E-Book, Spanisch, 144 Seiten
Reihe: Pensamiento Herder
Vattimo Vocación y responsabilidad del filósofo
1. Auflage 2012
ISBN: 978-84-254-3055-8
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
E-Book, Spanisch, 144 Seiten
Reihe: Pensamiento Herder
ISBN: 978-84-254-3055-8
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La presente obra de Gianni Vattimo, padre del pensamiento débil y una de las figuras clave de la posmodernidad, se divide en tres partes. En la primera, el autor expone los motivos por los que su visión de la práctica filosófica, aunque se distancie de la ciencia, no persigue en absoluto parecerse a la literatura, a la sociología, a la ciencia de la cultura ni a cualquier otra forma de expresión con pretensiones artístico-literarias; la filosofía es 'distinta' de las ciencias (exactas o de la naturaleza) y de las humanidades o del arte precisamente por estar profundamente comprometida e implicada en las problemáticas de fondo implícitas en cada una de estas ciencias. En segundo lugar, el autor especifica su interpretación del concepto de verdad, pero más que de la verdad como adecuación habla de 'fidelidad' a un ser que es ante todo evento, y a un sujeto que es ante todo diálogo (participación). Finalmente, la última sección del texto, sobre responsabilidad, vocación y destino en filosofía, nos suministra una clave para comprender las tensiones de la práctica filosófica contemporánea entre históricos y teóricos, entre filósofos-periodistas y filósofos-profesores, entre la especialización filosófica y la misión del filósofo como 'funcionario de la humanidad'.
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Dialéctica, diferencia, hermenéutica, nihilismo:
las razones fuertes del pensamiento débil
Existen pensadores —y vienen a la mente sobre todo Kierkegaard y Hannah Arendt— que son defensores de lo contradictorio y/o de lo indeterminado y de lo antiteórico, pero por razones teóricamente muy determinadas y para nada vagas y contradictorias. Este me parece que es también, mutatis mutandis, el caso de Vattimo, y uno de los objetivos de lo que sigue es hacer aflorar a la superficie las razones fuertes, o mejor necesitantes y coactivas, de la decisión teórica de Vattimo, que, como es sabido, marcha en dirección a un pensamiento «débil», o bien hacia una «atenuación», un «aligeramiento», de las estructuras del discurso filosófico tradicional.[1] Atenuación, aligeramiento, en contextos de este tipo son categorías por lo menos equívocas. Aligerar o atenuar ciertos presupuestos teóricos significa las más de las veces reforzar la teoría (como observaron inmediatamente agudos críticos de las posturas vattimianas, en particular Carlo A. Viano y Enrico Berti). De hecho, cuando se lanzó la fórmula tenía un sentido más asociativo que argumentativo. La expresión «pensamiento débil» era claramente una palabra clave para recoger, pero también para dar más sentido histórico a los resultados no carentes de él en un clima desagradablemente ligero y cruel que se había creado en filosofía y en el pensamiento político. El agudo esfuerzo de inteligencia de pensadores como Deleuze y Foucault (últimos años de los setenta) se traducía en una «mezcla explosiva» (como se decía) en la que un fundamental esteticismo barato y desenfadado se emparejaba con una cierta facilidad para tomar las armas o retorizar sobre la lucha armada. ¿Qué era todo aquello y cuál era su significado filosófico? La respuesta de Vattimo fue radical a la vez que razonable, porque a esta combinación de esteticismo y terrorismo Vattimo dio, siguiendo a Heidegger y a Nietzsche, el nombre de nihilismo (incompleto) y el pensamiento débil se presentó como la respuesta de la filosofía (la única respuesta que parecía entonces posible) a ese estado de cosas. El pensamiento débil es la manera correcta de hacer filosofía en la época (y en las circunstancias) del nihilismo. Pensamiento débil y nihilismo son las dos primeras categorías con las que es preciso familiarizarse para comprender la postura filosófica de Vattimo. Pero se observará de inmediato que algo chirría entre ambos términos, y aquí se juega, creo, todo el sentido de la específica combinación de pensamiento propuesta por Vattimo. El humor nihilista, bien mirado, es apasionadamente frío, desapasionado por toda íntima pasión, mientras que el pensamiento débil parece ser la mórbida pero calculada negación de toda pasión, aunque también de toda frialdad. El acercamiento de ambas categorías, por simple ley dialéctica, puede ser recíprocamente correctivo o puede generar una exaltación de la una o de la otra. Pero se tiene una visión exacta de esta configuración teórica —dotada quizá de una excesiva elasticidad[2], pero en absoluto arbitraria e irresponsable en su raíz— volviendo de nuevo al sentido del «aligeramiento» y en particular preguntándonos: ¿qué significa debilitar no esta o aquella teoría (con lo que se incurre en la justa objeción de Viano y Berti), sino debilitar aquel vasto y vago horizonte metateórico al que la tradición da el nombre de «filosofía»? O mejor: ¿qué significa decir que hay una específica debilidad de la filosofía en la época del nihilismo realizado, y que esta debilidad se ampara en necesitantes (si no ya «fuertes») razones metafilosóficas? 1. Débil
Por «débil» Vattimo parece entender esencialmente dos cosas: pluralístico e incompleto[3]. Se trata de dos «ejes críticos» fundamentales del discurso teórico, dos posibles líneas de disolución de la teoría, también definibles (respectivamente) en términos de sincronicidad (muchas tesis, muchas «verdades», muchas interpretaciones, son simultáneamente legítimas) y diacronicidad (ninguna tesis, ninguna verdad puede decirse definitiva y concluyente), correspondientes por tanto a dos clásicas formas de relativismo, respectivamente: epistemológico e histórico. Pero el discurso no se detiene aquí. El pensamiento débil no consiste en una cierta forma de relativismo combinado, de amplio alcance, sino, al contrario, en un juego combinado entre los relativismos que lleva «más allá del relativismo», a un terreno distinto. Naturalmente, es el sentido de este «más allá» lo que, a través de Nietzsche y Heidegger, Vattimo pone en cuestión. Y la «teoría» (transteórica) que de ahí deriva debe leerse ante todo y precisamente como una interpretación específica del «más allá», o sea del juego de la superación filosófica, del modo en que toda superación rigurosa en filosofía no es nunca la conquista de un tercer o cuarto nivel, sino que recae en lo superado. O mejor: en filosofía, en cuanto se llega a un segundo nivel, todo intento ulterior de superación tiende a recaer en el primero, de modo que el matematismo filosófico debería consistir estrictamente en no más de tres términos, de los que el tercero es ya de nuevo un primero.[4] Es una dialéctica basilar, que constituye el leitmotiv de todo el trabajo de Vattimo, y que él identifica y reconoce en cualquier aspecto del pensamiento filosófico contemporáneo (cf. en particular, aquí, en págs. 81s). En efecto, lo que hace específicamente débil, en el sentido de Vattimo, el discurso filosófico no es tanto la doble verificación de la pluralidad y la incompletud de la verdad, sino la verificación de la incompletud y la pluralidad también de esta misma verificación: el pensamiento débil es en este sentido una descripción de tercer nivel, que se puede sintetizar perfectamente remitiéndonos al aforismo de Más allá del bien y del mal (y de ello habla precisamente Vattimo en estas páginas), en el que Nietzsche sostiene: todo es interpretación (todo sigue esta regla) y si se me objetara que también esta es una interpretación, no tendría nada que alegar, sino que diría: bien... ¡tanto mejor! Resumiendo, tenemos que vérnoslas con tres tesis dispuestas según grados reflexivos: V0 = «todo es interpretación» seguida de inmediato de: V1 = «también V0 es una interpretación» y luego por la admisión, típico punto de inicio del pensamiento débil: V2 = «no podemos no pensar este juego autorrefutativo». El nihilismo incompleto según Nietzsche es aquel que se detiene en la primea tesis; el nihilista completo es aquel que se atreve a admitir también la segunda; la típica entonación del nihilismo hermenéutico, en la variante teorizada por Vattimo, está determinada por la tercera tesis, que como se ve desplaza el plano del discurso más allá de la simple descripción de hechos: – V0 nos dice, en efecto, algo sobre la estructura de la realidad, si bien lo que nos dice es más bien descorazonador para cualquier empresa que busque la descripción de la realidad; pero más allá también de la descripción de descripciones: – el nivel crítico-trascendental, aquí identificado por V1, nos dice, en definitiva, algo sobre el modo en que describimos la realidad, si bien lo que nos dice es particularmente descorazonador para toda empresa de descripción trascendental. V2, en efecto, es de nuevo una descripción de hechos, del tipo de V0 (en este sentido se puede decir que hemos «recaído» en el primer nivel), pero los hechos de que se trata no son ya los simples hechos del conocimiento y de la experiencia, sino eventos histórico-lingüísticos: lo que la hermenéutica de Gadamer y de Dilthey individualiza en el «espíritu objetivo» hegeliano. V2 nos dice: el nihilismo, o bien el juego de la superación (solo hay interpretaciones y también esto no es más que una interpretación, bien... ¡tanto mejor!) está incluido como una intrínseca necesidad en todo intento riguroso y «completo» (o, según el término usado por Nietzsche, «realizado») de decir los modos de nuestra experiencia de la realidad, del mundo y del ser. Se observará el giro o mejor la transvaloración que se opera con V2: «no podemos no pensar» significa «no podemos hacer más que» —o «estamos obligados a reconocer que»—, significa por consiguiente: hay una necesidad teórica, filosófica, que hay que afrontar, aunque se trata de una necesidad del todo particular (con toda razón surgida «coherentemente» de la ubicuidad de la interpretación, o sea, de la tesis V0). Creo que este es el punto en que el anti-fundacionalismo de Vattimo diverge profundamente de otras formas de anti-fundacionalismo posmoderno y deconstruccionista;[5] en este punto, y contra toda expectativa, el pensamiento débil se acerca más bien al kierkegaardismo de Pareyson, que siempre fue lo opuesto de un pensador «débil» (en el sentido, podemos decir ahora, «prefilosófico» del término).[6] Aquí se encuentran las razones fuertes del pensamiento débil y los momentos más sugerentes del trabajo filosófico de Vattimo. 2. Nihilismo francés; nihilismo italiano
Vattimo es uno de los mejores candidatos a responder a la pregunta sobre el...