Menchero / Zarzoso / Pardo-Tomás | Cuerpos mostrados | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 252 Seiten

Menchero / Zarzoso / Pardo-Tomás Cuerpos mostrados


1. Auflage 2019
ISBN: 978-607-03-1002-7
Verlag: Siglo XXI Editores México
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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ISBN: 978-607-03-1002-7
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En nuestro tiempo, a la vez que se producen debates en torno a la muestra de restos humanos en museos, asistimos al éxito de público de exhibiciones de restos humanos en operaciones comerciales que se sitúan a medio camino entre la divulgación científica y el negocio del espectáculo. Las preguntas que suscita este doble episodio contemporáneo son muchas, las respuestas dependen, en mayor o menor medida, de argumentos en boca de un amplio elenco de expertos de diferente condición y procedencia (geográfica, cultural, social). Sin embargo, con frecuencia, la historicidad del fenómeno está ausente de los debates, de manera que es difícil dar respuestas cuya comprensión, necesariamente, comporta la introducción de una perspectiva histórica adecuada acerca de la exhibición de cuerpos, fragmentos y restos de ellos, o modelos anatómicos en soportes diversos. Este libro surge de esta convicción y por eso reúne diversos estudios históricos que permiten una pluralidad de aproximaciones a las condiciones sociales y culturales cambiantes que ha conocido la circulación y exhibición, más o menos publica, no solo de los restos humanos procedentes de cuerpo 'reales', sino también de sus representaciones en imágenes, modelos u otros objetos o modelos anatómicos en soportes diversos.

Mauricio Sánchez Menchero, Alfons Zarzoso y José Pardo-Tomás (coordinadores).

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INTRODUCCIÓN JOSÉ PARDO-TOMÁS y ALFONS ZARZOSO En la primavera de 2006 llegó a Barcelona (a Madrid lo haría en enero de 2008) la exposición Bodies, uno de los formatos itinerantes que se pusieron en circulación por todo el mundo, a raíz del enorme éxito de público y de impacto en los medios de comunicación de Körperwelten, la exhibición de las preparaciones anatómicas de cuerpos humanos con la técnica de la plastination, patentada por el anatomista alemán Gunther von Hagens (Van Dijk, 2001; Stephens, 2011). Muy poco tiempo antes —y tras años de agria polémica en los medios de comunicación— la figura disecada de un bosquimano se había retirado definitivamente de un museo local, en Banyoles, población a un centenar de kilómetros al norte de Barcelona (Westerman, 2007). En la controversia mediática acerca del guerrero san disecado y exhibido en el pequeño museo local catalán y la de los plastinated bodies de Von Hagens y sus imitadores, puesta en circulación en todo el mundo por los medios de comunicación de masas, hubo una completa coincidencia en el tiempo, así como en la insistencia mediática en el hecho de que se tratara de cuerpos humanos “reales”. Sin embargo, ambos episodios tuvieron una resolución final completamente opuesta: mientras que el cuerpo disecado del guerrero africano marchó hacia la invisibilidad total y la definitiva sustracción del mismo de la contemplación pública, los cuerpos plastinizados ascendieron hasta la visibilidad más total y generalizada. Hoy en día, más de una década después, esos restos humanos “reales” siguen itinerando por todo el mundo, aunque han abandonado los museos y se exhiben mayormente en centros comerciales, donde al parecer han acabado encontrando su público más fiel; del guerrero san lo último que se sabe es que sus huesos yacen en una tumba junto a una esquina en un campo de fútbol de Bostwana, mientras que su piel —demasiado “artificial” en opinión de los expertos— se esconde en un cajón del gabinete de restauración del museo madrileño al que el gobierno español acabó encargando la destrucción técnica del disecado para enviar a África lo que quedara de sus restos “reales” para ser sepultados. Que la controversia sobre los aspectos éticos que planteaban dos exposiciones tan distintas estuvo directamente relacionada con el énfasis en que el material exhibido se trataba de “restos humanos reales” es algo en lo que parecen coincidir casi todos los analistas que a lo largo de las dos primeras décadas de este siglo se han ido ocupando de ambos casos y de algunos otros más.Precisamente en este tiempo, hemos asistido a la práctica generalización del debate en torno a la exhibición de restos humanos en el ámbito de los museos de antropología y etnología, aunque muchos de ellos hayan sido rebautizados de formas más o menos imaginativas en estos mismos años, en una operación de lavado que tiene más de publicitaria que de resultado de un debate abierto, plural y desprejuiciado. Y, a la vez, hemos asistido a la extensión de un fenómeno de masas en torno a la exhibición de restos humanos en el ámbito de operaciones comerciales que se sitúan deliberadamente a medio camino entre la divulgación científica y el negocio del espectáculo. Las preguntas que suscita este doble episodio son muchas: ¿cómo entender que estos dos procesos, en total coincidencia cronológica, hayan caminado en direcciones diametralmente opuestas? ¿Qué mecanismos de presencia pública se pusieron en funcionamiento en uno y otro caso? ¿Qué tipo de expertos participaron en las controversias públicas y qué argumentos se esgrimieron por parte de los diversos actores? ¿Quién o quiénes se hicieron intérpretes de la opinión pública y quién o quiénes acabaron tomando las decisiones que llevan, por un lado, a la retirada de la exhibición de restos humanos en los museos y, por el otro, a la apertura de exposiciones multitudinarias basadas precisamente en la exhibición de restos humanos? Parece que las respuestas dependen, en mayor o menor medida, de los espacios de exhibición, de los contextos de recepción de las diferentes modalidades de exposición, del mayor o menor despliegue de argumentos en boca de un amplio elenco de expertos de diferente condición (científica, pedagógica, ética, religiosa, filosófica) y procedencia (geográfica, cultural, social), de la divergencia de marcos normativos a la que da lugar la reacción del poder político ante la presión de la opinión pública, entre otros factores. Todo ello contribuye a dar como resultado realidades divergentes, que como acabamos de ver pueden diferir radicalmente, incluso en un mismo contexto local. Acercarse a la comprensión de por qué se producen las distintas respuestas a la exhibición de restos humanos en nuestra sociedad occidental contemporánea pasa precisamente por introducir la perspectiva histórica en la estrategia de comprensión del fenómeno. De hecho, llama la atención la falta de una perspectiva histórica adecuada en los debates públicos acerca de la exhibición de cuerpos, fragmentos y restos de ellos, o modelos anatómicos en soportes diversos. Con frecuencia, la historicidad del fenómeno está totalmente ausente de las discusiones, de manera que es difícil dar respuestas cuya comprensión, necesariamente, comporta la consideración de esa historicidad; o, lo que a veces es peor, el argumento histórico está presente, pero de modo simplista, desviado o gravemente desenfocado. Superar este problema no es posible en términos del estéril lamento del historiador profesional amparado en un jeremiaco “no nos hacen caso”; al contrario, se debería comenzar por admitir que la imagen histórica transmitida por los propios historiadores es la principal responsable de esa ausencia o de ese banal desenfoque cuando lo histórico entra a formar parte del debate. El proyecto de este libro surgió de esta convicción y por eso se dirigió a estimular diversos estudios históricos que permitieran una pluralidad de aproximaciones a las condiciones sociales y culturales cambiantes que ha conocido la circulación y exhibición, más o menos pública, no sólo de los restos humanos procedentes de cuerpos ‘reales’, sino también de sus representaciones, en imágenes, modelos u otros objetos, así como de los argumentos discursivos, racionales o emocionales, esgrimidos para justificarlas o cuestionarlas. La decisión de urdir una estrategia en forma de proyecto de investigación unitario se explica por la necesidad de obtener financiación para realizar estudios históricos sobre colecciones científicas de Madrid y Barcelona que diversas contingencias recientes pusieron al alcance de los investigadores del grupo, algunos de los cuales habían iniciado ya sus respectivos estudios (Morente, 2013, 2015, 2016; Pardo-Tomás, 2010, 2014, 2016; Zarzoso y Pardo-Tomás, 2014, 2015, 2016; Zarzoso, 2009, 2016). No somos, ni mucho menos, los primeros en plantear que la mirada histórica puede contribuir decisivamente no sólo a la comprensión del fenómeno contemporáneo, sino también a la de las controversias públicas suscitadas. De forma más o menos conectada con reflexiones sobre el fenómeno Bodyworlds o sus epígonos, toda una serie de publicaciones con mirada histórica se han sucedido en estas dos primeras décadas de siglo, a veces incluso con las mismas expresiones en sus títulos, como ocurrió con Morbid curiosity, de Michael Sappol (2004), que se pluralizó en las Morbid curiosities, de Sam Alberti (2011), e incluso se proclamó superada por Luis Ángel Sánchez Gómez en su More than morbid curiosities (2016), un estudio sobre el museo del doctor Pedro González de Velasco (1815-1882), en el Madrid de la segunda mitad del siglo XIX. En nuestro caso, sin embargo, partíamos de la convicción de que había que retrotraer la reflexión histórica a épocas anteriores. No sólo porque, en el aspecto estrictamente material, muchos procedimientos de conservación y de representación de cuerpos o fragmentos de cuerpos humanos tienen un origen más remoto —cronológicamente, pero en ocasiones también espacialmente— de lo que se suele pensar. Sino también porque pensábamos que determinadas condiciones de exhibición, de respuestas esperables por parte de expertos y profanos, o de normas implícitas que rigen o aspiran a regir la conducta por parte de los exhibidores y del público, tenían orígenes lejanos, aunque habían pervivido hasta nuestros días, no sin alguna metamorfosis ocasional o, a veces, simplemente, con un ligero enmascaramiento discursivo. De hecho, éstos son los supuestos de los que partimos cuando en el verano de 2015, redactamos un proyecto de investigación con la idea de reunir un grupo de gente que estaba llevando a cabo o estaba interesada en poner en marcha investigaciones históricas en torno al tema de los gabinetes y museos anatómicos (de ahí el nombre de Gabmusana que adoptó el grupo desde su creación) en el ámbito español y latinoamericano.1 El proyecto pudo comenzar a desplegarse gracias a que obtuvo una discreta financiación del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científica y Técnica de Excelencia para el cuatrienio 2016-2019.2 En coincidencia con la elaboración del proyecto, se llevó a cabo la coordinación de un monográfico para la revista Dynamis con el título de “Colecciones anatómicas y regímenes de exhibición”, donde se publicaron, junto a artículos de nuestras colegas Nike Fakiner y Alba del Pozo, intervenciones de dos miembros de nuestro colectivo (Morente, 2016 y Zarzoso, 2016a, 2016b). Por otro lado, el apoyo de la...



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