E-Book, Spanisch, 168 Seiten
Reihe: Proyecto Noria
de Puig i Olivé ¡Vamos a pensar!
1. Auflage 2020
ISBN: 978-84-9921-727-7
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Con niños y niñas de 2-3 años. Guía educativa
E-Book, Spanisch, 168 Seiten
Reihe: Proyecto Noria
ISBN: 978-84-9921-727-7
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Creadora del proyecto Noria junto a Angélica Sátiro, es licenciada en Filosofía y Filología catalana. Fue cofundadora del Grup IREF (Innovación e investigación en la enseñanza de la filosofía) que adaptó y divulgó en catalán los libros del proyecto internacional Philosophy for children del filósofo Mathew Lipman. Actualmente es la directora del Grup IREF y la coordinadora del Máster en Filosofía 3/18 de la Universitat de Girona.
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Introducción
Si miramos la historia de la niñez nos damos cuenta de que hasta hace muy poco –y puede que aún sea así en algunos lugares del mundo–, los niños eran considerados seres irracionales, egocéntricos y amorales, y se decía que su pensamiento era limitado, irreflexivo y concreto.
Esta concepción choca totalmente con lo que establece actualmente la psicología cognitiva y la neurología. Los niños y las niñas, los bebés, no son adultos en potencia, ni adultos deficientes o primitivos. Son diferentes a nosotros, pero no son aspirantes a algo. La infancia no es un estado que deba superarse. Aquello específico de la infancia es el desarrollo, el cambio, y son características de esta la fragilidad y la dependencia.
Alison Gopnik, en el libro , tiene un capítulo titulado «¿Cómo ser un bebé?». Simplificando mucho, lo compara a lo que sería para un adulto un viaje a un país donde no reconoce casi nada y en el cual tiene que adaptarse a partir de lo que sabe o de aquello que ve. Si alguien va al corazón de la China o de la India solo, tiene ante sus ojos una gran cantidad de información que debe codificar. No entiende la lengua ni las expresiones de los rostros, ni reconoce gustos ni olores, ni siquiera las miradas… Cuando viajamos, de alguna manera volvemos a la infancia, porque debemos descifrar un mundo desconocido y nos situamos en la posición de exploradores.
Afortunadamente, disponemos de bibliografía abundante que nos permite determinar cómo aprenden los niños ya desde muy pequeños. Ahora sabemos, por ejemplo, lo que sucede durante los primeros años de vida de una criatura, desde el nacimiento hasta los tres años de edad, y que ejerce una enorme influencia en la forma en que se desarrolla después de la infancia y la adolescencia: la higiene, la nutrición, pero también el afecto, el estímulo y el entorno vital. Tal y como explicaba hace unos años Fulghum: «Todo lo que sé lo aprendí en el parvulario».1
El objetivo de este material en manos de las educadoras de las escuelas infantiles es sistematizar algunas actividades para el aula dándoles una coherencia pedagógica y una consistencia educativa. Se trata, pues, de convertir en un tema de conversación regular y habitual con los niños algunas actividades que les ayuden a ordenar y a estructurar habilidades cognitivas que les preparen para acceder con más bagaje a la segunda etapa de la educación infantil. Creemos que existen tres grandes ejes sobre los cuales se puede incidir:
•Potenciar la oralidad. Que los niños y niñas empiecen a describir y a narrar, a explicar las propias experiencias y sentimientos con la ayuda de gestos, entonación, etc.
•Prepararlos metodológica y formalmente para poder crear una comunidad de investigación: sentarse en círculo, hablar por turnos, escuchar, seguir un hilo temático, etc.
•Introducir sutilmente, a través de actividades lúdicas (juegos, cuentos y pinturas), las habilidades que tanto necesitarán más adelante en su vida escolar e intelectual: observación, clasificación, precisión conceptual, búsqueda de alternativas, etc.
No se trata solo de conducirlos, sino de enseñarles a conducirse. La autoridad o el control autoritario no sirven para eliminar progresivamente el egocentrismo infantil. La autoridad del adulto produce tanto respeto al niño que le impide la crítica, y por lo tanto, impide que surja la razonabilidad y la moralidad. Solo la cooperación entre iguales lleva a la autonomía lógica y moral.
El programa que os proponemos proviene del sustrato pedagógico y metodológico del Proyecto Noria, que forma parte del movimiento internacional Philosophy for Children, iniciado por M. Lipman y A. M. Sharp en los años setenta del siglo XX e introducido en Cataluña por el GrupIREF.2
El cerebro infantil
Cada vez sabemos más sobre el cerebro y especialmente sobre el cerebro infantil, ya que la neurociencia evolutiva nos aporta muchas pruebas de su funcionamiento gracias a nuevas y sofisticadas herramientas. Estos descubrimientos nos dicen mucho sobre cómo funciona y evoluciona el cerebro y, por lo tanto, nos orientan sobre cómo hay que tratar a los niños con el fin de potenciar sus capacidades. Gracias a la diversidad de experiencias los niños y niñas van configurando la corteza cerebral, y el cerebro se va especializando.
El cerebro de los niños es una increíble máquina de aprender.
Los neonatos distinguen todos los sonidos de todas las lenguas del mundo, pero al final del primer año solo distinguen los sonidos que han oído en las conversaciones de las personas que los rodean. Por ello si exponemos a los niños a un entorno lingüísticamente rico desarrollan más competencias lingüísticas que si se encuentran inmersos en una sola lengua. El o tiene efectos beneficiosos en las estructuras cerebrales y hasta puede favorecer a mejorar otros aspectos del desarrollo cognitivo. Y esta constatación es solo un ejemplo de las capacidades de los más pequeños. Aun así quedan todavía preguntas sin respuesta.
Ciertamente la genética tiene un papel importante en el aprendizaje, pero gracias a una enseñanza adecuada, planificada y regulable se pueden solucionar ciertas deficiencias o carencias.
Se sabe que los niños tienen más neuronas y más conexiones que los adultos. Un niño de 18 meses tiene el cerebro en plena ebullición, aprende unas 10 palabras nuevas cada día. Y hasta los tres años se producen más circuitos nuevos de los que mueren. Más adelante, el nacimiento y la muerte de los circuitos se equilibran y a partir de los 10 años se eliminan más de los que se crean.
En la etapa que nos ocupa el niño va afinando sus sentidos y necesita explorar su entorno. Gracias a los sentidos va asimilando información sobre el mundo natural y el social. Aprende a distinguir frío y calor, blando y duro, puede distinguir colores y formas, y también afecto, simpatía o temor.
A los dos años los niños adquieren mucha autonomía motora y desarrollan su personalidad afirmando su «yo». A veces esta afirmación se hace en «contra» de los otros usando el como palabra preferida y reclamando atención a base de rabietas ya sea porque no saben expresar lo que les pasa o porque han notado que un comportamiento violento da buen resultado.
Desde el punto de vista cognitivo tienen una curiosidad insaciable y, por tanto, analizan, comparan, clasifican y establecen relaciones. Poco a poco su atención se hace más constante. Pueden hacer y responder preguntas, mantener una conversación aunque con un lenguaje precario y comprenden las órdenes sencillas.
Por todo ello la escuela infantil es tan importante, y no nos podemos quedar en la idea de beneficencia o guardería como a veces se la ha visto y calificado, sino que debe ser una etapa de plena educación y de la buena. Cuando la estimulación es pobre los circuitos se consolidan y funcionan «al ralentí».
Los primeros años en la escuela infantil
La infancia es el periodo de desarrollo que se caracteriza por la dependencia de los adultos. A causa de su fragilidad e indefensión, los bebés humanos necesitan un periodo de aprendizaje más largo que el de otras especies, como muestran todos los experimentos que se han hecho relacionando bebés humanos y chimpancés, por ejemplo.
Dada esta necesidad de apoyo de las crías humanas, la educación infantil es una etapa educativa de gran importancia para asegurar el pleno desarrollo del niño. En esta etapa los pequeños desarrollan las capacidades que les posibilitarán conocer, interpretar y posicionarse en el entorno; es la etapa ideal para adquirir instrumentos de aprendizaje y un grado de autonomía que les permita formar parte de la sociedad.
Aprender entre los dos y tres años significa construir significados de la realidad física y social que rodea al niño y la escuela infantil debe ser un espacio para la adquisición de conocimientos, la experimentación de vivencias emocionales y la educación en valores éticos y democráticos.
En esta etapa se habla de desarrollar capacidades. Las capacidades son las habilidades o aptitudes que hacen posible la realización de tareas, ejercicios y actividades. Las capacidades son las que finalmente deben permitir que los niños sean competentes cuando su madurez lo permita.
La socialización es una de las tareas fundamentales de la educación infantil, y significa la integración del niño en la sociedad, que se hace, evidentemente, a partir del autoconocimiento y de la interrelación con el mundo social y natural.
Como bien sabemos la institución responsable del niño es la familia, pero la escuela puede potenciar su desarrollo y aprendizaje, ofreciéndole modelos de actitudes –el respeto al respeto y la aceptación de las diferencias individuales, así como de la diversidad sociocultural– que le servirán de referencia.
Las áreas de conocimiento y experiencia
En el primer tramo de la educación infantil se presentan tres áreas de conocimiento y experiencia:
1. El área del conocimiento de uno mismo y de los demás
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