Ibáñez-Martín / Naval | Retos actuales de la acción educativa | E-Book | www.sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 179, 160 Seiten

Reihe: Educación Hoy Estudios

Ibáñez-Martín / Naval Retos actuales de la acción educativa

Carácter y personalidad
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-277-2976-6
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Carácter y personalidad

E-Book, Spanisch, Band 179, 160 Seiten

Reihe: Educación Hoy Estudios

ISBN: 978-84-277-2976-6
Verlag: Narcea Ediciones
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En las tres últimas décadas hemos presenciado un interés creciente en las ciencias sociales por la formación personal y moral, especialmente en la infancia y adolescencia, con propuestas diversas para su puesta en práctica. Uno de los más recientes y destacados enfoques es el que se denomina Educación del carácter. Este movimiento educativo se caracteriza por atender las bases antropológicas, filosóficas, éticas e incluso trascendentes del ser humano, señalando la importancia del carácter y las acciones educativas que facilitan su promoción. El libro contiene las últimas tendencias en el estudio de la educación del carácter, contando con investigaciones realizadas por expertos que abarcan la temática bajo la mirada teórica y empírica. Se propone una renovación de la educación del carácter para dar respuesta a las necesidades educativas actuales, contrarrestando el vacío moral de la modernidad y un relativismo subjetivista y emocional, que pretende la exclusividad, dando paso a perspectivas más profundas como la formación de una identidad personal reflexiva, la virtud de la prudencia para alcanzar una vida buena, una personalidad dinámica e integrada; y la amabilidad, buscando un profundo aprendizaje social, relacional y emocional. Los autores se mueven en uno de los temas que más atención está despertando últimamente en la investigación y la práctica educativas, y en el que encontramos elementos que muestran que no estamos ante una moda pasajera o secundaria en el mundo de la educación, entre otras cosas por su vinculación con el corazón de la educación desde el comienzo de la historia.

José Antonio Ibáñez-Martín, Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Catedrático de Filosofía de la Educación de la misma universidad, donde fue Vicedecano, director de Departamento etc. Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid, donde recibió la Medalla al Mérito Docente, tras su jubilación, ha sido Vice-Rector de Ordenación Académica y Doctorado en la Universidad Internacional de La Rioja, donde ha creado y dirigido el Máster de Educación del carácter y Educación emocional. Sus líneas de investigación se centran en el estudio de las bases antropológicas, los supuestos crítico-filosóficos de los procesos educativos, la formación moral y cívica dentro de los sistemas democráticos, y la educación del carácter. Concepción Naval, Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Navarra. Catedrática de Teoría de la Educación. Actualmente Decana de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra. Dirige la revista Estudios sobre Educación. Es profesora invitada en varias universidades iberoamericanas y europeas. Su investigación se centra en el estudio de la educación ciudadana, la educación del carácter, la participación social, el impacto social en los jóvenes de las tecnologías de la comunicación, y la innovación educativa en la educación superior.
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2 La integración del mundo emocional en la vida personal para dar sentido a la educación del carácter


Josu Ahedo Ruiz

1. LA NECESIDAD DE INTEGRAR LA EDUCACIÓN DEL CARÁCTER EN RELACIÓN CON EL FIN DE LA PERSONA


En la actualidad, en el ámbito educativo, la educación emocional tiene más trascendencia. Los educadores tienen más presente el mundo emocional y los sentimientos, valorando cuál es la situación del estado anímico personal suyo personal y de los estudiantes. La radiografía del momento presente es preocupante porque crece el número de jóvenes que dejan el trabajo en el que apenas llevan unos meses, afirmando que no están a gusto o que no se sienten motivados o simplemente que no es lo que buscaban. Su umbral de soportar dificultades es bajo, sin encontrarse cómodos en situaciones que exigen esfuerzos prolongados. Igualmente, algunos tampoco se sienten valorados o creen que no se están desarrollando como personas en el ámbito laboral. Otros incluso fantasean con cumplir algún sueño que se sacan de su chistera, desempolvando alguna vieja ilusión o se consideran llamados a emprender.

Los datos de la ONU corroboran que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años, según el último estudio de World Health Organization de 2021. Además, el número de tentativas de suicidio es alto, lo que ratifica que es necesaria una profunda reflexión para paliar esta lacra. Sin duda existe una disociación entre la educación que reciben los jóvenes y la cruda realidad que resalta que no están capacitados para superar dificultades, mostrando escasa tolerancia a la frustración. Últimamente, se ha puesto énfasis en la educación emocional como el mejor modo de gestionar estas situaciones que generan estrés o emociones negativas. Se ha aceptado que la terapia emocional es el mejor modo de ayudar a los jóvenes. No obstante, nuestro objetivo es mostrar que esta grave situación de desconcierto que asola a la juventud no se arregla únicamente con la implementación en la escuela de programas de educación emocional. Esta solución es oportuna, pero insuficiente. El problema es más profundo y requiere una solución más certera como es la aceptación personal, ya que es una problemática que precisa una solución que atañe al ser personal; porque todo problema de esta índole afecta a la intimidad personal. Por tanto, proponemos que la solución sea integral.

Esto implica que sea esencial integrar las operaciones y los actos de las tres entidades que constituyen la naturaleza del ser humano. La primera de ella es la afectividad, con sus tres manifestaciones: emociones, sentimientos y pasiones. La segunda, la potencia de la inteligencia. La tercera, la potencia de la voluntad. Estas dos potencias no son facultades, ya que no tienen base orgánica, pueden crecer mediante hábitos. La integración de estas operaciones y actos es tarea del acto de ser personal, lo que conlleva que exista una continua relación entre la esencia humana y el acto de ser personal. Esta integración es útil para dar sentido a la educación del carácter y comprender así la pertinencia de integrar el mundo emocional en la vida personal.

El carácter es lo adquirido, o sea, los hábitos que conforman la naturaleza humana como resultado de la repetición de actos de las operaciones de la inteligencia y de la voluntad. Por eso, lo natural, lo innato, lo recibido es mejorado a través de los hábitos positivos que se van adquiriendo, pero también puede empeorar cuando se realizan actos contrarios al desarrollo natural de las potencias de la inteligencia y de la voluntad. Ese mejoramiento de la naturaleza recibida, que cada persona es capaz de lograr, es el carácter. Este es de cada uno y es una disposición estable de la cual cada persona dispone. De este modo uno dispone de la naturaleza perfeccionada a través de los hábitos adquiridos.

Sin embargo, es pertinente aclarar qué tipo de libertad es necesaria para disponer de estos hábitos adquiridos, ya que la libertad como elección de alternativas no puede disponer de ellos, puesto que esta es la libertad propia de los actos voluntarios que permiten una doble elección: la elección de actuación entre una alternativa de hacer o no hacer un determinado acto y la libertad de especificación que permite la elección entre diferentes alternativas, ya que elegida la alternativa de hacer algo, esto se puede realizar de diferentes modos. Por ejemplo, uno puede decidir ayudar a su hermano, libertad de actuación, pero es preciso que decida cómo realizar esa ayuda, especificando cuándo y cómo será, en concreto, esto es la libertad de especificación. Por eso, es precisa otra libertad superior a esta que será la libertad personal, que permite dar un sentido a estos dos tipos de alternativas elegidas por la voluntad. Se trata de una libertad que permite dar un para qué al disponer.

La educación del carácter es básica en el desarrollo personal porque es el modo de perfeccionar la inteligencia y la voluntad. Sin embargo, este perfeccionamiento debe tener un sentido, es decir, concretar para qué queremos perfeccionar la naturaleza recibida. Por tanto, se subraya la relevancia de dar sentido a cada acto que la inteligencia y la voluntad realizan en relación con el ser personal. Se trata, de dar un fin a la capacidad que tiene la persona de disponer de su naturaleza perfeccionada mediante los hábitos estables que son las virtudes morales e intelectuales. Esto es crucial porque lo peor que le puede pasar al ser humano es la falta de sentido personal1.

2. LAS EMOCIONES Y LOS SENTIMIENTOS


La persona humana recibe una información del mundo exterior a través de los sentidos externos, que es mediatizada por los sentidos internos. Esta información recibida permite tener un conocimiento de esa realidad externa. Por eso se afirma que la sensibilidad es la puerta que nos abre a la realidad externa, porque gracias a ella recibimos la información necesaria para la vida diaria. Al respecto, cabe señalar que las emociones son el modo de implicarnos en el mundo porque empujan a actuar dando respuesta a las situaciones que nos han estimulado y que han provocado una reacción emocional.

En el estudio de lo que es la sensibilidad es necesario tener presente las tres manifestaciones de esta con el fin de comprender qué tipo de información se recibe del exterior. La emoción se caracteriza por ser una respuesta intensa, momentánea y poco duradera a un estímulo externo. Mientras que el sentimiento es más duradero que la emoción e informa de cómo está la facultad sensible, es decir, cuál es el estado de ánimo tras las emociones vividas. Las emociones nos informan de la realidad externa, mientras que los sentimientos de la facultad sensible2. La pasión corporal3 es definida por Tomás de Aquino como “un movimiento de la virtud apetitiva sensible”4, pero no es una actividad meramente corporal porque afecta al ser humano en su totalidad. La pasión es el estado cambiante de las facultades apetitivas sensibles que indican si un acto de deseo de un bien sensible es acorde o no con el actual estado de la facultad sensible5.

Son dos las características fundamentales de las emociones, la primera, que tienen una intensidad alta como reacción a un estímulo externo, aunque existen emociones producidas por estímulos internos, sobre todo, por pensamientos, recuerdos o imágenes. La segunda es que la reacción emocional va acompañada de alteraciones fisiológicas de diverso tipo. Por eso, en toda emoción es pertinente distinguir entre el elemento material, que es la alteración corporal, y el elemento formal, que es la reacción emocional o el movimiento propio de la emoción. El elemento material es la afección corporal y el formal es el impulso para actuar derivado de esa emoción. Las dos características fundamentales de los sentimientos serían esa duración más larga y esa intensidad más moderada en relación con las emociones. El sentimiento tiene más estabilidad que la emoción que, por tanto, tienen una intensidad menor.

La diferencia entre las emociones y los sentimientos se puede mostrar en que no somos dueños de nuestras emociones, pero sí lo somos de los sentimientos. El control educativo de los sentimientos es mayor que el de las emociones, que son tan instantáneas que el conocimiento que tiene cada persona de ellas es menor que el de los sentimientos. Este mayor conocimiento del sentimiento implica que sea más pertinente educar los sentimientos y no centrar la educación emocional en la regulación de las emociones propuesta por Salovey y Mayer6. Al respecto, Altarejos7 asevera que el racionalismo moderno dice que las emociones ensombrecían a la razón porque dificultaban tomar decisiones. Por...



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