E-Book, Spanisch, 254 Seiten
Hargreaves / Shirley Bienestar en la escuela
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-19287-65-6
Verlag: Ediciones Morata
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 254 Seiten
Reihe: Coedición Ministerio de Educación
ISBN: 978-84-19287-65-6
Verlag: Ediciones Morata
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Incluso ya desde antes de la pandemia covid-19, el bienestar de los estudiantes era algo que preocupaba cada vez más a los educadores, pues era imposible ignorar por más tiempo los problemas relacionados con la salud mental, las crisis mundiales y las redes sociales. Pero ¿qué es exactamente el bienestar? ¿Cómo se ve, por qué es tan importante y qué pueden hacer los sistemas escolares para promoverlo? ¿Cómo se relaciona con el rendimiento estudiantil y el aprendizaje social y emocional? Andy Hargreaves y Dennis Shirley, expertos en educación de prestigio mundial, responden a estas preguntas y a muchas más. Para ello nos muestran los resultados de las investigaciones más importantes relacionadas con el bienestar y profundizan en las ideas que estas subyacen. Incluyen también ejemplos de políticas educativas y cómo se han implementado en todo el mundo. Los autores defienden el hecho de anteponer el bienestar a otras prioridades, como las clasificaciones de las evaluaciones internacionales, y nos explican que las tres fuerzas más poderosas que pueden aprovechar los educadores para establecer políticas y prácticas de bienestar efectivas son: la necesidad de una prosperidad para todos, la ética en el uso de tecnología, y el carácter restaurativo de la naturaleza. Esta obra es inspiradora, reflexiva y provocadora, pues nos aporta la esperanza que necesitamos en esta época actual de desafíos sin precedentes. Mirando dentro y más allá del aula, nos traza un camino hacia un objetivo elevado pero alcanzable: mejorar el bienestar no solo para los estudiantes sino también para la sociedad en su conjunto.
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1 El bienestar: ¿Qué es? ¿Por qué importa? Antes de 2020, si preguntaban a alguien lo primero que le venía a la mente al mencionar “the Who”, seguramente habría pensado en la banda de rock británica del mismo nombre, ya algo pasada de moda. Pero otro WHO (the World Health Organization, la Organización Mundial para la Salud, OMS) se convirtió en referencia al lidiar con la pandemia de la COVID-19. La OMS fue creada por las Naciones Unidas en 1947 para ser la organización a cargo de los problemas sanitarios a nivel global. Su constitución define la salud como “un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solo como la ausencia de enfermedad o discapacidad” (cursiva añadida)1. La OMS creó nuevas profesiones como el trabajo psiquiátrico social y la psicología escolar. Después de la segunda guerra mundial, puso el bienestar en el escenario mundial, al mismo nivel que la productividad económica, la paz y la seguridad mundial. El bienestar es importante en todas las etapas de la vida, pero lo es especialmente durante el desarrollo de los jóvenes. Sabemos que los jóvenes se sienten bien cuando disfrutan de sus estudios, de ir a la escuela, y cuando se sienten valorados por su familia y sus amigos. Todos queremos que se sientan felices, realizados tanto físicamente como emocionalmente y que tengan voz en su aprendizaje y sobre su futuro. Sin embargo, no es siempre obvio saber con inmediatez si los jóvenes se sienten bien. Por eso, a veces, puede resultar difícil medir el nivel de bienestar. Puede ser efervescente y expresivo, pero no somos todos libros abiertos. El bienestar también puede ser tranquilo, reflexivo y discreto. Puede manifestarse en el orgullo que uno siente al lograr una medalla o actuar con éxito en una obra de teatro. Pero también puede ser esta satisfacción al estar cautivado por la lectura de un libro o al jugar tranquilamente con un amigo. Entendemos mejor el valor del bienestar cuando no está, o cuando solo encontramos señales de enfermedad. Nos damos cuenta cuando los niños tienen hambre o no han dormido. Esta-mos atentos a los jóvenes aislados, marginados o acosados. Nos hemos vuelto muy pendientes de los niños en riesgo de negligencia o abuso doméstico. Ofrecemos ayuda específica a los jóvenes diagnosticados con autismo, TDAH, ansiedad, o trastorno del espectro alcohólico fetal. Cada vez más centros y sistemas educativos elaboran normativas y estrategias para luchar contra el racismo, la homofobia y otros prejuicios. Una de las competencias básicas de la enseñanza es poder tener empatía y apoyar a los niños que experimentan más un malestar pasajero por la pérdida de un familiar, la muerte de una mascota, la preocupación causada por la separación de sus padres, o por haberse peleado con su mejor amigo/a. Como lo veremos en el capítulo 8, el bienestar, la felicidad y la realización no son solamente la guinda del pastel del aprendizaje y del éxito, sino que son esenciales para alcanzar cualquier objetivo académico. Es difícil tener éxito cuando uno está cansado, preocupado, hambriento, asustado o triste. A la inversa, lograr un avance y dominar una materia pueden llevar a un incremento de la autosatisfacción y la confianza en uno mismo. Además de su contribución al aprendizaje, el bienestar y la realización, también tienen un valor propio inmenso. Datos sobre la salud mental recogidos durante la pandemia de la covid-19 revelan que los adolescentes fueron el grupo cuyo bienestar se vio más afectado2. Se vieron separados de sus vecinos, sus profesores, sus mentores y sus amigos del colegio, en un momento en el que gran parte de su desarrollo pasa por estar con amigos y adquirir un sentimiento de identidad y esperanza para el futuro. Por mucho que se hablara, después de la pandemia, de poder aprender en línea desde cualquier sitio, la verdad es que, si quitamos las escuelas físicas, los niños y los adolescentes podrían volverse desvinculados de mucha gente que les importa y su desarrollo. El bienestar es una parte esencial de la educación y de hacerse mayor. Ignorarlo es tomar riesgos. APRENDER A SER Oficialmente, y obviamente, el objetivo principal de la educación no es el bienestar, sino aprender. Comprender una idea intrigante, aprender algo nuevo, desarrollar una habilidad difícil, dominar un concepto complejo —esto parece ser la esencia de la educación. Es lo que atrae a muchos docentes a ejercer la profesión: encender unas bombillas en la mente de los niños, que puedan comprender o hacer cosas que pensaban que no estarían a su alcance, ayudarles a progresar, o crear en ellos un interés por algo que puede transformarse en una pasión que los acompañe siempre. Pero las escuelas no tratan solo el aprendizaje académico, sino que también promueven su desarrollo moral y emocional. Si nos comportamos como si solo diéramos importancia al aprendizaje y al éxito académico, entonces caemos en la trampa de lo que el profesor neerlandés Gert Biesta denomina aprendificación3. Aprendificación significa que todo debe ser justificado según su impacto sobre el aprendizaje. ¿Quieren conseguir más tiempo para la educación musical en su escuela? Entonces, mencionen la prueba según la cual la música mejora el rendimiento en matemáticas. ¿Están interesados en implementar la meditación y el biofeedback entre sus hijos? Pues demuestren que la serenidad consecuente mejorará el rendimiento durante los exámenes. Y si alargan el día escolar, no subrayen el valor de estar más tiempo con chicos de su edad, practicar el liderazgo, o desarrollar nuevos intereses. Solo demuestren que alargar el tiempo de aprendizaje puede incrementar de forma medible el éxito. Sin embargo, en las escuelas también se trata del desarrollo de los niños y niñas: cómo experimentan y expresan el asombro, la ilusión, la compasión, la empatía, la indignación moral frente a la injusticia, el valor, el juego, el compromiso, el respeto por uno mismo, la confianza en uno mismo y muchas más cualidades emocionales y morales, dentro de su educación. Los jóvenes deben experimentar estas cosas no solo por quiénes serán en el futuro, sino también por quiénes son ahora. En 1996, las Naciones Unidas crearon una comisión para la educación, encabezada por Jacques Delors, un antiguo presidente de la Comisión Europea. Su informe se tituló La Educación encierra un tesoro4. Se baso en un informe anterior de la ONU, publicado 25 años antes, titulado Aprender a ser5. El informe Delors advocaba a favor de los objetivos educativos y humanísticos que, según ello, habían estado ignorados y abandonados. La comisión mostró su preocupación hacia el crecimiento del desempleo, la exclusión y la desigualdad, y la propagación de los daños medioambientales. Argumentó que “el ‘crecimiento económico a ultranza’ no se puede considerar ya el camino más fácil hacia la conciliación del progreso material y la equidad, el respeto de la condición humana y del capital natural que debemos transmitir en buenas condiciones a las generaciones futuras”6. Con dichas preocupaciones en mente, el informe Delors empezó diciendo que: La Comisión desea por tanto afirmar su convicción respecto a la función esencial de la educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades, no como un remedio milagroso —el “Ábrete Sésamo” de un mundo que ha llegado a la realización de todos estos ideales— sino como una vía, ciertamente entre otras pero más que otras, al servicio de un desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc.7 El informe de la comisión se apoyó sobre cuatro pilares del aprendizaje8. Aprender a conocer se basaba en una cultura general amplia y el conocimiento específico de ciertas asignaturas. Aprender a hacer habla de la adquisición de habilidades y competencias, incluido habilidades modernas, como el trabajo en equipo, que ahora consideramos habilidades globales. Ambas formas de aprender han sido el foco de atención de las escuelas y universidades, y pueden ser fácilmente examinadas y probadas. Sin embargo, el equipo de Delors subrayó que los otros dos pilares —aprender a ser y aprender a vivir juntos— son al menos de igual importancia en un mundo que cambia rápido, y que está cada vez más en peligro. Aun así, los sistemas educativos tradicionales les prestan mucho menos atención. Aprender a ser habla de desenterrar el tesoro interior de la gente, donde se esconden sus talentos. Aquellos incluyen “la memoria, el raciocinio, la imaginación, las aptitudes físicas, el sentido de la estética, la facilidad para comunicar con los demás”9. Aprender a ser implica el desarrollo del “autoconocimiento”, esencial cualquiera que forme parte de grupos con capacidad para liderar10. Según Delors, aún en una época en la que la caída del muro de Berlín no había acabado con los conflictos nacionales e internacionales, el pilar más importante, pero el más descuidado, era aprender a vivir juntos, para...