Sobrino | Ensayo sobre la ortodoxia cuando el Cristo es Jesús: historia, buena noticia y parcialidad. Concilium 355 (2014) | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 10 Seiten

Reihe: Concilium

Sobrino Ensayo sobre la ortodoxia cuando el Cristo es Jesús: historia, buena noticia y parcialidad. Concilium 355 (2014)

Concilium 355/ Artículo 7 EPUB
1. Auflage 2014
ISBN: 978-84-9073-015-7
Verlag: Editorial Verbo Divino
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

Concilium 355/ Artículo 7 EPUB

E-Book, Spanisch, 10 Seiten

Reihe: Concilium

ISBN: 978-84-9073-015-7
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El presupuesto de este artículo es que, histórica y existencialmente, el cristianismo gira alrededor de Jesús de Nazaret. En cuanto realidad histórica es camino al Cristo y salvaguarda de su realidad. Esta realidad es, en definitiva, buena noticia, eu-aggelion. El recto pensar de la ortodoxia debe ir acompañado por el recto actuar en el seguimiento de Jesús, la ortopraxis, y por el recto dejarse afectar por Jesús de Nazaret. Así lo han dicho, en la línea de este artículo, Leonardo Boff e Ignacio Ellacuría. Y así lo dijo, desde su propia teología, Karl Rahner.

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Jon Sobrino *


Ensayo sobre la ortodoxia cuando el Cristo es Jesús


Historia, buena noticia y parcialidad


El presupuesto de este artículo es que, histórica y existencialmente, el cristianismo gira alrededor de Jesús de Nazaret. En cuanto realidad histórica es camino al Cristo y salvaguarda de su realidad. Esta realidad es, en definitiva, buena noticia, eu-aggelion. El recto pensar de la ortodoxia debe ir acompañado por el recto actuar en el seguimiento de Jesús, la ortopraxis, y por el recto dejarse afectar por Jesús de Nazaret. Así lo han dicho, en la línea de este artículo, Leonardo Boff e Ignacio Ellacuría. Y así lo dijo, desde su propia teología, Karl Rahner.

En la ortodoxia de las iglesias cristianas, desde los concilios ecuménicos de los primeros siglos, se afirman verdades trascendentes. Pero eso no relativizó las verdades históricas. Lo exigía el Nuevo Testamento, y sin ellas las verdades trascendentes quedarían inanes. Además las verdades históricas introducían buena noticia y parcialidad en las trascendentes. La razón es que en el origen está Jesús de Nazaret.

Sobre todo ello queremos reflexionar, con una advertencia. El presente texto es un ensayo sin especiales conocimientos históricos y sin pretensiones especulativas. Enfocar el fenómeno global de la fe y de la ortodoxia desde Jesús de Nazaret es en definitiva una opción personal, aunque reflexionada. Y pensamos que puede ser ayuda a la fe de los cristianos y a la configuración más cristiana de las iglesias.

I. Lo histórico es camino a lo trascendente, y es su salvaguarda


Hace años me tocó explicar los títulos de dignidad que se aplican a Cristo: señor, mesías, siervo, hijo del hombre, hijo de Dios, palabra, etc. Con ellos se afirma la verdad de Cristo, de modo que, análogamente, se los puede considerar como la ortodoxia de las primeras comunidades cristianas. Para mí fue un descubrimiento importante. Más tarde, sin embargo, me percaté de sus limitaciones.

La primera es la necesidad de leer adecuadamente los títulos. Según una lectura habitual, el Nuevo Testamento estaría diciendo: «Jesús es Mesías, es Señor…». Pero no es así. Lo que dice es: «¿Ser Mesías, ser Señor…? Eso es Jesús»1. Se mantiene así la prioridad del sustantivo Jesús sobre los títulos de dignidad, lo cual ayuda a adentrarse, sin peligro, en la totalidad de Jesucristo. Veamos las consecuencias de leer los títulos de Cristo desde Jesús de Nazaret.

1) Jesús de Nazaret —llámesele el Jesús histórico, terrestre o de otra forma— es camino al Cristo2. Esto quiere decir que, a partir de ese Jesús, en principio realidad histórica, y no sin ese Jesús, podemos libremente dar el salto al Cristo, realidad trascendente. Es bueno y provechoso, ciertamente, dejarse afectar por el comienzo del prólogo de Juan y aceptar su verdad. Pero poco aprovechará si antes no captamos —no nos dejamos afectar y no nos decidimos a seguir— al Jesús real que puso su tienda entre nosotros.

Para la ortodoxia esto significa que si sus contenidos, los de los cuatro primeros concilios por ejemplo, no provienen de y no recogen la historia de Jesús, se quedan en una abstracción y no sabemos cuán recta es nuestra fe. El peligro es real y serio.

2) Jesús de Nazaret es la salvaguarda del Cristo3. Con ello queremos decir que Jesús «guarda» al Cristo de los peligros de volatilizarlo. Y que lo guarda «bien», lo salva-guarda de las ideologizaciones4 a las que somos propensos, cuando introducimos en su contenido lo que nos interesa, sea en línea materialista o espiritualista. Veámoslo a través de dos denuncias clásicas.

Dostoievski, en la leyenda del gran inquisidor en Los hermanos Karamazov, al Cristo que no pronuncia palabra [se refiere a un Jesús real con un mensaje real] el inquisidor le echa en cara que ha traído libertad, y le dice, por cierto, que se ha equivocado, pues lo que los seres humanos desean realmente es seguridad. Eso es lo que les ofrece la Iglesia. En un primer momento le anuncia que lo va enviar a la hoguera, pero finalmente le deja marchar: «Muchas gracias por haber venido hace 1.500 años, pero ahora ya no te necesitamos». Y termina con estas palabras que se han hecho clásicas, e ilustran espeluznantemente nuestro tema. «En realidad nos estorbas. Vete y no vuelvas más». Jesús de Nazaret es expulsado de la iglesia porque estorba. Con él no podemos vivir en paz. Sí podemos vivir en paz con un Cristo que se acomode a nuestros gustos e intereses.

En palabras no tan grandilocuentes, pero no menos serias, el Garaudy de la época marxista pedía a los cristianos en un encuentro después del Vaticano: «Hombres de Iglesia, devuélvannos a Jesús»5. La queja es que los cristianos lo hemos convertido en monopolio propio, y además lo hemos aprisionado. Sin Jesús, podremos seguir hablando de Cristo, pero no introducimos en el mundo el potencial humanizador de Jesús de Nazaret.

Sin Jesús de Nazaret no sabemos qué tenemos que salva-guardar. Pero tampoco se piense que Jesús ofrece una solución barata al problema. Esta sería mantenerle presente en el concepto. Jesús ofrece más bien una solución cara: mantenerle presente en el ser y en el hacer. Para salvaguardar al Cristo tenemos que cargar con Jesús de Nazaret. Entonces, la ortodoxia deja de ser un saber barato. Y el saber caro ocurre, por su naturaleza, juntamente con una recta praxis, la ortopraxis.

II. La verdad es buena noticia parcial


Al Cristo que es Jesús el Nuevo Testamento lo presenta en un contexto y en un ámbito de buena noticia. Recordemos tres acepciones de eu-aggelion.

1) Eu-aggelion es lo que anuncia e inicia Jesús, el reinado de Dios, basileia tou Theou. Se le corresponde con esperanza ciertamente, pero también con ortopraxis, pues «no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre» (Mt 7,21).

2) Eu-aggelion es la pascua de Jesús, su muerte y resurrección, el kerygma primitivo. Se le corresponde en fe, y es contenido central de la ortodoxia.

3) Eu-aggelion, por último, es el modo de ser y hacer de Jesús en su servicio al reinado de Dios, en su relación con los seres humanos y en su relación con un Dios que es padre. Se le corresponde, a falta de mejor término, en lo que hemos llamado ortopathos, ortopatía, recta afección.

El Nuevo Testamento formula lingüísticamente y conceptualiza teológicamente las dos primeras acepciones de eu-aggelion. Buena Noticia es el reinado de Dios. Y Buena Noticia es la pascua de cruz y resurrección. Lo primero aparece más claramente en los sinópticos, y lo segundo más claramente en Pablo y Juan. Y la razón para esa doble formulación es que el que una noticia sea buena depende, a la vez, del contenido de lo que se anuncia y del destinatario al que se anuncia. El reino de Dios es buena noticia para pobres y oprimidos, en la línea de Isaías recogida por Lucas, porque les ofrece vida y liberación. La pascua, cruz y resurrección, es buena noticia para todos, judíos y gentiles, varones y mujeres, libres y esclavos6, porque trae perdón a un mundo en el que «todos pecaron».

El Nuevo Testamento no formula ni conceptualiza el tercer significado de buena noticia que hemos mencionado. Pero en los evangelios, en lo que tienen de teología narrativa, su realidad está muy presente in actu. Nos queremos detener en ello, pues no suele ser muy tenido en cuenta, y nos parece central para comprender el eu-aggelion en totalidad. Las reflexiones que vamos a hacer no son apodícticas, indiscutibles, pero espero que sean razonables.

Preguntémonos qué hizo que Jesús de Nazaret fuese una buena noticia, un eu-aggelion. Tenemos en cuenta especialmente a la gente rural de Galilea, pobre y menospreciada por todos los movimientos religiosos, que «acudían a él de todas partes» (Mc 1,45)7. Y también a seguidores y amigos.

De Jesús les debió impactar, en positivo, sus actividades liberadoras, curaciones, expulsiones de demonios; su acogida a los pecadores y marginados, mujeres y niños; su praxis de denuncia y desenmascaramiento; sus bendiciones a pobres y sus maldiciones a poderosos; la celebración de la vida en comidas. En síntesis, su mensaje de esperanza: «el reino de Dios se acerca» (Mc 1,15). Pero, como hemos dicho, también les debió impactar su específico modo de ser.

Jesús hablaba con autoridad, no como los líderes prepotentes, ni los fanáticos irracionales, ni los funcionarios a sueldo. A los necesitados los atraía por su compasión, y por ello en sus tribulaciones iban a él con el argumento decisivo: «Señor, ten compasión de mí». Los niños no se asustaban de él, y las mujeres encontraban en él respeto, comprensión, defensa, acogida, trato digno y afectuoso. En Jesús los pobres encontraron a alguien que los amaba y los defendía, sin más razón para ello que su necesidad y sus sufrimientos, la opresión y el desprecio que sufrían. Al final de su vida en esa gente encontró su mejor protección, y por eso tuvo que ser apresado a traición, de...



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