Wobeser | 1810, 1858, 1910 | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 534 Seiten

Reihe: Historia

Wobeser 1810, 1858, 1910

México en tres etapas de su historia
1. Auflage 2023
ISBN: 978-607-16-7708-2
Verlag: Fondo de Cultura Económica
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

México en tres etapas de su historia

E-Book, Spanisch, 534 Seiten

Reihe: Historia

ISBN: 978-607-16-7708-2
Verlag: Fondo de Cultura Económica
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



En su historia reciente, México ha atravesado por tres conflagraciones decisivas para su conformación como país: la guerra de Independencia, las guerras de Reforma y la Revolución. En 1810, 1858, 1910. México en tres etapas de su historia Gisela von Wobeser reúne a una serie de expertos para analizar aspectos políticos, sociales y económicos medulares del desarrollo del país dentro de este marco de aproximadamente un siglo: la conformación del territorio, el gobierno, la jurisprudencia y la administración; recursos naturales y población; la situación económica de la agricultura, la minería, el comercio y las finanzas públicas; la vida cotidiana; la situación de los pueblos indígenas; la educación, la conformación de la Iglesia y la religiosidad; la literatura y el periodismo, entre otros, y nos ofrece así un panorama completo de un siglo clave en la historia mexicana. Para cerrar, y a manera de balance, en los últimos tres capítulos se abordan los principales sucesos acaecidos durante estos tres momentos fundamentales en la historia de nuestro país.

Gisela Von Wobeser es investigadora emérita y profesora de la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue directora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM y de la Academia Mexicana de la Historia. Es autora de distintas obras sobre la historia económica, social y religiosa del virreinato, entre ellas El crédito eclesiástico en la Nueva España (1994), Vida eterna y preocupaciones terrena les (1999), Dominación colonial. La consolidación de vales reales, 1804-1812 (2002), Cielo, infierno y purgatorio durante el virreinato de la Nueva España (2011) y Orígenes del culto de nuestra señora de Guadalupe, 1521-1688 (2021), entre varias más, y de numerosos artículos especializados. Su trabajo ha sido reconocido con la Medalla Gabino Barreda, la beca Guggenheim, el Premio Universidad Nacional y el Premio Atanasio G. Sarabia de Historia Regional Mexicana.

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INTRODUCCIÓN
La vida de los humanos está sujeta a un permanente cambio. Mientras las transformaciones geológicas suelen ser lentas y casi imperceptibles, los terremotos, los tsunamis, las inundaciones y los volcanes pueden producir instantáneamente cambios muy drásticos. A nivel social sucede algo similar. Hay periodos de larga duración en los que el devenir transcurre de manera lenta y las mudanzas son poco evidentes, y otros, de corta duración, en los que los acontecimientos se precipitan y la sociedad cambia vertiginosamente en un tiempo reducido. Las transformaciones suelen ser más aceleradas y notorias en lo político y económico que en las costumbres, tradiciones, creencias y prácticas religiosas. Entre los agentes que provocan cambios acelerados y transformaciones sustanciales en el campo político, social y económico destacan los acontecimientos bélicos. En su historia reciente, México atravesó por tres conflagraciones que han sido decisivas para la conformación del país: la guerra de Independencia, las guerras de Reforma y la Revolución mexicana. Durante ellas nuestros antepasados lucharon por poner en práctica ideales como la soberanía nacional, las garantías individuales, la igualdad ante la ley, la división entre Estado e Iglesia, la no reelección y el voto universal, entre muchos otros. Este libro analiza aspectos políticos, sociales y económicos medulares del desarrollo del país a lo largo de las tres etapas mencionadas: la conformación del territorio, los recursos naturales y la población; el gobierno, la jurisprudencia y la administración; la situación económica de la agricultura, la minería, el comercio y las finanzas públicas; la vida cotidiana; la situación de los pueblos indígenas; la educación; la conformación de la Iglesia y la religiosidad, y la literatura y el periodismo. Los últimos tres capítulos describen los principales sucesos acaecidos durante la guerra de Independencia, las guerras de Reforma y la Revolución mexicana. Puesto que el objetivo de la obra es comparar los mencionados tópicos en tres etapas decisivas del devenir histórico (1810, 1858 y 1910), está estructurada temáticamente. El lector podrá advertir que México se transformó considerablemente durante los 100 años abordados en la obra. En muchos aspectos progresó, pero no fue un progreso lineal sino un ascenso sinuoso, con estancamientos y retrocesos. Con la Independencia se adquirió la soberanía nacional y la igualdad ante la ley para todos los mexicanos; además, se abolió la esclavitud y la obligación de los indígenas de pagar tributo, entre otros logros. Pero el precio que el país tuvo que pagar por ser independiente fue muy alto. Los primeros 50 años fueron extremadamente difíciles. Desde el punto de vista económico, el país estaba empobrecido y severamente endeudado. Durante las décadas previas a la emancipación, la metrópoli traspasó una parte sustancial de su déficit económico a los reinos americanos, y los cargó de impuestos, extracciones extraordinarias y préstamos forzosos. Por otra parte, la guerra de Independencia significó una importante sangría económica. México nació, así, con las arcas vacías y, desde sus inicios, se vio obligado a contraer préstamos que se sumaron a la ya abultada deuda heredada por la administración española. Durante el primer lustro de vida independiente la situación económica del país fue muy inestable. Ésta sólo mejoró a partir de 1877, con el ascenso de Porfirio Díaz al poder. Durante los 33 años del porfiriato hubo un crecimiento económico significativo: se desarrollaron diversas ramas productivas, como la agrícola, la minera y la industria textil, y aumentó el producto interno bruto. Se dio un gran impulso al comercio interior y exterior, con una balanza favorable para el país. Sin embargo, el progreso no benefició a todos los mexicanos por igual; por el contrario, se recrudecieron las diferencias entre ricos y pobres. Estos últimos formaron un proletariado rural y citadino cuyas condiciones de vida fueron muy precarias, y en algunas regiones llegaron a ser tan malas que se asemejaron a la esclavitud. Tampoco en el terreno político las cosas fueron sencillas para el naciente país. Las alianzas entre grupos de distinto origen y con diferentes expectativas y pretensiones, hechas en 1821 para lograr la independencia, pronto sucitaron rivalidades y fricciones, a causa de las cuales no prosperó el Imperio de Agustín de Iturbide. La instauración de la Primera República no mejoró la situación, ya que diversos grupos trataron de llegar al poder mediante pronunciamientos y levantamientos constantes. Entre 1821 y 1853 más de 30 personas ocuparon la presidencia. Por otra parte, los actores políticos tenían diferentes ideas sobre el tipo de régimen que creían conveniente para México. Así, durante ese periodo hubo cinco constituciones vigentes. Los gobiernos liberales se turnaban con los conservadores y la República oscilaba entre ser centralista y federalista, según la inclinación de los grupos que accedían al poder. Con el regreso de Benito Juárez y la restauración de la República federal en 1877, después del fallido intento de establecer una monarquía extrajera, se impuso la República, modalidad que perdura hasta nuestros días. Fue durante el porfiriato (1877-1910) cuando se consiguió la estabilidad política del país. Gracias a la habilidad estratégica del dictador Porfirio Díaz y a la mano férrea con que aplacó a sus disidentes o posibles competidores, el país vivió en paz durante 33 años, por lo que, además del mencionado crecimiento económico, se fortalecieron las instituciones y se avanzó en el terreno de la educación y la cultura, entre muchos otros logros. Sin embargo, la dictadura no permitió la alternancia política, centralizó el poder en unas cuantas personas y marginó de los cargos públicos a varias generaciones. Ante la negativa del viejo dictador a dejar la silla presidencial, así como a abrir espacios de participación política a las nuevas generaciones, el 20 de noviembre de 1910 inició la Revolución mexicana, bajo el liderazgo de Francisco I. Madero. La guerra civil se prolongó a lo largo de 20 años en diferentes escenarios, y en ella participaron distintos grupos que perseguían objetivos diversos. Los seguidores de Emiliano Zapata aspiraban a dotar de tierras a los campesinos; los de Francisco Villa querían un Estado nacionalista y popular; los de Venustiano Carranza, un país de instituciones, y los de José Vasconcelos, un país culto y civilizado. La Revolución mexicana terminó con la dictadura porfirista, impuso la no reelección y logró abatir muchas de las desigualdades sociales que habían prevalecido durante el porfiriato. Surgieron oportunidades para grupos antes marginados; se llevó a cabo la reforma agraria, que implicó la abolición de la hacienda y la repartición de las tierras; se establecieron derechos para los obreros, y se obtuvo la educación gratuita y obligatoria para todos los mexicanos, entre otras ganancias. Pero, una vez más, los años revolucionarios dejaron profundas secuelas en el rubro económico y mucho de lo que se había avanzado en el porfiriato se perdió. Otro de los grandes problemas que enfrentó el país tras lograr su independencia fue su endeble posición a nivel internacional. Estaba en la mira de naciones como Inglaterra, Francia, Estados Unidos y España, que procuraban tener injerencia en sus asuntos de política interior, adueñarse de sus recursos naturales y de su territorio, y en el caso de España, reconquistarlo. Las costas mexicanas estaban amenazadas permanentemente por corsarios y era frecuente la presencia de armadas extranjeras en aguas nacionales. En 1845 Estados Unidos se anexó el estado de Texas y al año siguiente le declaró la guerra a México. La contienda militar duró dos años y su saldo fue muy desfavorable, ya que no sólo implicó la pérdida del mencionado estado, sino también del territorio de Nuevo México y la Alta California. En total se perdió más de la mitad de la superficie territorial del país. Un duro golpe para los mexicanos. En 1856 el país se vio envuelto en una rebelión interna, la guerra de Reforma, en la cual liberales y conservadores debatieron sus diferencias en torno al papel político, social y económico que la Iglesia católica debía asumir en la sociedad. Los liberales triunfaron en esta contienda y pusieron en práctica las Leyes de Reforma, mediante las cuales se obtuvo la libertad de cultos y la separación de Iglesia y Estado, se desamortizaron los bienes eclesiásticos y comunales, se instauró el matrimonio civil y se prohibió la realización de actos litúrgicos en espacios públicos. La amarga experiencia que había significado la guerra en contra de los Estados Unidos sin duda contribuyó a que los mexicanos enfrentaran con más éxito una nueva embestida extranjera, ahora por parte de los franceses, quienes llegaron a México en 1862 con el pretexto de reclamar el pago de la deuda extranjera y terminaron por ocupar el país con el fin de expandir el imperio napoleónico a América. En 1864 impusieron a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México, mediante el apoyo de los sectores conservadores de la sociedad mexicana. El itinerante gobierno de Benito Juárez resistió la ocupación y, en 1867, después de la retirada de los ejércitos franceses, logró el desmantelamiento del Segundo Imperio y ordenó el fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo. Este éxito frenó las aspiraciones extranjeras sobre nuestro territorio, pero tuvo costos en el terreno de las relaciones internacionales. Para...



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