E-Book, Spanisch, 352 Seiten
Reihe: Biblioteca de Filosofía
Aragüés Introducción a la Lógica de Hegel
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-254-4562-0
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection
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Reihe: Biblioteca de Filosofía
            ISBN: 978-84-254-4562-0 
            Verlag: Herder Editorial
            
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Rafael Aragüés Aliaga (Madrid, 1986). Licenciado en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, posteriormente completó sus estudios de Máster en Heidelberg, donde profundizó en el estudio del idealismo alemán en las obras de Kant, Fichte, Schelling y Hegel. Bajo la tutela de Hans Friedrich Fulda se doctoró con una tesis en torno al problema de lo absoluto en la filosofía de Hegel, que se publicó en alemán bajo el título Das Problem des Absoluten in der Philosophie Hegels (Wilhelm Fink, 2018). Es, además, autor de varios artículos acerca del pensamiento de Hegel en revistas especializadas.
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1. La herencia de Kant: el idealismo
Más allá de lo que pueda ocurrir con otros pensadores, la filosofía de Hegel requiere estar familiarizado con los debates y problemas filosóficos de su contexto: el idealismo alemán. Esto es así porque Hegel va conformando su filosofía en discusión con los otros tres grandes autores de la filosofía clásica alemana: Kant, Fichte y Schelling. No es solo que el contexto histórico, cultural y filosófico sea importante para entender a Hegel como a cualquier otro autor, sino que en este caso la familiaridad con las ideas de Kant, Fichte y Schelling es imprescindible para comprender su pensamiento, pues este parte radicalmente de las ideas y los debates presentes en este entorno. No se puede entender el idealismo hegeliano sin hacer referencia a estos tres pensadores, y no se puede entender a fondo ninguna parte de la obra de Hegel sin haber comprendido el idealismo. Es necesario, pues, presentar una panorámica general sobre los consensos y disensos que en el debate idealista alemán de finales del siglo XVIII y principios del XIX van a influir en el planteamiento radicalmente nuevo que Hegel hace en su Lógica. Comenzaremos por Kant, cuyo pensamiento y obra suponen un antes y un después en la historia de la filosofía, un hito tanto por las profundas cuestiones filosóficas que se dan por zanjadas con su obra como, y sobre todo, por las nuevas preguntas que se abren a partir de ella. La filosofía crítica de Kant muestra un nuevo horizonte de pensamiento, así como toda una constelación de problemas que Fichte, Schelling y finalmente el propio Hegel se proponen acometer.
LA FILOSOFÍA CRÍTICA DE KANT INAUGURA UNA NUEVA FILOSOFÍA. EL SISTEMA ESTÁ POR CONSTRUIR
Cuando hoy pensamos en la filosofía de Kant solemos tener en mente una obra completa, cuyos tres pilares principales son las tres críticas: de la razón pura, de la razón práctica y del juicio. Al estudiar a Kant, creemos estar ante una filosofía acabada, de enormes consecuencias posteriores, qué duda cabe, pero en lo fundamental expuesta en su totalidad por su autor. Sin embargo, esta no era la percepción del propio Kant, ni tampoco fue la de sus herederos intelectuales. Tanto Kant como los tres grandes filósofos alemanes del idealismo poskantiano, Fichte, Schelling y Hegel, estaban convencidos de que la filosofía crítica, la expuesta y publicada en las tres críticas de Kant, no agotaba ni mucho menos el conjunto de la filosofía, sino que, muy al contrario, preparaba una nueva filosofía que estaba por desarrollar.
Que la filosofía no está agotada, sino que la crítica ha preparado por primera vez el terreno para su desarrollo definitivo, es una convicción que mantiene el mismo Kant. La crítica, anuncia Kant, en cuanto investigación de los límites de la razón es solamente propedéutica, una preparación previa, y a ella ha de seguir la filosofía como sistema de la razón pura (Crítica de la razón pura, B 25 / A 11, también B 869). El sistema de la razón pura constituye la metafísica propiamente dicha, que en Kant se divide en metafísica de la naturaleza (filosofía teórica) y metafísica de las costumbres (filosofía práctica) (Crítica de la razón pura, B 869). Ambas se corresponden con los dos objetos fundamentales de la filosofía, a saber, naturaleza y libertad. Juntas componen el sistema único de la razón, que tras la necesaria y propedéutica tarea crítica es posible elaborar. Como es bien sabido, Kant se adentró ampliamente en ambas partes del sistema en dos obras: Los principios metafísicos de la ciencia natural (1786) y La metafísica de las costumbres (1797). La crítica, por tanto, está compuesta por tres partes, pero el sistema contiene solamente dos, pues dos son sus únicos campos: el de la naturaleza y el de la libertad.
La exigencia de pensar la filosofía como sistema y la correspondiente tarea de edificar el sistema de la razón son una importante herencia que Kant lega a la filosofía clásica alemana. Si bien el racionalismo, con Descartes a la cabeza, había revitalizado la exigencia de elevar la filosofía a ciencia, la convicción de que la filosofía solo podrá ser ciencia si posee forma sistemática es planteada con toda su fuerza en la obra de Kant y asumida hasta las últimas consecuencias por Fichte, Schelling y Hegel. La unidad sistemática es para Kant lo que convierte un mero agregado de conocimientos en una ciencia:
Regidos por la razón, nuestros conocimientos no pueden constituir una rapsodia, sino que deben formar un sistema. Únicamente desde este pueden apoyar e impulsar los fines más esenciales de la razón. Por sistema entiendo la unidad de los diversos conocimientos bajo una idea. (Crítica de la razón pura, B 860 / A 832)
Así entendida, la tarea de la filosofía es elaborar el sistema de la razón pura, un sistema en el que todo el conocimiento humano se unifique bajo la guía de una idea. Si la filosofía no es sistemática, tampoco alcanza verdad alguna y, por otro lado, a la unicidad de la razón le corresponde un único sistema de la filosofía. Para sus herederos, sin embargo, Kant dejó esta tarea por acabar, y ahí veían ellos su cometido: pasar de la crítica a la elaboración del sistema propiamente dicho.
En el contexto de la filosofía alemana de la época, la obra de Kant supone un verdadero quiebre con todo el pensamiento anterior. No hay, por así decir, marcha atrás. La época anterior de Moses Mendelssohn, Johann Heinrich Feder y Johann August Eberhardt ha llegado a su fin. Después de la crítica kantiana no es posible seguir concibiendo la filosofía y su objeto como antaño. El mismo proceder filosófico anterior, calificado por Kant como dogmático, ha de sufrir un cambio profundo. A partir de Kant ya no es de recibo manejar conceptos y presuposiciones sin antes haber examinado su validez y sus límites. Kant ha inaugurado para la posteridad una nueva forma de pensar filosóficamente.
Incluso la misma orientación del pensar cambia. Los viejos temas de la metafísica, como Dios, alma y mundo, se encuentran para el idealismo poskantiano relegados al olvido. En su lugar, la nueva filosofía se orienta en torno a un concepto central: la libertad. El concepto de libertad se sitúa en el centro de la reflexión filosófica; se convierte, ya desde Kant, en la pieza clave de todo el sistema de la razón pura (Crítica de la razón práctica, A 4). Schelling, vehemente, escribe en una carta a Hegel: «El principio y fin de toda filosofía es la libertad» (Schelling a Hegel, 4 de febrero de 1795). Fichte, por su parte, declara a Reinhold con igual decisión, que toda su filosofía, de principio a fin, no es más que un análisis del concepto de libertad (Gesamtausgabe III/4, 182). Posteriormente veremos hasta qué punto el concepto de libertad es el concepto hegeliano por excelencia.
Pocas veces en la historia del pensamiento se ha dedicado tanta atención al concepto de libertad. El conjunto de la filosofía clásica alemana es una reflexión sobre la libertad en todas sus facetas. Por tanto, la nueva filosofía no será, después de Kant, solamente un sistema de la razón, sino también, y en la misma medida, un sistema de la libertad, como Fichte calificara a su Doctrina de la ciencia. En este punto hay que hacer referencia a la impronta de la Revolución francesa. A la liberación de los seres humanos de las cadenas del absolutismo le corresponde en el pensamiento una revolución filosófica iniciada por Kant y que se puede calificar, en general, como una liberación de lo finito y un volcarse al pensar sobre la razón y la libertad. Para Schelling, por ejemplo, se trata del mismo espíritu que, alcanzado el momento histórico y según la diversidad de las naciones y contextos concretos, en Francia culmina en una revolución real, mientras que en Alemania lo hace en una ideal (Werke I/6, 4). Cabe decir que la filosofía clásica alemana puede leerse a todas luces como la filosofía de la Revolución francesa, tesis que ya mantuvieron Herbert Marcuse y Joachim Ritter en su momento.1 En Hegel, la reflexión sobre la experiencia de la Revolución francesa adquiere una importancia fundamental. La tarea que plantea la revolución al filósofo es pensar la razón y la libertad en su fundamento y de tal manera que después puedan ser concretadas y servir de base a una sociedad política nueva, racional y libre. La tarea heredada de la Revolución francesa es construir una nueva sociedad basada en la igualdad, la libertad y la razón, una tarea que requiere, para los pensadores del idealismo alemán, una profunda meditación sobre esos conceptos que pueda servir de base racional para esa nueva sociedad.
Elaborar un sistema de la razón pura cuya pieza clave sea la libertad era la tarea filosófica que Kant se había propuesto. Con todo, después de la obra kantiana aún quedan muchos flecos abiertos. Para Fichte, Schelling o Hegel, Kant inaugura una nueva filosofía, pero tanto su punto de partida como su método y el sistema en conjunto están todavía por definir. Kant define el conocimiento filosófico como conocimiento racional a partir de conceptos y lo delimita de esta manera claramente del conocimiento matemático, que según él procede mediante construcción de conceptos (Crítica de la razón pura, B 742 / A 714). Con ello conecta igualmente con la necesidad de idear para la filosofía un método propio e independiente del matemático, en contra de los deseos de ciertos filósofos racionalistas. La filosofía, afirma...




