E-Book, Spanisch, 186 Seiten
Reihe: Horizontes Universidad
Alonso-Sanz Miradas diversas para la escuela que deseamos: coeducación inclusiva con artes
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-19690-61-6
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 186 Seiten
Reihe: Horizontes Universidad
ISBN: 978-84-19690-61-6
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
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Amparo Alonso-Sanz. Profesora titular de Educación Artística del Departamento de Didáctica de la Educación Física, Artística y Música de la Facultad de Magisterio en la Universitat de València. Miembro del Instituto Universitario de Creatividad e Innovaciones Educativas. Integrante de CREARI, grupo de investigación en pedagogías culturales. Posee el grado de Arquitectura Técnica, premio alumno 5 estrellas por la UMH, premios extraordinarios de licenciatura en Bellas Artes y de doctorado en Didácticas Específicas. Sus líneas de investigación giran alrededor de la cultura visual, la conciliación estudiantil-familiar, los entornos de aprendizaje y la formación inicial del profesorado, desde enfoques feministas y metodológicos plurales.
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Cuestiones de identidad en el modelo de escuela coeducativa e inclusiva
La profesión docente está altamente feminizada, las maestras conforman una mayoría. Como colectivo tenemos la responsabilidad de iniciar una revisión desde la perspectiva feminista. Es el momento de que estas mujeres que nos hemos planteado que la sociedad no nos ha tratado en igualdad de condiciones respecto a los hombres, observemos si hemos tratado a nuestras niñas justamente. O si, por el contrario, hemos perpetuado prácticas de exclusión, discriminación, violencia u odio en el interior de las escuelas. Y aquí me gustaría detenerme en una cuestión importante, los abusos ejercidos sobre la infancia, como son la explotación infantil, la prostitución infantil, los maltratos o la violencia, incluso cualquier derivado que parezca menos grave, también afecta a los niños, pero especialmente a las niñas, y entre ellas existen identidades más vulnerables todavía, como las niñas con discapacidades, o racializadas, o pertenecientes a grupos sociales que son sensibles de padecer exclusión social. En nuestras escuelas, se encuentra esta infancia vulnerable y debemos estar preparadas para ofrecerles un entorno seguro. Pero, además, debemos formarla para crear comunidades de respeto también fuera de la escuela y para defender sus derechos cuando y donde así sea preciso.
Las leyes reguladoras del sistema educativo ya contemplan, desde principios del siglo XXI, esta preocupación por el bienestar individual y colectivo de las personas jóvenes:
La educación es el medio más adecuado para construir su personalidad, desarrollar al máximo sus capacidades, conformar su propia identidad personal y configurar su comprensión de la realidad, integrando las dimensiones cognoscitiva, afectiva y axiológica. Para la sociedad, la educación es el medio de transmitir y, al mismo tiempo, de renovar la cultura y el acervo de conocimientos y valores que la sustentan, de extraer las máximas posibilidades de sus fuentes de riqueza, de fomentar la convivencia democrática y el respeto a las diferencias individuales, de promover la solidaridad y evitar la discriminación, con el objetivo fundamental de lograr la necesaria cohesión social. (Gobierno de España, Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación)
Las cuestiones de género afectan a un gran número de prácticas y usos del espacio educativo que precisan ser revisados críticamente desde una perspectiva feminista, interseccional y queer para una escuela coeducativa. El feminismo en sus diferentes olas ha hecho aportaciones que enriquecen y dan pluralidad a las problemáticas que afectan a las mujeres y niñas.
Una de las mayores contribuciones conceptuales del feminismo en los últimos veinticinco años es la interseccionalidad.
La luz que arroja en el estudio de los complejos mecanismos de discriminación ha permitido identificar la diversidad de las interacciones generadas por la subordinación de muy diferente tipo: por razones de género, orientación sexual, etnia, religión, origen nacional, (dis)capacidad, nivel socioeconómico y otras. (La Barbera, 2016, p. 105)
Las desventajas sociales que se plantean desde esta teoría tienen su origen en tres niveles interconectados: el estructural, el político y el representacional o simbólico. En el ámbito escolar nos interesa detenernos en el simbólico, por ser principalmente en este último donde el profesorado tiene una mayor capacidad reflexiva y ejecutora, sin perder de vista lo multidimensional. A nivel representacional debemos explorar la construcción cultural del alumnado para evitar que sean sujetos subordinados. Para ello es necesario observar en qué media el discurso público, los libros de texto, el imaginario escolar, nuestras pedagogías y los medios de comunicación (re)producen su situación de desventaja y marginalización. La Barbera (2016) argumenta que las experiencias de discriminación no pueden comprenderse ni abordarse correctamente mientras aislemos categorías de clasificación social. Es preciso contemplar de manera simultánea los factores de discriminación porque interactúan entre sí y se constituyen mutuamente. Es un paso fundamental en la lucha por la igualdad de derechos de todas las personas con independencia de su condición.
Partimos de la idea de que la identidad combina múltiples factores como: la cultura, la religión, el lugar de procedencia, la comunidad y familia, la sexualidad, el género, el sexo, la condición física y cognitiva, etc. Podemos observar la población de una escuela desde unos u otros factores de la identidad. Esta tendencia conducirá a separar a sus individuos en pequeños grupos que comparten rasgos semejantes y a diferenciarlos del resto, normalmente para definir sus necesidades de apoyo. Sin embargo, al segregar de este modo, se constituye un grupo mayoritario y generalmente este se siente con mayor poder frente a los otros. (Huerta, Alonso-Sanz y Ramón, 2019, p. 53)
Se trata de defender la igualdad en la diversidad en la escuela, la unidad de la diversidad, porque la diversidad es un valor positivo a celebrar. Eso supone observar el entorno educativo como lugar donde también se dan complejos mecanismos de discriminación. Reconociendo las interacciones que se dan, en los procesos de subordinación, entre la diversidad sexual, cultural, socioeconómica, religiosa, familiar, funcional, de edad, de etnia, de clase... Y la convivencia de todas estas cuestiones de identidad que se intersectan con la subordinación por razón de género.
El derecho a la igualdad y a la no discriminación son principios básicos de los derechos humanos, consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados internacionales de derechos humanos. Así, el artículo 1 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. La igualdad y la no discriminación que prevén las normas internacionales de derechos humanos se deben garantizar a todas las personas, independientemente de sus características personales, físicas, funcionales, de origen, de diversidad sexual o de género, o de cualquier otra condición.
La Constitución española, por su parte, establece en el artículo 14 que:
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer ninguna discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. (Consellería de Educación, Cultura y Deporte de la Generalitat Valenciana, 2016, p. 36020)
3.1. La multiculturalidad, las religiones, el origen nacional de las familias, sus niveles socioeconómicos y su intersección con el género
El profesorado, especialmente el de centros públicos, denuncia la complejidad de atender adecuadamente a su alumnado al tener que adaptarse a constantes cambios legislativos a nivel de inclusión, al recibir un flujo de personas extranjeras constante, en condiciones de ratios elevadas y bajo escasez de recursos tanto materiales como personales.
Efectivamente, en un mundo globalizado, afectado por múltiples flujos migratorios en unas direcciones y otras, las escuelas son lugares de convivencia de múltiples culturas. Los procesos de inmigración nos enfrentan a la bienvenida de múltiples culturas, con sus diferentes lenguas, costumbres, religiones e incluso diferencias de clase o niveles socioeconómicos. Esta realidad se observa problematizadora en sus inicios. Supone la dificultad de encajar en un programa muy apretado y en unas exigencias curriculares que pueden ser muy rígidas, el tiempo preciso para atender a las necesidades educativas individuales de quienes precisan periodos de adaptación, incluso a mitad de curso o en aulas donde ya existe un alto porcentaje de escolares en esta situación. Responder adecuadamente a estas fragmentaciones de la unidad que supone cada clase, incluso con sus roles sociales distribuidos, comporta un gran esfuerzo por parte de la comunidad educativa que merece un gran reconocimiento social.
En estas negociaciones culturales, tanto las familias como el claustro o cada escolar, deben contribuir en favor de una armonía imprescindible. Sin embargo, el proceso no está exento de xenofobia. En ocasiones, los comportamientos racistas son muy sutiles, imperceptibles para quienes somos originarios del país donde está ubicada la escuela que reciba inmigrantes. La cultura receptora impone como mejores y prioritarios sus principios, exige la adaptación de los recién llegados y realiza concesiones progresivas, pero con dificultad.
Estamos viendo cómo ocuparnos de la igualdad de género en nuestras escuelas implica atender simultáneamente cuestiones vinculadas a la multiculturalidad, las religiones, el origen nacional de las familias y sus niveles socioeconómicos. No solo porque debemos estar atentas a casos como los de una estudiante que podría sufrir simultáneamente diversas discriminaciones, por ejemplo, por ser niña, inmigrante, morena, gitana y pobre. Sino porque debemos estar atentos a cómo desde otras culturas, orígenes, religiones... se inculcan valores machistas en la misma medida o al mismo tiempo que desde la escuela tratamos de luchar contra ellos. El mensaje coeducativo recibido en la escuela a menudo no es coincidente con el ejemplo recibido en el hogar. Educar en igualdad en la escuela es educar a escolares, pero también debe ser educar a sus familias. Es necesario hacer extensiva la sensibilización y concienciación más allá del colectivo infantil o precisamente gracias a este.
Que los rasgos de...