Guiteras | Historia de la Isla de Cuba I | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 174, 338 Seiten

Reihe: Historia

Guiteras Historia de la Isla de Cuba I


1. Auflage 2010
ISBN: 978-84-9007-555-5
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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En su Historia de la Isla de Cuba de Pedro José Guiteras sacó a la luz hechos olvidados, que sus antecesores creyeron infecundos o sobradamente significativos. Llevó los estudios históricos de Cuba más allá de la simple crónica externa de acontecimientos a menudo intrascendentes. Podría decirse siguiendo a Oswald Spengler, que se centra en los hechos «ahistóricos o faltos de historicidad». Por primera vez en la historiografía cubana se enlazó íntimamente el desarrollo del pueblo cubano con el resto de la vida mundial. Pedro José Guiteras publicó durante su exilio en Nueva York esta Historia de la isla de Cuba(1865-1866). En 1882 Guiteras le cambia el nombre a este trabajo por el de simplemente Historia de Cuba. El libro editado en dos volúmenes comienza con la - descripción geográfica de Cuba, - su topografía, - clima y producciones; - carácter y costumbres de los pobladores aborígenes; - agricultura e industria; - sus creencias y modo de existencia.El primer tomo termina con la toma y ocupación de La Habana por los ingleses (1762-1763). El segundo llega hasta 1838 y concluye en el gobierno de Tacón. El primero logró circular en Cuba, pero las autoridades coloniales prohibieron el segundo, en el que Guiteras emitía juicios contrarios a los gobiernos absolutistas. Sobre esta obra, afirmó el destacado ensayista cubano Fernando Ortiz (1881-1969), en la introducción a la segunda edición: «No existe otra historia de Cuba, que, como la de Guiteras, pueda representar mejor el ideario cubano de su época, constituyendo un fuerte alegato por la libertad de esta nación...»

Pedro José Guiteras Font nació el 17 de marzo de 1814 en Matanzas (Cuba), y falleció 3 de febrero de 1890 en Charleston (Estados Unidos). Cursó sus estudios de ciencias naturales en Sevilla, y la carrera de derecho en Madrid. Regresó a Cuba en 1837, donde fue acusado, por el entonces capitán general Miguel Tacón, de fomentar las ideas progresistas propugnadas por José Antonio Saco, con quien había establecido contacto en Sevilla durante el año 1833. En su ciudad natal desarrolló su labor como historiador y pedagogo, siempre bajo la permanente amenaza de las autoridades coloniales. Fue acusado y condenado en 1849 por ser miembro del partido de Narciso López, condena que cumplió durante más de siete meses en los castillos de San Severino y el Morro. Después de ser declarado inocente, decidió viajar a Europa. A finales de 1853 se trasladó a Estados Unidos, donde residió de forma permanente hasta 1878. En el año 1847 escribió su meritorio trabajo titulado Influencia de la mujer en la sociedad cubana, el estado de su educación y los medios de mejorarla y extenderla, y un año más tarde, elaboró su Diccionario bibliográfico americano, el cual permanece inédito. Destacables también son sus escritos titulados: Cuba y su gobierno, en el cual expuso sus ideas separatistas, publicado en Londres, en 1853, así como la Historia de la conquista de La Habana por los ingleses. En 1879 se trasladó a París, donde redactó su Informe sobre las reformas políticas, sociales y económicas que deben introducirse en la Isla de Cuba, impreso de forma anónima, bajo la supuesta autoría de León Crespo de la Cerna, y al año siguiente volvió a Estados Unidos, donde permaneció hasta su muerte.

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Capítulo I. DESCRIPCIÓN GEOGRÁFICA DE CUBA
Indias Occidentales y Nuevo Mundo llamaron los españoles de fines del siglo XV las tierras de este hemisferio descubiertas por Cristóbal Colón, creyendo fuesen las primeras de la India que se encontraban navegando de los mares de Europa hacia occidente, maravillados de su gran extensión y de las gentes y cosas extrañas que había traído consigo el Almirante al regresar a España.10 Poco después empezaron los geógrafos y cosmógrafos extranjeros a dar el nombre de América a la parte del continente austral que hoy forma el imperio del Brasil, entendiéndose de una carta que de su viaje a estas costas escribió Américo Vespucio que había él descubierto aquellos vastos países, cuando un año antes que Vespucio había llegado allí Vicente Yánez Pinzón, y aun antes que éste había saludado ya Colón las costas de Paria. Siguiéronse usando indistintamente estos nombres para significar el mundo occidental, y hoy, aunque conocido con todos ellos, la historia y la geografía han adoptado universalmente el de América. Así la fortuna, envidiosa de la gloria mayor que jamás alcanzó otro mortal alguno, quiso robar a Colón el justo premio de que llevase su nombre este nuevo hemisferio, para darlo, caprichosa, a un oscuro navegante. Las islas del archipiélago tropical se llamaron Antillas, de la Antilla que, según Aristóteles, había sido descubierta por los cartagineses. En los tiempos de Colón revivió la memoria de esta isla, a causa de un cuento inventado por unos navegantes portugueses que se presentaron al príncipe don Enrique asegurando haber encontrado la no menos fabulosa de las Siete Ciudades, lo cual dio ocasión a que algunos creyesen fuese ésta la misma de Aristóteles y que en los mapas de aquella época se marcase con el nombre de Antilla. Ni una ni otra parecieron nunca y de aquí, probablemente, el que al descubrir Colón las islas del Nuevo Mundo se fijase en ellas la imaginación de los hombres, asociando las tradiciones corrientes y empezasen a llamar Antilla a la de Haití, extendiéndose después el nombre a todo el grupo bañado por el mar Caribe. Las Antillas están divididas en dos secciones principales: las grandes, que comprenden Cuba, Haití, o Santo Domingo, Jamaica y Puerto Rico, y las pequeñas, que abrazan todas las demás del mar Caribe. Algunos geógrafos suelen incluir en esta última sección a Puerto Rico. De todo este inmenso archipiélago, la de Cuba es la más importante, así por su posición geográfica, su extensión territorial y la excelencia de sus puertos, como por el número de sus habitantes y sus adelantos en el comercio, civilización y cultura. Colocada en medio de los dos continentes que forman este hemisferio, sus playas se levantan sobre las ondas del mar, bañadas hacia el norte por el océano Atlántico; al sur, por el mar de las Antillas o Caribe; al este, por el estrecho canal que la separa de Haití y al oeste, por el golfo de México, en el principio boreal de la zona tórrida, entre los 19.º 48’ 30» y los 23.º 12’ 45» de latitud y entre los 67.º 46’ 45» y los 78.º 39’ l5» de longitud occidental de Cádiz.11 Su figura larga y angosta, a la manera de un arco cuya convexidad se extiende hacia el Polo Ártico, la hace a la vez por la parte del norte vecina de la Florida, uno de los estados meridionales de la Unión Americana; por el sur, de Yucatán, la provincia más oriental de México, y por el este, de las islas de Haití y Jamaica.12 La superficie de la Isla propiamente dicha, comprendiendo los puertos, bahías y ensenadas desde sus entradas es de 3 496 leguas cuadradas, y con la de Pinos y los principales cayos adyacentes, de 3 645. Su periferia, siguiendo la línea menos tortuosa por las costas y cortando por sus entradas las bahías, puertos y ensenadas profundas, es de 573 leguas, suponiendo bien situados todos los puntos de ella, de las cuales 272 corresponden al litoral del norte y 301 al del sur. Su longitud, de oriente a occidente, está comprendida en 10.º 52’ 3» en el paralelo 22 septentrional, siendo, pues, su mayor extensión de 190 2 3 leguas en la línea más recta de su extremo al otro: desde el cabo Maisí hasta el de San Antonio, siguiendo la curva más corta que pasa aproximadamente por el centro de la Isla, hay 260 leguas. Su forma irregular y variada anchura hacen difícil calcular su latitud media: la mayor, de norte a sur, es una línea de 39 leguas, desde la punta más saliente del Sabinal, cerca del meridiano 70.º oeste de Cádiz, hasta el principio occidental de la ensenada de Mora, al sur, 7 leguas al oriente del cabo Cruz, pasando dicha línea por 7 ½ leguas de mar; la menor, prescindiendo de los extremos de la Isla, es de 7 13 leguas desde la entrada de la bahía del Mariel hasta la orilla septentrional de la ensenada de Majana sobre el meridiano 76 ½.º oeste de Cádiz. En el centro de la Isla, en las inmediaciones del meridiano 72 ½.º y la línea divisoria entre las dos diócesis de ella, hay una como garganta de poco más de 12 leguas de norte a sur, y en el meridiano de La Habana el ancho es de 9 13 leguas desde el castillo del Morro hasta las playas de Batabanó.13 Las costas son, por lo general, bajas y pantanosas y en más de dos tercios de su largo están cercadas por una cadena de arrecifes y encalladeros, interrumpida, por fortuna, en muchas partes, para dar a la navegación libre acceso a los puertos y fondeaderos. Las más limpias de arrecifes, bancos de arena y escollos son las 28 leguas marítimas que corren al noroeste entre Cabañas y Matanzas, el espacio al nordeste comprendido entre el puerto de Nuevitas y punta Mulas, a la entrada del Canal Viejo, y las 72 al sudeste entre el cabo Maisí y el de Cruz. Desde el cabo de San Antonio hasta la desembocadura del río Maniman, a una y media legua al oeste de Bahía Honda, se presenta sin interrupción la cadena de bajos llamada los Colorados y Santa Isabel, que cubre la gran ensenada de Guadiana y otras, y varias caletas con embarcaderos para buques pequeños, a que dan paso algunas quebradas que forman dichos escollos. Desde Cabañas hasta punta Hicacos, poco antes de desembocar al canal de San Nicolás, entre la Cruz del Padre y el banco de los Cayos Sal, se hallan costas limpias y abordables con muchos intermedios de playas y algunas caletas: allí están el puerto del Mariel, el de La Habana, dominador del seno mejicano, y la espaciosa bahía de Matanzas, cuyo brazo derecho se extiende hasta la confluencia de los dos canales de Bahama y parece querer asirse a su antigua hermana la Florida. En este tramo de costas desembocan al mar varios ríos que forman surgideros de más o menos fondo para buques de cabotaje, y son navegables unos hasta su desembocadura y otros en la longitud de una legua y media: los más concurridos y de más fondo son los de Banes y Jaruco.14 En punta Hicacos principia la serie no interrumpida de los cayos del Canal Viejo de Bahama y se extiende 94 leguas hasta la punta occidental de la península del Sabinal, que cierra por el norte la hermosa bahía de Nuevitas; siendo notable el que esta multitud de cayos viene a terminar casi en el mismo meridiano donde principian los bajos de Buena Esperanza y cayos de las Doce Leguas que se prolongan hasta la Isla de Pinos. La vista de aquel archipiélago es tan alegre y pintoresca, que el conquistador Diego Velázquez, encantado de su hermosura, lo llamó Jardines del Rey, recordando quizá el nombre de Jardines de la Reina que dio Colón en su segundo viaje al no menos bello que se dilata por las costas del sur de la Isla. El canal es más estrecho frente a los cayos Cruz y Romano, donde apenas tiene de 5 a 6 leguas de ancho, y allí es también donde el banco Bahama se descubre más. Los cayos inmediatos y las partes del banco no cubiertas por el mar (Long Island, Eleuthera), tienen, así como Cuba, una forma más extensa, y si éste bajase solamente 20 o 30 pies aparecería en la superficie del océano una isla mayor que la de Haití. La cadena de arrecifes y cayos que circunda por el sur la parte navegable del canal, deja entre ella y la costa de Cuba unos canales pequeños sin escollos que comunican con puertos muy buenos para anclar, tales como San Juan de los Remedios, o Caibarién, Morón y Guanaja. Todas estas costas son, sin embargo, bajas y pantanosas, las ciénagas y multitud de lagunas que se internan en muchos parajes hasta 3 y 4 leguas, y hay pocos y cortos espacios de playas donde apenas si pueden atracar pequeñas canoas: son las más inabordables, malsanas y despobladas de la Isla. En ellas desembocan los ríos Saguagrande, el mayor de la costa del norte, de 35 leguas de curso, el Saguachica, el Máximo, el caudaloso Saramaguacán y otros.15 Desde Nuevitas hasta la punta de Mulas, principio del Canal Viejo, la costa se halla libre de bancos y rompientes y tiene poco terreno bajo y pantanoso: los navegantes encuentran allí excelentes fondeaderos en los puertos de Samá y Naranjo, Gibara y el Padre, y en la bahía de Manatí, al oeste de la punta de Mulas, y al oeste, en la de Banes y Nipe, esta última la primera de la Isla por su magnitud, pues tiene 21 2 3 leguas cuadradas de superficie, y en los puertos de Tánamo y Moa. Más adelante, la proximidad de las elevadas montañas primitivas, que dan a aquella parte un carácter particular, hace la costa más escarpada y rocallosa, aunque en el extremo oriental se ven grandes y espaciosas playas de arena: allí está el puerto de Baracoa, bien abrigado y con fondo para toda clase de buques, aunque es de corta extensión. En este vasto litoral desembocan los ríos Sagua de Tánamo, bastante caudaloso; Moa, célebre...



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