Cerro | Elegir la excelencia en la gestión de un centro educativo | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 174, 132 Seiten

Reihe: Educación Hoy

Cerro Elegir la excelencia en la gestión de un centro educativo


1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-277-3040-3
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, Band 174, 132 Seiten

Reihe: Educación Hoy

ISBN: 978-84-277-3040-3
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Aborda la comprensión y mejora de los centros educativos, buscando la gestión excelente de los mismos. Promueve una organización participativa y ofrece pautas para concretar y analizar objetivos, valores, resultados, perfiles profesionales y claves de éxito. Señala que los resultados, tanto académicos como educativos, de integración de la comunidad educativa, de satisfacción del alumnado y de las familias, etc., serán el termómetro fiable de una gestión escolar que busca la excelencia.

Sebastián CERRO GUERRERO es educador y además ocupa puestos de responsabilidad en otras empresas. Dispone de una dilatada experiencia en la formación y asesoramiento de equipos directivos y profesores en numerosos centros educativos tanto del ámbito público como de iniciativa social.
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Presentación


Quién soy. Mi experiencia


He sido un trabajador «sin papeles» durante muchos años de estudiante, desde los catorce años. Afortunadamente, mi primer trabajo con contrato me situó en el equipo de dirección de un colegio concertado. Allí me enseñaron mucho durante ocho años para, posteriormente, pasar a desempeñar puestos de responsabilidad en otras organizaciones.

Gracias a mi experiencia profesional he adquirido una visión global de la empresa. Desde hace ocho años me dedico a formar y asesorar centros educativos, especialmente desde el punto de vista de la gestión; es decir, de la dirección.

Por este motivo, conozco la realidad de multitud de centros, prácticamente de todos los tipos y procedencia geográfica. La mayoría son centros concertados, aunque también he trabajado con algunos centros privados no concertados y otros públicos.

Algunos de esos colegios aspiran a formar la cabeza y la personalidad de buenos ciudadanos, y la mayoría pretenden dar también una formación espiritual a sus alumnos y familias. Casi todos adoptan el modelo de la coeducación y enseñanza mixta, pero algunos pocos han optado por el modelo diferenciado de educación.

En bastantes de esos colegios he acompañado al equipo directivo y a muchos profesores a realizar una autoevaluación de su centro educativo y a emprender planes para mejorar las deficiencias, encarar nuevos retos, solucionar problemas, diseñar y acometer planes estratégicos. En algunos casos, han conseguido éxitos sonados; en otros, experiencias útiles para mejorar; en muy pocos, fracasos rotundos, porque cuando un equipo de personas se esfuerzan en mejorar, sólo el intento ya supone un avance que vale la pena.

Algunos de los colegios en los que he prestado mis servicios han alcanzado importantes reconocimientos a su esfuerzo por mejorar, que les han otorgado el Club Gestión de Calidad, el Ministerio de Educación y Cultura del Gobierno de España u otros organismos evaluadores; otros han sido certificados en la norma internacional UNE EN ISO 9001.

Contenidos del libro


En estas páginas ofrezco la experiencia que he atesorado en mis visitas a esos colegios: ellos quizás —eso espero— valoran la ayuda que les presto pero el más beneficiado soy yo. De cada uno y de la reflexión sobre su realidad he aprendido todo lo que sé.

Vaya por delante que no pretendo dar lecciones de cómo se gestiona un colegio, aunque, como es lógico me han enseñado mucho y he sacado numerosas conclusiones que ahora pongo al alcance de quien las desee leer.

Pretendo —sin ideas preconcebidas, al menos conscientemente— transmitir lo que he comprobado que da buenos y malos resultados, por si sirve de ayuda a alguien. Es un libro con mis experiencias sobre dirección de un centro educativo. Por eso no es de extrañar la ausencia de citas de autores consagrados: no pretendo ni justificar lo que digo ni apoyarme en autores prestigiosos, sólo dar a conocer lo que a otros da muy buenos o pésimos resultados.

Me gustaría que se leyera sin estar mediatizado por ningún prejuicio. Los prejuicios no nos dejan ver la realidad tal cual es; tienden a justificar los malos resultados propios y atribuir al azar o a factores externos el éxito de los demás. Así se aprovechan estas páginas: mirando con ojos limpios la realidad, con afán de aprender.

Aunque he procurado organizar las ideas, algunas se repiten de diversos modos: pienso que esto no dificulta la comprensión del conjunto, más bien todo lo contrario: refuerzan la enseñanza aprendida. Estas páginas componen una visión común: la búsqueda de la excelencia en la gestión de un colegio.

A quién se dirige el libro


El libro lo escribo pensando en ayudar a todas las personas comprometidas ahora o en el futuro, en algún grado, con la dirección de un centro educativo; también, en lo que les afecta, para todos los profesores y personas de administración y servicios.

¿Quién está comprometido con la dirección de un Colegio? En primer lugar, los promotores de los centros educativos; de modo habitual ostentan la propiedad de los mismos. Adquieren distintos nombres: la Administración pública, los representantes de los socios (Consejo de Administración), la Entidad Titular y sus representantes, etc. A ellos corresponde en última instancia el éxito del Centro en su esfuerzo por alcanzar sus fines. Para conseguirlo disponen de la facultad de nombrar a los directivos y aprobar los presupuestos y las inversiones extraordinarias, etc.

A los equipos directivos les corresponden la gestión del día a día: la dirección ejecutiva ordinaria. En torno a esas pocas personas se organiza el resto de la estructura de un Colegio: coordinadores de etapas, directores de departamentos, orientadores, responsables de mantenimiento o secretaría, etc.

Como todos sabemos, el número de religiosos que trabajan en los centros oficialmente católicos apenas llega a cuatro o cinco por término medio. Se da la circunstancia de que la edad media de esas personas gira en torno a los 60 años; es decir, en los próximos años muchos seglares accederán a cargos directivos que ahora desempeñan religiosos o religiosas. Más del 95% de esos cargos los ocuparán personas que ahora se consideran profesores de «a pie» del Centro.

Quizás sea pretencioso pensar que quien lea este libro va a ser el mejor directivo —a cualquier nivel— de un Colegio, pero seguro que estas páginas le ayudan a defenderse con soltura en los temas importantes, mientras va adquiriendo su propia experiencia.

También me dirijo a los profesores que no tienen aspiraciones de ocupar cargos directivos. Sacar adelante un colegio es algo más que cumplir con clases y tutorías. Si se dispone de una visión global y se colabora con la dirección se está asegurando el futuro del puesto de trabajo y la satisfacción de trabajar a gusto.

Ya hemos dicho que la viabilidad futura de algunos centros está comprometida; incluso para algunos ya es tarde. Y ¿quién es el más interesado en que un centro salga adelante? Por supuesto que la dirección está implicada en que el barco no se hunda pero, si se hundiera, ¿quién perdería más: los propietarios o los empleados (profesores y no docentes)?

A la pregunta anterior alguien podría responder, con buena parte de razón: ninguno de los dos; serían las familias y los alumnos. Efectivamente, el derecho y el deber de educar a los hijos corresponde primariamente a los padres; los colegios colaboran. Aunque se acepta, esto no lo aplican así ni muchos padres, ni muchos colegios, ni muchos profesores y es un error de bulto. Cuando falta claridad en este enfoque —volveremos sobre el tema más adelante y con más profundidad— el igualitarismo amenaza la libertad de enseñanza. Cada familia tiene el derecho —así se lo reconoce la Constitución española (artículo 27) y la Declaración de Derechos Humanos— a una educación de acuerdo con sus principios y también para eso paga sus impuestos.

Por eso, quizás convendría que los padres preocupados con la educación de sus hijos invirtieran mayores esfuerzos en ellos a través de los órganos establecidos por la legislación: la Asociación que les representa (APA, AMPA, APYMA, etc.) y el Consejo Escolar.

¿Seguro que no se puede mejorar?


Seguro que sí. Cada uno —propietario o su representante, directivos de cualquier nivel, profesores, no docentes o padres— asume unas obligaciones con su Centro. Que nadie se escabulla con falaces argumentos; lo que no aporte cada uno de ellos no lo hará nadie o lo resolverán otras personas, quizás menos adecuadas, y hay mucho en juego: ideales, profesionalidad, la educación de los hijos, el puesto de trabajo.

Posiblemente algunos de los enfoques parecerán evidentes; otros, exagerados. Igual que los músculos del cuerpo humano si no se utilizan se agarrotan, se contraen y disminuyen muchas de sus propiedades así ocurre con las personas: todos tendemos a la ley del mínimo esfuerzo, especialmente cuando los resultados de ese esfuerzo se perciben a largo plazo.

En la enseñanza casi siempre se trabaja a largo plazo porque se trabaja con la inteligencia, la voluntad de las personas y el carácter, que funcionan de modo muy parecido a como lo hacen los músculos del cuerpo. Cuando no se fuerzan, cuando no se les exige, se anquilosan y son muy difíciles de recuperar. Ésta es una de las principales causas de tanto fracaso en la primera y principal escuela de los niños: la familia.

Me he encontrado muchas ocasiones en las que algunas de las exigencias contenidas en este libro les...



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