Rombach | El hombre humanizado | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 480 Seiten

Rombach El hombre humanizado

Antropología estructural
1. Auflage 2015
ISBN: 978-84-254-3157-9
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

Antropología estructural

E-Book, Spanisch, 480 Seiten

ISBN: 978-84-254-3157-9
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
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Aunque todavía poco conocido para el lector español, el pensador alemán Heinrich Rombach constituye una de las aportaciones más originales e interesantes a la reflexión filosófica del siglo XX. En El hombre humanizado, el primero de sus libros que se traduce al español, Rombach abre caminos hasta ahora inéditos no sólo a la filosofía en sentido profesional y académico, sino, de manera mucho más amplia, a cualquier forma de reflexión antropológica que otorgue la primacía a lo dialogal e intercultural. En efecto, en esta obra, Rombach pone de manifiesto que la realidad humana es un 'acontecimiento concreativo' en que participan todos los seres humanos como individuos y como comunidad. De esta manera, es posible la aparición del 'hombre humanizado' que, en la variedad de situaciones en las que incesantemente se encuentra, procede a su indentificación como hombre o mujer. Esta obra no sólo permite acercarse a la concepción del ser humano de Rombach sino que constituye también el mejor texto para adentrarse en su filosofía y, especialmente, en su filosofar, puesto que para el autor la filosofía es una actividad, un proceso vivo, y no una construcción teórica cerrada e inamovible. La obra es el resultado de la compilación de las lecciones que Rombach impartió durante más de veinte años en la Universidad de Wurzburgo y una muestra perfecta de su forma de entender y hacer filosofía.

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INTRODUCCIÓN

Lluís Duch

Heinrich Rombach nació el 10 de junio de 1923 en Friburgo de Brisgovia. Después del bachillerato, estudió en su ciudad natal matemáticas, física y filosofía, profundizando además en historia del arte y en pedagogía. Como soldado, participó en la Segunda Guerra Mundial en las campañas de África y Rusia. En 1943, retornó a Friburgo gravemente herido. Poco tiempo después, pudo ingresar en la universidad. Se doctoró en 1949 y presentó la tesis de habilitación, que le daba acceso al ejercicio de la docencia universitaria, en 1955. Falleció el pasado 5 de febrero de 2004.

Inició sus estudios de filosofía con Martin Heidegger. Después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, cuando a Heidegger le fue retirada la venia legendi a causa de su colaboración con el régimen nacionalsocialista, prosiguió sus estudios bajo la dirección de Max Müller, Eugen Fink y Wilhelm Szilasi. En 1964, fue nombrado catedrático de filosofía de la universidad de Wurzburgo, en donde permaneció hasta su jubilación en 1990, rechazando en 1972 la oferta de una cátedra de filosofía en la universidad de Múnich. Desde 1969 ejerció de coeditor del Philosophisches Jahrbuch y en 1971 fundó con otros pensadores afines la Deutsche Gesellschaft für Phänomenologische Forschung, de la cual fue el primer presidente y editor de la revista Phänomenologische Forschung. En 1980, dictó un curso en Japón y emprendió una serie de viajes a India, Egipto y África Central. Los contactos que mantuvo con culturas no occidentales (sobre todo, las asiáticas) le permitieron ahondar su pensamiento en direcciones hasta entonces inéditas, sobre todo en relación con el diálogo intercultural o «diálogo entre mundos» como él mismo decía.1 El pensamiento de Rombach es mucho mejor conocido y apreciado en Japón y Corea (algunas de sus obras hace ya años que han sido traducidas al japonés o al coreano) que en la mayoría de los países de Europa occidental, incluso en Alemania, en donde el eco de sus reflexiones ha sido percibido tan sólo en círculos minoritarios, a menudo al margen de la docencia filosófica convencional.2

En esta breve introducción nos proponemos ofrecer una aproximación muy elemental a algunos aspectos del pensamiento de Heinrich Rombach que tienen especial importancia en relación con la temática de El hombre humanizado, tal vez la obra que mejor expresa los contenidos fundamentales de su quehacer filosófico y sapiencial. Teniendo en cuenta el gran desconocimiento del pensamiento rombachiano en nuestro país,3 las notas que siguen pretenden facilitar la lectura de un texto que, paradójicamente, posee al mismo tiempo un alto grado de abstracción y una exquisita maleabilidad para ser provechosa y prácticamente utilizado en campos muy diferentes como, por ejemplo, en pedagogía, historia del arte, psicología, teología y, por supuesto, en antropología. Con toda seguridad, El hombre humanizado es la obra de madurez de un pensador que ha sabido superar sabiamente el punto de partida inicial de su periplo intelectual y alcanzar en la praxis antropológica nuevos horizontes, en los que se funden armónicamente lo estructural y lo histórico, lo fundamental y lo contingente, el arte y la técnica.

Rombach reconoce explícitamente que se halla vinculado a la «Freiburger Schule», cuyo rumbo fue determinado por los análisis filosóficos, en algunos aspectos tan opuestos, de Edmund Husserl y Martin Heidegger. Nuestro autor afirma que fue Heidegger el que le abrió los ojos filosóficos, lo cual no significa que sin más pueda ser calificado de heideggeriano. Georg Stenger mantiene la opinión de que la relación de Rombach con Heidegger es bastante similar a la que éste mantuvo con Husserl, e incluso llega a establecer un esquema gradual en el ámbito de la fenomenología, que tiene como punto de arranque una fenomenología trascendental (Husserl), seguida después por una fenomenología ontológica (Heidegger) para llegar finalmente a una fenomenología estructural (Rombach). Nuestro autor manifiesta: «En mi propia fenomenología intento acoger el pensamiento [de Heidegger] y ensancharlo de tal manera que veo la «apertura del ser» (Offenbarkeit des Seins) no sólo en la comprensión del hombre, sino en cada una de las formas reales de los entes. Plantas, animales, conexiones de todo tipo también son autointerpretaciones del ser, las cuales se interpretan a través de rasgos fundamentales enlazados entre sí, de «estructuras fundamentales» o de «fenómenos fundamentales». Todo ser, no sólo el hombre, es un intérprete; todo lo existente consta de estructuras que, cada una por su lado, realizan determinadas formas de ser, determinadas exposiciones del ser».

De manera bastante explícita, el pensamiento de Rombach se configura como una «mistagogía del ver» (De Santis), una iniciación a la verdadera visión del corazón de las cosas, que sabe custodiar el secreto y el misterio en el mismo acto y en el mismo momento en los que las re-conoce. En este sentido, la filosofía rombachiana es la realización comunicativa de una experiencia que es teórica y biográfica al mismo tiempo: el ojo del hombre transforma las cosas, las cosas transforman el ojo del hombre. Por parte de Rombach, la fundación de una nueva ontología estructural pasa a través de una fenomenología y se realiza en ella; fenomenología que tiene como objetivo la visualización de la dinámica autogenética de lo real. Esta toma de posición implica que la filosofía no es una espectadora externa de un evento que tiene lugar al margen de su esfera, sino que se entiende como parte y dimensión integrante e integral del proceso de autodesvelamiento de lo real como phainómenon. No cabe la menor duda de que estas precisiones representan un paso adelante muy importante para la comprensión del fenómeno, superando en muchos aspectos los planteamientos iniciales de Husserl en los años veinte del siglo XX. El fenómeno tan sólo puede acoger y ser acogido por mediación de una estructura necesariamente co-generativa y multiperspectivística.4 De esta manera, la filosofía se convierte en fenomenología, no en el sentido de una «corriente», de un «movimiento» o de una «escuela» filosófica entre otras muchas, sino en el sentido de una forma fundamental de la conciencia contemporánea, presente, ni que sea de forma a menudo alusiva y transversalmente, en casi todos los ámbitos de la investigación y la reflexión de nuestros días.

Para la redacción de esta sucinta presentación de la obra de Rombach hemos tenido en cuenta algunas precisiones extraídas de un estudio de Oskar Köhler, el cual, según el propio Rombach, «es seguramente la exposición más completa, sutil y comprensible de mi pensamiento».5 Además, desde nuestro punto de vista, la perspectiva adoptada por Köhler tiene la virtud de subrayar la tensión omnipresente en el pensamiento rombachiano entre lo estructural y lo histórico, entre las continuidades y los cambios, lo cual constituye también el centro neurálgico de nuestra propia propuesta antropológica. La investigación recientemente publicada por Andrea de Santis sobre la ontología de la evidencia en el pensamiento de Heinrich Rombach nos ha permitido la exploración de algunas parcelas de su obra que, con anterioridad, nos eran desconocidas.6

El uso que hace Rombach del adjetivo «estructural» y del sustantivo «estructura» puede dar lugar a falsas interpretaciones de su pensamiento, ya que el alcance que otorga a ambos términos difiere notablemente del que acostumbra a darle el estructuralismo lingüístico y antropológico, sobre todo de origen francés. Puede constatarse fácilmente que este término se halla presente a lo largo y ancho de la obra de nuestro autor, pero no siempre resulta fácil acotar con precisión su sentido, ya que su propio dinamismo interno dificulta enormemente el establecimiento de una definición estática del mismo. Como apunta De Santis, la estructura rombachiana sólo puede ser descrita históricamente, es decir, en su devenir, en los múltiples estadios de su constante metamorfosis. Para Rombach, el término «estructura» no indica la condicionalidad temporal de los seres, tampoco el ser atemporal ni los momentos históricos del acontecer (Werden), sino «el fundamento del tiempo, del ser y del acontecer». Por consiguiente, no se trata de una concepción estática y esencialista de las estructuras, sino que, por el contrario, en el discurso rombachiano, «las estructuras tienen un nacimiento, una curva genética con un punto álgido (akma) y un declive, y, además, cada una de ellas tiene un final característico, más allá del cual no puede dilatarse».

Rombach distingue entre «estructuras profundas» (Tiefenstrukturen), como la fe o el trabajo, y «estructuras elevadas» (Höhenstrukturen), como la sociabilidad o la historia. Al propio tiempo, la distinción entre ambos tipos de estructuras pone de manifiesto una correspondencia, una correlación, una cierta reciprocidad mimética, entre «profundidad» y «altura», sin la cual la «profundidad» de la fe o del trabajo no alcanzaría su propia autocomprensión o, por el contrario, la «elevación» se convertiría en una simple superestructura (Überbau) con un carácter más o menos ideologizado. Algo muy característico del pensamiento de Rombach es que no se propone efectuar una serie de definiciones, de acotaciones ideales del...



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