E-Book, Spanisch, 472 Seiten
Bonnín Estrellas errantes
1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-18440-16-8
Verlag: NOCTURNA
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, 472 Seiten
ISBN: 978-84-18440-16-8
Verlag: NOCTURNA
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
En el sistema Qantus, dos planetas comparten órbita y están poblados por humanos. Tásidar es un mundo avanzado que domina la ciencia y la tecnología, Mitsval es todo lo contrario. Las relaciones diplomáticas avanzan llenas de dificultades que se multiplican cuando en ambos planetas se producen atentados simultáneos con reivindicaciones diferentes y armas que podrían proceder del contrabando.
Niki Rendix es una contrabandista de Tásidar a la que acusan de participar en uno de los atentados. Cuando huye perseguida por Lux Kentaurus, sargento de la Guardia Nebular, un incidente los deja en Mitsval sin otra alternativa que la de colaborar para salir de ese entorno inhóspito.
Mientras, en la capital de Tásidar se decide el porvenir de ambos mundos con la visita de Palvidia Rin, la soberana más importante de Mitsval. Su propósito es conocer a los que podrían llegar a ser sus aliados... o, por supuesto, sus enemigos.
Gema Bonnín nació en Valencia en 1994, pero se crio en Mallorca. En 2012 publicó su primera novela, La dama y el dragón (Destino), y unos meses después se fue a vivir a Qatar. Desde entonces, ha viajado por muchos países de Asia, entre ellos China, Sri Lanka, Singapur y Japón. Actualmente compagina la escritura con traducciones de libros de Star Wars y de Marvel. Cuenta con estudios de filología inglesa por la Universidad Complutense de Madrid y formación complementaria tanto en historia como en literatura por las universidades británicas de Exeter y Oxford. Ha publicado libros como la bilogía Legado de reyes (Escarlata, 2016-2017), la de Arena roja (Nocturna, 2016-2017) y los libros independientes Lo que el bosque esconde (Destino, 2018) y El jardín de hierro (Nocturna, 2019). Estrellas errantes (Nocturna, 2021) es su nueva novela, una historia de ciencia ficción ambientada en dos planetas.
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CAPÍTULO 1 Tar Nalux En contra de lo que la mayoría de la gente pensara, aquel antro de mala muerte estaba lleno de mentes brillantes y Niki lo sabía. Tal vez lleno fuera una exageración, pero las había y eso bastaba. Si los rumores eran ciertos, allí encontraría a la persona capaz de confirmárselos, y no solo eso, sino que le ayudaría a beneficiarse de ellos. Arrugó la nariz. Hubo una época en la que estaba más que acostumbrada al aire viciado de esa clase de clubs, sobre todo durante su adolescencia. Con disimulo, se aseguró de que su pistola siguiera en la funda que llevaba sujeta al cinto del muslo. No sería la primera vez que se la sustraían sin que ni siquiera lo notara. El local aglutinaba individuos de toda calaña: hombres y mujeres, la mayoría con atuendos oscuros y el contorno de los ojos ennegrecido con maquillaje para ofrecer un aspecto aún más amenazador. Niki hacía lo contrario: se pintaba una raya blanca en la parte inferior del párpado. Era un color claro de por sí, pero en su tez morena resaltaba todavía más. Se detuvo junto al escenario, donde un hombre y una mujer bailaban sinuosamente. Tenían la piel cubierta solo por una fina capa de pintura fluorescente, y el movimiento fluido de sus cuerpos resultaba hipnótico en aquellas tonalidades magenta y cian. Desvió la mirada y entrecerró los ojos con la esperanza de hallar lo que estaba buscando. No tardó en hacerlo. Con una sonrisa confiada, Niki se acercó a un joven no mucho mayor que ella, con gafas de sol, pelo de punta con las terminaciones de cada mechón teñidas de amarillo y una cantidad indecente de implantes cibernéticos junto a ambas orejas. Estaba concentrado en las imágenes que proyectaba ante sus ojos una pantalla holográfica. Se detuvo delante de él. —Fíjate, te encuentro justo donde te dejé la última vez —saludó Niki. Él alzó la cabeza. —Señorita Rendix —dijo, claramente satisfecho de verla—. Ya pensaba que te habías olvidado de tu viejo amigo Miraf. —Se recostó en el asiento granate que envolvía parcialmente la mesa circular a la que se había sentado—. Ponte cómoda, anda. —No sabía que fuera posible sentirse cómoda en este agujero, pero puedo intentarlo. —Se sentó mientras Miraf profería una carcajada—. Por cierto, ¿qué te has hecho en el pelo? ¿Has perdido una apuesta o algo así? —¿No te gusta? Vas a hacer que me eche a llorar, tu aprobación es todo a lo que aspiro. La joven esbozó una media sonrisa. —Sabes que disfruto con nuestros intercambios de sarcasmo, pero vamos a tener que dejarlos a un lado un momento. Necesito información. —¿Sobre qué? Si hay algo sobre lo que merezca la pena estar al tanto, yo lo estaré, así que dispara. —Sobre… —Antes de seguir hablando, Niki se aseguró de que nadie les prestaba atención—. Sobre un nuevo modelo de motor antimateria. Un modelo mejorado. Dura más, consume menos… ¿Qué hay de cierto en eso? —Pero bueno, Niki, eso es de dominio público. ¿O es que las noticias importantes no llegan a ese paraíso tuyo llamado Axia Prime? Niki suspiró al reconocer una nota de reproche en su voz. En Axia Prime se vivía infinitamente mejor que en Tar Nalux, todo el mundo lo sabía… Pero no todo el mundo tenía la oportunidad de comprobarlo, especialmente si nacías y te criabas en Tar Nalux. Ella era una afortunada excepción. Aunque en su caso no consideraba que la suerte hubiera tenido nada que ver. —Nadie se lo cree porque la AMRA lo niega —dijo, pasando por alto la pulla. Miraf se rio con desdén. —La AMRA… Pues claro que lo niegan; no es cosa suya, ya les gustaría. Menuda panda de pretenciosos. Tienen recursos, tienen medios, pero ¿tienen cerebros capaces de sacarle el máximo partido a esos dos factores? ¡Ja! La mitad de los tíos que hay en este agujero, como lo has llamado, podrían competir en inteligencia con los ingenieros y científicos de la AMRA. Lo que pasa es que ninguno de ellos se siente cómodo con uniformes, con jerarquías laborales, con horarios o con la idea de cumplir las normas, así en general, y aquí están. En fin, qué te voy a contar. —Eso digo yo, déjate de rollos y háblame de la nueva versión de los motores. ¿En qué consisten las mejoras? —Trabajar motores antimateria es extraordinariamente complejo…, así que, aunque conseguí bastante información, no me enteré ni de la mitad. Niki apoyó la cabeza en la mano y alzó una ceja. —Dime, Miraf, ¿crees que eres el más tonto de este bar? —Muy graciosa. La próxima vez, que te saquen de dudas tus muertos, ¿qué te parece? Niki reprimió una sonrisa. —Perdona. Cuéntame lo que sepas, va. —Eh, eh, eh —cortó él, inclinándose hacia delante y alzando una mano como para pedir una pausa—. ¿Crees que trabajo gratis? No soy una ONG, ¿sabes? Niki puso los ojos en blanco. —¿Qué quieres? —preguntó en tono cansado, arrastrando las vocales. —Lo que quiere todo el mundo: pasta. —Cuarenta perseis —ofreció Niki. Él se cruzó de brazos y chasqueó la lengua con aire escandalizado. —Con eso no me da ni para veinte litros de politrixeno. —Es que ha subido mucho —repuso ella con indiferencia. —Adáptate. —Cincuenta y de ahí no me vas a mover. Tú mismo has dicho que este es un asunto de dominio público, puedo preguntarle a cualquiera sin que mi cartera se vaya a casa llorando. —Sí, puedes sacarles algunas cosas a estos tarados, cierto. Pero nadie tendrá tantos datos como yo, eso también lo sabes. Niki agitó una mano en el aire con desdén. —Tampoco es que quiera tener todos los detalles, amigo mío —soltó—. Es más, vuelvo a bajar a cuarenta: o lo tomas o lo dejas, y te aseguro que no es un farol. Al fin y al cabo, yo solo había venido aquí a esclarecer un rumor. —Qué mentira más atroz. Si solo fuera eso, no me habrías ofrecido dinero tan rápido. —Es posible, pero eso no significa que esté dispuesta a dejar que me atraques. Habla o me largo y ya nos veremos. Miraf se quitó las gafas, se llevó una mano a la oreja y pulsó un par de botones de sus implantes. Sus ojos, que habían perdido parte de su humanidad por las intervenciones quirúrgicas que le aportaban ventajas tecnológicas, emitieron un haz de luz de color rojo. La estaba escaneando. —¿Se puede saber qué haces? —increpó ella. —Comprobar que no llevas ningún dispositivo capaz de grabar esta conversación. —Hizo una pausa—. Apaga tu intercomunicador. —Al otro lado está Kayl, no tienes que preocuparte. —No me preocupa que Kayl lo sepa, sé a ciencia cierta que se lo vas a contar en cuanto pongas un pie en vuestra preciosa nave; lo que me preocupa es que se ponga a grabarlo desde allí o que la Guardia Nebular tenga intervenidas vuestras comunicaciones. —¿Tan importante es lo que vas a contarme? —Eso lo juzgarás tú; en cualquier caso, no quiero que nadie pueda usar en mi contra lo que te voy a decir. Sé que tienes una tendencia preocupante a meterte en problemas con gente con la que es preferible llevarse bien. El semblante de Miraf ahora denotaba absoluta seriedad. Aun así, Niki enarcó las cejas e intentó convencerlo una última vez: —Pero si llevo un año de tranquilidad absoluta, me estoy reformando. —Niki, sin cachondeo. Apágalo. La joven suspiró y colocó los dedos índice y corazón sobre su muñequera digital. —Kayl —dijo sin apartar las pupilas de Miraf—, te dejo unos minutos. —Recibido —le llegó la voz del otro lado. El intercomunicador que llevaba en la parte interior de la oreja se apagó. —Mira, te cuento esto porque creo que tú más que nadie tienes que saberlo. La versión mejorada del motor antimateria es algo en lo que están trabajando varias… facciones, por así decirlo. —¿Facciones? —Sí, incluida Supernova. Oír aquel nombre hizo que un escalofrío le recorriera la espalda, pero no perdió la compostura. Forzó una expresión despreocupada y se pasó la mano por el cabello trenzado. —¿Y qué quieres decirme con eso? —El tono hostil de su voz traicionó el gesto relajado que se estaba esforzando en mantener. —Esto no es todo. Fue Supernova quien presentó la idea al gremio de contrabandistas. Aunar fuerzas para obtener motores antimateria mejores que los que posee la AMRA por el momento, como ocurre con los sistemas de camuflaje informático. A los sistemas de camuflaje informático recurrían todas las naves de contrabando para garantizar el éxito de sus misiones. El espacio transitable estaba repleto de controles de la Guardia Nebular, la policía que se encargaba de combatir la delincuencia en Qantus, por lo que no era fácil llegar a Mitsval, donde más se requerían sus servicios. Por eso los señores del crimen de Tar Nalux habían decidido aparcar sus diferencias y rivalidades para dar con el modo de evitar los controles de la manera más eficiente. Así ganaban todos. Aunque en realidad las rencillas entre los distintos grupos les impedían ser honestos...