E-Book, Spanisch, Band 81, 398 Seiten
Reihe: Nuevo Ensayo
Borghesi Augusto del Noce
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-1339-468-8
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
La legitimación crítica de la modernidad
E-Book, Spanisch, Band 81, 398 Seiten
Reihe: Nuevo Ensayo
ISBN: 978-84-1339-468-8
Verlag: Ediciones Encuentro
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Este libro pretende recorrer, de forma orgánica, la evolución del pensamiento filosófico y político de Augusto Del Noce (1910-1989), uno de los pensadores italianos más destacados de la posguerra. Un camino ideal dominado, en los años 1940-1950, por una intención fundamental: la de liberar a los católicos, salidos de la dictadura y de la guerra, de la nostalgia reaccionaria y abrirlos a una relación positiva con las libertades modernas. Esta tarea toma como modelo, en el plano histórico, la figura y la obra de Alcide De Gasperi. Del Noce entiende su pensamiento como la respuesta al desafío que el binomio cristianismo-democracia plantea a los católicos. El resultado fue el «descubrimiento» de una doble modernidad: la racionalista y totalitaria, que culminó en Marx y Nietzsche; y la católica y liberal, que culminó en Rosmini. El libro recorre la evolución del pensamiento del autor desde 1943 hasta 1978, en un profundo entrelazamiento de especulación e historia que lo convierte en un caso único en la reflexión filosófica contemporánea.
Massimo Borghesi (1951) es catedrático de Filosofía Moral en el Departamento de Filosofía, ciencias sociales, humanas y de la formación de la Universidad de Perugia. Ha sido director de la Cátedra Bonaventuriana en la Pontificia Universidad San Buenaventura.
Especialista en el pensamiento filosófico alemán de los siglos XIX y XX, con particular atención a los temas de la secularización, el nihilismo y la sociedad «post-secular», es probablemente uno de los más originales filósofos contemporáneos de la religión.
Entre sus últimas publicaciones destacan: Hegel. La cristologia idealista (2018); Modernità e ateismo. Il dibattito nel pensiero cattolico italo-francese (2019) y Romano Guardini. Dialettica e antropologia (2021). Entre algunos de los libros publicados por Encuentro están Posmodernidad y cristianismo. ¿Una radical mutación antropológica? (1997) y El sujeto ausente. Educación y escuela entre el nihilismo y la memoria (2005). Sus últimas obras publicadas en esta casa son Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual(2018) y El desafío Francisco (2022).
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Introducción. Un filósofo dentro de la historia El estudioso que quiera encuadrar la vasta y compleja producción de Augusto Del Noce se encuentra por lo menos frente a dos dificultades. La primera es cómo situar al autor en el marco del pensamiento italiano del siglo XX. Como ha observado Pasquale Serra: «Extraño destino el de Del Noce: uno que ha sido filósofo cristiano integralmente y filósofo italiano exclusivamente, no resulta fácil de colocar ni en la historia del pensamiento italiano, ni en la de la filosofía cristiana de la postguerra»1. La segunda dificultad es la de rastrear el «hilo conductor» de su reflexión, aparentemente dispersa según ámbitos de investigación diversos: el marxismo, Gentile y el fascismo, el ateísmo moderno, el ontologismo de Malebranche a Rosmini, la secularización, la crítica de la sociedad opulenta, etc. Esto explica también la dirección de los estudios dedicados al filósofo, que por lo general afrontan su pensamiento concentrándose en un aspecto, o ilustrando su recorrido conceptual según bloques distintos, incomunicados entre sí. Todo ello es perfectamente legítimo y también muy útil. Sin embargo, permanece así en el fondo ese «hilo conductor» de su pensamiento, cuyo camino solo puede ser iluminado si se aclara el lugar genético del pensar, el punto candente que está en el origen del giro especulativo. Creemos que es a partir de aquí como puede hacerse manifiesta también la originalidad de una reflexión que, a primera vista, aparece difícilmente clasificable. Este punto «candente», en el caso de Del Noce, no reside en sus estudios filosóficos sobre Malebranche y la edad cartesiana, que ocupan al joven intelectual en la segunda mitad de los años treinta, sino, al igual que en muchos de sus amigos y coetáneos, en la experiencia de la guerra, de la caída del fascismo, de la lucha por la libertad y la democracia, de las esperanzas de un mundo nuevo. En el periodo crucial de 1943-45 la oposición moral al fascismo, madurada gracias a la lectura de Humanisme intégral de Jacques Maritain, en la época de la guerra de Etiopía, en 1936, se convierte en Del Noce en un compromiso filosófico político, en un momento de una reflexión epocal a la que contribuye el surgimiento de un nuevo partido de los católicos, esa Democracia Cristiana cuyo objetivo, bajo la guía de Alcide De Gasperi, fue reparar la ruptura entre catolicismo y modernidad en un sentido antitotalitario. La breve experiencia en el Movimiento de la izquierda italiana, al lado de Franco Rodano y Felice Balbo entre finales de 1943 y comienzos de 1944, contribuye a la maduración de esta fisionomía. De las cenizas del pensador «maniqueo», que a finales de los años treinta desdeñaba, siguiendo a Pietro Martinetti, la historia como reino de la fuerza y de la violencia, nace el filósofo a través de la historia, el pensador político que se mostrará con una madurez excepcional en las columnas de Il Popolo Nuovo de Turín entre 1945 y 1946. El estudio de esos años, que la publicación de una gran cantidad de inéditos ha hecho posible, resulta por tanto preliminar a todo estudio global de su pensamiento2. No se trata con ello de disminuir la importancia de su historiografía filosófica anterior a 1943, sino de comprender que esta adquiere una relevancia totalmente nueva después de esa fecha, después de que, con la caída del Régimen, el joven intelectual encuentra, como católico, el sentido del compromiso histórico mediante una reflexión a la altura de los problemas del momento3. Los estudios sobre la época cartesiana, de los años treinta, permiten ahora abrir nuevos caminos a la interpretación del pensamiento moderno, y documentan, al mismo tiempo, la escisión entre vida espiritual e historia que caracteriza el pensamiento cristiano de la época barroca. Una escisión que debe ser superada si el cristiano quiere poder afrontar los desafíos del nuevo totalitarismo, el comunista. De ese modo, como observó Andrea Paris, «a partir del tema de la ética-política es posible captar la unidad profunda entre las diversas ramas de su investigación. El pensamiento de Del Noce, de hecho, también cuando afronta temas aparentemente lejanísimos del presente, como los estudios relativos al siglo XVII, converge siempre en el intento de descifrar con mayor claridad la actualidad histórica»4. Desde este punto de vista, el estudio y la confrontación con la obra de Maritain adquieren, en la biografía especulativa delnociana, un valor decisivo. Maestro del que nunca renegó, ni siquiera cuando a partir de los años sesenta somete a crítica algunas de sus posiciones, Maritain fue para Del Noce el filósofo del antifascismo y, a la vez, el que, con Humanismo integral, reconcilió el pensamiento cristiano con la democracia moderna. Como escribirá todavía en 1982, la lección de Maritain consistía en la «liberación de la filosofía católica de la historia de la ‘utopía arqueológica’, que se materializó en la oposición de la sociedad medieval a la sociedad moderna, o del sueño romántico de la restauración del Sacrum Imperium»5. En 1936 esta lectura hacía posible cortar con toda actitud pro-fascista, por parte católica, rompiendo con la ilusión de que el fascismo fuera un posible aliado en la crítica y la superación del mundo moderno. Curiosamente, el medievalismo católico sufría, aun oponiéndose, elementos de la modernidad en su significado laicista […] Quiero decir que la esperanza de la restauración católica a través del fascismo —actitud que hoy es difícil entender para los jóvenes, pero bastaría releer algunos escritos y discursos del Padre Gemelli para advertir su realidad— no podía sino ir acompañada por un renacimiento de ese maquiavelismo ad maiorem Dei gloriam que caracterizó la época barroca, y que Maritain criticó, tanto en Umanesimo integrale, como en un escrito de los años de la guerra sobre el fin del maquiavelismo. Umanesimo integrale representa ciertamente la crítica definitiva de esta actitud pro-fascista católica6. Para Del Noce, el encuentro con Maritain tenía el valor, no ya de la liberación de la ilusión pro-fascista, que nunca le afectó, sino de la confirmación, por parte de uno de los más grandes intelectuales del momento, de que su posición moral podía expresarse en un pensamiento coherente con la propia fe. Para tal fin, hacía falta superar el catolicismo antimoderno, cuya mentalidad «reactiva» estaba en el origen de la desconfianza hacia el sistema liberal. De ahí la pertinencia de lo que observa Buttiglione, que «la ambición secreta de Del Noce fue siempre la de ofrecer el camino para la reconciliación del catolicismo y la modernidad que el modernismo no consiguió»7. De aquí la importancia que asume, desde el punto de vista político, la figura y la obra de De Gasperi, el estadista en el que el «Risorgimento» católico encontró forma en el pleno encuentro entre cristianismo y democracia liberal. «Toda la filosofía de Del Noce puede ser vista también como el intento de proporcionar una plataforma cultural a Alcide De Gasperi. Es más, cabría decir que la filosofía política de Del Noce es la filosofía de Alcide De Gasperi»8. Afirmación que, como en el caso de Maritain, conserva su valor incluso cuando Del Noce advierte, en la primera mitad de los años sesenta, algunos límites del degasperismo. Desde el punto de vista filosófico, en cambio, la reconciliación entre cristianismo y modernidad implicará al autor en una compleja revisión de los marcos de la historiografía idealista que le acompañará durante los años cincuenta. Una revisión innovadora que rompe con un punto firme del pensamiento católico, tanto del conservador como del progresista, el que gira en torno al anticartesianismo. Al contrario, para Del Noce, Descartes, como un Jano de dos caras, es, ciertamente, el inicio de lo moderno, pero de una modernidad «ambigua», susceptible de desarrollarse en una línea «católica» franco-italiana desde Malebranche a Rosmini, o bien proseguir en una dirección laicista-inmanentista, a lo largo de la vertiente que culmina en Hegel. Interpretación originalísima porque, como observa Mathieu, «él es el primero que dice que Descartes no era ateo, sino que era posible una interpretación teológica, religiosa, casi mística, del cartesianismo»9. El pensamiento cristiano moderno era heredero de Descartes, no del anti-Descartes. Del Noce invirtió completamente la posición reaccionaria, al afirmar una lectura irreductible a ella. Lo pudo hacer porque invirtió, a la vez, la visión «laica» de un Descartes racionalista. El pensamiento cartesiano encontraba su motivo fundante en la experiencia de la libertad, de la duda, cuyo objetivo era vencer la duda escéptico-libertina heredera del naturalismo renacentista y de su ateísmo10. El cartesianismo «combate a su adversario interno, el heredero de la herejía renacentista, el libertinismo; aunque ello lo lleve a una ausencia de comunicación y, en definitiva, después a un conflicto, con la primera forma de la filosofía de la Reforma católica, dirigida contra el adversario externo protestante, la Escolástica española»11. Se efectúa así una elección entre los dos momentos de la Reforma católica. «Si él eligió el referente francés fue porque...