegas, prados

adonde las vacas coman,

con ser de Tello las mieses

diez leguas a la redonda.

Los toros al herradero,

como el fuego los provoca

del hierro abrasado, vienen

novillos y salen onzas.

En llegando la vendimia

de negras uvas rebosan

los lagares, que las cepas

por pardos sarmientos brotan.

Treinta y más hombres las pisan,

y el mosto que sus pies moja,

para cuando vino sea

les jura vengar su honra.

Aquí en cárceles de erizos

le dan castañas sabrosas

los montes, las anchas vegas

verdes peras, guindas rojas,

con las pálidas camuesas,

nueces, avellanas, moras,

servas, nísperos y almendras,

que flores de nácar bordan.

Gansos los arroyos cubren,

aves tan vanas y locas

que con aquel débil cuello

piensan que en el cielo topan.

Los animales morenos,

lenguaje que el mundo toma,

pues llama moreno a un negro,

siendo la color notoria,

salen al ronco instrumento

en gran número al aurora,

aunque más parece noche

por donde...



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