E-Book, Spanisch, Band 344, 208 Seiten
Reihe: Ensayo
Neusner Un rabino habla con Jesús
1. Auflage 2011
ISBN: 978-84-9920-610-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
El libro con el que Benedicto XVI dialoga en Jesús de Nazaret
E-Book, Spanisch, Band 344, 208 Seiten
Reihe: Ensayo
ISBN: 978-84-9920-610-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
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Jacob Neusner (Hartford, Connecticut, 1932) es una figura fundamental de los estudios académicos del judaísmo. Su labor se ha centrado en la construcción de puentes entre el judaísmo y otras religiones, creando así los cimientos para el posible entendimiento y respeto mutuo. Profesor en varias universidades norteamericanas, actualmente imparte clases de Estudios Religiosos en la Universidad de South Florida y de Religión en el Bard College neoyorquino. Además, es miembro del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, y miembro vitalicio del Clare Hall de Cambrigde. Su producción científica es ingente, con más de doscientos títulos publicados, y su fama se ha extendido por todo el mundo gracias a la atención que Benedicto XVI ha concedido a Un rabino habla con Jesús.
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INTRODUCCIÓN
Hace algunos años, estando en Roma durante una estancia de estudio, hurgaba yo en la librería de un amigo cuando cayó en mis manos un libro que llamó mi atención por su título: Disputa immaginaria tra un rabbino e Gesù. Quale maestro seguire? (trad. di F. Bianchi, Casale Monferrato 1996). El autor, el rabino Jacob Neusner, era un conocido estudioso de las Escrituras y la tradición judías. La introducción hacía presagiar un debate interesante entre el autor, convertido en un oyente atento del Sermón de la Montaña, y Jesús. Por añadidura, en la contraportada se citaba el juicio del cardenal Ratzinger, que consideraba el libro como la aportación más interesante al diálogo judeo-cristiano en la última década. Ante una presentación tan autorizada no me quedó ninguna duda acerca de la utilidad de su lectura. El libro, que era la traducción de un original inglés publicado en 1993, A Rabbi Talks with Jesus, me resultó apasionante, tanto que algunos párrafos los leí varias veces. Me fascinó el tema, pero también la honestidad con que lo desarrollaba su autor.
Jacob Neusner es en la actualidad profesor emérito del Bard College en Annandale-on-Hudson, Nueva York. Durante los años 1954-1960, estudió en el Jewish Theological Seminary of America, uno de los centros de estudio de la historia y la religión judías más notables, habiendo pasado en años anteriores por las universidades de Harvard y Oxford. Durante su permanencia en el Jewish Theological Seminary completó sus estudios cursando algunas materias en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en la Columbia de Nueva York. Su larga docencia se ha desarrollado en diferentes universidades: Columbia, Wisconsin-Milwaukee, Darmouth College, Brown, South Florida, Cambridge y Bard College. Su producción literaria es enorme: ha escrito más de 900 libros. Muchos de ellos son traducciones o comentarios sobre las obras literarias judías de los siglos I-VI d.C.; la configuración del judaísmo actual depende en gran medida de esos escritos rabínicos recogidos principalmente en la Misná y los Talmudes. No es ciertamente un sabio que evita la confrontación, lo que se suele considerar una persona políticamente correcta; todo lo contrario. Él mismo admite ser una persona muy contenciosa. Buen ejemplo de ello es su libro A Rabbi Talks with Jesus, que ahora se presenta en español. Una obra escrita, pues, por uno de los más grandes conocedores vivientes de la historia, literatura y religión judías.
Para exponer las enseñanzas de Jesús, Neusner elige como guía el evangelio de san Mateo, que tradicionalmente se considera el más judío de los cuatro canónicos; incluso algunos estudiosos identifican la finalidad de su redacción con el intento de convencer a los judíos no creyentes proponiendo a Jesús como el verdadero Mesías. Si el autor ha elegido este evangelio es porque lo considera el más apto al tema que quiere profundizar: «Según acuerdo común, el de Mateo es el más ‘judío’ de los Evangelios, poniendo el acento en cuestiones de especial relevancia para la Torá e Israel, el pueblo al que habla Jesús. Mateo nos habla a nosotros en particular». Mateo, por lo demás, presenta el Sermón de la Montaña como la interpretación perfecta de la Ley de Moisés. Con frecuencia se repite en él: «Habéis oído que se dijo... pero yo os digo».
Neusner se imagina como un oyente más en el Sermón de las Bienaventuranzas. Curioso por la afirmación de Jesús «no he venido a abolir la Ley, sino a cumplirla», escucha con atención las palabras de Jesús para inmediatamente compararlas con la interpretación recogida en las grandes obras rabínicas. Su deseo es escuchar y discutir lo que dice Jesús. Mediante este trabajo observa que Jesús introduce un cambio radical: su persona sustituye a la Ley mosaica. En efecto, en este discurso, la perfección que el creyente judío alcanza con el cumplimiento de la Ley es sustituida por el seguimiento de Jesús: la santidad no radica en la observancia de la Ley, sino en el seguimiento total de Jesús. El criterio decisivo para vivir y juzgar la bondad de la existencia humana es el mismo Jesús.
Por tanto, Jesús cambia la Ley mosaica, no es fiel a ella. Se pregunta Neusner: «¿Qué tipo de enseñanza es el que mejora las enseñanzas de la Torá sin citar su origen, es decir, el mismo Dios?... Los sabios judíos hablan apelando a su autoridad, pero sin pretender mejorar la Torá. Moisés, el profeta, no habla en nombre propio, sino en nombre de Dios, declarando lo que Dios le ordenó decir. Jesús no habla como sabio ni como profeta». Es más, según nuestro rabino, la enseñanza de Jesús contradice en puntos importantes a la Ley mosaica. Por eso afirma categóricamente: «Donde Jesús discrepa de la revelación de Dios a Moisés en el monte Sinaí, que es la Torá, está equivocado, y Moisés tiene razón». La raíz de tan tajante afirmación se halla en la valoración que nuestro autor hace de la Ley mosaica: «La Torá era y es perfecta y no puede mejorarse, y que el judaísmo edificado sobre la Torá y los profetas y escritos, las partes originalmente orales de la Torá transmitidas en la Misná, los Talmudes y los Midrashim, ese judaísmo era y sigue siendo la voluntad de Dios para la humanidad». Aquí reside la gran diversidad que separa el cristianismo del judaísmo: éste rechaza la posibilidad de una nueva revelación de Dios. Para el judaísmo no tiene ningún sentido la afirmación inicial de la carta a los Hebreos: «De manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo».
Al final de su diálogo con Jesús, Neusner toma la decisión de no seguirle: «Si hubiera estado allí ese día, no me habría unido a sus discípulos y seguido los pasos del maestro. Habría dado media vuelta y me habría vuelto con mi familia, a mi pueblo, para seguir mi vida como parte, y dentro, del Israel eterno». El motivo de su rechazo no es la interpretación liberal que hace Jesús de la Ley mosaica. En realidad la doctrina moral de Jesús no es muy diferente de la que encontramos en algunos sabios del judaísmo. Lo que está en juego no es una interpretación más o menos liberal de la Torá, como se empeñan en afirmar algunos estudiosos, sino el origen de la Ley mosaica. Jacob Neusner sostiene que el único y definitivo criterio para interpretar la Torá es Moisés y la tradición rabínica. Jesús, sin embargo, pretende equipararse con Dios y ser el principio interpretativo. Es más, se identifica con el yo divino al poner el seguimiento de su persona como el criterio de santidad, de cumplimiento de la vida del hombre. El rabino Neusner identifica con claridad esta pretensión de Jesús en su modo de hablar del amor a los padres, la observancia del sábado y el cumplimiento de la Torá como camino de santidad: Jesús identifica la observancia de estos preceptos mosaicos con la adhesión a su persona. «Ahora Jesús está en la montaña y ocupa el lugar de la Torá», dirá Neusner. Pero, ¿quién, si no Dios, puede tener esta pretensión? Por eso tiene razón Neusner al plantear una pregunta decisiva a uno de los discípulos de Jesús: «Tu maestro, ¿es Dios?». O por expresarlo con otras palabras suyas: «Lo que Jesús me exige, sólo me lo puede pedir Dios».
Entre las grandes aportaciones que hace el libro de Neusner se halla no sólo tomar en serio lo que está escrito en el evangelio de san Mateo, concediéndole un valor histórico que muchas veces le han negado exegetas cristianos, sino también proponer a Jesús en su pretensión divina, sin reducirlo a un rabino o maestro de moral. Con frecuencia se ha considerado el Sermón de la Montaña como el compendio de la moral cristiana, y no pocos estudiosos han perfilado la figura de Jesús como maestro de moral centrándose en este conocido discurso. Pues bien, para Neusner este pasaje evangélico desvela quién es Jesús, su intención es más cristológica que moral. Reducir a Jesús a un simple maestro de moral es la cosa más absurda, como señalaba agudamente C.S. Lewis, en su libro Mere Christianity. «Quiero evitar que se diga sobre Cristo la tontería que frecuentemente se repite: ‘Estoy dispuesto a aceptar a Jesús como un gran maestro de moral, pero no acepto su pretensión divina’. Esto es lo único que no podemos decir: un hombre que fuera solamente un hombre y dijera las cosas que dijo Jesús no sería ciertamente un gran maestro de moral, sino un loco... o quizá el Diablo».
Sin duda, esta pretensión divina de Jesús es la verdadera razón de su negativa a adherirse a él. Pero hacia el final de su libro expresa otro motivo de su rechazo a seguir a Jesús. «Escribí mi libro —afirma— para dar un poco de luz al porqué, mientras los cristianos creen en Jesucristo y la buena nueva de sus enseñanzas sobre el reino de los cielos, los judíos creen en la Torá de Moisés y forman en la tierra y en su propia carne el reino de Dios de sacerdotes y pueblo santo». Como revelan las afirmaciones que hace en el último capítulo titulado ¿Cuánta Torá, después de todo?, la otra gran diferencia que percibe en las enseñanzas de Jesús respecto a las de la Torá radica en el diferente interés por la sociedad humana. Mientras que aquél centra su atención en un reino de los cielos que tiene que llegar, despreocupándose del aquí y ahora, a la Torá le importa la construcción de ese reino en la historia que viven los hombres: «El reino de los cielos puede venir, quizá no tan pronto, pero hasta que venga es la Torá la que me dice lo que es vivir en el reino de Dios...




