E-Book, Spanisch, Band 222, 272 Seiten
Reihe: Impedimenta
Ugresic La edad de la piel
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-17553-97-5
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, Band 222, 272 Seiten
Reihe: Impedimenta
ISBN: 978-84-17553-97-5
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Una tan extraña como inteligente combinación de ironía, mordacidad, compasión y agudeza recorre estos hermosos ensayos que son a la vez profundamente relevantes. Dubravka Ugre?ic, ganadora del Neustadt International Prize, nos lleva con suma elegancia hacia las claves que nos permiten comprender el presente: desde La La Land hasta el cadáver de Lenin. Los tatuajes y la modificación del cuerpo, la música que colorea y matiza los eventos deportivos, El planeta de los simios... El humor, la experiencia, así como una rica cantidad de referencias culturales, le permiten a Dubravka Ugre?ic abordar en este volumen los sueños, las esperanzas y los miedos a los que ha de enfrentarse el individuo moderno. El colapso que experimentó Yugoslavia, y el consiguiente exilio de la autora, hacen que reflexione acerca del nacionalismo, el crimen y la política. Ugre?ic, una de las escritoras contemporáneas que disfruta de un mayor reconocimiento en Europa, alza la mirada con valentía para adquirir una perspectiva humanista y retratar así a aquellos personajes icónicos del antiguo bloque del Este que trabajan actualmente como limpiadores en Holanda o que abren tiendas clandestinas con productos procedentes de sus distintos países de origen. Críticas 'Ugre?i?, como dijese Jacques Maritain, es capaz de soñar y alcanzar la verdad desde la Literatura.' New York Times 'Dubravka Ugre?i? narra con extremada lucidez el relato de aquellas vidas devastadas por los designios del mal y el exilio.' Charles Simic 'Nunca una autora había subrayado con tanta maestría la naturaleza colectiva de los relatos y las narraciones humanas.' Joanna Walsh 'Ugre?i? describe implacablemente la experiencia y el papel de las mujeres en la tradición cultural de los Balcanes.' Clive James 'La escritura de Ugre?i? no parte de ideas preconcebidas: disecciona la sociedad un sentimiento salvaje y aventurero de lo real.' World Literature Today 'Ugre?i? conmueve, no solo por su elocuencia, sino también por su voluntad férrea de mostrar el mundo tal y como es.' Mary Gaitskill 'En lugar de alejarse de las zonas pantanosas por donde otros escritores no osarían adentrarse, Ugre?i? avanza por ellas desde la seguridad y la libertad.' The Independent 'Tal y como hiciese Vladimir Nabokov, Ugre?i? alude a nuestra memoria como el salvoconducto de nuestra identidad.' The Washington Post
Dubravka Ugre?i? Nació en 1949 en Kutina,un pueblecito cercano a Zagreb. Tras estallar la Guerra de los Balcanes, se exilió de su país. Desde entonces ha enseñado en numerosas universidades de Europa y América, como Harvard, Columbia y la Free University de Berlín. Entre sus obras, que han sido traducidas a numerosos idiomas, destacan El museo de la rendición incondicional (1996) y Baba Yagá puso un huevo (2008), que será publicado próximamente por Impedimenta, así como los ensayos Gracias por no leer (2003) y Karaoke Culture (2010), que quedó finalista del National Book Critics Circle Award en 2011. También ha recibido el Premio del Estado Austriaco a la Literatura Europea (1998), galardón que han distinguido a otros autores como Stanislaw Lem, Marguerite Duras o Mircea Cartarescu, y en 2009 quedó finalista del Premio Booker. Actualmente reside en Ámsterdam.
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La edad de la piel
«Blancanieves estuvo largo, largo tiempo dentro del ataúd y su cuerpo no se corrompía; por el contrario, parecía que estuviera durmiendo, pues seguía siendo tan blanca como la nieve, tan roja como la sangre y de cabellos tan negros como el ébano.»[1] «Blancanieves y los siete enanitos» 1 Siempre me enciendo cuando oigo esta manida (y a la vez ambiciosa) frase: «La vida escribe novelas». Para que quede claro: si la vida escribiera novelas, la literatura no existiría. Quizá la literatura está a punto de exhalar el último suspiro, pero su debilidad generalizada no se debe a la victoria histórica de la vida sobre la literatura, sino a la autodestrucción literaria a la que se aplicaron con devoción los propios participantes en el proceso literario: editoriales hambrientas de dinero, editores perezosos, críticos sobornables, lectores poco ambiciosos y autores sin talento sedientos de fama. Y en lo que se refiere a la literatura y a la vida, en líneas generales, las cosas están de la siguiente manera: la narrativa literaria tiene sus cimientos en el chismorreo. Todos queremos saber qué les ocurre a los otros, incluso cuando se trata de lo que han comido. En resumidas cuentas, todas las grandes novelas son a la vez también grandes chismes. ¿Ha cambiado algo con la llegada de los nuevos medios? No, es más, el hambre de chismorreos no ha hecho sino aumentar. Los cotillas escriben tuits, mensajes de texto, hacen clic en los me gusta y publican entradas en Facebook. Las redes sociales son su entorno natural. La literatura del famoseo —género que trata sobre la vida privada de los famosos en sus más mínimos detalles— ha alcanzado hoy su punto culminante. Con el paso del tiempo las antiguas hagiografías de los santos han evolucionado genéricamente hacia biografías, autobiografías y memorias. Una vez inducida la sed de cotilleos difícilmente puede detenerse, y entretanto todos nos hemos convertido en santos. Estiramos nuestra propia piel desollada, de buena gana mostramos los órganos internos, nos exhibimos en el escaparate de nuestra propia carnicería. 2 Los eslavos tienen un número considerable de frases hechas relacionadas con la piel. Tener la piel gruesa (ser insensible a los insultos), salirse de la piel (exasperarse), defender el pellejo, tener sangre bajo la piel (ser como los demás, ser vulnerable), dejar a alguien en cueros vivos, sentirlo en la propia piel, pagarlo con el pellejo como el lobo, colarse debajo de la piel de alguien (engatusar a alguien), vender caro el pellejo, estar en el pellejo de alguien, experimentarlo en el propio pellejo, ser un lobo con piel de cordero, cubrirse bien bajo la piel (forrarse, hacerse rico), desnudarse hasta la piel (quedarse en cueros)… La piel es algo muy íntimo y, en lo que respecta a la intimidad, domina sobre la metáfora del corazón: mientras nuestro corazón está dispuesto a querer a toda la humanidad, a nosotros solo nos quiere nuestra piel. En los idiomas eslavos no existen dos palabras para dos clases de piel como en el inglés (skin, leather), el alemán (Haut, Leder), el neerlandés (huid, leer), el español (piel, cuero) o el italiano (pelle, cuoio), por ejemplo. Los eslavos utilizan la misma palabra para la piel que cubre nuestro cuerpo y el cuero con el que se fabrican zapatos. ¿Quizá la ausencia de diferenciación en la lengua es una cuestión de civilización? Quizá viene de ahí, de la falta de precisión lingüística en nuestra civilización, la obsesión de los pobretones con el cuero genuino. Así, en la segunda mitad del siglo XX los exyugoslavos viajaban para comprar zapatos, bolsitos y cazadoras (por supuesto, de cuero genuino) a la vecina Italia, a Trieste. Con el tiempo empezaron a ir a la más barata Estambul y desde allí cargaban con prendas de piel para los mercadillos yugoslavos. Un tipo con cazadora de cuero, si además llevaba una cadena de oro alrededor del cuello, figuraba, por lo general, entre los individuos más deseados para el apareamiento. En los tiempos de popularidad del cuero genuino se consideraba que un hombre con cazadora de cuero estaba dispuesto a todo. Pronto, las imitaciones baratas neutralizaron la atracción por el cuero auténtico, y los machos y hembras vestidos con estas prendas pasaron a ser por un tiempo una agrupación humana estigmatizada (la denominada «basura humana»). Y así la piel se deslizó a una subcultura de cuero y ahí se convirtió en la «reina», en un fetiche, un objeto de culto. 3 Igual que todos los intelectuales de orientación humanista, yo me arrodillo humildemente ante la ciencia. Nadie me puede impresionar más que un matemático, un físico, un astrónomo, un médico o un estadístico; lo cierto es que nadie es capaz de poner las cosas en su sitio como ellos. Así, se publicó hace poco en un periódico croata un artículo con el emocionante título «Un país de gordos como Croacia es un peso para la Tierra». Resulta que, entre los diez países más pesados del mundo, Estados Unidos ocupa el primer lugar; Croacia, inmediatamente detrás de Kuwait, es el tercero. Los más ligeros son los países asiáticos y africanos, y el primer puesto por su ligereza lo ocupa Corea del Norte. En el texto se cita el estudio más reciente publicado en la revista BMC Public Health, que afirma que el peso medio de los habitantes adultos del globo terráqueo es de 62 kilos (en Estados Unidos está muy por encima: 80,7 kilos). Cuando se hace el cálculo total, la población adulta pesa 287 millones de toneladas, de los cuales 15 millones corresponden al sobrepeso y 3,5 millones a la obesidad. La gordura está mal repartida: los estadounidenses constituyen solo un 5 % de la población mundial, a la par que un tercio del superávit del peso corporal mundial. El profesor Ian Roberts dice que los científicos hoy en día no reflexionan sobre cuántas bocas hay que alimentar, sino cuánta carne. «Todos han comprendido el hecho de que el aumento del número de habitantes amenaza la sostenibilidad del medio ambiente, pero nuestros estudios muestran que también la obesidad es una gran amenaza. Si no reducimos la natalidad y la obesidad, tendremos pocas probabilidades de éxito», explica el profesor Roberts. El problema está, por lo tanto, en la carnaza, en la carne humana. La estigmatización de los gordos ha encontrado apoyo en ciencias como la demografía, la ecología, la medicina y la socioeconomía. De las ciencias médicas dimana la convicción de que los gordos son contagiosos (descubrimiento del virus AD-36) y de que las personas que se juntan con los gordos también se volverán gordos. Adele, la corpulenta cantante británica, fue objeto de críticas en cierta emisora de televisión local después de su gira americana. Una monitora de fitness del lugar, llena de ira justiciera como suelen manifestarla solo los monitores de fitness, declaró que Adele era un peligro para la sociedad americana porque enviaba a las niñas estadounidenses el mensaje de que era posible ser gorda y a la vez cantante famosa, algo que, según la monitora, no era cierto. Quién sabe, quizá en un futuro próximo un mensaje parecido abrirá la veda y devolverá a una futura Adele al lugar del que se atrevió a salir para alzar su voz divina: al gueto de los pobres, los gordos y los talentudos. 4 En un momento de la historia, los hombres con largos abrigos de cuero lo podían hacer absolutamente todo, pero con el paso del tiempo han ido cayendo en el olvido. El libro Los embalsamadores de Lenin[2] es un testimonio insólito sobre la piel del célebre revolucionario, símbolo de uno de los experimentos sociales más grandes, más emocionantes y, tal vez por eso, más catastróficos en la historia de la humanidad. Ilya Zbarsky era hijo de Borís Zbarsky, bioquímico soviético que, junto con el profesor Vorobiov, embalsamó a Lenin. Ilya Zbarsky, bioquímico también, trabajó en el equipo de expertos del mausoleo de Lenin en Moscú durante casi veinte años. Su testimonio ofrece una visión fantástica de la larga vida de la momia, pero también de las personas encargadas de su mantenimiento. Lo que más llama la atención en el libro son las descripciones de la restauración de la piel de Lenin, así como el nerviosismo permanente que rodeaba su posible descomposición. Podemos imaginarnos cómo se sintió todo el equipo de grandes expertos cuando, solo dos meses después del (primer) embalsamiento de Lenin, una comisión especial para la verificación del estado del cadáver constató: «La piel se ha vuelto amarilla y alrededor de los ojos, de la nariz, de las orejas y de las sienes se ha decolorado. En la parte frontal y parietal del cráneo han surgido manchas moradas. En el punto donde abrieron el cráneo para poder extirpar el cerebro, en un perímetro de aproximadamente un centímetro, la piel se ha retraído hacia dentro. La punta de la nariz está cubierta de pigmento oscuro, las fosas nasales se han vuelto tan finas como si fueran de papel; los ojos entreabiertos se han hundido en las cuencas; los labios se han abierto de manera que dejan ver los dientes; en las manos han aparecido manchas marrones y las uñas están amoratadas.»[3] Después de este informe catastrófico, a Lenin le extirparon los pulmones, el hígado y otros órganos internos, le sustituyeron los globos oculares con ojos de cristal, lavaron el interior del cuerpo...