E-Book, Spanisch, Band 237, 176 Seiten
Reihe: Libros del Tiempo
Jodorowsky Las ansias carnívoras de la nada
1. Auflage 2016
ISBN: 978-84-16749-30-0
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, Band 237, 176 Seiten
Reihe: Libros del Tiempo
ISBN: 978-84-16749-30-0
Verlag: Siruela
Format: EPUB
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Alejandro Jodorowsky(Tocopilla, Chile 1929), artista múltiple, poeta, novelista, director de teatro y cine de culto (El Topo o La Montaña Sagrada), actor, creador de cómics (El Incal o Los Metabarones), tarólogo y terapeuta, ha creado dos técnicas que han revolucionado la psicoterapia en numerosos países. La primera de ellas, la Psicogenealogía, sirvió de base para su novela Donde mejor canta un pájaro, y la segunda, la Psicomagia, fue utilizada por Jodorowsky en El niño del jueves negro. Su autobiografía, La danza de la realidad, desarrolla y explica estas dos técnicas.
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1. Son ángeles...
Los ángeles no existen, sé que estoy soñando. Hablo solo, como de costumbre. Y sin embargo la orden fatal ha sido dada. Entre nubes negras, demasiado bellos, vienen bajando. ¡No! ¡No es posible! ¡No pueden pagar justos por pecadores! Impecables ángeles del castigo, si en este país encuentran cincuenta justos no lo destruyen, ¿verdad? Tampoco lo destruyen si encuentran treinta justos, diez justos, ¿verdad? ¿Y si hay siete justos? ¿Cinco justos? ¿Tres justos? ¿Un solo justo? ¡Cabrones, no están aquí para destruir! ¡Están aquí para encontrar ese justo! ¿Por qué nos destruyen sin buscarlo? ¡Ángeles asesinos! Evítenme este gigantesco ronquido de bestia en celo. Mis orejas sangran. ¡Y en la oscuridad del exceso de luz, con dolor de útero, debo aceptar otra vez la espantosa explosión! ¡No! ¡Tengo que abrir los ojos, tengo que chillar, encontrar la puerta, volver a la realidad! ¿He despertado? Otra vez el silencio marmóreo de ese océano sin olas... Otra vez esta playa desplomada, este camino de tierra que termina frente al muro cortado a pico de la Cordillera. Otra vez la vieja viga horizontal atravesada por rayas blancas y negras indicando que en esas inmensas rocas comienza o termina el país. Mi caseta de madera podrida se yergue junto al límite inútil. Y allí adentro, sentado, soldado polvoriento, guardián fronterizo, yo, con los ojos abiertos, trato de escapar de la pesadilla... Estoy despierto. El viento hace desfilar frente a mis zapatos sin suelas un río de latas de conserva vacías. Ésta es mi paz, este es mi mundo. El televisor, brillante, sin una partícula de polvo, no paro de limpiarlo, es lo único que limpio, nunca ha cesado de funcionar. Y en la pantalla, al mismo tiempo que yo, mi General, hermoso hombre de mil años, moreno, con los bigotes engominados y el mentón de ébano, deja de roncar, abre los ojos, bosteza, me mira, me habla:
¡CUANDO YO DUERMO EL PAÍS DUERME! ¡CUANDO YO ME DESPIERTO, EL PAÍS SE DESPIERTA! ¡LIBERTAD ES OBEDECER MI LEY! ¡NINGÚN CIUDADANO DEBE REALIZAR ACTOS VOLUNTARIOS! ¡POR LA FELICIDAD Y EL BIEN DE TODOS SÓLO YO SÉ HACIA DÓNDE VAMOS Y POR QUÉ VAMOS! ¡NO DESEO QUEMARLOS, SINO ENSEÑARLES A TENER MIEDO AL FUEGO! ¡APRENDAN A RESPETAR EL ARCA, LA TRAMPA, LA FORMA, EL CUBO, LO DENSO, LO CONCRETO, LA BOCA DEL DRAGÓN QUE SE ABRE EN FORMA DE BOSTEZO! ¡MUERA EL ESTORNUDO, VIVA EL HIPOPÓTAMO! ¡ABAJO EL HALCÓN, ARRIBA EL SABLE ENVAINADO! ¡NO A LOS JINETES DEL APOCALIPSIS, SÍ A LA JERUSALÉN CELESTE POR CUADRADA!
Perdón, mi General, si usted lo permite –en estas soledades no hay panaderos ni vacas– abriré una lata para chupar una miserable pinza de cangrejo mientras usted, Autoridad Máxima, se deleita untando la privilegiada medialuna en esa leche que no puede ser sino la de una santa virgen... Pero ¿qué es este ruido de pasos? ¿Qué son esas tres sombras junto a la muralla de rocas? ¿De dónde vienen estos personajes? ¡Cómo se atreven a avanzar hacia mi puesto! ¡Sus impermeables negros, sus antiparras oscuras y sus sombreros alones no me asustan! ¡Alto ahí! ¡Cuidado con mi ametralladora! ¡Arriba las manos! ¡No se muevan o los acribillo! ¡Silencio, desgraciados! ¡Desde ahora mismo dejan de ser lo que creen ser y se convierten en mis prisioneros! ¡Todos los derechos les son eliminados! ¡Yo pregunto y yo contesto! ¡Los interrogatorios hacen perder tiempo y el tiempo es vida! ¿Quiénes son ustedes? ¿Adónde van? ¿De dónde vienen? ¿Del Norte, del Sur, de la Cordillera o del Mar? No pueden venir del Norte, del extranjero: detrás de esta viga blanquinegra está todo el extranjero, un muro de rocas que llega hasta el cielo. No pueden venir del Mar, es de ácido y en él, con el vientre comido, todas las barcas se hunden. Y si vienen del Sur, del interior del país, ¿por qué llegan hasta aquí, el fin de un callejón sin salida? ¡No! Ustedes no van, no hay dónde ir. Ni tampoco vienen, un páramo no puede ser la meta de nadie. ¡Ustedes han aparecido! Como en mi sueño... El mismo durante años... Tres ángeles... Venían a destruir el país... Si encontraban un solo justo no exterminaban a los millones de impíos... ¡Cómo pudieron! ¡Debían investigar antes de actuar! ¡Pero no se dieron el trabajo! ¡No buscaron la preciosa aguja en el pajar! ¡Se comportaron como asesinos! ¡Lo desintegraron todo! ¡Hicieron pagar al justo como al impío! ¡Ese ronquido de bestia en celo! ¡Esa atroz explosión! ¡Mi pobre camino de tierra! ¡Ángeles de mierda! ¡Ojo por ojo: en el sueño ustedes me hacen reventar, en la vigilia yo los reviento! ¡Tengan! ¡Que sus cuerpos quizás fríos como el de los peces se traguen mis balas ardientes! ¿Qué? No caen... No se retuercen en la agonía... No hay agujeros humeantes en sus impermeables... ¡Pero si tienen el vientre lleno de plomo! Ni una herida, ni una gota de sangre, yo tenía razón: ustedes no vienen de ninguna parte, salen de mi mente, están hechos de sueño. Las balas reales no matan a las alucinaciones.
–Ni las balas falsas matan a los seres reales.
–¿Balas falsas? ¡Silencio, he dicho! Si mi ametralladora ha fallado, este fiel revólver puede hacer que las tapas de sus sesos salten como sapos tratando de atrapar la luna. ¡Media vuelta! ¡Preséntenme sus muñecas, aquí tengo tres pares de esposas! ¿Qué? ¡No puede ser! ¡Los tres pares de esposas se han partido como si fueran de yeso! No comprendo. ¡No se muevan, debo consultar con mi General! ¿Mi General, qué es esto? ¿Por qué no me responde? ¿Por qué me mira desde la pantalla con los ojos fijos y la boca firmemente cerrada? ¿Ahora, cuando más las necesito, me escatima sus palabras? ¿Soy yo el que ve alucinaciones o el ejército me ha enviado un material inservible? ¿Por qué? ¿Acaso no merezco algo mejor? ¿Se me pasan las sobras, el acero podrido, las balas rancias porque soy el lamentable guardián de una frontera que puede guardarse sola? ¿Es por eso? ¿Debo considerar que mi puesto no tiene significado? ¿Me pusieron aquí porque yo mismo, al igual que esta viga, no valgo nada, no sirvo para nada? ¿Me han condenado a la soledad por desprecio? Aquí me abandonaron cuando era un niño. Sólo conozco este trozo de camino, un lugar siniestro que ni las gaviotas quieren usar como cagadero. Años de soledad alimentándome de pinzas de cangrejo, sumergido para siempre en un invierno de doce meses. Y sin embargo yo, fiel al deber, al pie de su imagen mi General, no he abandonado el puesto. He dormido sí, pero no continuamente. Unos minutos por aquí, otros por allá, siempre atento, obsesionado, esperando un infractor para por fin cumplir con mi deber. ¡Y cuando el infractor llega, no me dan medios para dominarlo! Estos siglos de vigilancia, de espera, no han servido para nada... ¡No por su culpa, mi General! La distracción es la peste de los subordinados. Nadie se concentra en su tarea más de un minuto. El sueño los asalta y entonces se deslizan las balas impotentes y las esposas oxidadas. Este revólver, mi General, es la primera arma que me dieron. Con él llegué aquí. Me ha servido de hermano. Sus balas son perfectas. De eso estoy seguro. En aquellos tiempos éramos jóvenes, realizábamos la acción por el placer de la acción y no por obtener algo. Y la única acción que nos interesaba era la de obedecerle ciegamente, mi General. Vea usted, yo, su más humilde servidor, no he cambiado: apoyo el cañón del querido revólver en la nuca de cada uno de estos oscuros personajes y disparo, disparo, disparo... ¡Hijos de la gran puta! ¡No pasa nada, no caen, sonríen, parecen invulnerables! Mi General, he dejado caer el revólver de mi infancia y el polvo pegajoso le ha dado una costra milenaria. Contengo mis sollozos, me siento como perro abandonado. Por primera vez en todos estos años, apago el televisor...
–Señor, quisiéramos aprovechar este silencio para...
–¡Silencio ustedes! ¡Si no me ayudan, me ayudaré yo mismo! ¡Ánimo! Debajo de mi banco guardo cepillos, papeles, pequeños disfraces de , un oso de peluche y este puñal de sacrificios. Confío en su filo sagrado... ¡Oh, la hoja de acero se hace polvo y una brisa se la lleva convertida en nube gris! ¿Entonces, estoy soñando?
–Está despierto. Las balas eran de salva y el aire salino corroe los metales.
–¿Ustedes son ángeles?
–No. Somos estudiantes.
–¿Qué estudian? ¿De dónde vienen?
–Ahí está el problema, hemos perdido la memoria. Estamos tratando de saber quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. Por eso le decimos que somos estudiantes.
–No me vengan con cuentos. ¿Hace cuánto tiempo se dieron cuenta de que habían perdido la memoria?
–Hace unos minutos, mientras usted dormía. Bruscamente nos encontramos junto a la Cordillera, vestidos así, con impermeables negros, sombreros alones y antiparras. Hablamos este idioma sin saber de dónde vienen nuestras palabras. A veces no entendemos lo que estamos diciendo como si nuestra boca vertiera frases de un lenguaje desconocido.
–Puedo creerles como puedo no creerles. Hay algo que sé: asesinos vulgares no son. Me podrían haber eliminado mientras dormía. Asesinos complejos sí pueden serlo. Una especie de gatos celestes jugando con un ratón humano.
–¿Está equivocado o tiene razón? No lo sabemos. Hemos olvidado nuestras intenciones. No podemos decirle si tenemos o no poder. Por el instante somos inofensivos.
–¿Inofensivos? ¿Y las armas que desintegraron, las balas a las que les hicieron perder su substancia? Cuando les disparé ni siquiera se sobresaltaron....




