E-Book, Spanisch, 300 Seiten
Reihe: Otras Latitudes
Smith Verano
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-18451-92-8
Verlag: Nórdica Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Cuarteto Estacional IV
E-Book, Spanisch, 300 Seiten
Reihe: Otras Latitudes
ISBN: 978-84-18451-92-8
Verlag: Nórdica Libros
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Ali Smith (Inverness, 1964) Tuvo una madre irlandesa, un padre inglés y una educación escocesa (hasta que comenzó su doctorado en Newnham College, Cambridge). A los veinte años, después de que un debilitante ataque de síndrome de fatiga crónica descarrilara su carrera académica, comenzó a escribir. Ahora, autora de ocho novelas y seis colecciones de cuentos, crea lo que podría llamarse ficción experimental, pero con un estilo fácil, agradable y de emocionante lectura. Escribe en The Guardian, The Scotsman y el Times Library Supplement.
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Si he de ser yo la heroína de mi propia vida, dice la madre de Sacha.
Y luego dice: Sacha, ¿de dónde es esta frase? ¿De qué libro?
Sacha desayuna en la sala mientras lee en su móvil. El televisor está encendido a un volumen mucho más alto del debido y su madre grita para hacerse oír.
No lo sé, dice Sacha.
Lo dice con un tono de voz normal, por lo que es muy probable que su madre no la haya oído. Tampoco es que eso cambie nada.
Heroína de mi propia vida, su madre recorre la sala de punta a punta, repitiéndolo una y otra vez. Heroína de mi propia vida y luego algo sobre un reemplazo. ¿De dónde es?
Como si importara.
Sacha niega con la cabeza sin negar lo suficiente para que se note.
Su madre no tiene ni idea.
Y un buen ejemplo es lo que ocurrió anoche con la cita que Sacha encontró en Internet para el trabajo sobre el perdón que Merchiston les había puesto para la clase de hoy. Para señalar que había pasado una semana desde el Brexit, les dijo que escribieran una redacción sobre el tema del «Perdón». Sacha desconfía profundamente del perdón. El acto de decir te perdono es como decir eres menos que yo y te gano en superioridad moral.
Pero es el tipo de sinceridad que hace que Merchiston, a quien toda la clase sabe exactamente cómo responder para conseguir la nota deseada, te ponga un notable en lugar de un sobresaliente.
Por lo que anoche, porque tenía que entregar el trabajo hoy, Sacha consultó algunas citas en Internet.
Como dijo devotamente una escritora del siglo pasado, el perdón es la única forma de revertir el irreversible flujo de la historia.
Su madre había entrado en su cuarto sin llamar y leyó la pantalla por encima del hombro de Sacha.
Es buena esa cita, me gusta, dijo su madre.
A mí también, dijo Sacha.
¿Es devotamente la palabra correcta?, dijo su madre. Suena más filosófico que devoto. ¿Es un autor devoto? ¿Quién lo escribió?
Sí, es un escritor devoto, dijo Sacha aunque no tenía ni idea, no sabía de quién era la frase y había escrito la palaba devotamente porque le gustaba cómo sonaba. Pero ahora, con su madre ahí pegada agobiándola a preguntas, entró en Startpage y escribió las palabras irreversible, flujo, historia. Apareció la cita.
Suena a nombre europeo, dijo Sacha.
Ah. Es Arendt, Hannah Arendt, dijo su madre. Me gustaría leer lo que Arendt dice sobre el perdón, me gustaría muchísimo.
Irónico, pensó Sacha, dado que no parecía que su padre y su madre fuesen a perdonarse en un futuro cercano.
Aunque no sé si la definiría como devota, dijo su madre. ¿No da la fuente original? Mira. Pues no. Es terrible.
La fuente es Brainyquote, dijo Sacha. Es donde he encontrado la cita.
No puedes poner Brainyquote como fuente bibliográfica, dijo su madre.
Sí que puedo, dijo Sacha.
Necesitas buscar una referencia, dijo su madre. Si no, no sabrás de dónde viene lo que dijo Hannah Arendt.
Sacha volvió la pantalla hacia su madre.
Brainyquote. Quotepark. Quotehd. Azquotes. Facebook. Goodreads. Picturequotes. Quotefancy. Askideas. Birthdaywishes.expert, dijo. Estos son todos los sitios que salen cuando escribes partes de la cita. Son las fuentes principales. Hay montones de páginas web que citan lo que dijo Arendt.
No, esas páginas web solo dicen que la están citando, eso no basta, dijo su madre. El contexto. Importa.
Ya, pero a mí no me hace falta.
Pues sí que te hace falta, dijo su madre. Comprueba si alguno de esos sitios menciona la fuente primaria de la frase.
Internet es una fuente primaria, dijo Sacha.
Su madre se fue.
Todo se mantuvo en silencio durante diez minutos.
Sacha volvió a respirar con normalidad.
Entonces su madre, que claramente había estado consultando Brainyquote Quotepark y demás en el portátil de la cocina, gritó escalera arriba, como si Brainyquote Quotepark y demás le hubieran estado insultando personalmente:
Ninguno de esos sitios web, ni uno solo, menciona la fuente primaria, Sach. No puedo encontrar en qué libro escribió Arendt esa frase. No deberías usar la cita. No puedes.
Bien, gracias, gritó a su vez Sacha desde el dormitorio.
Luego siguió con lo que estaba haciendo, como si su madre no hubiese dicho nada.
Puede que ni siquiera lo dijese Arendt, gritó su madre, que ahora había subido hasta la mitad de la escalera.
Gritaba como si nadie pudiese oírla.
No es fidedigno, gritó su madre.
¿Y quién necesita que los deberes escolares sean fidedignos?, dijo Sacha.
Yo, dijo su madre. Y tú. Y todos los seres humanos que usan referencias.
Preocuparse por cosas así es lo que hacía la generación de su madre para no tener que preocuparse por los hechos reales que pasaban en el mundo. Sin embargo, por si su madre tenía algo de razón…
¿Y si escribo al final del trabajo que Internet dice que la cita es de Hannah… hum?, dijo Sacha.
Volvió a consultar en Internet el apellido de la autora.
Eso no basta, gritó su madre, que volvió a entrar en la habitación sin que nadie se lo hubiese pedido. Porque no hay ninguna prueba de que Hannah Arendt la escribiese. ¿Y si fue otra persona, alguien que no se lleva el reconocimiento? O. ¿Y si nadie lo dijo de ninguna fuente original y alguien, a saber dónde, se inventó que Hannah Arendt lo había dicho, lo escribió en Internet y su invención se extendió luego por todos esos sitios web?
Entonces Hannah Arendt, quienquiera que sea, estaría encantada, dijo Sacha (a un volumen normal para que su madre reparase en lo mucho que gritaba). Es una frase muy buena.
No puedes hablar por Hannah Arendt, dijo su madre (sí, no tan alto, bien). ¿Acaso te gustaría que Internet citase algo diciendo que eran palabras de Sacha Greenlaw?
No me importaría. Me gustaría que alguien pensara que he dicho algo que está bien, dijo Sacha.
Ah, comprendo. Aprobación, esa es la cuestión. Actúas como si tuvieras la edad de Robert, dijo su madre.
No es verdad. Si yo solo tuviera trece años o fuese Robert, Dios no lo quiera, habría dicho: vuélvete enseguida a la edad de la inútil pedantería educativa.
Vamos, Sach, dijo su madre. La fuente. Importa. Piensa por qué.
Lo que pienso, dijo Sacha, volviéndose para mirar a su madre. Es que estoy trabajando a un nivel de corrección aceptable.
El nivel de atención del que hablo es necesario para todo, dijo su madre, volviendo a alzar la voz (como si el hecho de alzar la voz le diese la razón). Y lo que llamas un nivel de corrección aceptable no es más que una argucia social.
Ahora su madre movía tanto los brazos en la habitación de Sacha que incluso golpeó la tulipa de la lámpara, que empezó a balancearse.
¿Y si un día te despiertas y descubres que todo Internet dice que tú has dicho algo que no dirías por nada del mundo?, dijo su madre.
Pues sencillamente diría que nunca lo he dicho, dijo Sacha.
Pero ¿y si entraras en Internet y encontraras que sigue habiendo miles de personas enfadadas contigo?, dijo su madre. ¿Y si te pasara algo parecido a lo que le ha ocurrido a tu hermano?
No se puede hacer nada con esa clase de reacción en cadena, dijo Sacha. Por lo que no me importaría lo que pensaran los demás. Yo sabría que yo decía la verdad. Soy mi propia fuente. Ve a molestarlo a él. Yo no tengo tiempo para esto.
Eso haría, pero ha salido, dijo su madre.
Son las diez de la noche, dijo Sacha. Robert tiene trece años. ¿Qué clase de madre eres?
Una que hace lo que puede por sus dos hijos contra viento y marea, dijo su madre.
Esto es una prioridad, dijo Sacha.
¿Y si arruinasen tu reputación y no pudieses ir a ningún lado porque todo el mundo te insultaba y te llamaba mentirosa?
Los perdonaría, dijo Sacha.
¿Qué?, dijo su madre.
El perdón, dijo Sacha, es la única forma de revertir el irreversible flujo de la historia.
Siguió una breve pausa, casi como cuando la gente guarda silencio en una obra de teatro. Y luego su madre soltó una carcajada.
Sacha también se echó a reír.
Su madre se acercó al escritorio y la abrazó.
Mi niña inteligente, dijo.
El pecho de Sacha se llenó de esa calidez sobre la que una vez, cuando era muy pequeña, había preguntado a su madre porque era de lo más agradable, y su madre le había dicho es tu verano interior.
Pero tienes que ser más inteligente aún, dijo su madre, todavía estrechándola en sus brazos. Las chicas inteligentes tienen que ser más inteligentes que el, el.
El nivel de inteligencia aceptable, dijo Sacha entre los brazos de su madre.
Eso fue anoche. Esto es la mañana siguiente. Sacha intenta desayunar en paz mientras echa un vistazo a las noticias y a las entradas de Facebook en su móvil. Pero no hay paz. Su madre recorre la sala divagando, gritando palabras y agitando una taza de café cuyo contenido se derrama ocasionalmente y mancha el parquet; Sacha tiene que apartar su bolsa un par de veces.
El volumen del televisor está demasiado...