García Gual / Zafra / Hernández de la Fuente | De Prometeo a Frankenstein | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 210 Seiten

García Gual / Zafra / Hernández de la Fuente De Prometeo a Frankenstein

Autómatas, ciborgs y otras criaturas más que humanas
1. Auflage 2015
ISBN: 978-84-15415-26-8
Verlag: Ediciones Evohé
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

Autómatas, ciborgs y otras criaturas más que humanas

E-Book, Spanisch, 210 Seiten

ISBN: 978-84-15415-26-8
Verlag: Ediciones Evohé
Format: EPUB
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¿Por qué la figura de Prometeo es tan importante y simbólica en la historia de la cultura? ¿Qué tienen en común el Prometeo de Hesíodo y Platón con las recreaciones de Goethe y Fritz Lang, con el Frankenstein de Mary Shelley o el Prometheus de Ridley Scott? La potencia poética y hermeneútica del mito de Prometeo no admite discusión, pues se relaciona con varios aspectos clave como son la idea de progreso y la aparición de la primera mujer o de la religión, en relatos míticos susceptibles de muchas interpretaciones. El propio origen de la humanidad y su idiosincrasia se deben a este célebre titán filántropo, que ha permanecido en la memoria colectiva y se ha desarrollado como ideal filosófico, político o científico. En este libro se dan cuenta de estos y otros Prometeos, de los del mito y de los de la literatura, el arte y el pensamiento. De Prometeo a Frankenstein reúne sugerentes textos sobre los ecos antiguos y modernos del mito de Prometeo en una obra colectiva indispensable para los amantes de la mitología y su recepción.

¿Por qué la figura de Prometeo es tan importante y simbólica en la historia de la cultura? ¿Qué tienen en común el Prometeo de Hesíodo y Platón con las recreaciones de Goethe y Fritz Lang, con el Frankenstein de Mary Shelley o el Prometheus de Ridley Scott? La potencia poética y hermeneútica del mito de Prometeo no admite discusión, pues se relaciona con varios aspectos clave como son la idea de progreso y la aparición de la primera mujer o de la religión, en relatos míticos susceptibles de muchas interpretaciones. El propio origen de la humanidad y su idiosincrasia se deben a este célebre titán filántropo, que ha permanecido en la memoria colectiva y se ha desarrollado como ideal filosófico, político o científico. En este libro se dan cuenta de estos y otros Prometeos, de los del mito y de los de la literatura, el arte y el pensamiento. De Prometeo a Frankenstein reúne sugerentes textos sobre los ecos antiguos y modernos del mito de Prometeo en una obra colectiva indispensable para los amantes de la mitología y su recepción..
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PRÓLOGO.

PROMETEO. EL NÚCLEO DEL MITO

En las historias en torno al titán Prometeo se encuentra, por así decir, el núcleo de los mitos sobre la humanidad y su aparición, por lo que su importancia es crucial no solo en la antigua mitología griega, sino también en su enorme y variada recepción. En concreto, se relaciona al próvido Prometeo con varios aspectos fundamentales para la civilización, como es el fuego del progreso, la aparición de la primera mujer y el culto a los dioses a través de la religión, en mitos susceptibles de muchas interpretaciones. El mito de Prometeo es uno de esos mitos fundamentales que explican aspectos básicos de la cultura, los grandes eventos que han marcado la historia del mundo y de la humanidad y demuestra, como tantos de estos mitos fundacionales, que si las cosas son así hoy día es porque un personaje mítico las dispuso de tal manera. Por eso son tan relevantes sus postrimerías modernas como su situación enmarcado en el antiguo sistema del pensamiento mítico.

Ya en la antigüedad su ciclo recibió tratamientos muy diversos en las obras literarias que transmiten los tres grandes relatos del mito de Prometeo en la literatura griega: los Trabajos y días de Hesíodo en el s.VIII a.C., la tragedia Prometeo encadenado de Esquilo (hacia el 560 a.C.) y el diálogo Protágoras de Platón (hacia el 385 a.C.). Cada uno narra de forma diferente la leyenda de Prometeo y su personaje se configura ora como bribón que recibe su merecido, ora como rebelde y libertador de la humanidad. En todo caso, su importancia para los hombres es notoria: es el dios-titán filántropo. En versiones tardías (notablemente las que transmiten Esopo u Ovidio) se explica este amor de Prometeo por los humanos: él sería quien habría modelado a la raza humana a partir de un puñado de barro.

De las muchas versiones, es el poeta beocio Hesíodo quien nos da un relato más completo acerca de los mitos de Prometeo: pero también es el más negativo. No obstante, hay que considerar que se enmarca en una reflexión sobre el origen del mal y sobre la decadencia de las razas humanas. El Prometeo de Hesíodo, épico didáctico de los orígenes, es un personaje rebelde y osado que contribuye a la pérdida del estado de gracia de la humanidad, a la desconfianza entre dioses y hombres, cuya relación desde entonces abundará en suspicacias. Marcado por el mal, el trabajo y las guerras (mito de Pandora) y por la decadencia progresiva (mito de las edades), el ciclo mítico de Prometeo contribuye, sin embargo, a cuatro grandes momentos de la humanidad: el pacto religioso con los dioses; el descubrimiento del fuego; la invención del trabajo; y la fabricación de la primera mujer.

Una visión más positiva del mito se encuentra en Esquilo, para quien Prometeo es un rebelde filántropo. Su reflexión es más política, en el marco de la mentalidad ateniense contemporánea al autor. Prometeo se rebela contra el despotismo del tirano Zeus, y aparece orgulloso de sufrir por haber beneficiado a los humanos y por ser en, cierto modo, su padre y protector. Así se dice en la tragedia de Esquilo Prometeo encadenado: «En una palabra, lo sabrás todo de una vez: todos los mortales provienen de Prometeo».

Algo más tarde, y en la misma Atenas, el pensador Platón relata otra vez el mito de Prometeo con gran interés desde el punto de vista político y filosófico. Aquí Zeus les encomienda a Prometeo y Epimeteo una difícil misión, llena de responsabilidad: repartir entre todos los seres de la creación las distintas cualidades y virtudes con vistas a su supervivencia en el medio natural. Se acaba de culminar toda la creación de seres vivos, incluidos los humanos —acaso Zeus actúa aquí como divinidad todopoderosa—, pero los seres están todavía desprovistos de sus características propias, desnudos ante la feroz naturaleza. Epimeteo, el hermano torpe de Prometeo, le ruega a este que le deje hacer solo el reparto a las criaturas de armas para la lucha por la vida. Como es natural, el hombre queda sin nada, el más desnudo de entre los seres vivos. Prometeo le ayudará una vez más, como salvador de la humanidad. Y lo hará robando el fuego, en el esquema mítico que se ha hecho más conocido. Luego se repartirán entre los hombres las virtudes políticas, la justicia y el respeto, que posibilitarán la convivencia y la supervivencia de la comunidad humana.

Para la tradición antigua, de la que da fe Hesíodo, Prometeo es un trickster que intenta engañar a Zeus y resulta castigado por el dios omnisciente. A la hora de establecer las porciones que pertenecían a los hombres y a los dioses en el sacrificio de un buey y, por tanto, de fundar sus relaciones a través de la religión, Prometeo se encargó de hacer la distribución y dejó elegir a Zeus la porción inútil, adornada brillantemente. Zeus, aunque desde el principio conocía la treta de Prometeo, eligió la parte mala. Desde entonces los hombres pueden conservar la carne del sacrificio para alimentarse, pero Zeus les privó de su rayo, que les proporcionaba el fuego y, por tanto, del progreso. Entonces Prometeo, siempre dispuesto a interceder por los mortales, robó el fuego divino y lo escondió en el interior de una caña para llevárselo secretamente a los hombres, descubriendo así el conocimiento para los humanos. Como castigo, Zeus lo ató a una columna o una roca en el Cáucaso y envió a un águila para que le devorase lentamente el hígado por el día, que luego volvía a crecer por sí solo a la noche.

Pero tras el robo del fuego y el castigo de Prometeo, Zeus envió a los hombres aún otra venganza, como canta Hesíodo en Trabajos y días: «como precio por el fuego les daré un mal del que todos gozarán en su ánimo, aunque estén abrazando su propia perdición». Y así fue como se produjo la creación de la mujer, Pandora y, aunque Prometeo había advertido a su hermano Epimeteo que se cuidara mucho de los regalos envenenados de Zeus, que estaba enojado con la raza humana por el asunto del fuego y el sacrificio, este hermano «que piensa después» (Epimetheus) no supo resistirse a la primera mujer, un «regalo de todos» (Pan-doron) los dioses, que pusieron cada cual un don en ella.

Pero aún hay otro mito de creación del hombre en el que Prometeo y su estirpe toman parte: el mito del diluvio. En él está presente el titán, de nuevo relacionado con un momento fundacional para la humanidad, a través de dos de sus descendientes, Deucalión y Pirra y del mito del diluvio universal. Zeus estaba enojado al contemplar el estado de los asuntos humanos sobre la tierra, pues la relación del dios padre con los hombres fue en el principio muy problemática y los dioses temían el poder creciente de los hombres. Así, Zeus anunció al consejo de los dioses su intención de asolar la tierra y crear una nueva raza, más piadosa con los dioses. Zeus derramó torrentes de lluvia desde las nubes y, asistido por su hermano Poseidón, anegó todo el mundo desviando los ríos de sus cursos y elevando los mares. Solo una montaña quedó visible sobre la gran inundación que provocó el diluvio: el Parnaso. Allí, un hombre justo, Deucalión, y su mujer Pirra, descendientes de Epimeteo y Pandora, sobrevivieron para restaurar más tarde la humanidad.

Siempre está Prometeo relacionado con el origen de los hombres. Según una tradición tardía Prometeo se perfila como el creador del hombre y de la mujer, pues habría modelado a uno y otra a partir de un puñado de barro. Cuenta la crónica de viaje del escritor griego Pausanias, que en una aldea se podían ver aún los pedazos de arcilla sobrantes que Prometeo dejó tras su labor. Y el fabulista Esopo recogió también esta leyenda en una simpática versión moralizante: «Prometeo, por órdenes de Zeus, modeló a los hombres y a las bestias. Pero Zeus, como viera que los animales, privados de razón, eran mucho más numerosos, le ordenó que hiciera desaparecer a algunas de las bestias y las volviera a modelar como humanos. Y este cumplió el mandado, y de ello resulta que los que fueron hechos a partir de aquellas, son humanos en cuanto a la forma, pero animales en cuanto al alma. La fábula se aplica a los hombres torpes y bestiales».

Como puede verse, la potencia poética y hermeneútica del mito no admite discusión. Desde sus orígenes ha simbolizado el poder de lo humano para elevarse de la miseria de su condición y alcanzar la de la deidad. Ha sido en la literatura más popular el gran mito de la modernidad e incluso de una ilustración basada en el atrevimiento. «Prometeico» se ha convertido ya en un calificativo tópico para todo proyecto innovador. Solo con la crisis de los grandes relatos —el del progreso en primer lugar— lo prometeico ha perdido el aura política y moral que en otro tiempo tuvo. De ahí el título De Prometeo a Frankenstein, pues el relato de Mary Shelley se subtitula precisamente El moderno Prometeo y, como ella sentencia proféticamente, su criatura será un ser independiente, ilimitadamente deseante y demandante, que arrastrará al autor y su entorno a la desgracia sin fin. Los modernos prometeos son creadores en el sentido divino del término: dan origen a creaturas que no existían. Mas, como les ocurre a los dioses, sus creaturas-criaturas...



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