Sharr | Heidegger sobre la arquitectura | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 200 Seiten

Reihe: Pensadores sobre la arquitectura

Sharr Heidegger sobre la arquitectura


1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-291-9691-7
Verlag: Reverte
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

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Reihe: Pensadores sobre la arquitectura

ISBN: 978-84-291-9691-7
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La obra de Martin Heidegger ha fascinado a arquitectos y teóricos de la arquitectura; ha influido en los proyectos de arquitectos tan diversos como Peter Zumthor, Steven Holl, Hans Scharoun y Colin St. John Wilson. La influencia de Heidegger en la cultura arquitectónica ha sido inmensa. Sus críticas a la tecnología, la importancia que otorgó a la experiencia emocional y corporal, y sus nociones del 'habitar' y del 'lugar' han determinado el ejercicio profesional y la crítica. Su colaboración con el régimen nazi en Alemania ha puesto en tela de juicio su pensamiento; pese a ello, en la arquitectura, el legado de su pensamiento es omnipresente. Esta breve introducción es ideal para arquitectos, estudiantes de arquitectura, así como cualquier lector interesado en la teoría e historia de la arquitectura.

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I. Pocos filósofos famosos han escrito específicamente para un público formado por arquitectos. Martin Heidegger es uno de ellos. Introducción
Heidegger habló en una reunión de profesionales y miembros del mundo académico en un congreso celebrado en Darmstadt en 1951. Hans Scharoun ?luego arquitecto de la sede de la Orquesta Filarmónica de Berlín (la Philharmonie) y de la Biblioteca Nacional de Alemania? anotó en su programa encendidos comentarios, entusiasmado con la charla de Heidegger a sus amigos y conocidos.1 El debate ?que tanto inspiró a Scharoun? se imprimió más tarde como un ensayo titulado ‘Bauen Wohnen Denken’ (‘Construir Habitar Pensar’). Reeditado hasta nuestros días y traducido a muchos idiomas, el texto influyó en más de una generación de arquitectos, teóricos e historiadores durante la segunda mitad del siglo xx. Cuando Peter Zumthor se deshace en elogios sobre el potencial atmosférico de los espacios y los materiales; cuando Christian Norberg-Schulz escribe sobre el espíritu del lugar; cuando Juhani Pallasmaa habla sobre ‘los ojos de la piel’; cuando Dalibor Vesely razona sobre la crisis de la representación; cuando Kars­ten Harries reivindica unos parámetros éticos para la arquitectura; cuando Steven Holl habla de fenómenos y pinta acuarelas que evocan experiencias arquitectónicas: todas estas influyentes figuras están respondiendo en cierto modo a Heidegger y a sus nociones del habitar y del lugar. No es que la respuesta a Heidegger haya sido abrumadoramente positiva; nada más lejos de la realidad. Tal vez Heidegger siga siendo el pensador más controvertido entre los que animaron el pasado siglo xx, tan profundamente turbulento. Heidegger fue miembro del Partido Nazi; y fue nombrado triunfalmente rector de la Universidad de Friburgo durante la ola de terror y euforia que llevó al poder a los fascistas en 1933. Si la dimisión de ese cargo por parte del filósofo el año siguiente fue el final de su idilio o bien siguió siendo un nazi de por vida es algo que parece depender tanto de la simpatía o antipatía individual que sienta cada analista por su filosofía, como de los hechos acaloradamente disputados que presenta el caso. No cabe duda de que en la biografía de Heidegger hay momentos inaceptables que deberían reconocerse y condenarse. Sin embargo, cuando eminentes críticos de arquitectura rechazan al filósofo en términos inequívocos ?uno de ellos ha escrito un artículo titulado “Olvidar a Heidegger” (en la línea de Olvidar a Foucault, de Jean Baudrillard)?,2 lo hacen tanto desde el campo de batalla de la política arquitectónica como desde una posición de superioridad moral. La reputación de Heidegger sigue siendo un tema de alto riesgo en las torres de marfil del mundo académico de la arquitectura. Lo que está claro es que el filósofo idealizó decididamente lo rural y las técnicas poco avanzadas, y lo hizo antes, durante y después del nazismo; y también que se acercó peligrosamente a la retórica fascista del Blut und Boden (‘sangre y tierra’). Y asimismo sigue estando claro que buena parte de la arquitectura ‘culta’ occidental y de la teoría arquitectónica de la segunda mitad del siglo xx están en deuda con la influencia de Heidegger. Entonces, ¿qué dijo este problemático filósofo sobre la arquitectura? ¿Por qué le escucharon tantos arquitectos? Heidegger cuestionaba los procedimientos y protocolos del ejercicio profesional, y su posición sobre la arquitectura era parte de una crítica más amplia al tecnocrático mundo occidental. En un periodo de posguerra, cuando los occidentales parecían justificar sus acciones con una referencia creciente a las estadísticas económicas y técnicas, Heidegger alegaba que no debían olvidarse las necesidades primordiales de la experiencia humana. Según él, la gente da sentido a su vida en primer lugar mediante la ocupación de su entorno y las respuestas emocionales a él. Sólo entonces intentan cuantificar sus actitudes y acciones mediante la ciencia y la tecnología. Mientras que otras personas de la industria de la construcción, como los ingenieros o los aparejadores, trabajan principalmente con datos, podría decirse que el oficio primordial de los arquitectos tiene que ver con la experiencia humana. Para el filósofo, el construir configura físicamente, a lo largo del tiempo, el modo en que las personas miden su lugar en el mundo. En efecto, al registrar físicamente la huella de la implicación humana tanto a gran escala como a pequeña escala, los edificios establecen el espíritu concreto de cada constructor y de cada habitante. De este modo, la arquitectura puede contribuir a centrar a la gente en el mundo; puede ofrecer lugares singulares desde los que indagar por uno mismo. Heidegger pensaba que era así como se había entendido la arquitectura en el pasado, y que el insaciable ascenso de la tecnología había entorpecido ese entendimiento. Así pues, el modelo de arquitectura propugnado por Heidegger se centraba en las cualidades de la experiencia humana. Su llamamiento para reintegrar el construir y el habitar ?reintegrar la creación de algo con las actividades y cualidades de su ocupación? exaltaba la arquitectura ‘no experta’ junto a los libros y revistas de la arquitectura ‘culta’, y consideraba que la arquitectura estaba más cerca de la vida diaria corriente que ninguna otra clase de producto terminado. En las décadas de 1960 y 1970, ese pensamiento sintonizaba con la obra de autores como Jane Jacobs,3 Bernard Rudofsky4 y Christopher Ale­xander,5 quienes también cuestionaban la potestad de la pericia profesional y trataban en cambio de validar la construcción ‘no experta’. Los profesionales de la arquitectura valoraban los estímulos que la obra de Heidegger ofrecía a las preferencias de la actividad en la que ellos participaban y, en realidad, a las preferencias que constituían la sociedad occidental. Gracias a los escritos de Heidegger, algunos miembros del mundo académico idearon provechosas narraciones e imágenes acerca de la actividad de construir, de sus orígenes y de sus representaciones. Incluso en este breve resumen aparecen algunas características distintivas de la retórica de Heidegger: una moral particular; la promoción del valor de la presencia y la habitación humanas; un misticismo sin complejos; cierta tendencia a la nostalgia; y el impulso de recalcar los límites de la ciencia y la tecnología. Esta retórica tiene sus héroes y sus villanos. Los héroes son sencillos provincianos, los que de alguna manera están en sintonía con sus cuerpos y sus emociones, y los propensos a idealizar el pasado. Los villanos son estadísticos y tecnócratas volcados en la cuantificación matemática, profesionales inclinados a apropiarse de las actividades cotidianas mediante instrumentos legislativos, y sofisticados urbanitas esclavos de la moda. Los peligros del ámbito de pensamiento de Heidegger ya quedan patentes aquí. El potencial de los mitos románticos de la pertenencia para excluir a las personas al igual que para incluirlas, y el escepticismo propio de un elevado debate intelectual en favor del sentido común son factores que pueden virar hacia el totalitarismo. Sin control, ese pensamiento puede llevarnos en la dirección de la retórica fascista, en la que el propio Heidegger estuvo inmerso, al menos durante un breve periodo, en los años 1930. La obra de Heidegger y la controversia rara vez van por separado. Pero lo que sigue no está motivado por deseo alguno de controversia. Éste es un libro de arquitectos, escrito para arquitectos por un arquitecto. Aunque maneja escritos filosóficos, este libro no se atribuye nuevas visiones filosóficas ni espera resolver cuestiones de esa índole. Más bien lo que pretende es llamar la atención de los arquitectos sobre algunas de esas cuestiones, para lo que enfatiza aspectos de ellas que parecen más cercanos a las actividades de un taller de proyectos. Hay personas para quienes la implicación de Heidegger en el nazismo invalida su obra; para ellos, este libro es, en el mejor de los casos, un esfuerzo desperdiciado y, en el peor, una muestra de complicidad con un hombre malvado y con sus problemáticos escritos. Admito este argumento y empatizo con él. Sin embargo, parece un disparate sostener que Heidegger no ejerció una gran influencia en la profesión y el pensamiento de los expertos en arquitectura durante la posguerra. Lo cierto es que sí lo hizo ?numerosos profesionales y eruditos influyentes prestaron mucha atención a su obra? y el legado de su influencia aún perdura. Por esta razón es importante recordar y valorar los parámetros de sus argumentos. Mi intención aquí es contribuir a que el lector se aproxime por sí mismo a los textos del filósofo. Sin embargo, mi consejo es: precaución. No bajemos la guardia crítica. Donde algunos arquitectos han visto fructíferas ideas de proyecto y algunos estudiosos han encontrado profundas reflexiones, otros se han topado con dificultades insuperables. Este libro se concentra en el mencionado ensayo de Heidegger ‘Construir Habitar Pensar’ (publicado originalmente en 1951), junto con dos textos coetáneos que ayudan a ampliar sus ideas: ‘Das Ding’ (‘La cosa’, 1950) y ‘… dichterisch wohnet der Mensch…’ (‘… poéticamente habita el hombre…’, 1951).6 Algunos filósofos considerarían desconcertante centrarse en esto. Durante buena parte de su vida, Heidegger disfrutó con el despliegue calculado de tendencias antiacadémicas, inspiradas tanto por la travesura como...



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