E-Book, Spanisch, Band 201, 384 Seiten
Reihe: Impedimenta
Macrae Burnet Un plan sangriento
1. Auflage 2019
ISBN: 978-84-17553-44-9
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
El caso Roderick Macrae
E-Book, Spanisch, Band 201, 384 Seiten
Reihe: Impedimenta
ISBN: 978-84-17553-44-9
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
En 1869, en una aldea perdida en las Tierras Altas escocesas, un triple asesinato particularmente sangriento sacude a toda la comunidad. La policía arresta de inmediato a un joven llamado Roderick Macrae, que aparece cubierto de sangre y admite ser el autor de los hechos. Y así lo confirman unas extrañas memorias que escribe ya en la cárcel, pero, antes de condenarlo, el tribunal debe averiguar qué lo llevó a cometer esos actos de violencia tan despiadada. ¿Acaso estaba loco o era perfectamente consciente de lo que hacía? Solo su persuasivo abogado se interpone entre Macrae y la horca, pero para lograr resolver el misterio y dictar sentencia antes deberán construir un relato sólido, sea cierto o no. Siglo y medio después, Graeme Macrae, descendiente de Roderick, reúne toda la documentación existente sobre el caso en su búsqueda de la verdad. Pero ¿puede un ser humano comprender realmente la mente de otro? Un falso 'true crime' situado en el corazón de la Escocia más oscura, que juega a su antojo con los límites de la ficción y cuestiona la validez de los relatos. Un fascinante thriller literario ambientado en un paisaje implacable en el que el ejercicio del poder se demuestra arbitrario.
Graeme Macrae Burnet nació en Kilmarnock, Escocia, en 1967. Ha escrito tres novelas: The Disappearance of Adèle Bedeau (2014), Un proyecto sangriento (2015, finalista del Premio Booker, y ganadora del Saltire Fiction Book of the Year y del VRIJ Nederland Thriller of the Year) y The Accident on the A35 (2017). Fue nombrado autor del año por el Sunday Herald Culture Awards en 2017. Actualmente, Graeme Mcrae Burnet vive en Glasgow y está escribiendo su cuarta novela.
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Prólogo
ESCRIBO ESTO A INSTANCIAS DE MI ABOGADO, el señor Andrew Sinclair, quien, desde que me encarcelaron aquí, en Inverness, me ha tratado con un grado de cortesía que no merezco en modo alguno. Mi vida ha sido breve y de escasa consecuencia, y no es mi deseo eximirme de la responsabilidad de los actos que recientemente he cometido. Así pues, no es por otra razón que la de corresponder la amabilidad de mi abogado que consigno estas palabras por escrito. De esta forma arrancan las memorias de Roderick Macrae, un campesino escocés de diecisiete años, acusado de cometer tres brutales asesinatos en su aldea natal, Culduie, en Ross-shire, la mañana del 10 de agosto de 1869. No pretendo demorar en exceso al lector, pero creo que un puñado de observaciones preliminares proporcionarán cierto contexto al material aquí reunido. Aquellos lectores que prefieran pasar directamente a los documentos propiamente dichos son libres de hacerlo, por supuesto. En la primavera de 2014 me embarqué en el proyecto de escarbar un poco en la vida de mi abuelo, Donald «Tramp» Macrae, que nació en 1890 en Applecross, un pueblecito situado dos o tres millas al norte de Culduie. Fue en el curso de mis indagaciones en el Highland Archive Centre de Inverness cuando me topé con una serie de recortes de prensa referidos al juicio de Roderick Macrae, y cuando, con la ayuda de Anne O’Hanlon, la archivera, descubrí el manuscrito del que se compone la mayor parte de este volumen. Se mire por donde se mire, las memorias de Roderick Macrae constituyen un documento extraordinario. Las escribió en la prisión del castillo de Inverness, aproximadamente entre el 17 de agosto y el 5 de septiembre de 1869, mientras se hallaba a la espera de ser procesado. Fue la existencia de estas memorias, y no tanto los asesinatos en sí, lo que convirtió este caso en una suerte de cause célèbre. Las memorias —o sus fragmentos más sensacionalistas, al menos— se reimprimieron con posterioridad en multitud de folletines o gacetillas de tres al cuarto y provocaron gran controversia. Muchos, especialmente entre la clase erudita de Edimburgo, pusieron en duda su autenticidad. El relato de Roderick despertó recuerdos del escándalo de Ossian de finales del siglo XVIII, cuando James Macpherson proclamó haber descubierto y traducido el gran ciclo épico de la poesía gaélica; los Poemas de Ossian adquirieron rápidamente la categoría de clásico de la literatura europea, pero más tarde se descubrió que se trataba de un fraude. En opinión de Campbell Balfour, publicada en la Edinburgh Review, era «del todo inconcebible que un campesino semianalfabeto pudiese producir semejante pieza de sostenida y elocuente escritura… La obra es un fraude y quienes ensalzan a este harto despiadado asesino como a una suerte de noble salvaje quedarán, con el tiempo, en evidencia».[1] Para otros, tanto los asesinatos como las memorias daban fe del «terrible barbarismo que sigue medrando en las regiones septentrionales de nuestro país [y que] ni todos los esfuerzos de nuestro entregado presbiterio ni los grandes avances[2] de las últimas décadas han conseguido erradicar».[3] Aún hubo otros, no obstante, para quienes los acontecimientos descritos en las memorias no hacían sino evidenciar las injustas condiciones feudales a las que seguía sometido el campesinado de las Tierras Altas. A la vez que se cuidaba mucho de no disculpar sus acciones, John Murdoch, quien tiempo después fundaría el periódico radical The Highlander, vería a Roderick Macrae como «un individuo llevado al límite de la cordura —o más allá— por el cruel sistema que forja esclavos a partir de hombres que solo desean ganarse el pan labrando un pedazo de tierra en préstamo».[4] Respecto a la autenticidad del documento, no es posible, un siglo y medio después, ofrecer una respuesta definitiva. Es sin duda notable que alguien tan joven pudiese producir tan elocuente relato. Con todo, la idea de que Roderick Macrae era un «campesino semianalfabeto» fue producto de los prejuicios contra las tierras del norte, que aún persistían en las prósperas ciudades del Cinturón Central. El currículo de la escuela de primaria de la vecina Lochcarron, correspondiente a la década de 1860, recoge que a los niños se les impartían clases de Latín, Griego y Ciencias. Roderick podría haber recibido perfectamente una educación similar en su escuela de Camusterrach, y sus memorias son buena prueba de ello, así como del hecho de que era un alumno con un talento fuera de lo común. Sin embargo, como es evidente, que Roderick sí pudiera haber escrito las memorias no demuestra que lo hiciera. Para este punto contamos con el testimonio del psiquiatra, James Bruce Thomson, que en sus propias memorias afirma haber visto el documento en la celda de Roderick. Los escépticos podrían argüir (y lo hicieron) que Thomson nunca vio a Roderick escribir una sola palabra de su puño y letra, y hay que reconocer que, de tener que presentar hoy las memorias en un juicio, resultaría imposible verificar del todo la cadena probatoria. La idea de que las memorias fueron escritas, en realidad, por otra mano (y aquí el principal sospechoso es el abogado de Roderick, Andrew Sinclair) no puede descartarse por completo, pero hay que tener la mente del más extravagante de los teóricos de la conspiración para creer que ese fuera el caso. Luego está el contenido del documento en sí: cuenta con tal profusión de detalles que resulta muy poco plausible que no fuera obra de un lugareño de Culduie. Es más, el relato que ofrece Roderick sobre los acontecimientos que condujeron a los asesinatos coincidiría casi a la perfección, salvo en contadas excepciones, con las declaraciones que prestaron otros testigos en el juicio. Por estas razones, y después de haber examinado el texto personalmente, no albergo dudas acerca de su autenticidad. Además del relato de Roderick Macrae, este volumen incluye también las declaraciones policiales de varios vecinos de Culduie; los informes de autopsia de las víctimas; y lo que quizá sea lo más fascinante de todo: un extracto de las memorias de J. Bruce Thomson, Viajes por los confines de la locura, donde describe el examen que le realizó a Roderick Macrae y una visita que hizo a Culduie en compañía de Andrew Sinclair. Thomson era el cirujano residente a cargo de la Prisión General para Escocia de Perth, donde se recluía a todos aquellos que eran declarados no aptos para ser juzgados por sufrir enajenación mental. El señor Thomson hizo buen uso de la oportunidad que este puesto le proporcionaba y publicó dos influyentes artículos —«La naturaleza hereditaria del crimen» y «La psicología de los criminales»— en la Journal of Mental Science. Era un hombre muy versado tanto en la nueva teoría de la evolución como en el campo, todavía incipiente, de la antropología criminal, y, aunque algunos de sus puntos de vista puedan resultar difíciles de aceptar para el lector moderno, conviene tener presente el contexto en el que fueron escritos, así como el hecho de que constituyen un esfuerzo genuino de trascender la visión teológica de la criminalidad y alcanzar a comprender mejor por qué determinados individuos llegan a cometer crímenes violentos. Para finalizar, he incluido una descripción del juicio, que he reconstruido a partir de la cobertura que de él hizo la prensa de la época y también de los datos que se recogen en el libro Informe completo del juicio de Roderick John Macrae, publicado por William Kay, de Edimburgo, en octubre de 1869. No es posible, casi un siglo y medio después, conocer la verdad acerca de los acontecimientos narrados en este volumen. Los relatos que aquí se presentan contienen diversas discrepancias, contradicciones y omisiones, pero tomados en su conjunto forman un mosaico de uno de los casos más fascinantes de la historia judicial de Escocia. Como es natural, yo me he formado una opinión propia en lo relativo al caso, pero dejaré que el lector llegue a sus propias conclusiones. Nota sobre el texto Que yo sepa y hasta donde he podido comprobar, esta es la primera vez que se publican las memorias de Roderick Macrae en su totalidad. A pesar del paso del tiempo y del hecho de que permaneciese archivado sin mayor cuidado durante algunos años, el manuscrito está en muy buen estado. Se escribió en hojas sueltas y fue cosido, en algún momento posterior, con tiras de cuero, como puede apreciarse en las partes en que el texto del borde interno de las páginas se ve afectado por la costura. La caligrafía es de una claridad admirable y solo presenta algún que otro tachón o arranque de frase fallido de forma muy ocasional. Al preparar el documento para su publicación, puse un gran cuidado en ser fiel al sentido del manuscrito. En ningún momento intenté «mejorar» el texto ni corregir construcciones o usos sintácticos pobres o torpes. Esa clase de intervenciones solo habrían servido, en mi opinión, para levantar sospechas acerca de la autenticidad de la obra. Lo que aquí se presenta es, en la medida de lo posible, obra de Roderick Macrae. Parte del vocabulario empleado puede resultar poco familiar para algunos lectores, pero en lugar de cargar el texto con notas al pie, he optado por incluir un breve glosario al final de esta sección. Además, es obligado señalar que, a lo largo de las memorias,...