E-Book, Spanisch, 695 Seiten
Reihe: ENSAYO
Palmer Thompson Costumbres en común
1. Auflage 2019
ISBN: 978-84-120426-1-0
Verlag: Capitán Swing Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 695 Seiten
Reihe: ENSAYO
ISBN: 978-84-120426-1-0
Verlag: Capitán Swing Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
El historiador e intelectual británico influyó decisivamente en el pensamiento marxista británico, separándolo del europeo y dándole carácter propio, dentro de lo que se conoce como socialismo humanista. Comprometido políticamente con la izquierda y el pacifismo, formó el Grupo de Historiadores del Partido Comunista junto a Christopher Hill, Eric Hobsbawm, Rodney Hilton, Dona Torr y otros; que tuvo un papel clave en los comienzos de la corriente conocida como Nueva Izquierda a finales de los años cincuenta.
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Prefacio y agradecimientos
Los estudios que integran el presente libro se escribieron con la intención de que fueran un solo argumento estrechamente relacionado. El citado argumento se expone en la introducción. Sin embargo, para terminarlo he tardado mucho más tiempo del que había previsto. Comenzó —el trabajo sobre «el tiempo» y sobre «la economía moral»— poco después de publicar mi obra La formación de la clase obrera en Inglaterra, hace más de veinte años. Luego se vio demorado a causa de mi trabajo sobre la delincuencia en el siglo XVIII, cuyo resultado fueron Whigs and hunters y (en colaboración con colegas del Centre for the Study of Social History de la Universidad de Warwick) Albion’s fatal tree. Después, a principios de los años ochenta, una vez más me vi desviado de mi propósito por la aparición de una «segunda guerra fría» y por mi participación en el movimiento pacifista, que representaba una gran carga de trabajo para mí. No me arrepiento de ello: estoy convencido de que el movimiento pacifista contribuyó en gran medida a la desaparición de la Guerra Fría, que había descendido como una nube contaminante sobre todos los campos de la vida política e intelectual. Estas dificultades (unidas a la mala salud) retrasaron mucho la terminación de Costumbres en común.
Debería explicar seguidamente lo que he hecho para formular un argumento consecutivo. Dos capítulos se reproducen, sin cambio alguno, de una publicación anterior. Se trata de «Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial», publicado por primera vez en el número 38 de Past and Present, diciembre de 1967, y «La economía “moral” de la multitud en la Inglaterra del siglo XVIII», que vio la primera luz en el número 50 de Past and Present, 1971 [en castellano se publicaron por primera vez en Tradición, revuelta y conciencia de clase, Barcelona: Crítica, 1979, pp. 62-134 y 239-293, respectivamente]. En el primer caso, si bien se han hecho nuevos e interesantes trabajos sobre la cuestión del tiempo, ninguno de ellos hacía necesaria una revisión importante de mi artículo. He dejado «La economía moral…» tal como estaba por una razón diferente. La tesis ha sido muy comentada, criticada y ampliada y las investigaciones posteriores la han sobrepasado en algunos aspectos. Al principio procuré revisarla y ponerla al día. Pero resultó una tarea imposible. Era como un traslado retrospectivo de los postes de la portería. Me encontré con que estaba modificando un texto al que otros estudiosos habían dedicado muchos comentarios. Así pues, he vuelto a publicar el estudio original y he escrito otro enteramente nuevo, más largo, «La economía moral, revisada», en el cual respondo a algunos críticos y reflexiono sobre las cuestiones que otros han planteado.
Los demás estudios que aparecen en el libro han sido revisados en extenso o aparecen aquí por primera vez. La «Introducción» y «Patricios y plebeyos» incluyen pasajes que salieron por primera vez en «Patrician society, plebeian culture», Journal of Social History, vol. 7, n.° 4 (verano de 1974), y «La sociedad inglesa en el siglo XVIII: ¿lucha de clases sin clases?», Social History, vol. 3, n.° 2 (mayo de 1978). Una versión más corta de «La cencerrada» apareció con el título de «“Rough music”: Le charivari anglais» en Annales: Économies, Sociétés, Civilisations, año 27, n.° 2 (marzo-abril de 1972). Agradezco a los editores y publicaciones citados que me hayan permitido utilizar este material.
También doy las gracias a las instituciones y los colegas que me han ofrecido hospitalidad y la oportunidad de enseñar y permanecer en comunicación con los profesionales de la historia durante este largo periodo. Entre ellos hay varias universidades norteamericanas (Pittsburgh, Rutgers, Brown, Dartmouth College), así como un circuito de universidades indias y las conferencias Sir Douglas Robb en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda. Más recientemente, siento un agradecimiento especial a tres universidades que se arriesgaron a invitarme como visitante —a pesar de que había perdido la práctica en gran parte— y me permitieron rehabilitarme como estudioso, después del largo alejamiento motivado por mi dedicación al movimiento pacifista. Estas universidades fueron, en primer lugar, la Queen’s University, en Kingston, Ontario (1988); la Universidad de Mánchester, que me concedió una beca de estudios Simon Senior en 1988-1989; y la Rutgers University, que me nombró profesor visitante distinguido Raoul Wallenberg en 1989-1990 y donde trabajé con el Center for Historical Analysis. Sin esta ayuda generosa y el estímulo de mis colegas quizá me hubiera olvidado de mi oficio. Finalmente, quiero expresar mi efusivo agradecimiento a la Universidad de Birmingham por poner a mi disposición su biblioteca y otros medios para llevar a cabo mi labor como miembro del Institute for Advanced Research in the Humanities.
Si tuviese que dar las gracias a todas las personas que me han mandado referencias (sobre las cencerradas o la venta de esposas, por ejemplo), este prefacio ocuparía varias páginas más. En algunos casos cito el nombre de los donantes en mis notas a pie de página. Debo pedir perdón por no mencionar el de otros. Entre las personas que me han pasado información o que han cambiado impresiones conmigo se cuentan: John Beattie, la malograda Kathleen Bumstead, Andrew Charlesworth, Robin Clifton, Penelope Corfield, Anna Davin, Natalie Davis, Isabel Emmett, el ya fallecido G. Ewart Evans, John Fine, John Fletcher, Vic Gammon, John Gillis, Inge Goodwin, Jack Goody, el difunto Herbert Gutman, Julian Harber, Brian Harrison, J. F. C. Harrison, Martin Ingram, Joan Lane, Louis Mackay, el malogrado David Morgan, Polly Morris, Bryan Palmer, Alfred Peacock, Iorwerth Prothero, Arnold Rattenbury, Ruth Richardson, John Rule, Raphael Samuel, Peter Searby, Robert Shenton, Paul Slack, Len Smith, Michael Sonenscher, Joan Thirsk, Keith Thomas, Dror Wahrman, John Walsh, E. R. Yarham, Eileen y Stephen Yeo. Muy especial es mi agradecimiento al difunto E. E. Dodd, que se ocupó de buscarme muchas cosas en la Public Record Office, y a Malcolm Thomas (actualmente bibliotecario de la Friends House, en Euston Road), que me prestó gran ayuda en mis investigaciones; a Adrian Randall, Wendy Thwaites y John Walter, por sus agudos comentarios en relación con mis textos sobre la «economía moral»; a Douglas Hay y Peter Linebaugh, excoeditores de Albion’s fatal tree, por sus consejos sobre la ley, la delincuencia y muchas otras cuestiones; a Robert Malcolmson y a Rex Russell, por su generosidad al pasarme referencias de las ventas de esposas y asuntos agrarios; a Roy Palmer, por compartir su inagotable y experto conocimiento de las baladas y la literatura impresa en hojas sueltas; a Nicholas Rogers, por tenerme al corriente del notable trabajo que está escribiendo sobre la multitud en Londres y en las provincias; y a Jeanette Neeson, cuya obra sobre los commoners del siglo XVIII se publicará dentro de poco y transformará la comprensión de la historia agraria y social del mencionado siglo y a cuya perspicacia debo mucho. Otras personas a las que estoy especialmente agradecido son Eveline King, que con gran habilidad ha descifrado y mecanografiado mi manuscrito, que estaba lleno de correcciones; a dos amigos de muchos años que son también mis editores —en Estados Unidos, André Schiffrin, que hasta hace poco era la inspiración directora de Pantheon Books, hasta que le fue imposible debido a la política filistea de Random House; y en Gran Bretaña, Martin Eve, de Merlin Press, que me ha ayudado en todas las dificultades—. Ambos han mostrado una paciencia extraordinaria y me han animado a pesar de mis largos retrasos. Finalmente, Dorothy Thompson, que ha sido mi colaboradora y ha compartido mis inquietudes durante más de cuatro decenios, ha comentado cada uno de los capítulos a medida que iban saliendo de la máquina de escribir. Sin su ayuda, de muchas clases, no habría terminado el presente libro.
También doy las gracias a las bibliotecas y los archivos de condado que cito en las notas a pie de página. Entre ellos se encuentran, por supuesto, la British Library, la British Museum Print Room y la Public Record Office. Las transcripciones de documentos que se guardan en la Public Record Office y cuyos derechos pertenecen a la Corona aparecen con permiso del controller de H. M. Stationery Office, y agradezco que se me permitiese reproducir las láminas V y VI. También deseo expresar mi agradecimiento al personal de la biblioteca de la casa de Cecil Sharp; al marqués de Cholmondeley (por permitirme utilizar los papeles de Cholmondeley [Houghton], que se conservan en la biblioteca de la Universidad de Cambridge); al personal de la William L. Clement Library de Ann Arbor, Míchigan, por el permiso para consultar los papeles de Shelburne; al honorable conde de Saint Aldwyn (por los papeles de Charles Withers); a su excelencia el duque de Marlborough (por los papeles del conde de Sunderland que se conservan en el palacio de Blenheim); a lord Crawford, por autorizar la reproducción de las láminas XXIX y XXX, y a todas las otras fuentes que se citan en las notas a pie de página y en el texto. El pasaje (véase la p. 203) de A history of the land law de A. W. B. Simpson (Oxford, 1986) se cita con permiso de Oxford University Press. Doy también las gracias a la British Library y a la British Museum Print Room por permitirme...




