Steiner | Los libros que nunca he escrito | E-Book | sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 31, 238 Seiten

Reihe: El Ojo del Tiempo

Steiner Los libros que nunca he escrito


1. Auflage 2016
ISBN: 978-84-16964-18-5
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, Band 31, 238 Seiten

Reihe: El Ojo del Tiempo

ISBN: 978-84-16964-18-5
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



«Un libro no escrito es algo más que un vacío. Acompaña a la obra que uno ha hecho como una sombra irónica y triste. Es una de las vidas que podríamos haber vivido, uno de los viajes que nunca emprendimos.»George Steiner En esta obra, extremadamente audaz y original, George Steiner habla de siete libros que no escribió. Porque las intimidades y las indiscreciones eran demasiadas. Porque el tema acarreaba excesivo sufrimiento. Porque el desafío intelectual o emocional que suponía parecía estar más allá de sus capacidades. Los temas concretos versan sobre cuestiones muy variadas y desafían tabúes convencionales: el tormento que padecen las personas de talento que viven entre los grandes cuando se comparan con ellos; la experiencia del sexo en diferentes idiomas; el amor por los animales que supera al amor por los seres humanos; el costoso privilegio del exilio; una teología del vacío... Sin embargo, en esta diversidad subyace una percepción unificadora. Lo mejor que tenemos o que podemos producir no es más que la punta del iceberg. Detrás de todo gran libro, como una sombra, está el libro que se ha quedado sin escribir.

George Steiner (París, 1929-Cambridge, 2020), fue uno de los más reconocidos estudiosos de la cultura europea y ejerció la docencia en las universidades de Stanford, Nueva York y Princeton, aunque su carrera académica se desarrolló principalmente en Ginebra e Inglaterra. En 2001 recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humani­dades.

Steiner Los libros que nunca he escrito jetzt bestellen!

Weitere Infos & Material


Me imagino que no son muchos hoy los que leen las obras de Francesco degli Stabili, más conocido como Cecco d’Ascoli. Lo que ha sobrevivido de estos escritos es la epopeya incompleta L’Acerba, dos tratados astrológicos y unos cuantos sonetos, aunque aquí la atribución y la procedencia son inseguras. Ya sólo por razones lingüísticas estos vestigios son casi inaccesibles al lector común. Los investigadores interesados en Cecco deben estudiarlo en códices problemáticos o en ediciones defectuosas. Sin embargo, las obras de D’Ascoli, difíciles y a menudo repelentes, han ejercido su hechizo. Si bien rigurosamente prohibidas por la censura eclesiástica –los ejemplares que se pudieron localizar fueron arrojados a las llamas y su posesión clandestina fue objeto de persecución inquisitorial–, se han conservado unos catorce códices del siglo XIV y al menos treinta aparecieron en el transcurso del XV. A la que se considera como la primera versión impresa de L’Acerba en 1473 siguen veintiséis ediciones más entre 1476 y 1550. Durante el siglo XVI, el tema que se per?la es el de la osadía intelectual de Cecco, el de una in?exible integridad protocientí?ca que hace de él un auténtico precursor de Giordano Bruno y Galileo. De Sanctis, en su in?uyente historia de la literatura italiana, expresa una matizada admiración por la manera en que Cecco usa la poesía para exponer y argumentar hipótesis cientí?cas, para aspirar a una síntesis entre ciencia exacta e imaginación a la manera de Lucrecio. En su Della varia fortuna di Dante (1866-1867), Carducci condena la envidia de Cecco a la Divina Comedia, una envidia expresada por una maldad imitativa. Pero permite que la epopeya didáctica de D’Ascoli exhiba destellos de brillantez cognitiva y escolástica. Una interpretación moderna, como la que aparece en la Letteratura italiana de Achille Tartaro, de 1971, subraya la ?nalidad expositiva de los opúsculos astrológicos de Cecco. Tartaro sitúa los escritos de Cecco en el polémico contexto de la hegemonía lingüística y literaria toscana y de la incomodidad de la posición lingüístico-psicológica de Bolonia y las Marcas, atrapadas entre los prestigiosos polos de Florencia y Venecia. En septiembre de 1969 tuvo lugar un coloquio erudito sobre Cecco en Ascoli-Piceno. Sus actas fueron publicadas en 1976. Tampoco éstas son fáciles de conseguir. Hay tres referencias que son quizá más reveladoras que este irregular legado. Petrarca le rinde homenaje: Tu sei il grande Ascolan che il mondo allumi per grazia del altissimo tuo ingegno…1 donde allumi, «enciendes», adquirirá un signi?cado odioso. La segunda es la del uso del bestiario, parcialmente alegórico, de Cecco por parte de Leonardo da Vinci. Y luego está Goethe, en el acto IV de Fausto II: Der Nekromant von Norcia, der Sabiner, Ist dein getreuer, ehrenhafter Diener 2. En otro lugar, Goethe, fascinado –como hemos visto en el texto sobre la China antigua de Needham– por la alquimia, saluda la valentía intelectual de Cecco y lo cita como un atrevido cuestionador tanto del cielo como del abismo. Viene al caso la alusión de Goethe a Norcia y a la colina Sabina. Ninguna aproximación a Cecco d’Ascoli es válida si no tiene en cuenta su regionalismo. A lo largo y ancho de las Marcas, en la segunda mitad del siglo XIII, estaban extendidas las expectativas apocalípticas, la attesa dell’età nuova. Con frecuencia se apoderaba de este país salvaje un presentimiento de la inminente ruina de la ecclesia o?cial y su ministerio jerárquico. De manera decisiva, estos presentimientos se nutrían de creencias y ritos arcaicos, precristianos y anticristianos. Proliferaban los movimientos heréticos, como los zelanti o spirituali, que se habían escindido de la ortodoxia franciscana. Entre ellos había seguidores del papa-ermitaño Celestino y su «gran renuncia». Las profecías de la Sibila, también en dialecto, fueron ampliamente difundidas y escatológicamente interpretadas. Se asociaron a determinados emplazamientos embrujados y numinosos como Monte Vettore y el oscuro Lago di Pilato. Estos rincones de la montaña siguen siendo fantasmales. La magia, tanto blanca como negra, la hechicería, los arrebatos de posesión fanática y exorcismo impregnaban la existencia cotidiana en un paisaje de rocas lunares, cuevas, espesos bosques y lagos insondables. Todavía hoy, el folklore local y los rituales propiciatorios conservan huellas de este siniestro patrimonio. Como dicen las rimas coloquiales: Per l’anima de Cecco negromante che in una notte fabrico lù ponte3. Este tema de los brujos que son capaces de levantar un puente en una sola noche por consentimiento angélico o diabólico está muy extendido por la Europa alpina y prealpina. En las Marcas, en cada encrucijada misteriosa o consoladora se entretejen magia naturale e diabolica. En las actas del convegno de 1969, Febo Allevi ofrece un panorama magistral. A pesar de arduas búsquedas en los archivos (la esperanza persiste), casi ningún aspecto de la vida y la catástrofe de Francesco Stabili ha quedado claro ni incontrovertido. Su fecha y lugar de nacimiento son pura conjetura. Ancarano y el año 1269 parecen los más probables. Pero la Cronica de Giovanni Villani y los materiales recogidos por el anticuario Angelo Colocci, nuestras fuentes principales, dan sólo una información imprecisa y tardía. El que se cree único retrato auténtico de Cecco desapareció en Rávena en 1692. ¿Se lo llevó el diablo? Nada se sabe de la infancia ni de la educación de Cecco. La escolarización estaba en manos de los monasterios. En algún lugar de su recorrido, D’Ascoli adquirió sus considerables conocimientos de latín y neolatín, además de su familiaridad con la poesía y la mitología clásicas. Indicaciones fragmentarias apuntan a estudios en Ascoli y Salerno, centro de saber avanzado, políticamente maltratado pero no carente de distinción. Se desconoce por completo si su cursus incluyó una estancia en París, centro de cosmología y debate escolásticos. (¿Visitó Dante París, como a?rman algunos biógrafos?) A temprana edad y en circunstancias ignotas, Cecco d’Ascoli fue nombrado catedrático de astrología de la Universidad de Bolonia, alma mater de todas la universidades occidentales. Los escasos hechos que han llegado hasta nosotros no tienen mucho sentido. Este nombramiento, habitualmente fechado en 1322, contó al parecer con el voto de los estudiantes. La popularidad de Cecco y su extravagancia provocaron según parece o?ciosos celos entre sus colegas y entre las autoridades eclesiásticas. Fue condenado por profesar cose vane e contra fede por el inquisidor dominico Lamberto de Cingolo el 16 de diciembre de 1324. Cecco se vio obligado a abandonar Bolonia. No sabemos nada de lo que se dice que fue su reelección para el cargo «por la aclamación de los estudiantes». Cuando reaparece D’Ascoli, a ?nales de mayo de 1326, es como astrólogo y médico de corte del duque Carlos de Calabria, a la sazón regente de Toscana. Bajo su patrocinio, Cecco se creyó tal vez inmune a la censura y la persecución eclesiásticas. Se entregó a la especulación ?losó?co-cientí?ca, hizo profecías y trazó horóscopos, quizá abiertamente. Detenido en julio de 1327, Francesco degli Stabili fue quemado vivo junto con todas sus obras en Florencia, entre la Porta a Pinti y la Porta alla Croce, el 16 de septiembre. La sentencia fue ejecutada bajo la autoridad del vicario ducal, un tal señor Jacobo de Brescia. La hagiografía sostiene que Cecco fue a la muerte proclamando «lo he dicho, lo he enseñado, lo creo». Es muy posible que esto sea un adorno romántico post facto. Pero ¿cómo se explica su espantosa suerte? Ha habido muchas conjeturas. Que Stabili era un individuo orgulloso, irascible, arrogante, quizá perturbador y dado a la autopropaganda es algo que se re?eja en los testimonios disponibles. Se ganó peligrosos enemigos sin preocupación alguna. Destacó en los precarios márgenes de los cargos o?ciales académicos y eclesiásticos. Se basó en el desigual apoyo de estudiantes y príncipes absentistas. Este piromanti, geomanti, negromanti, idromanti –lo cual equivale a decir mago de los cuatro elementos– un tanto histriónico invadía el terreno de demasiada gente. Sin embargo, ¿qué fue lo que justi?có una acusación de herejía? Es posible que los expedientes del Santo O?cio sobre el juicio y la pena capital de Cecco se conserven en Roma. Así lo piensan algunos estudiosos. De ser así, no obstante, hasta el día de hoy no se ha permitido acceder a ellos y mucho menos publicarlos. ¿Qué podemos deducir de L’Acerba? El magnum opus de D’Ascoli plantea problemas de orden lingüístico y hermenéutico casi inabordables hasta para los medievalistas e historiadores de la ciencia más cuali?cados. Su título mismo ha sido interpretado de diversas maneras. ¿Se deriva del latín acervus, que signi?ca un conjunto, una colección de elementos dispares? Hay testimonios de este uso en Cicerón, Virgilio y Quintiliano. O, lo que es más plausible, ¿se re?ere al latín acerbus, que...



Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.