E-Book, Spanisch, Band 306, 124 Seiten
Reihe: Teatro
Mateos La monja alférez
1. Auflage 2013
ISBN: 978-84-9897-920-6
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, Band 306, 124 Seiten
Reihe: Teatro
ISBN: 978-84-9897-920-6
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Juan Antonio Mateos nació en la ciudad de México el 24 de junio de 1831. Hizo estudios primarios allí y después ingresó en el Instituto de Toluca, en 1847. Allí entabló una estrecha amistad con Ignacio Manuel Altamirano, con quien escribió un periódico satírico, de corte liberal, llamado Los Papachos, en el cual atacaban a los conservadores del Instituto. Esta publicación provocó que fueran expulsados del colegio en el mes de julio de 1852.Juan Antonio Mateos fue uno de los escritores más populares de México durante la segunda mitad del siglo XIX. Escribió en periódicos y revistas y publicó también novelas y obras teatrales.Murió el 29 de diciembre de 1913 en la ciudad de México.
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Jornada primera
(Guzmán y Machín de camino, doña Ana e Inés con mantos.)
Ana No puedo enfrenar el llanto.
GuzmánNo lo hubiera yo emprendido,
mi bien si hubiera entendido
que tú lo sintieras tanto.
Mas ya es hecho; tú, señora,
eres culpada, yo no,
pues que tu amor me ocultó
lo que me descubre ahora.
Ana El favor más limitado
de una principal mujer,
no basta para prender
la esperanza, y el cuidado.
¿Pude yo, siendo quien soy,
darte señales más claras
de mi amor? ¿Tú estimaras
los favores que te doy,
si te entregase liviana
la posesión de mi pecho?
GuzmánYa no hay remedio, ya es hecho,
mas alivie, mi doña Ana,
si mi ausencia te lastima,
el mal que sintiendo estás,
ver que dos leguas no más
dista el Callao de Lima.
Y no dará luz la aurora,
jamás al monte, ni prado
sin que a mí me la haya dado
ese Sol que el alma adora.
Así desmentir podré
la ausencia que te amenaza,
que supuesto que la plaza
yo de soldado asenté,
y en el puerto he de asistir
las noches que estar de posta
no me toque, por la posta
a verte podré venir.
Ana Con eso no solamente
se alivian mis sentimientos,
mas es para mis tormentos
el medio más conveniente.
Pues si de las ansias mías
la envidiosa diligencia
tuvo indicios, con tu ausencia
desmentimos las espías.
Que ya sabes que el efecto
de poderte ver, y hablar,
solamente ha de durar
lo que durare el secreto.
Y así de nuevo te pido,
que la palabra me des
de no romperlo, aunque estés
ya celoso, ya ofendido.
Guzmán Y de nuevo te prometo,
que no sepa mi cuidado
de mí, sino este criado,
que es ejemplo del secreto.
Machín No viene Machín de casta
que se pierde por hablar,
pues para saber callar,
soy vizcaíno, que basta.
Ana Pues, Alonso de Guzmán
hace de ti confianza,
ésa es la mayor probanza
que tus méritos me dan.
Y tú porque la ocasión
jamás pierdas de venir
a verme, sin que inferir
pueda nadie tu afición.
Pues es la curiosidad
tan necia, que te podría
poner una oculta espía,
que al entrar en la ciudad
te siguiese, y nuestro amor
viniera a saberse, quiero
que el caballo más ligero,
que de indiano picador,
agitado excede al viento,
obedezca a tu cuidado,
porque el pedirlo prestado,
no dé indicios de tu intento.
(Dale una cadena.) Del valor de esta cadena
puedes comprarlo y advierte,
que pues en verte o no verte
está mi gloria, o mi pena.
No haya estorbo que resista
el efecto a mi deseo,
si cuanta hacienda poseo
me ha de costar una vista.
Guzmán ¿Qué diligencia y cuidado
en servirte no pondrá
quien de tu favor está
por mil partes obligado?
Esta cadena recibo
más que por sus eslabones
manifiesten las prisiones
en que enamorado vivo.
Que por comprar el caballo,
que donde es tal el favor,
alas son los pies de amor
para volar a gozallo.
AnaAdiós, pues, que estoy temiendo
la asechanza cuidadosa
de alguna afición celosa.
GuzmánAunque de oírlo me ofendo,
trueco a tu opinión, señora,
los sentimientos más graves.
AnaNo hay que advertirte, pues sabes
la seña, ventana, y hora.
(Vase.)
Guzmán ¿Qué dices de mi ventura?
MachínQue pasa gran tempestad
tu voto de castidad,
entre ocasión, y hermosura.
Pero don Diego tu amigo
viene aquí.
Guzmán Mucho sintiera,
que a doña Ana conociera,
si ahora la vio conmigo.
(Aparte.) (Cuando mi pecho le estima,
de tal suerte que por dar
a sus temores lugar,
gusto de salir de Lima.)
(Salen don Diego y Tristán.)
Diego Era ya tiempo de veros,
Guzmán amigo.
Guzmán El buscaros
pudiera escusar, si hallaros
ha de ser para perderos.
Diego ¿Cómo?
Guzmán De Lima me ausento.
Diego¿Qué dices?
Guzmán Mi natural
inclinación es marcial,
y vivo en la paz violento,
y al Rey me parto a servir
en el puerto.
Diego No me mueve,
ser la distancia tan breve,
a que deje de sentir
la ausencia vuestra, Guzmán.
GuzmánTantas veces volveré
a veros, cuántas me dé
licencia mi capitán.
Diego Porque podáis acordaros,
y por ser en la milicia
la gala de más codicia,
un penacho quiero daros
excelente, cuyas plumas
en la fineza, y color,
unas son alas de amor,
y otras de Venus espumas.
Guzmán Yo lo estimo, porque veo
que en él, don Diego, me dais
las alas que imagináis
que en vuestra ausencia deseo.
Mas, pues, me le dais por prenda
de memoria, aunque confía
de vuestra amistad la mía,
que el olvido no la ofenda,
os quiero dar unos guantes
(Los guantes que Guzmán saque puestos sean bordados extraordinarios.)
en la hechura, y el olor,
en la materia, y valor,
a los que veis semejantes.
Que cuando no por su extraña
novedad los estiméis,
hacerlo al menos podréis,
por ser hechos en España.
Diego De vos en todo excedido,
y obligado me confieso,
y por venceros en eso,
me quiero dar por vencido.
Guzmán Estos brazos os darán
la respuesta. Adiós, don Diego.
(Abrázanse.)
DiegoAdiós, Tristán, lleva luego
aquel penacho a Guzmán.
Guzmán Siglos, Machín, considero
para partir los instantes,
lleva a don Diego los guantes,
que puesto a caballo espero.
(Vase.)
Machín Yo lo haré, mas si supiera
que tú no habías de rompellos,
por Dios que te hubiera de ellos
cortado una bigotera.
(Vase.)
Diego ¿Qué te detiene, Tristán?
TristánSolo a decirte que vi
mientras hablabas aquí
con Alonso de Guzmán
por esta esquina pasar
hacia la Iglesia mayor
a doña Ana.
Diego Dame, amor,
la ventura en alcanzar,
como el cuidado en seguir.
TristánTodo se alcanza obligando.
DiegoO he de vivir alcanzando,
o siguiendo he de morir.
(Vanse. Sale Miguel de Erauso, abriendo una carta, de soldado en cuerpo, y va dentro de la carta un retrato. Carta. Sobrescrito. Lee.)
MiguelAl alférez Miguel de Erauso, mi hijo,
en el puerto del Callao en los Reinos...




