Madison | Algo tan perfecto | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 300 Seiten

Madison Algo tan perfecto


1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-19301-48-2
Verlag: Ediciones Pàmies
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, 300 Seiten

ISBN: 978-84-19301-48-2
Verlag: Ediciones Pàmies
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



Tras pillar a su marido teniendo una aventura, Parker, que vuelve a ser madre soltera, regresa a su trabajo como fisioterapeuta. Además, se hace cargo de la famosa pista de hielo de su padre y la convierte en el lugar de sus sueños: el centro perfecto en el que pueden entrenar los jugadores de la NHL en pretemporada y recibir tratamientos de rehabilitación de primera calidad. Con lo que no contaba Parker es que el chico de oro de la NHL, el guapo y arrogante Cooper Stone, recién salido de una lesión, pusiera su vida y su pista de hockey patas arriba. Y eso que, tras un malentendido, empiezan con muy mal pie. Pero poco después Cooper, que tiene una bien ganada fama de mujeriego, centra su objetivo exclusivamente en Parker... ¿Podrá Cooper derribar poco a poco las murallas que Parker ha erigido en torno a su corazón? Provienen de mundos distintos, pero cuando sus corazones colisionan, algo tan distinto y erróneo se convierte en algo tan perfecto.

Cuando no tiene la nariz dentro de un libro ni los dedos volando sobre el teclado de un ordenador, se mete en la cocina para crear platos gourmet. Te la puedes encontrar, con unos tacones de al menos diez centímetros, llevando a los niños en el coche o puede que con su marido, programando sus viajes de negocios. Es una suerte que sus personajes hagan lo que ella dice, porque ni su labrador la escucha... Algo tan perfecto es la segunda novela de Natasha en Phoebe, después del gran éxito conseguido con Tentar al jefe.
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2


Estoy sentada en mi despacho, repasando la agenda de la pista y clases de la semana. Compruebo que Cooper tiene seis días reservados, todos a las tres de la madrugada. Su agente nos dijo que quiere asegurarse de estar al cien por cien antes de que nadie se entere de que está aquí. Hasta ahora, los únicos que saben que está haciendo rehabilitación con nosotros son mis seis empleados y, por supuesto, mis hijos.

Tras salir de la pista, subí y me puse mis vaqueros. Os digo que no solo he perdido noventa kilos de peso muerto en marido, sino los diez de más que tenía flotando en torno a mi cuerpo. También ayuda que ahora patino y puedo saludar a mis abdominales. Vale, solo hay dos, pero mejor que uno. Llevo puesta una camiseta negra que se ajusta a mi pecho. Por suerte para mí, mis tetas siguen siendo grandes, por mucho peso que haya perdido.

Me levanto de la mesa y me acerco a la ventana que da al interior del estadio. Las vistas desde la oficina dan a la pista de hielo que hay debajo, que ahora está lleno de niños de tres y cuatro años aprendiendo a patinar. Otra cosa que añadí al programa cuando asumí las riendas.

A la derecha, está la zona del gimnasio, y mi mirada se posa en Cooper, que se levanta haciendo una dominada. Se le mueve un poco la camiseta y me enseña la parte baja de su abdomen. Joder, ¿es eso que veo una V? Madre mía, tiene la puñetera V por la que babeamos las chicas. Pues claro que sí, debe tenerla. Compensa el hecho de tenga un pene pequeño. O, al menos, eso es lo que me digo yo.

Lo bueno de estas ventanas es que nadie puede verme aquí de pie, mirando con la boca abierta. Así que él no tiene ni idea de que lo estoy observando.

Estoy esperándolo. Sé que va a venir. Va a ser todo un placer hacerle saber que puede llevarse su porquería de actitud y buscar otro sitio donde entrenar. Me va a joder el presupuesto y a echar a perder los planes de añadir otra pista, pero no voy a dejar que nos trate, ni a mí ni a mis empleados, como una mierda.

Alguien llama a la puerta, y me doy la vuelta justo cuando Cooper está entrando. Ni siquiera ha esperado a que responda. Cómo no. Es fácil adivinar que se ha sorprendido al verme.

—Supongo que Parker no ha llegado —dice con una mueca.

Ah. Esto va a ser muy muy divertido.

—En realidad, ya he llegado, como puedes ver. Siento que no nos presentáramos de manera adecuada antes. Soy Parker Moore, y tú debes de ser Cooper Stone.

Me acerco a él con la mano extendida para estrechar la suya. Él no responde, ni siquiera lo intenta. Se pone las manos en las caderas.

Vale, esta conversación va a ser mucho más rápida de lo que esperaba.

—En fin, señor Stone, como hemos comentado antes, tengo guardada una conversación por correo con tu agente. La he revisado para asegurarme de que no capté mal la hora a la que debíamos reunirnos. Me he tomado la libertad de volver a reenviártelo, solo para asegurarme de que lo recibes. Por segunda vez. En ese correo verás que dije que llegaría a abrir la puerta a las tres de la mañana. Siento mucho si tenías la impresión de que llegaría cuarenta y cinco minutos antes de esa ahora para abrir la puerta y que su alteza pudiera vestirse. También siento que creas que mi negocio es «poco profesional». Me encantará ayudarte a encontrar otras alternativas que contribuyan a tu recuperación. —Ni siquiera le doy la oportunidad de hablar—. También te he enviado mis recomendaciones. Si quieres acabar esta semana, me parece bien, pero creo que tampoco estarás satisfecho. Así que vuelvo a disculparme, si ese es el caso, por hacerte perder el tiempo. —Me pongo recta, esperando a que me replique algo, pero él hace completamente lo contrario.

—Estaré aquí mañana a las tres. ¡Hasta entonces! —grita, prácticamente, y sale furioso de mi oficina, dando un portazo a su espalda.

Un maldito portazo. Tengo ganas de darle una patada al escritorio. Si no me diera miedo hacerme daño, lo habría hecho, pero en su lugar, cojo mi teléfono y llamo a mi persona favorita.

—¿Almuerzo? —Ni siquiera pienso en que me ha salido más como una orden que como una pregunta.

—Claro. ¿Nos vemos en Overtime a mediodía?

—Sí, perfecto. Nos vemos allí. En alguna parte del mundo serán las cinco, así que prepárate para emborracharnos.

Hasta donde me alcanza la memoria, Meghan siempre ha estado en cada uno de mis recuerdos. Es la persona en quien me apoyo, mi mejor amiga. También ayuda que es familia. No tiene más elección que aceptarme como soy. Ha pasado por todo conmigo. Me ayudó a coser un muñeco de vudú cuando volví a casa después de sorprender a James. Aquí me voy a arriesgar y decir que no funcionó, porque James sigue teniendo el pene intacto.

Dejo el coche en el aparcamiento de Overtime. Estoy agotada, malhumorada y profundamente ofendida. Después de llamar a Meghan, tuve que sentarme con mi padre e informarlo de lo ocurrido esa mañana. También bajé para hablar con Adam y asegurarme de que todo fuera bien. Me sorprendió enterarme de que Cooper había sido muy amable con él. Claro que sí. Debe de ser un cerdo machista. ¿Te da miedo mi vagina?

También me he pasado bastante tiempo investigándolo en Google. He estado buscando cualquier cosa que tuvieran en su contra, que no ha sido mucho. Está completamente alejado de las redes sociales. Por lo general, no da entrevistas a menos que sean sobre el partido. No hay ni una foto de sus novias.

Joder, ¿será gay?

Qué maldita pérdida para el equipo de las vaginas.

Entro y veo que están los de siempre: los Tricicle están sentados en la barra. Vale, en realidad no se llaman así, pero es el apodo que todo el mundo les ha puesto.

Estiro el cuello a la izquierda y a la derecha en busca de Meghan, y mis ojos se cruzan con los azules de esta mañana. La gorra de béisbol le oculta el pelo. En serio, ¿por qué? ¿Por qué está aquí?

Me quedo de piedra. ¿Lo ignoro, o decido ser yo la adulta? Mi abuela y sus modales me están gritando dentro del cerebro. Resoplo y me acerco a él con la esperanza de poder divisar al fin a Meghan, pero al único al que veo es a él.

—No pensaba que pudieras socializar con los lugareños —saludo, tratando de sonar alegre y ocurrente.

—Que irónico ver que sí te has preocupado de llegar a tiempo para el almuerzo. —Tiene un humor muy seco.

Al final, termino por reventar.

—Ah, venga ya, ¿quieres dejarlo? No llegué tarde. —No tengo por qué ser agradable con él cuando estemos fuera de la pista de hielo. Curva un lado de la boca como si fuese a sonreír, pero se interrumpe cuando Meghan se deja caer, literalmente, en la silla vacía que hay delante de él.

—Eh, no sabía que ibas a traer a una cita. —Sonríe y levanta las cejas.

Me entran ganas alargar la mano y aplastársela en la maldita cara.

—No he venido con él… Meghan, este es Cooper Stone. Cooper Stone, esta es el incordio de mi prima. Y también mi mejor amiga, que pronto será sustituida —digo, entre dientes.

Ella extiende la mano para estrechársela. Espero que la rechace, porque este hombre no tiene educación ninguna. Sin embargo, y para mi asombro, él ofrece la suya y sonríe.

—Encantado de conocerte —tiene el descaro de decir.

Giro la cabeza tan rápido, que casi me provoco un traumatismo cervical.

—¿Qué coño te pasa a ti? —Lo fulmino con la mirada.

Meghan se queda con la boca abierta.

—Vale, ¿cuántas tazas de café te has tomado? —Se gira para mirar a Cooper—. Normalmente, es una persona muy sociable. Lo más seguro es que esté teniendo un mal día, perdónala. —Se levanta, me aleja a toda prisa de él antes de que pueda decir algo más y me mete en nuestro reservado.

—¿Qué cojones ha sido eso? —susurra.

Yo niego con la cabeza y procedo a contarle mi altercado matutino con el gilipollas, con un gesto de exasperación. Sé que es infantil, pero no me importa.

Ella me sonríe como si fuera un gato que acaba de atrapar a un canario.

—Te gusta.

Cierro la boca de golpe.

—¿Qué me acabas de decir?

Frunzo el ceño, espantada porque haya llegado a esa conclusión. Le acabo de decir, prácticamente, que se vaya a la mierda. ¡Seguro que ella conoce bien la diferencia entre un flirteo y el odio!

—Te gusta. No has estado tan pillada con nadie desde que el gilipollas te la pegó.

Me quedo mirándola, pensando que debemos estar en algún universo paralelo. Creo que el mundo se está volviendo loco.

—¿Has perdido la cabeza? Eso no es gustar, es detestar. Es «prefiero cortarme el brazo y tragármelo antes que compartir una comida con él». —Siento que la furia me consume.

¡Se suponía que iba a estar aquí con ella bebiendo y metiéndome con él, y no hablando sobre...



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