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E-Book, Spanisch, 294 Seiten

Reihe: Filosofía

Vacca Modernidades alternativas

El siglo xx de Antonio Gramsci
1. Auflage 2023
ISBN: 978-607-16-7707-5
Verlag: Fondo de Cultura Económica
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

El siglo xx de Antonio Gramsci

E-Book, Spanisch, 294 Seiten

Reihe: Filosofía

ISBN: 978-607-16-7707-5
Verlag: Fondo de Cultura Económica
Format: EPUB
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Numerosos términos del pensamiento de Antonio Gramsci, como 'hegemonía' y 'revolución pasiva', han sido frecuentemente malinterpretados y erróneamente empleados a lo largo del siglo XX, circunstancia que ha oscurecido su significado y dificultado su comprensión para los estudiosos de su obra. Con la finalidad de precisar éstas y otras nociones gramscianas, Giuseppe Vacca realiza un repaso por los escritos de su paisano para indagar sobre la aparición y el desarrollo de sus conceptos. Una vez aclaradas las posiciones del pensador italiano, se sumerge en las dimensiones más propiamente filosóficas de su discurso y conduce al lector por una reflexión acerca de cómo la constitución de sujetos y la traducibilidad del lenguaje llevaron a la creación del 'americanismo', el comunismo y el fascismo, y de que a pesar del paso del tiempo las ideas de Gramsci pueden ser trasladadas y aplicadas al siglo XXI.

Giuseppe Vacca (Bari, 1939) es historiador, político y filósofo italiano. Estudió filosofía del derecho y fue profesor de historia de las doctrinas políticas en la Universidad de Bari. Dirigió sus estudios a la historia del marxismo contemporáneo y se desarrolló como director de la Fondazione Istituto Gramsci de 1988 a 1999, y como presidente de la misma institución hasta 2016. Entre sus publicaciones más destacables se encuentran Gramsci e Togliatti (1991), Appuntamenti con Gramsci (1999) y Vita e pensieri di Antonio Gramsci, 1926-1937 (2014).

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Prefacio
Cuando en 2012 publiqué Vida y pensamiento de Antonio Gramsci, 1926-1937,1 hacía ya algunos años que el libro que aquí se edita estaba en gestación. Ambos trabajos pertenecen al mismo programa de investigación, pero decidí presentar primero la reconstrucción de la biografía de Gramsci en sus años de reclusión porque las vicisitudes políticas y humanas de su vida son esenciales para comprender el pensamiento que en esos años produce. Sucesivamente, he reconstruido la génesis, el desarrollo y las correlaciones entre sus principales categorías y ha nacido este libro, que se coloca en la nueva fase de estudios gramscianos a la que me refiero en el ensayo introductorio. Aquí me gustaría desarrollar algunas consideraciones sobre cada uno de los capítulos y acerca de Modernidades alternativas, el título del libro. Como testimonia la bibliografía gramsciana on line,2 desde hace 40 años los escritos de Gramsci y las investigaciones a ellos dedicadas conocen una difusión internacional creciente. Por esto, desde que me convertí en director del Istituto Gramsci (enero de 1988) he intentado dar impulso al diálogo entre los estudiosos de Gramsci en Italia y en el exterior, adquirir nuevos documentos y promover las investigaciones filológicas necesarias para la reconstrucción de su pensamiento. La palanca principal de estos trabajos, todavía en curso, es la Edición nacional de los escritos de Antonio Gramsci, sobre la cual también me detendré en la introducción. Acompañando el proceso polifónico y coral de la Edición nacional, he realizado un trabajo personal de esclarecimiento de las categorías gramscianas, ya que, frente a la dilatación de los usos de estas categorías, me pareció útil desarrollar una labor de limpieza conceptual. Tanto con la reconstrucción de su vida como con la clarificación de sus pensamientos, no pretendo establecer un canon interpretativo, sino que simplemente me propongo llenar las lagunas con el fin de ampliar las posibilidades de lectura de Gramsci. Por tanto, resulta conveniente recordar el concepto de ortodoxia que Gramsci usa a propósito de su «retorno a Marx». Este concepto aparece en la primera serie de los Apuntes de filosofía y es parte de las notas escritas entre mayo y agosto de 1930 en las que se delinea su proyecto de «revisión» del marxismo. En la tercera nota (Dos aspectos del marxismo, de mayo de 1930) Gramsci define la situación del marxismo, desplegado en los casi 50 años transcurridos desde la muerte de Marx, en términos que no han sufrido el desgaste del tiempo: El marxismo tenía dos tareas: combatir las ideologías modernas en su forma más refinada y despejar la mente de las masas populares, cuya cultura era medieval. Esta segunda tarea, que era fundamental, ha absorbido todas sus fuerzas, no sólo «cuantitativamente», sino «cualitativamente»; por razones «didácticas» el marxismo se ha confundido con una forma de cultura un poco superior a la mentalidad popular, pero inadecuada para combatir las otras ideologías de las clases cultas, mientras que el marxismo original era precisamente la superación de la más alta manifestación filosófica de su tiempo, la filosofía clásica alemana.3 Para desembarazarse de los «marxismos en combinación», Gramsci proponía un «retorno a Marx» bajo el signo de una nueva ortodoxia: La ortodoxia no debe buscarse en este o aquel discípulo de Marx, en esta o aquella tendencia ligada a corrientes extrañas al marxismo, sino en el concepto de que el marxismo se basta a sí mismo, contiene en sí todos los elementos fundamentales, no sólo para construir una concepción total del mundo, una filosofía total, sino para vivificar una organización práctica total de la sociedad, es decir, para devenir una civilización integral, total.4 Como ha sido puntualmente demostrado, los criterios indicados por Gramsci para aprehender «el ritmo del pensamiento» de Marx son también válidos para su propio pensamiento,5 y he intentado seguirlos. Los dos tramos citados sirven entonces para aclarar los objetivos y los límites de las investigaciones reunidas en este libro. Los temas de los primeros dos capítulos —«El concepto de hegemonía» y «Qué es la “revolución pasiva”»— fueron objeto de un bimestre de clases de posgrado impartidas, en 2009, en el ámbito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Decidí mantener el carácter didáctico de las clases no por una servil fidelidad a su origen, sino para precisar el significado y los ámbitos de aplicabilidad de dos categorías fundamentales del pensamiento de Gramsci a veces sujetas a usos descuidados y confusos. El pensamiento de Gramsci asume una forma que convencionalmente se puede definir apenas como sistemática en los Cuadernos de la cárcel: obra póstuma, es bueno recordarlo, que vive a través del trabajo cada vez más preciso de sus editores.6 Su pensamiento se origina en el análisis de las vicisitudes políticas, de los procesos económicos y de la vida cultural de su tiempo, teniendo a Italia como laboratorio principal; pero desde la Gran Guerra la mente de Gramsci se proyecta hacia una dimensión global. Ya en los primeros años de su reflexión concibe la historia contemporánea como «historia mundial», de la cual es posible recortar «historias nacionales», siempre que se sepan captar los nexos con la historia internacional. Nace así un estilo de pensamiento que distingue los análisis de Gramsci incluso cuando —grosso modo, entre 1916 y 1930— aún no había elaborado una verdadera narración del siglo XX. Esta narración se obtiene de los Quaderni, que sin embargo no son sólo esto, ya que su pensamiento se nutre de una reinterpretación global de la modernidad.7 De todos modos, la tarea que me propuse en el primer capítulo es seguir el desarrollo del concepto de hegemonía desde la aparición del término (en L’Ordine Nuovo de 1919) hasta la redacción de los «cuadernos especiales», tratando de arrojar luz sobre las situaciones históricas con las que está relacionado. Ésta me parece la vía maestra para esclarecer el significado de la concepción de la política como lucha por la hegemonía, en torno a la cual la filosofía de la praxis gira. El mismo procedimiento seguí en el segundo capítulo al analizar el concepto de «revolución pasiva», complemento historiográfico del concepto de «hegemonía».8 Desde la década de 1970 «hegemonía» y «revolución pasiva» son conceptos sobre los cuales trabaja la mayor parte de los intérpretes de Gramsci y quienes a él recurren para reconstruir historias nacionales y acontecimientos mundiales. En esta vastísima producción aparecen parejas conceptuales del tipo «hegemonía»/«contrahegemonía», «revolución pasiva»/«revolución activa», que revelan evidentes malinterpretaciones del pensamiento de Gramsci. La dificultad de comprenderlo deriva, casi siempre, de la urgencia de extraer recetas de uso político inmediato. Valga como ejemplo la tendencia a aplicar el concepto de «revolución pasiva» a los últimos decenios de la historia mundial. En el discurso público, este periodo histórico a menudo se asocia con una presunta hegemonía neoliberal y el concepto de «revolución pasiva» es esgrimido para afirmar que las clases dominantes habrían hecho un buen uso de las insurgencias de 1968 para canalizar sus pulsiones libertarias en una potenciación mundial de la mercantilización. En los Cuadernos de la cárcel el concepto de «revolución pasiva» entra en combinación con el de «guerra de posiciones» y el concepto de «hegemonía» implica la capacidad de las clases dominantes de producir estabilidad y generar consenso. Son entonces conceptos dialécticos, que presuponen una unidad espacio-temporal compartida por gobernantes y gobernados, conformada por geometrías variables, en cualquier caso, reversible. Estos conceptos rechazan lógicas binarias o clasificatorias: si el concepto de «hegemonía» es declinable sólo como «lucha de hegemonías», el de «revolución pasiva» implica el consenso más o menos consciente de las «clases subalternas», incluso cuando las «clases dominantes» reafirman la subordinación de aquéllas mediante la absorción de sus élites y asumiendo una parte de sus reivindicaciones. El concepto define, entonces, la fenomenología de la modernidad en una época en la que «las masas» están presentes en la escena de la historia, organizadas de diversas formas, aunque sin capacidad de disputar la hegemonía a las clases dominantes. Sería realmente difícil sostener que las luchas políticas internas e internacionales, en curso en los últimos 40 años, se han venido desarrollando según las formas de la «guerra de posiciones», y sería más difícil todavía demostrar que el mundo en el que vivimos, signado por nuevas guerras, exterminios y devastaciones que no hemos logrado aún definir conceptualmente, esté caracterizado por la sustitución de un orden que se estaba deshaciendo por un orden hegemónico nuevo. Obviamente, con estas precisiones no pretendo «actualizar» a Gramsci. Un clásico es tal porque su pensamiento excede los confines de su tiempo y esta virtud le permite en ocasiones atravesar los siglos y los milenios. Pero quienes comparten el juicio de que Gramsci es un clásico tienen por misión colocar su pensamiento en su época, pues sólo una labor de esa naturaleza abre sus páginas a la más amplia pluralidad de lecturas que el cambio de los tiempos y de las preguntas puede...



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