La noche de Navidad. Cuentos de Navidad II | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 26, 230 Seiten

Reihe: Literaria

La noche de Navidad. Cuentos de Navidad II

Relatos de Galdós, G. de la Serna, Esquivias, Jiménez Lozano y otros autores españoles
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-1339-418-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Relatos de Galdós, G. de la Serna, Esquivias, Jiménez Lozano y otros autores españoles

E-Book, Spanisch, Band 26, 230 Seiten

Reihe: Literaria

ISBN: 978-84-1339-418-3
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



En continuidad con El día de Reyes (2019), Francisco José Gómez ha rescatado, reunido y prologado 18 breves obras maestras de nuestra literatura, firmadas por algunos de nuestros más afamados autores, así como por otros que quizá no alcanzaron la resonancia que merecían. De esta manera, a los Galdós, Gómez de la Serna, Sánchez Silva o Pereda, se suman los Félix Méndez, Luis Taboada, Eusebio Blasco o Ramírez de Losada, así como algunos de nuestros mejores poetas, que supieron cantar la Navidad con el poder de evocación que sólo la lírica posee. El presente volumen incluye, además, dos bellos relatos de Óscar Esquivias y Alberto de Frutos, escritos específicamente para este volumen que el lector tiene entre sus manos. En definitiva, La noche de Navidad hará disfrutar a los amantes de nuestra literatura y tradición, y de los tesoros humanos o espirituales que ésta encierra, así como a aquéllos que buscan referencias significativas sobre las fiestas más entrañables y humanas de nuestra rica y antigua cultura.

Francisco José Gómez Fernández (Madrid, 1971) es historiador y docente. Sus campos de estudio abarcan principalmente la Historia de las religiones y las creencias y la Historia de España. Es autor de más de 50 artículos publicados en diferentes revistas históricas de ámbito nacional, y de seis libros, entre los que destacan Madrid, una ciudad para un Imperio (La Librería, 2011) y Breve historia de la Navidad (Nowtilus, 2013). Ha publicado en Ediciones Encuentro El día de Reyes. Cuentos de Navidad (2019); y junto al prestigioso historiador Fernando García de Cortázar, Católicos en tiempos de confusión (2018).

La noche de Navidad. Cuentos de Navidad II jetzt bestellen!

Weitere Infos & Material


Un prólogo para la Navidad2 Ramón Gómez de la Serna Nada hay que me encante más que un libro que entre en candelero cuando los años están a «último de año» en esa querida España y en ese querido Madrid, en que el fin de año tiene los más profundos sentimientos de intimidad. Desde el 3 de diciembre, precisamente desde el día de san Javier, entra el año en su escalofrío supremo, tan lleno de tibia cordialidad en contraste con su friolencia, pero las dos fechas esenciales alrededor de las que revolotean los cuentos de este libro son la de Nochebuena y la de último de año. Como glosador perpetuo mucho he escrito sobre los matices de esos días en los diarios y revistas, aprovechando la fecha para estimular la nostalgia de las almas, pero en este Prólogo a mi libro navideño3 sólo quiero entonar la entrada a lo novelesco con una añoranza de las dos noches y su ambiente: La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más. Los versos de Querol4 también resuenan en el preámbulo de toda la Nochebuena: ¡Padres míos, mi amor! ¡Cómo envenena las breves dichas el temor del daño! Hoy presidís nuestra modesta cena, pero en el porvenir… yo sé que un año vendrá sin Nochebuena. Vendrá, y las que hoy son risas y alborozo serán muda aflicción y hondo sollozo. No cantará mi hermana, y mi sobrina no escuchará la historia peregrina que le da miedo y gozo. La Nochebuena española es toda intimidad, encontrándose en ella ese sabor de siglos bien guardados —como ahorro de cada familia— que caracteriza a España. Se encuentra todo el pasado en los cajones de las cómodas y en los cajones de las almas. La característica de esa noche es el sentimiento que se tiene de venir del siempre para irse de nuevo al siempre. Sobre las ruinas la llegada de la Aparición resucita las ruinas. El mundo antiguo y el mundo moderno se reúnen esa noche y resucitan los dos. Es un pacto que hace todo para que suceda lo milagroso. La eterna resurrección del Niño que es su nacimiento y que por lo tanto es algo más que una resurrección, sucede en nuestro año como si fuese el primer año de la era cristiana. En las mesas se trasparecen los cristales como si brillase en ellos un diáfano aire antiguo, brillos de la helada del tiempo. Hemos llegado a identificar la Nochebuena. Sabemos qué ciudad de torres y cúpulas hay al fondo y qué muralla dentelada nos rodea. Una vez vimos un belén inmenso —ocupaba la gruta de un gran jardín— que había construido un niño, y cuando ya lo había acabado, con sus innumerables personajes, sus animales y su portal a medio derruir con el Niño Dios y todo su séquito, murió el pobre. Era aquel nacimiento el logro de una vida y el niño había realizado su ideal y pudo morir tranquilo. Todos construimos el diorama, panorama y poliorama de esa noche a través de la vida. Que resulte bien logrado y habremos conseguido el ideal de nuestra vida, su más inocente ex-voto. Es un misterio cómo esa noche se comunica a través de catacumbas y a través de galerías y peristilos con una ciudad del pasado a la moda de hace veinte siglos. ¿Que funciona la radio? No nos sorprende el anacronismo. En vez de traer el aire los villancicos los trae la onda sonora: Esta noche un amor nace, Niño y Dios; pero no ciego, y tan otro al fin, que hace paz su fuego con las pajas en que yace. Don Luis de Góngora continúa: … Dulces que sean los ruisiñores del Sol que nos ha de dar; no en una cuna de ondas el mar, sino en pesebre de heno, un portal desta campaña. Taña el mundo, taña; Toque al Alba, toque. Nosotros mismos si tenemos algo de justos y de buenos nos sentimos pastores como el viejo don Luis cuando escribió: Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no solo tu pastor soy, sino tu pasto también. Pasto, al fin, hoy tuyo hecho, ¿cuál dará mayor asombro, o el traerte yo en el hombro o el traerme tú en el pecho? Prendas son de amor estrecho, que aun los más ciegos las ven. Oveja perdida, ven sobre mis hombros, que hoy no solo tu pastor soy, sino tu pasto también. La noche de Nochebuena es noche sin confines porque sale del tiempo legendario y hay en ella una ráfaga de eternidad que es la que permitió abrir la única puerta de lo eterno que fue practicable sólo para que naciese el redimidor, y esa sola ráfaga escapada por el portillo del entreabrimiento persiste viva y se la nota sobre todo cuando estamos otra vez en el perímetro de la noche navideña. Aprovechamos esa noche de fraternidad para juramentar mayor y más paciente comprensión entre unos y otros. Ya se van a cerrar los pasos a nivel de la gran noche, esos palos largos que son como gallardetes5 caídos o a medio caer siempre y se van a cerrar como para resguardar a los trenes que llegan esa noche, defendiéndoles de todo lo que es eventualidad en el mundo, salvando así la intimidad de la noche y evitando que nadie la atraviese indiscreto. Aprovechamos un rato de tregua en la reunión para mirar desde un balcón las carreteras de plata que serpentean a lo lejos, como si una luna potente iluminase los caminos reales y veremos un raro fenómeno en el horizonte, el cómo en esa noche se unen los caminos de la tierra con los caminos del cielo, con el de Santiago, con la vía Láctea. Sólo nos consuela que no puede haber otras Nochebuenas más grandes que las nuestras porque a lo más que se puede llegar es a todo lo que da de sí el alma. Como la reunión está caldeada, vuelven los villancicos a ella: Los pastores no son hombres, que son ángeles del cielo, que en el parto de María ellos fueron los primeros. (Ya el rey Alfonso el Sabio, en las Siete Partidas, permitía las cantatas sobre «la nascencia de Nuestro Señor Jesucristo, que demuestran como el ángel vino a los pastores et dixoles cómo era nacido»). Toca la zambomba, toca los platillos, la gaita gallega, que ha nacido el Niño. Para idea del paisaje de Belén alguien canta: Allá arriba, allá arriba la Virgen lava los pañales del Niño ¡rica colada! En una madreselva los ha tendido, y aquella madreselva se ha florecido. La pobreza conmovedora del recién nacido es pintada por el villancico: Es tan estrecha la cama donde Jesucristo duerme, que por no caber en ella un pie sobre el otro tiene. Pero hay que acostar a los niños cantores para que la reunión continúe sólo con los mayores, y se oye el último villancico sobre el sueño de niño que se va a dormir: A los niños que duermen Dios los bendice, y a las Madres que velan Dios las asiste. A dormir va la rosa de los rosales; a dormir va mi niño porque ya es tarde. Abandonada esa infantilidad de la reunión que resucita las ingenuas cantigas villanescas que son las que cantaban en el siglo XVI los villanos del campo y por las que se llaman «villancicos», vuelve la reunión a sus intimidades mundanas y ultramundanas. Siempre está Bécquer en esas Nochebuenas de la clase media española y Lope y Góngora recién acaban de estar. Se ha echado la casa por la ventana y hay pavo y besugo y lombarda y los postres llegan a diez o doce. Llega la hora del champagne, y sus brindis son cortos porque el brindador se ha dado cuenta de que mientras hablaba huían las burbujas de su copa. El choque de unas copas con otras ha promovido chispas de cristal y los corazones envueltos en musgos de ternura se han ido a sus estuches de sueño en la profunda noche española. La Nochebuena de España en el campo y en la casa de los aldeanos tiene también una hidalguía de reyes. Recuerdo que una vez pedí la descripción de su mejor Nochebuena a un mendigo que se cobijó en mi café literario en la noche típica y señalada. —Recuerdo —me dijo— la que se celebraba en casa de mis padres… Vivíamos en medio del páramo… A las ocho se cerraban las puertas y se comía, se cascaban nueces, se descascaraban castañas y se bebía mucho vino y aguardiente… Era una noche santa y que venía de las catacumbas… Yo he pasado esa noche solemne en pueblos castellanos y andaluces y la abundancia ha sido regia y todos hemos quedado ahítos. Como en las casas hidalgas, en aquellas casillas en que me dieron hospedaje, la meditación, la confesión de la noche y cierta melancolía infinita, hacían juego con la bullanga nochera. No se renovaba una tradición y entraban todos en una juerga antigua y folklórica, sino que aquello era una continuación del tiempo, fiesta espontánea más que tradicional, también eslabonada a los siglos, pero como si tal cosa, como si los siglos fuesen de aquella noche y se viviese con una naturalidad muy estilo español. El Niño parecía haber nacido en casa de un vecino y no había distancia entre...



Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.