Corcoba Fernández / Martínez | Breve historia de las guerras de Estados Unidos | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 320 Seiten

Reihe: Breve historia

Corcoba Fernández / Martínez Breve historia de las guerras de Estados Unidos

Desde la guerra Hispano-Americana hasta el siglo XXI
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-1305-172-7
Verlag: Nowtilus
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

Desde la guerra Hispano-Americana hasta el siglo XXI

E-Book, Spanisch, 320 Seiten

Reihe: Breve historia

ISBN: 978-84-1305-172-7
Verlag: Nowtilus
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



Woodrow Wilson, Dwight David 'Ike' Eisenhower, Harry S. Truman, John F. Kennedy, Jimmy Carter, Ronald Reagan, George H. W. Bush, Bill Clinton, George W. Bush (hijo), Barak Obama, Donald Trump... son los principales protagonistas que han moldeado la historia de Estados Unidos a través de su política internacional. La política exterior de este país lo ha llevado a intervenir en diferentes conflictos, que a lo largo del siglo XX y principios del siglo XXI, han convertido a Estados Unidos en la primera potencia mundial. La Breve historia de las guerras de Estados Unidos adentra al lector en los enfrentamientos militares a los que se ha enfrentado Estados Unidos. Por medio de este recorrido histórico la obra de Corcoba Fernández y Martínez López repasará los distintos momentos y contiendas en los que se ha moldeado el poder estadounidense del último siglo. La Breve historia de las guerras de Estados Unidos es una rigurosa síntesis de los diferentes conflictos bélicos en los que Estados Unidos ha sido partícipe, muchos de los cuales han tenido notable influencia en el devenir de la historia mundial, como los acaecidos durante las dos Guerras Mundiales o durante la Guerra Fría, y más recientemente los de Oriente Próximo.

Óscar Corcoba Fernández, historiador especializado en historia militar contemporánea, ha publicado numerosos textos, artículos, monografía sobre conflictos y tecnología militar en la actualidad. En esta misma editorial es autor de Breve historia de las guerras en África y Tecnología militar. Jorge Martínez López es licenciado en geografía e historia especializado en Seguridad y Defensa, ha trabajado en los campos de la seguridad y la enseñanza y publicado artículos en diferentes medios sobre historia y mentalidad militares.

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La intervención de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial
La entrada en la guerra estuvo marcada por las dudas. Pese al hundimiento del mercante Gulflight en mayo de 1915, y a la semana siguiente el del transatlántico británico Lusitania, la opinión pública americana tardó en reconocer la necesidad de involucrarse. La acción diplomática contra Alemania a través de notas cada vez duras durante el resto de 1915 consiguió, al menos, que los transatlánticos fueran hundidos después de poner al pasaje a salvo, sobre todo porque los alemanes carecían de suficientes navíos para ganar la guerra submarina y el coste diplomático era demasiado elevado. El incremento del comercio con Europa y el bloqueo naval a Alemania fue respondido el 31 de enero de 1917 con el anuncio germano de que sus submarinos hundirían todos los barcos aliados y neutrales sin previo aviso. Wilson anunció la ruptura de relaciones diplomáticas sin saber que los británicos habían interceptado un telegrama del ministro alemán de Asuntos Exteriores Zimmermann a su embajador en México para que este país entrase en la guerra del lado alemán a cambio de ayuda financiera y la recuperación de los territorios de Texas, Nuevo México y Arizona. No sería hasta febrero cuando los británicos informasen al embajador estadounidense en Londres. LA MODERNIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS
Si la política exterior de Estados Unidos había cambiado, también debía hacerlo su modelo militar, pasando de un pensamiento estratégico basado en la seguridad interior y fronteriza a otro imperial tras la guerra hispano-norteamericana, la ocupación de Filipinas y las diversas intervenciones en el Caribe, México y la Rebelión Bóxer en China. La organización de expediciones a ultramar y la labor de policía internacional exigían cambios materiales, tácticos y de procedimientos. La reforma llevada a cabo por el Secretario de Guerra Root (1899-1904) comenzó estableciendo el Alto Estado Mayor para centralizar los distintos departamentos de la Secretaría. Después normalizó la Guardia Nacional conforme el sistema de instrucción, equipamiento y organización del ejército regular para que pudiese ponerse bajo mando federal. La enseñanza militar se enfocó hacia una mayor profesionalización y se fundó la Escuela de Guerra en 1903. La participación en la I Guerra Mundial desmontó esa estructura para volverla a rehacer. Los frentes estáticos, el empleo de nuevas armas, los millones de combatientes, ponían en evidencia lo escasamente preparado que estaba el ejército americano para el nuevo tipo de guerra en curso. En abril de 1917 llegaron a Washington dos delegaciones militares, la francesa presidida por el exprimer ministro Viviani y el Mariscal Joffre y la británica, con el Ministro de Asuntos Exteriores Lord Balfour y el General Bridges, para coordinar y asesorar la entrada en combate. El primer problema que se planteó es que no se habían reunido previamente ni llevaban un plan conjunto que presentar a los americanos. Además, en cada conversación bilateral, cada uno defendía sus intereses nacionales. Ninguno de los aliados creía que Estados Unidos fuese capaz de levantar, entrenar y equipar un numeroso ejército de forma rápida. Joffre propuso enviar a Francia una división para levantar su moral y resaltar la participación estadounidense. Francia se encargaría de su entrenamiento, pero Estados Unidos debería tener un ejército en Europa. El británico Bridges propuso la rápida movilización de 500.000 hombres y entrenarlos, equiparlos e incorporarlos al ejército británico. El presidente Wilson desestimó la propuesta británica por motivos políticos, pero aceptó la idea de Joffre. El Estado Mayor Central planificó el envío de una división de infantería compuesta por dos brigadas de dos regimientos cada una; consultados los franceses, la división pasó a tener cuatro regimientos, con 11.000 infantes y 6.000 soldados de otras especialidades. Como jefe se nombró al General Pershing con plenos poderes sobre las fuerzas americanas, y se eligió a las unidades que la formarían: los regimientos de Infantería 16º, 18º, 26º y 28º y el 6º de Artillería de Campaña. El 12 de junio salía hacia Francia con dos tercios de sus fuerzas completadas por soldados bisoños. Desde Saint Nazaire, la división atravesó Francia hasta Gondrecourt, en Lorena. Se tomó la decisión de situarla en la línea S. Mihiel-Belfort, que los franceses ya habían acondicionado para ello. En los tres meses siguientes llegaron tres nuevas divisiones desde Estados Unidos que completarían la American Expeditionary Force: la 2ª con una brigada de infantería y una de Marines, y dos divisiones de la Guardia Nacional, la 26ª de Nueva Inglaterra y la 42ª Arcoíris, compuesta por guardias de distintos estados. El entrenamiento en la guerra de trincheras lo proporcionaron los franceses, emparejando a la 1ª División con la experimentada 47ª División de Cazadores Alpinos. También se crearon centros de enseñanza sobre aspectos específicos: gases, morteros, granadas de mano…. Pero la visión estratégica de Pershing consideraba que los aliados estaban estancados en ese tipo de combate. Hasta octubre de 1917 no accedió a las primeras experiencias de combate, permitiendo que un batallón de cada regimiento pasase diez de días con una división francesa. Las ofensivas alemanas El estado mayor divisionario estadounidense, trasladado a Chaumont, consideró que la ofensiva de primavera alemana de 1918 se dirigiría sobre los franceses en el centro de la línea aliada. Saber cuándo se produciría y realizar operaciones de tanteo se convirtieron en algo esencial. La eliminación del saliente de Saint Mihiel fue la primera acción encomendada a los americanos. Los alemanes lo habían ocupado a finales de 1914, fortificándolo. Su reducción suponía adquirir una base para futuros avances, liberar una línea ferroviaria fundamental y servir de práctica para las cuatro divisiones americanas. La lenta recuperación francesa tras la desastrosa ofensiva en Nivelle en abril de 1917, seguida de los motines de los soldados franceses, implicaba pasar a la defensiva. Tampoco los británicos del general Haig habían salido bien parados tras su ofensiva en Passchendaele. Y en octubre, la paz pedida por el gobierno bolchevique a los Imperios Centrales supuso que estos trasladasen tropas al frente occidental e iniciasen la ofensiva en el frente italiano en el río Isonzo, que hizo retroceder a los italianos más de 120 km tras la derrota de Caporetto. Los imperios habían pasado de tener tres frentes a tener uno solo, aunque sus reservas estaban al borde del colapso. Mientras Francia y Gran Bretaña poseían experiencia y medios, pero carecían de hombres, el ejército americano estaba en la situación contraria. Los alemanes tenían claro que su victoria dependía de las ofensivas de primavera. El empleo de nuevas tácticas de artillería y la infiltración de infantería en las líneas aliadas tenían que adelantarse al esfuerzo bélico de Estados Unidos. La ofensiva alemana de marzo en el Somme contra los británicos fue un éxito táctico, pero estratégicamente no consiguió nada: ni destruyó al enemigo ni lo separó de los franceses, que prefirieron enviar a sus divisiones mientras los americanos las sustituían en sus frentes más tranquilos y se enviaba a los ingenieros americanos con los británicos. La ofensiva alemana de abril sobre la línea británica del rio Lys, al norte del saliente de Amiens, tampoco fue un éxito estratégico. Pero los americanos tuvieron sus primeros combates locales. La 26ª División, en el sector de S. Mihiel, se encontró con un ataque alemán sobre el pueblo de Seicheprey, que supuso la pérdida de 750 hombres entre muertos y prisioneros. Pershing estaba indignado por el descrédito producido. Mientras, la 1ª División se desplaza hacia el norte, al sector de Montdidier, frente a la línea alemana de Amiens, con el objetivo de reforzar la línea del Lys. Su nuevo jefe, el general Bullard, presionaba a sus superiores franceses para pasar a la ofensiva, y consiguió que se le encomendase la conquista del pueblo de Cantigny, en la punta del saliente de Amiens, pese a los dos fracasos previos franceses. Tras el fuego de cobertura franco-americano, el 28º de infantería lo tomó, pero los contraataques alemanes solo pudieron ser repelidos por la artillería americana, pues la francesa se encaminó a frenar otro ataque alemán. Esta vez, los americanos demostraron su capacidad. Entre mayo y julio, los alemanes lanzaron su tercera y cuarta ofensivas en el sector de Chemin-des-Dames, al noreste de Paris, haciendo retroceder a los franceses hasta el río Aisne el día 27, y cruzando el Vesle el 28 en dirección al Marne, a 100 km de la capital. La 2ª División americana fue colocada a lo largo de la carretera París-Metz, en el sector oeste de Château-Thierry. Los Marines se situaron al oeste de la disposición y la brigada de infantería al este, mientras los franceses se retiraban. Los alemanes presionaron sobre el bosque de Belleau. Siendo frenados, se ordenó a la 2ª División tomar el bosque y las poblaciones de Bouresches y Vaux. Desde el 6 de junio hasta el 6 de julio se desarrolló la batalla de Belleau, donde los Marines destacaron de tal forma que el bosque fue rebautizado como Bosque de los Marines. El 17 de junio los Marines tomaron Bouresches y limpiaron el bosque. El 1 de julio, la infantería capturó Vaux. Todo...



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