Precht | Cazadores, pastores, críticos | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 288 Seiten

Precht Cazadores, pastores, críticos

Una utopía para la sociedad digital

E-Book, Spanisch, 288 Seiten

ISBN: 978-84-18273-65-0
Verlag: Ned Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Nuestro mundo muta cada vez más rápido. ¿Cómo estamos reaccionando ante ello? Algunos celebran el futuro digital con una ingenuidad aterradora y esperan los cambios de manera impredecible. Los políticos no parecen tomarse en serio este cambio radical. Otros advierten de la dictadura de las corporaciones digitales de Silicon Valley, mientras otros preferirían ocultar la cabeza y volver al pasado. Por su parte, Richard David Precht esboza la imagen de un futuro deseable en la era digital.
¿Es de verdad una pérdida el fin de la meritocracia tal y como la conocemos? Para el filósofo alemán, la sociedad digital ofrece la posibilidad de que en el futuro podamos vivir una vida más plena y autodeterminada. Para eso, tenemos que marcar el rumbo en el presente y cambiar sistemáticamente nuestro sistema social. La pregunta no es «¿cómo vamos a vivir?», sino decidir cómo queremos vivir. Un libro polémico y estimulante que llega al corazón del malestar en y de la modernidad.
Precht Cazadores, pastores, críticos jetzt bestellen!

Autoren/Hrsg.


Weitere Infos & Material


El primer contacto «La economía del futuro funciona de una manera un poco diferente. Verá, en el siglo xxiv ya no hay dinero. La adquisición de riqueza ya no es la motivación principal en nuestra vida. Trabajamos para mejorarnos a nosotros mismos —y al resto de la humanidad».1 Hace ya más de veinte años que el Capitán Jean-Luc Picard, comandante de la uss Enterprise, pronosticó, en el futuro del año 2373, lo que le espera a la humanidad: ¡una sociedad sin dinero y sin trabajo asalariado! Y es que, para el siglo xxiv es completamente inconcebible lo que en 1996 es todavía la normalidad cotidiana de las personas: que la remuneración material sea la principal motivación para hacer algo para uno mismo y para la sociedad. Lo que en Star Trek: Primer contacto aparece bajo la máscara del futuro es más que una fantasía de ciencia ficción. Es un viejo sueño de la humanidad desde el amanecer del capitalismo y del trabajo asalariado en los siglos xvi y xvii. Ya las utopías del caballero inglés Tomás Moro, del monje calabrés Tommaso Campanella y de ese entusiasta de la tecnología y Lord canciller que fue Francis Bacon no conocen ni el dinero ni el salario en oro. Los primeros socialistas del siglo xix se entusiasmaban pensando en una época en la que las máquinas trabajasen y los trabajadores cantasen, lo cual se conseguiría a través de autómatas más inteligentes. Oscar Wilde le encomienda al siglo xx la misión de que «el verdadero objetivo es el intento, y construcción, de una sociedad sobre una base que haga imposible la pobreza».2 Se sueña con el final del trabajo asalariado a través de la «automatización». Sólo el tiempo libre permitiría a los seres humanos el perfeccionarse a sí mismos. Quien tenga las manos libres puede, por fin, vivir lo más importante de todo: ¡su individualismo! Es incluso todavía más célebre el modelo que concibieron Karl Marx y Friedrich Engels. Ebrios de ideas de su, todavía, joven amistad y de abundante vino de calidad definen por primera vez, en 1845, durante su exilio en Bruselas, lo que debería ser el «comunismo»: una sociedad en la que cada cual pudiera «dedicarse hoy a esto y mañana a aquello, que se pueda cazar por la mañana, pescar por la tarde y ocuparse del ganado por la noche, y después de comer, si se tienen ganas, dedicarse a la crítica, sin que ello signifique convertirse en cazador, pescador, pastor o crítico».3 La «sociedad sin clases» soñada por los dos jóvenes creará al «ser humano total» y, gracias al trabajo social, llegará a «la actividad libre». ¿Comunismo como individualismo, como cultivo de la propia conciencia, como cuidado amoroso y genuina responsabilidad? ¡Qué lejos está la utopía de Marx y Engels del esperpento del capitalismo de Estado estalinista! ¡Desde hace cuánto tiempo este ha tomado por rehén la palabra «comunismo» y ha sustituido el sueño del «ser humano total» por un sistema totalitario! Y qué ambiguos y cómo de determinados están por el tiempo los colores con los que los seres humanos se imaginaron la apariencia adecuada de una sociedad verdaderamente libre: las túnicas blancas de los adoradores del sol en el monje dominico Campanella; el dandismo de chaqueta de terciopelo de Oscar Wilde o el romanticismo pastoral del pasado tiempo feudal en Marx y Engels, cuyo sueño se forjó ante la vista de las chimeneas industriales. A veces, como ocurre con el capitán Picard, toma la forma de una nave espacial estéril y sin vegetación, abandonada por la fantasía como si fuera un refugio atómico. Hoy, en el año 2018, nos encontramos ante un cambio radical de época. La «automatización», largamente esperada, podría ahora, por primera vez en la historia de la humanidad, hacer posible para mucha gente una vida sin trabajo asalariado. El viejo mundo del trabajo de las profesiones del sector servicios, en las que, todavía a menudo, nos adiestramos en la escuela, se está desmoronando: esto es exactamente lo que ha sucedido en la segunda mitad del siglo xx con el trabajo físicamente pesado de las minas y con los trabajadores del acero. Lo atractivo es una vida dentro un hacer determinado por uno mismo y sin alienación, sin condicionamientos y sin monotonía. Sin embargo, ¿cómo vivirán exactamente los pastores, los cazadores y los críticos? ¿Quién se preocupará de que se beneficien de las fantásticas ganancias producidas por la automatización sin coste social? ¿Quién promoverá su talento y su curiosidad en una vida autodeterminada? ¿Y en qué colores pintaremos los espacios del futuro que sean dignos de ser vividos? Para muchas personas en Europa, especialmente en Alemania, esta representación de ese futuro digno de ser vivido les parece algo bizarro. ¿No se encuentra nuestro mundo, nuestra civilización y nuestra cultura en la mayor de las crisis posibles? El cambio climático está haciendo que la estepa africana se esté secando. Mientras estamos tan preocupados de nosotros mismos, pasamos por alto el deterioro del planeta bajo el sol abrasador. Aumenta el nivel del mar, inundando las tierras fértiles y tragándose atolones enteros. El crecimiento rapidísimo de la población produce la aparición de ciudades gigantescas y que la basura alcance la altura de los rascacielos. Oleadas de refugiados fluyen como si fueran un delta desembocando en el Mediterráneo, socavando con ello los deteriorados baluartes de los muros con los que Europa se protege de la pobreza hasta que un día acaben por romperse. El mundo animal y vegetal se está muriendo hasta tal punto que sólo está sobreviviendo lo que es útil o lo que es gracioso para tenerlo en un zoo. Continúan las guerras comerciales, por recursos, como el petróleo, el litio, el cobalto, el coltán, las tierras raras o el agua potable, disfrazadas de guerras de fe o de intervenciones humanitarias. Las grandes potencias que surgen en la época de las energías fósiles se enfurecen por última vez, lo cual viene acompañado de señales del final de los tiempos, como Donald Trump, rompiendo el mundo en pedazos en vez de sanarlo —¿un caldo de cultivo ideal para una utopía de la vida autodeterminada? ¿Un tiempo de cambio? ¿O más bien el final de los tiempos?—. La situación es inquietante: mientras que los entusiastas de la técnica y del volumen de negocios están entusiasmados por lo «fascinante» que será la revolución que está por venir, la mayoría de las personas en el mundo occidental están empezando a perder la fe. «Los conceptos futuro y capitalismo suenan extraños cuando se nombran conjuntamente, como si no pudieran estar juntos», escribió el escritor Ingo Schulze hace ya diez años. Ya no soñamos con colonias en Marte o en la Luna, ni con gigantescas ciudades bajo el agua como en los sesenta o setenta. Las sociedades occidentales se han comprometido al presente y al «seguir igual», y no a un prometedor desarrollo en el futuro. Sin embargo, mientras los políticos de toda Europa adormecen a sus votantes con bonitas palabras como «juntos», «optimista» y «nos va bien», la técnica arrasa el suelo y afecta a todas las condiciones de vida. Los «autómatas» que transforman la sociedad, y que fueron soñados durante mucho tiempo, ya están aquí: ordenadores y robots interconectados, alimentados por datos cuya cantidad supera la capacidad de comprensión humana, y una inteligencia artificial que es cada vez más autónoma. Esto es justo lo contrario de un «seguir igual». Sin embargo, ¿quién está concibiendo la imagen de esta nueva sociedad? ¿Quién está mostrando qué y cómo debe diseñarse? ¿Estamos dejando el futuro en manos de esos optimizadores de beneficios, que tienen tan poca visión de futuro, como son Google, Amazon, Facebook y Apple? ¿O lo estamos dejando en manos del oportunismo ingenuo de los liberales alemanes que dicen «primero, digitalización; después, pensar»? ¿Estamos cayendo en esa visión apocalíptica que predice una dictadura de las máquinas, en creer a esos profetas del fin del mundo que, en los Estados Unidos, hace tiempo que disputan a los optimistas el dominio de la interpretación del futuro? ¿O en ese ecopesimismo que ve que el planeta está condenado de todos modos porque ya es demasiado tarde? Utopía y resignación, y promesa y fracaso humanos, están hoy otra vez tan cercanos entre sí como lo estuvieron a finales de la Edad Media. Algunos esperaban el reino de Cristo sobre la tierra que iba a durar mil años; otros, la gran extinción a través de la siguiente guerra y de la peste. Precisamente esa simultaneidad fue, como hoy sabemos, el principio de algo nuevo, del renacimiento de la humanidad, del renacimiento. Si nos miramos hoy a nosotros mismos a vista de pájaro vemos a la humanidad en un momento decisivo parecido, aunque impedir el desastre sólo es posible para aquél que se crea con la oportunidad de hacerlo, cuando se huye de la supuesta lógica de las circunstancias y de la falta de alternativas, de la pusilanimidad y del deseo devastador de ser querido por todos por las propias acciones. «Política» y «utopía» parecen hoy tan incompatibles que parece que ya no estuvieran conectadas, como el par de conceptos «capitalismo» y «futuro» de Schulze. Sin embargo, solamente saber lo que no se quiere no hace que la vida avance, sino que lleva a la sociedad a la ruina. Este libro quiere...


Nacido en 1964, es filósofo, publicista y escritor, y uno de los intelectuales más prolíficos del mundo de habla alemana. Es profesor honorario de filosofía en la Universidad Leuphana de Lüneburg y profesor honorario de filosofía y estética en la Academia de Música Hanns Eisler de Berlín. Desde su sensacional éxito con ¿Quién soy yo... y cuántos?, todos sus libros, los que tratan temas filosóficos y problemas políticos de la sociedad, han sido grandes éxitos de ventas y se han traducido a más de cuarenta idiomas. Desde 2012 presenta el programa de filosofía Precht en la ZDF (segunda red alemana de televisión).


Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.