E-Book, Spanisch, Band 119, 288 Seiten
Reihe: Educación Hoy
Gómez / Mir / Serrats Propuestas de intervención en el aula
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-277-3012-0
Verlag: Narcea Ediciones
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Técnicas para lograr un clima favorable en la clase
E-Book, Spanisch, Band 119, 288 Seiten
Reihe: Educación Hoy
ISBN: 978-84-277-3012-0
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Mª TERESA GÓMEZ MASDEVALL. Licenciada en Pedagogía, profesora de Educación Infantil y Primaria, es actualmente psicóloga de un Equipo de Asesoramiento Psicopedagógico dependiente de la Generalitat de Catalunya. VICTORIA MIR. Licenciada en Pedagogía. Ha sido profesora de Educación Primaria en un Colegio Público de Girona y Directora de la Escuela de Monitores y Directores de Colonias y Clubs de Tiempo Libre de Girona. Mª GRACIA SERRATS. Licenciada en Psicología, es profesora de Educación Primaria en un Colegio Público de Girona.
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1. Dimensiones de la disciplina
Disciplina etimológicamente proviene de la misma raíz que discípulo y discente. Su significado connotaba la relación existente entre el maestro, la enseñanza, la educación y el propio discípulo.
En la época clásica de la latinidad, expresaba la idea de aprender e instruirse, así como las de ejemplo, educación, instrucción y enseñanza.
Vino después a significar también las materias objeto de estudio, es decir, equivalía a una asignatura.
Más tarde sirvió para designar métodos de enseñanza y aun sistemas filosóficos, incluyendo conceptos como disciplina o dominio de sí mismo, igual a educación asimilada; disciplina o mantenimiento del orden; disciplina o castigo, etc... podría decirse que en el nombre de disciplina se incluye todo lo requerido para aprender.
Así la palabra disciplina aplicada al sistema de normas por el que se rige el gobierno de una comunidad y la obediencia más o menos voluntaria a esas normas configuró varios significados: hasta hoy se ha hablado de disciplina de partido, disciplina militar, disciplina eclesiástica... Para designar las formas de conducta y el estilo de vida consiguientes al cumplimiento de unas determinadas normas; y por extensión se ha podido hablar de disciplina escolar cuando se refería a las peculiares relaciones que en orden a la educación se establecen entre los elementos personales (docentes y discentes) de una institución educativa.
A través del tiempo se ha ido perfilando, dibujando y difuminando el concepto de disciplina. Con un único objetivo referencial y para solaz de estudiosos, hemos ido espigando desde principios de nuestro siglo, diversas puntualizaciones al respecto.
La disciplina como parte de la educación para el autogobierno
Según Compayré, disciplina es la parte de la educación que asegura el trabajo de los discípulos al mantener el orden en la clase y al mismo tiempo previene o reprime los extravíos de conducta y procura formar voluntades rectas y caracteres enérgicos capaces de bastarse a sí mismos. Tiene, pues, el doble fin de establecer el gobierno presente de la clase y de enseñar a los discípulos a gobernarse a sí mismos cuando se sustraigan a la tutela del maestro.
Los medios disciplinarios son tan variados como los instintos de la naturaleza humana. Los niños pueden ser conducidos por móviles muy diferentes que podemos resumir en cuatro grupos principales:
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Los sentimientos personales (miedo, placer, amor propio...).
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Los sentimientos afectuosos (amor a los padres, cariño al maestro...).
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La idea del deber.
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Interés reflexivo (el castigo, la recompensa...).
El ideal sería, sin duda, que el niño conociendo su interés y deber, trabajase y obedeciese por un acto de libre voluntad, pero la naturaleza no se presta a este régimen puro del que no es capaz siquiera el hombre adulto que necesita estímulos (emulación, placer, temor saludable de las leyes...).
Los mejores medios disciplinarios son los que interesan a la vez al mayor número de sentimientos y se apoyan en más ideas. No habría nada peor que un sistema que sólo atendiese a desarrollar exclusivamente el miedo o el amor propio.
Compayré resumía en tres puntos el aprendizaje de la disciplina:
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Enseñanza por el corazón. La práctica de la disciplina se basa en la sensibilidad. El sentimiento, cualquiera que sea, el afecto a la familia, a los amigos, a los conciudadanos, noble emoción del alma por el bien es la fuente fecunda de virtud... se gana tratando de tocarle el corazón, de darle amor y por decirlo así, la emoción del bien y el entusiasmo por lo mejor.
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Enseñanza por la reflexión. Por persuadidos que estemos de las prerrogativas del corazón, no pensemos en despreciar la influencia de la inteligencia. La disciplina es cuestión de juicio tanto como de sentimiento. Hay que empezar por conocer dónde está el deber, saber en qué consiste, qué razones nos obligan a él, qué consecuencias produce. Debemos dirigirnos a la reflexión tanto, si no más, que al sentimiento.
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Educación por la práctica. La aplicación inteligente de la disciplina escolar consiste en dejar y decir, a reserva de hacer notar enseguida a los discípulos sus errores o malas acciones. Les inspirará horror a la delación, al disimulo, a la hipocresía; se pondrá por encima de todo la franqueza y la rectitud y para esto no desanimará jamás a los niños en en sus dichos espontáneos, en sus reclamaciones y en sus peticiones.
La disciplina como factor de seguridad
La disciplina es necesaria para ejercitar al niño en la represión de sus demandas excesivas, para ayudarle a dejar atrás otros sistemas de comportamiento inmaduros y para canalizar sus energías por vías aceptables. Toda disciplina implica restricción y es necesaria en cuanto la enseñanza no resulta por sí misma suficiente.
La firme autoridad, razonable y bondadosa, proporciona al niño un sentido de seguridad. A medida que crece, necesita aumentar su libertad y autonomía, pero éstas estarán limitadas por la aptitud que tenga para razonar y asumir responsabilidades. El niño educado sin disciplina se muestra inseguro, indeciso y vacilante para saber lo que se espera de él. El hecho de darle libertad ilimitada no le hace independiente. Incluso el niño de un año precisa de disciplina.
Es preciso enseñarle que la vida es mucho más agradable si hay buen comportamiento. Padres y maestros debemos ser consecuentes en el plano disciplinario. Las faltas menos importantes pueden pasarse por alto o simplemente expresar desaprobación. Las importantes no se pueden dejar jamás sin castigo, siempre que él comprenda que su conducta no es aceptable.
Los métodos más eficaces de castigo a partir del segundo y tercer año son la reprimenda, el aislamiento o la privación de algo que le guste. Debemos tener muy presente que el castigo no puede ser prolongado, dado que suscita resentimiento en el pequeño, le vuelve vengativo y hace que comience a planificar la forma de vencer a la autoridad. En todas las formas de castigo es importante la reintegración inmediata del niño a la familia o a su profesor. Hemos de darle la seguridad de que es querido, de que es digno y que con un poco de esfuerzo por su parte, el castigo no será necesario.
La disciplina como aprendizaje
Disciplina es el entrenamiento necesario para desarrollar un autocontrol suficiente a fin de obtener una conducta ordenada (Tanner, 1980).
Si analizamos los términos que constituyen esa definición vemos cuatro aspectos interesantes: el término entrenamiento, el propio término disciplina como resultado del entrenamiento, en el supuesto de que éste se realice aceptando un cierto tipo de autoridad o control y finalmente, que la negación de esta autoridad o incontrol implique algún tipo de tratamiento que corrija o castigue.
Aplicando esta definición a la escuela, se buscaría la aceptación de la autoridad como primer valor, puesto que es una institución que tiene como finalidad el desarrollo global del individuo y la adquisición, por su parte, de destrezas intelectuales y sociales necesarias.
La disciplina como equilibrio entre poder y autoridad
La disciplina consiste en el control del alumno por medio de la mezcla equilibrada de poder personal que emana naturalmente del individuo y de las destrezas específicas, y de la autoridad que se deriva del status del maestro y de las normas vigentes en el colegio y en la clase (Cohen y Manion, 1977).
La clase constituye un contexto social particular, donde el poder del profesor se compone de cuatro elementos que funcionan por separado o confluyendo. Estos elementos son:
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El carisma o capacidad de atraer o influir en los demás mediante la propia personalidad, que no excluye un cierto grado de seducción.
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El poder intelectual o el conocimiento o dominio de una materia determinada.
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Los recursos implícitos al propio poder o la capacidad para organizar todos los aspectos de las actividades de los alumnos.
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El dominio o la capacidad de obtener control sobre una situación.
En todos los casos la autoridad del maestro deriva no sólo de su papel tradicional de dar instrucción, sino también del sistema de reglas que funcionan en la escuela y en la clase en particular.
La disciplina como liberación individual dentro de las instituciones establecidas
La disciplina consiste en un grupo de estrategias educativas diseñadas para liberar al individuo del conflicto institucional que la sociedad le obliga a vivir, y a protegerlo de la subordinación a los roles sociales preestablecidos, tendiendo a identificar y cambiar las peculiaridades de la escuela dentro del sistema social (Bruce, 1975).
Desde esta perspectiva, las soluciones al problema de indisciplina se han de programar para liberar del conflicto subyacente a esa respuesta indisciplinada en el aula. Los tipos de conflictos procedentes de la situación institución versus individuo se insertan en tres categorías:
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La asistencia a clase.
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La relación con los compañeros.
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La...