E-Book, Spanisch, 464 Seiten
Reihe: Ensayo
Lefebvre La producción del espacio
1. Auflage 2020
ISBN: 978-84-122192-3-4
Verlag: Capitán Swing Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 464 Seiten
Reihe: Ensayo
ISBN: 978-84-122192-3-4
Verlag: Capitán Swing Libros
Format: EPUB
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Filósofo y sociólogo francés, Lefebvre es autor de una treintena de obras dedicadas a analizar tanto el pensamiento marxista como los problemas del mundo contemporáneo. Considerado uno de los filósofos más importantes del siglo xx, comenzó su carrera en asociación con el grupo surrealista, de donde surgió su preocupación por la lógica dialéctica. Fue el primero en traducir los primeros manuscritos de Marx al francés. En 1928 ingresó en el Partido Comunista y durante las tres décadas siguientes se dedicó a analizar el pensamiento marxista desde dentro. Más tarde, a finales de los años 50, fue expulsado del partido bajo la acusación de segregacionista. Inmediatamente después de la guerra, Lefebvre comenzó a reflexionar sobre un nuevo objeto de estudio, al que llamó 'la vida cotidiana'. Tras la publicación de La vida cotidiana en el mundo moderno (1968), se sintió atraído por el análisis del urbanismo, y escribió varios libros sobre la ciudad, como Espacio y Política. En la década de 1960 se implicó de cerca con la escuela más joven de arquitectos franceses, y proporcionó un marco teórico para su trabajo. Por último, la acumulación de estos diversos temas condujo a su gran obra filosófica, La producción del espacio (1974).
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Vivir y escribir,
convencer y vencer
Cada día, a las siete de la mañana, en su apartamento del número 30 de la Rue Rambuteau de París, Henri Lefebvre se levantaba y preparaba una taza de café. A continuación comenzaba a escribir. Lo hacía durante cuatro o cinco horas seguidas. Hasta el mediodía. Después descansaba, comía, paseaba e impartía sus clases y conferencias. Sus cajones estaban repletos de borradores, esquemas, textos incompletos. Su obra publicada es inmensa: más de sesenta libros y decenas de artículos y entrevistas. Lefebvre confesaba, sin embargo, que lo mejor de su producción había sido dicho antes que escrito. Nunca consiguió, afirmaba, reproducir en el papel el fervor y el temblor, la oscuridad y la opacidad carnal de la vida. Vivir primero, luego escribir. Carismático orador, sus clases en el Anfiteatro B de la Universidad de Nanterre resultaban un acontecimiento frecuentado por centenares de estudiantes de sociología, filosofía y psicología.[1]
La escritura tenía para él un claro objetivo: convencer y vencer. Para ello, renunciaba, en apariencia, a dar relevancia a las palabras utilizadas. No quería hacer del lenguaje y del discurso —tan de moda en el periodo en que escribe Lefebvre el libro que prologamos— el centro de su trabajo. Ambos no eran para él sino el medio, el elemento transmisor de sus ideas. Tan es así que por momentos su obra da la sensación de contener un pensamiento producido mientras se plasma en el papel: cierta provisionalidad, que no improvisación, de algunos de sus planteamientos, reiteración de ideas y ejemplos, una escritura por momentos confusa y un desarrollo conceptual que en casos no cuenta con unos límites claramente establecidos.
Su estilo muestra una evidente y enriquecedora tensión entre la filosofía, disciplina en la que se forma, y la sociología, disciplina a la que llega formalmente a finales de la década de 1940 de la mano de Georges Gurvitch. Partiendo de la primera, cuestiona la posición canónica del filósofo como hombre de conceptos, hombre teórico, y sólo teórico. La filosofía ni basta ni se basta. La crítica filosófica debe transformarse en crítica de la filosofía utilizando para ello lo más superficial, que a su vez resulta ser lo fundamental: la vida cotidiana. Hay que descender al terreno mismo, reclama. Se desplaza así desde el «lado del vacío», desde lo abstracto, desde lo concebido, hasta alcanzar e implicar a «lo vivido», hasta encontrar la multiforme relación entre las dos dimensiones. Si bien, nunca logra situarse por completo «en la plenitud carnal y fugitiva del que vive ávidamente». Ni en un lado ni en otro. «Frecuento la ambigüedad, la dualidad»,[2] afirma.
Debe anunciarse que la obra de Lefebvre, y particularmente La producción del espacio, no resulta de fácil lectura. Esta última se inscribe en una reflexión más amplia a la que el autor dedica aquellos que seguramente fueron sus años de mayor lucidez, mayor creatividad y mayor influencia sobre la vida política, social y académica, las décadas de 1960 y 1970. En este periodo deja la Universidad de Estrasburgo, donde cuenta entre sus alumnos con algunos miembros de la Internacional Situacionista (IS). Por entonces mantenía ya una intensa relación intelectual y de amistad con Guy Debord y Raoul Vaneigem —a quienes el propio Lefebvre había puesto en contacto—, lo cual se vería reflejado en los trabajos de la IS. Posteriormente esta relación se romperá por desavenencias entre Debord y Lefebvre. En 1965 llega a la Universidad de Nanterre. Allí apoya y anima las movilizaciones estudiantiles que tienen su punto álgido en Mayo del 68. Su crítica de la vida cotidiana sustenta buena parte del argumentario de los estudiantes. Da clases a Daniel Cohn-Bendit, uno de los principales líderes del movimiento de Mayo, y dirige, entre otras muchas, la tesis de Jean Baudrillard, quien se convierte en su asistente y colaborador, junto a René Lourau y Henri Raymond, en el Departamento de Sociología. La estrecha relación entre profesores, colaboradores y estudiantes ha sido reconocida por ellos mismos como una de las claves del papel fundamental que jugó Nanterre en el denominado Mayo francés. Apenas unos meses después de los acontecimientos de Mayo, Lefebvre publica L’irruption. De Nanterre au sommet.[3]
Es precisamente durante este periodo cuando centra sus esfuerzos en reflexionar sobre la problemática del espacio como eje a través del cual analizar la complejidad del mundo moderno. Para ello, su primera tarea es combatir los reduccionismos y las simplificaciones a las que se ha sometido a este concepto, convertido en espacio matemático, en espacio lógico, rescatándolo así de abstracciones y devolviéndolo al estudio de la realidad social, de los modos de producción en el marco de la sociedad capitalista, una sociedad, señala Lefebvre, eminentemente urbana. El resultado de esta etapa es un conjunto de seis textos:[4] El derecho a la ciudad publicado en 1968, De lo rural a lo urbano en 1970, La revolución urbana en 1970, El pensamiento marxista y la ciudad en 1972, Espacio y política en 1972 y, finalmente, La producción del espacio en 1974.[5]
El «periodo urbano» en la unidad de la obra
Habiendo tomado aquí en consideración los trabajos referidos al espacio urbano, debemos señalar que Lefebvre siempre reclamó de quien se adentrara en su obra evitar el fraccionamiento y aislamiento de la misma en compartimentos estancos. Toda ella es atravesada por un hilo conductor que le otorga un carácter unitario. La vida cotidiana, el Estado o el espacio urbano, algunas de las temáticas de referencia del autor, no pueden comprenderse sin pasar por el pensamiento de Marx y por el marxismo, considerado como un punto de partida, como un momento de la teoría, no como un sistema cerrado dogmáticamente.
No podemos entender el mundo actual sin partir del marxismo, de su historia, de sus dificultades y su problemática (…) Tomándolo como punto de referencia, el marxismo nos permite situarnos, es decir, que partamos de una lectura literal de Marx, en una tentativa que llamaremos canónica, para restituir sus conceptos, su concatenación y la teoría que constituyen. Es en relación con ese marxismo como (…) podremos situar lo que viene a continuación, lo que ha habido de nuevo en un siglo, con los nuevos conceptos que conviene introducir. [6]
Es el propio Lefebvre quien introduce en Francia, durante la década de 1930, la obra de juventud de Marx, traducida junto a Norbert Guterman, con quien además publica La conscience mystifiée (1936).[7] Seguidamente escribe, esta vez en solitario, El materialismo dialéctico (1939),[8] considerada por Perry Anderson la primera contribución de relevancia que, a la luz de los Manuscritos de 1844, toma el pensamiento de Marx como un todo.[9] Tanto como reivindica a ese Marx tomado globalmente (en lo referido al producto pero también a la obra), denuncia el dogmatismo de un marxismo institucionalizado que deviene, en el marco del estalinismo, ideología oficial y que siembra la duda sobre cualquier atisbo de pensamiento crítico. Por eso, más adelante tampoco dejará de cuestionar el dogmatismo científico del estructuralismo de corte althusseriano.[10]
Mantiene asimismo la obra de Lefebvre un sentido de unidad y continuidad en su propia elaboración. Sustentada en una dinámica que podríamos definir como «en construcción». Sin obviar la existencia de planes concienzudos y proyectos bien delimitados, frustrados en unos casos —como A la lumière du matérialisme dialectique, reducido al «tomo 1»: Lógica formal. Lógica dialéctica de 1947—[11] o llevados a efecto en otros —como los cuatro volúmenes sobre El Estado: De l’Etat, publicados entre 1976 y 1978—,[12] podemos decir que sus trabajos van haciéndose y crecen poco a poco, unos a través de otros. Unos textos nos remiten a otros en una suerte de interpelación más o menos explícita. Conceptos en estado embrionario en un momento son plenamente desarrollados más adelante, reflexiones sólo insinuadas en unos trabajos aparecen como el núcleo de otros.
En cualquier caso, ante un imposible abordaje total y simultáneo de su obra, el lector no puede mantenerse cautivo de la inacción. Al fin y al cabo, por algún lado se ha de comenzar. En cuanto a la ‘fase urbana’ de Lefebvre, cabe señalar que empezar por el principio, esto es por el libro que inaugura el conjunto de publicaciones sobre el espacio urbano, convertido en un símbolo tanto por su contenido como por su celebrado título, El derecho a la ciudad, no nos llevará a encontrar las primeras reflexiones sobre este tema. Por ejemplo, un texto previo como La proclamation de la Commune,[13] de 1965, ya apunta con claridad las inquietudes del autor respecto a la dimensión espacial: la apropiación festiva de la calle o la...