de Vega y Carpio | Las ferias de Madrid | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 428, 160 Seiten

Reihe: Teatro

de Vega y Carpio Las ferias de Madrid


1. Auflage 2010
ISBN: 978-84-9897-735-6
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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Reihe: Teatro

ISBN: 978-84-9897-735-6
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Las ferias de Madrid es una comedia Félix Lope de Vega de 1587. El autor plasma el universo urbano y el de la servidumbre. Están abundantemente representados por diferentes tipos y oficios: alguaciles, ladrones, buhoneros, vendedores de aguardiente, escuderos viejos, pajes, fregonas, lacayos... Sin embargo, es obvio que en Las ferias de Madrid predominan los caballeros y las damas.

Félix Lope de Vega (Madrid, 1562-1637). España. El que fuera llamado 'Fénix de los ingenios españoles', Félix Lope de Vega Carpio, nació en Madrid a finales de 1562. Su padre, el artesano bordador Félix de Vega, y su madre, Francisca Fernández Flórez, eran, probablemente, oriundos del valle de Carriedo (Cantabria), y se trasladaron a Madrid hacia 1561. El origen humilde de Lope de Vega sería transformado por él mismo en una imaginada hidalguía; de hecho, Lope siempre fue dado a investirse con atributos que le favorecieran y nunca ocultó su abultado deseo de fama y éxito. Sea como fuera, cristiano viejo o converso, lo que sí refleja su obra es una completa y cabal asimilación de los valores imperantes en la sociedad de su tiempo. Lope estudió primero en la escuela madrileña de Vicente Espinel, por quien siempre demostró estima y admiración, y después en un colegio jesuita que, años después, se llamó colegio Imperial. Posteriormente, al parecer entre 1577 y 1581, estudió en la Universidad de Alcalá de Henares, aunque no consta que obtuviera ningún título. Es probable, también, que siguiera algunas lecciones en la Universidad de Salamanca. Tras servir, desde muy joven, al obispo de Cartagena, inquisidor general y más tarde obispo de Ávila, don Jerónimo Manrique, Lope se alista en una escuadra de navíos y, en junio de 1583, zarpa de Lisboa rumbo a la isla Terceira (Azores), donde habían de combatir al prior de Crato, aspirante al trono portugués entonces en manos españolas a través de Felipe II. Acabada su misión, Lope regresa e inicia una de sus primeras relaciones amorosas, de entre las numerosas que se le atribuyen. Se trataba de Elena Osorio (su Filis), mujer bella y cultivada, hija de un empresario y actor teatral, la cual estaba separada de su marido (un actor). Lope escribiría algunas comedias para el padre de Elena. Años después, en 1587, tras enterarse de que Elena planeaba sustituirle por un influyente personaje madrileño (Francisco Perrenot Granvela), Lope difundió unos poemas infamantes contra ella y su familia, lo que le valió un destierro judicial de Madrid, por cuatro años, y de Castilla, por dos. En mayo de 1588, Lope toma por esposa a Isabel de Urbina Alderete (su Belisa), en Madrid. Isabel pertenecía a una familia muy influyente y de linaje antiguo, y es probable que el casamiento, aunque se realizó por poderes, pasara antes por algunas dificultades y supusiera la violación de la orden judicial por parte del escritor, que tenía prohibido regresar a la capital. Tras su boda, y ante la imposibilidad de estar en Madrid con su esposa, es probable que Lope de Vega se alistara como voluntario, junto a su hermano Juan, en la Armada Invencible, a bordo del galeón San Juan. Tras el fracaso de la expedición, en la que su hermano perdió la vida, Lope estará sucesivamente en Cádiz, Toledo, donde se reúne con Isabel (violando la orden de destierro), y Valencia, donde se establece el matrimonio hacia 1589. Valencia era una de las principales ciudades españolas, y su actividad teatral era de las más notables; allí se relacionó con dramaturgos locales como Francisco Tárrega, Carlos Boyl, Gaspar Aguilar y Guillén deCastro. Su actividad como escritor de comedias pasó de ser un divertimento a una actividad profesional con la que sostenía a su familia y con la que iba ganando creciente fama y popularidad, algo, como se dijo antes, muy conscientemente buscado por el escritor. .
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Jornada segunda


(Salen Adrián, Lucrecio y Leandro, en hábito de noche.)

Adrián ¿A qué parte decís iba la ronda?

LucrecioDe aquella parte de San Luis arriba.

AdriánNo hay secreto lugar que se le esconda.

Lucrecio Subiendo por la calle de la Oliva

columbré las linternas, y, de un vuelo,

bajéme al Carmen, y hacia el Carmen iba.

Los pies aprieto sin tocar el suelo,

a la puerta del Sol llego, y adonde

henchí de colación el pañizuelo.

Llamé a Leandro, y como ya se esconde

de unos días acá del trato nuestro,

al cabo de dos horas me responde.

Al fin salió, y al aposento vuestro

venimos ambos, que sin vos no hay gusto.

AdriánEn todo os reconozco por maestro.

¿Cómo calla Leandro?

Lucrecio Algún disgusto

le debe de apretar más que el coleto,

aunque le viste por extremo justo.

Adrián ¿Qué tienes, Durandarte?

Leandro Un mal secreto.

LucrecioPor el francés lo dice el pobre mozo.

LeandroEso será.

Adrián ¿Confiésalo, en efeto?

Lucrecio Toca esos huesos; quítate el rebozo.

LeandroDéjame; bueno estoy.

Lucrecio Ni aun medio bueno.

¡Vive Dios, que le echemos en un pozo!

Leandro Duéleme un lado; oféndeme el sereno.

Adrián ¿Hará que hasta el jubón le desabroche?

LeandroVeráse el pecho de cenizas lleno.

Lucrecio No te melancolices, que esta noche

ha de haber zarabanda hasta la cinta,

al son de bamboleo y carricoche.

Tres somos; esta tercia hagamos quinta.

Llamemos al buen Claudio y a Roberto.

Adrián¿Quién duda que estarán de presa y pinta?

Lucrecio Y si hubiera guitarra, que más cierto

salieran al son.

Adrián Pues eso de los gayambos.

LucrecioEs bravo zarabando al descubierto.

Dobla muy bien el cuerpo y los pies zambos;

con buen compás y con mejor donaire.

Adrián Huélgome de eso.

Lucrecio Pues haréislo entrambos.

Adrián Leandro ayudará, que así al desgaire

.............................. [ -uda]

danza cualquiera cosa con buen aire.

Lucrecio ¿Qué nos estás mirando, estatua muda?

LeandroQue no os burléis de manos, que me enfado.

LucrecioHaré sin falta que al reclamo acuda.

Esta es la reja.

Adrián Espera, que embozado

quiero esperarle, y en saliendo cierro

con un espaldarazo por el lado.

Leandro Sea enhorabuena; mas sabed que es yerro

hacer con el amigo pruebas tales,

que en burlas suele entrarse tanto hierro.

En burlas suelen suceder mil males,

y si le acobardáis correrse tiene,

y es afrentar los hombres principales.

Adrián Paso; callad, que sale.

Lucrecio Hablando viene.

(Salen Claudio y Roberto.)

ClaudioDadme aquese broquel.

Roberto No vais cargado.

ClaudioDejadme vos; llevarle me conviene.

¡Oh, pesia tal! La puerta me han tomado

(Danle.)

LucrecioPaso, que amigos somos.

Claudio ¿Quién?

Lucrecio Lucrecio,

Leandro y Adrián.

Claudio Es excusado.

ésos son amigos, y un desprecio

cual éste no me hicieran mis amigos.

AdriánDejad las armas ya, que sois un necio.

ClaudioQuerríanme probar. Sonme testigos

aquestos brazos, que en cualquiera tiempo

acostumbro a esperar los enemigos.

Lucrecio Es fuerte como un Cid.

Leandro Venís a tiempo.

Roberto¿Adónde iremos a tener un rato?

Donde se gaste en gusto y pasatiempo.

Adrián Brisena vive allí.

Roberto ¿La del retrato,

por quien acuchillaron al amigo?

ClaudioTéngola por mujer de hidalgo trato.

Leandro, ¿cómo callas?

Leandro Voy conmigo

tomando ciertas cuentas al deseo.

ClaudioDejemos eso mientras voy contigo.

¿Habémonos de holgar?

Leandro Eso deseo,

como servirte siempre.

Claudio Dios te guarde.

RobertoHagamos media noche.

Lucrecio Así lo creo.

Pero primero haremos un alarde

de las cosas de gusto.

Adrián Leandro, vamos

en casa de Rufina.

Leandro Agora es tarde.

Habráse ya acostado. Cerca estamos

de aquella nuestra amiga.

Adrián ¿La embaidora?

LeandroDonde el espejo la otra noche hurtamos.

Adrián Yo tengo miedo que le pida agora.

Mejor será que vamos a esta esquina.

Roberto¿Quién se ha pasado aquí?

Adrián Vive Leonora.

Roberto Pues ¿no vivía aquí doña Agustina?

Adrián Ya se pasó a la calle de la Espada.

Lucrecio¿Cuál de todos conoce a Felicina?

Roberto Yo la conozco; mas está enojada

conmigo sobre un negro cabestrillo,

y nunca suele abrir a camarada.

Leandro ¿Quién es una ojinegra, de amarillo,

que suele entrar en misa en la Vitoria?

Adrián ¡Ta, ta! No la nombréis, tiemblo en oíllo.

Servila un tiempo.

Leandro ¿Y hubo más?

Adrián Fue historia.

Es mujer que del mismo pensamiento

quiere hacer ensalada y pepitoria.

Roberto ¿De qué manera?

Adrián Servían ya de asiento.

Habéisla de servir para mil años;

y como conoció mi mal intento

cerró la voluntad a mis engaños,

y en aquella casilla, a la malicia,

ventana y puerta, a fuerza de mis daños.

Pensé vengarme, vino a su noticia,

recatóseme mucho, pero en vano,

que vine a entrar llevando la justicia.

Roberto Aquí vive Teófila.

Claudio Tengo mano

con esa dama. Llamaré sin falta.

LucrecioLlamad.

Claudio ¿Duermes, mis ojos?

(Asómase la Fregona a la ventana.)

Fregona ¿No es temprano?

ClaudioHablan en la ventana.

Lucrecio En la más alta.

...........................[ -enta].

Fregona¿A tal hora nos llama y sobresalta?

Claudio¿Duerme tu ama?

Fregona ¿Quién le pide cuenta

al muy bellaco si mi ama duerme?

ClaudioÓyete, sota, y ábrenos la venta.

¿Querrá decir agora que...



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