E-Book, Spanisch, 688 Seiten
Reihe: ENSAYO
Rich Ensayos esenciales
1. Auflage 2019
ISBN: 978-84-120426-3-4
Verlag: Capitán Swing Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 688 Seiten
Reihe: ENSAYO
ISBN: 978-84-120426-3-4
Verlag: Capitán Swing Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Adrienne Rich (1929-2012) fue durante décadas una de las escritoras más influyentes del movimiento feminista y una de las intelectuales públicas estadounidenses más conocidas. Escribió dos docenas de volúmenes de poesía y más de media docena de prosa. Su constelación de honores incluye dos National Book Awards, una beca 'Genius' de la Fundación MacArthur y una Medalla por Contribución Distinguida a las Letras Estadounidenses por parte de la Fundación Nacional del Libro. En 2010 fue galardonada con el Premio Griffin Trust for Excellence in Poetry en reconocimiento de por vida.
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A finales de los años sesenta el espectro del feminismo recorrió continentes encarnándose en un movimiento internacional de lesbianas y feministas, de mujeres rebeldes e insumisas a sus destinos culturales y biologicistas. Esta rebelión colectiva articuló la rabia generalizada y las iras concentradas en explosiones de esas rupturas sociales, generando una energía creativa única, contagiosa, efervescente y capaz de resignificar el mundo con las palabras, con el arte, con los propios cuerpos y con los destinos de aquellas que participaron de ese nuevo horizonte de posibilidades hecho de realidades concretas. En ese contexto de profundas reconstrucciones políticas y vitales, Adrienne Rich (1929-2012) brilló con luz propia a través de una prolífera teoría trazada en verso y en prosa.
En su revelador artículo «Apuntes para una política de la localización» (1984)[1], Rich propone que la teoría es aquello que ve los patrones que muestran el bosque a la vez que los árboles, que puede ser como el rocío que se eleva de la tierra y se reúne formando nubes de lluvia para volver luego a la tierra, pero que si en el camino se ha ido perdiendo el olor a tierra, entonces ya no es bueno para la tierra. Con esta metáfora Rich pide volver a la tierra, no con el paradigma de ser el lugar para las «mujeres», sino como un lugar situado.
Para Rich, ese lugar situado[2] se da tanto en la prosa como en la poesía, puesto que para ella ambas han sido herramientas para trazar su teoría. Su posicionamiento parte de sus experiencias, de su cotidianidad en el ámbito de lo privado, de materiales que inspiran el comienzo de sus escritos: una mesa de cocina llena de verduras que emplatan las ideas, sus sueños, sus memorias, sus diarios, sus incertezas ante los abordajes de su disperso pensamiento… La obra de Rich parte de su corporalidad atravesada por los contextos, por los tiempos y los ritmos vitales de sus propios centros. Parte de una centralidad interpretativa que es profundamente autocuestionada por la autora en una atenta búsqueda de la comprensión del lugar histórico ocupado como mujer, como judía, como lesbiana y feminista.
Desde sus identidades conjugadas, Rich interroga el mundo a partir de sí misma, sabiendo que desde su propio posicionamiento las estructuras de poder actúan conjuntamente definiendo esos lugares incluso antes del nacimiento: «Fui definida como blanca antes de ser definida como mujer»[3]; o sabiendo que el lugar y tiempo donde se nace pueden cambiar drásticamente las vidas de esas identidades, siendo judía, por ejemplo, en una época en que la vida judía era institucionalmente depreciada y asesinada masivamente en Europa.
En el prólogo de Blood, Bread and Poetry (Sangre, pan y poesía) se define, por encima de todo, como poeta, puesto que la poesía es algo que la acompañó toda su vida. Nacida en 1929 en Baltimore (Estados Unidos), en el seno de una familia judía acomodada de ascendencia sefardí y askenazí —padre médico patólogo académico y madre pianista, compositora, educada en Nueva York, París y Viena—, formada en casa durante los cuatro primeros años de su vida, junto a su hermana, por su madre y a través del intenso programa educativo del padre. A los tres años ya había aprendido a leer copiando poemas de los grandes escritores y ya había oído a su padre recitar versos rimados con el nombre de su madre: Helen. Años después caería en la cuenta de que sus referencias poéticas de infancia y adolescencia fueron, fundamentalmente, las de los hombres que encuadran la cultura en un mundo todo en blanco, tal como ella misma explica en «La distancia entre el lenguaje y la violencia» a través del ejemplo del Soneto de Navidad de Allen Tate, estéticamente estudiado en la universidad como parte de un canon académico que celebra una sociedad blanca y androcéntrica, sin tener en cuenta la autoría segregacionista y simpatizante del KKK de una poesía florecida en la aristocracia de las letras sureñas.
La poesía de Rich se abrió paso a través de los silencios, de lo que está desaparecido, lo impensado y lo no hablado; en «Artes de lo posible»[4] la autora propone que es a través de esos agujeros invisibles de realidad que la poesía encuentra su camino preguntando sobre quién rompe ese silencio y sobre el tipo de silencio que se rompe. En 1951, Rich se gradúa y rompe el silencio ganando su primer premio literario en un certamen de poetas jóvenes de Yale, con un primer libro de título oracular: A Change of the World («Un cambio del mundo»).
Tras un viaje por Europa y una beca de estudios en Oxford (Inglaterra), en 1953 se casa con un profesor de Harvard y entre 1955 y 1959 tiene tres hijos. En «Ira y ternura»[5] confiesa que durante uno de sus embarazos la poesía tan solo le inspiraba tedio e indiferencia. En medio de sus arrebatos de ira, depresión y sensación de estar atrapada al tratar de conciliar su escritura con la vida familiar decidió —a través de un procedimiento clínico batallado con la clase médica— no tener más descendencia y reenfocar su vida, puesto que «nunca había renunciado a la poesía»[6], en tanto que, según sus palabras, «la poesía era el lugar donde vivía sin ser la madre de nadie, donde existía como yo misma»[7].
Tal como explica en «Voces desde las ondas»[8], un poema puede liberarnos de la lucha existencial, y en esta idea profundiza en «Una membrana permeable»[9] al reconocer que existe una permeabilización de los intercambios que se dan entre el arte y la sociedad, por la cual es inconcebible un arte —en su caso la poesía— desapegado de la política, que tan solo sirva para decorar la mesa que lo secuestra.
La falta de esa permeabilidad y la imposibilidad de separar el arte de la dignidad humana y la esperanza fue la razón principal por la que, en 1997, Rich se convirtió en la única persona que ha rechazado la Medalla Nacional de las Artes de Estados Unidos. En una carta dirigida a Bill Clinton y publicada en su artículo «Por qué no acepté la Medalla Nacional de las Artes» (1997), la autora critica la falta de fondos para las artes a la vez que denuncia un sistemático deterioro social expresado en el desmantelamiento de la educación pública, la venta de la sanidad al mejor postor, el aumento de presos afroamericanos en las cárceles, la deslocalización de la industria, la culpabilización generalizada de la inmigración…
Con la poesía como herramienta de resistencia sociocultural, Rich llama a atravesar esos poros que conectan el arte con lo social, con la política, con las realidades vividas, apelando a quienes han escrito contra los silencios de su tiempo y localización, porque tal como recuerda en «Seis meditaciones en lugar de una conferencia»[10] parafraseando al poeta salvadoreño Roque Dalton: «La poesía es como el pan, de todos». Y por ello es el medio que perdura cuando todo lo demás se derrumba, propone la autora al recordar que tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, se hace notable como se agudiza el estado de «guerra sin fin» y el fomento de un clima de odio y miedo que tiene un reflejo directo en los recortes de la libertad de expresión y de la creación artística por parte de los poderes del Estado y académicos.
La poesía de Rich es efectiva incluso cuando se trata de prosa, porque en ella va integrada su poesía; por ello, en los artículos seleccionados en esta colección, al igual que en su vida, la poesía siempre está presente, porque es una herramienta de expresión social incontrolable, tal como ella misma apunta en «La poesía y el futuro olvidado» cuando recoge el titular del San Francisco Chronicle del 17 de julio del 2005: «Escribir poesía fue el bálsamo que permitió no enloquecer a algunos prisioneros de Guantánamo»; porque siempre hay algo en la poesía que no puede ser aprehendido, que no puede ser descrito, que sobrevive a las críticas teóricas, a las lecciones y argumentos, a la tortura, a los intentos de controlar el arte. Por ello mismo, Rich vive en poesía cada día de su existencia, cada uno de sus escritos, porque en la poesía reside «una forma de conocimiento»[11] y porque, tal como anuncia en «Poder y peligro. Obras de una mujer corriente» (1977): «La necesidad de la poesía es algo que es preciso afirmar repetidamente, pero solo para quienes tienen motivos para temer su poder».[12]
Su prosa, en cambio, tiene un recorrido más corto en la vida de la autora. Rich produce ensayos que no renuncian a integrar la poesía entre sus páginas, pero su prosa emerge como la expresión de una conciencia sobrevenida después, en la mitad de su vida y sobre todo a partir del momento en que toma contacto con el movimiento feminista.
El 26 de agosto de 1970, cuando tenía cuarenta y un años, fue invitada a repartir propaganda llamando a una huelga nacional de mujeres por la igualdad. Vemos aquí una...




