Aron | El don de la sensibilidad en la crianza | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 264 Seiten

Reihe: Digitales

Aron El don de la sensibilidad en la crianza

Cómo cuidar a tus hijos cuando eres altamente sensible
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-9111-800-8
Verlag: Ediciones Obelisco
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

Cómo cuidar a tus hijos cuando eres altamente sensible

E-Book, Spanisch, 264 Seiten

Reihe: Digitales

ISBN: 978-84-9111-800-8
Verlag: Ediciones Obelisco
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



Es posible que tu hijo pertenezca al 15-20 por 100 de los niños que nacen con una alta sensibilidad, es decir, que llegarán a ser personas muy reflexivas, que se mostrarán sensibles ante cualquier sutileza y que se abrumarán con facilidad. Estas cualidades pueden hacer que el niño sea muy inteligente, meticuloso y creativo, pero que en ocasiones también parezca tímido y retraído, inadaptado, quisquilloso, o incluso que tenga una mala conducta. La psicoterapeuta Elaine N. Aron demuestra en este sorprendente libro que si tu hijo actúa de una manera excesivamente inhibida o exigente, o da muestras de que puede padecer alteraciones como el TDC (trastorno de déficit de atención) o el síndrome de Asperger, cabe la posibilidad de que sea tan sólo una persona altamente sensible. Educados con la comprensión, los cuidados y las atenciones adecuadas, estos niños pueden convertirse en unos adultos sanos, felices y equilibrados.

ELAINE ARON, persona altamente sensible, se formó en el Instituto Jung de San Francisco y dispone ahora de una abundante experiencia en psicoterapia. Tiene un máster en psicología clínica por la Universidad de York (Toronto) y un doctorado del Pacifica Graduate Institute. Cuenta con numerosas investigaciones psicológicas publicadas en el campo de las relaciones familiares en distintos medios y divide su tiempo entre San Francisco y Nueva York.
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Capítulo uno

Una mirada en profundidad a lo que significa ser un progenitor altamente sensible

Comencemos con los hechos directos: la alta sensibilidad es un rasgo innato que se encuentra en alrededor del 20 % de la población. Puedes calificarlo como de una estrategia alternativa de supervivencia exitosa, dado que se ha encontrado en alrededor del mismo porcentaje de individuos en más de un centenar de especies.[07] Se trata de un concepto bien investigado y bien comprendido, como podrás ver en este capítulo. Nosotros, los científicos, lo llamamos también «sensibilidad de procesamiento sensorial» (que no tiene nada que ver con el trastorno de procesamiento sensorial), porque su principal característica es que aquellas personas que tienen este rasgo procesan la información de forma más concienzuda que las demás;[08] es decir, muestran una «alta sensibilidad ante el entorno». Todas las personas son sensibles a su entorno en diversos grados, pero las PAS son más sensibles que los demás.

Si has hecho el autoexamen que figura al principio de este libro, quizás hayas comenzado a ser consciente de que formas parte de una minoría sensible, o quizás ya lo supieras. Sea como sea, estás aquí para descubrir que el hecho de ser una madre o padre altamente sensible hace de la crianza una experiencia muy diferente para ti. Y también estás aquí para aprender a abordar estas diferencias y aprovecharlas al máximo.

Este primer capítulo tiene como objetivo que tomes conciencia de la realidad de tu rasgo, y que también sean conscientes todas aquellas personas de tu entorno a quienes les dejes leer este capítulo con el fin de que te comprendan mejor. Ofrece una visión general breve, aunque completa, de en qué consiste tu rasgo y de las investigaciones que se han realizado acerca de él.

Las investigaciones: «Mi sensibilidad es maravillosa, pero…»

Para ti, en cuanto a progenitor, como ya he dicho en la introducción, la investigación más relevante sobre la alta sensibilidad es la encuesta online que llevamos a cabo con más de 1200 progenitores de habla inglesa, tanto con el rasgo como sin él.[09] Los principales resultados indicaron que los progenitores altamente sensibles (AS) tienden a considerar la crianza más difícil, pero también sintonizan mejor con sus hijas e hijos.

Me gustaría hablar de las madres y de los padres por separado. (Simplemente, por dejar las cosas claras, en la encuesta no se preguntó sobre el estatus marital de las personas que respondieron, ni tampoco si eran hetero u homosexuales). Hicimos dos muestras, en cada una de las cuales había progenitores AS y no AS. En la primera encuesta, de 92 madres, había muy pocos padres como para hacer un análisis estadístico aparte, de modo que sólo nos fijamos en ellas. Los resultados con respecto a las madres en las dos muestras fueron muy similares.

A la segunda encuesta respondieron 802 madres y 65 padres, lo cual nos permitió analizar a los padres. En promedio, los padres AS consideraban la crianza un poco más difícil que los padres que no eran AS, pero la diferencia era pequeña y no era significativa a nivel estadístico, quizás debido a que son las madres las que están más implicadas con los cuidados. Comparados con los padres sin el rasgo, los padres AS parecían sintonizar mejor con sus hijos e hijas, al igual que las madres AS, y esta diferencia era lo bastante marcada como para ser estadísticamente significativa, a pesar del pequeño número de padres y el aún más pequeño número de padres AS de la muestra.

Sintonizar es una cualidad bastante importante en la crianza de niños varones altamente sensibles, y los padres AS se hallan en una posición ideal para ello. Como uno de ellos comentó:

Mi sensibilidad fue muy útil para que mi hijo abriera su corazón y sea ahora, como adulto, más afectuoso. Veíamos muchas películas en las que aparecían hombres que se comportaban de manera cariñosa, lo cual amortiguó, en gran medida, el efecto de todas las películas violentas que sus amigos querían ver.

Creemos que el hecho de que los padres AS no se diferenciaran demasiado de los no AS en cuanto a las dificultades en la crianza se debió sobre todo a que: 1) la muestra de los padres era demasiado pequeña para poder extraer conclusiones adecuadas, y 2) no obtuvimos datos sobre si el progenitor estaba en casa con los niños o trabajaba fuera. Sin embargo, es probable que estos padres estuvieran menos tiempo con sus hijos durante la semana y, por tanto, habría menos probabilidades de que terminaran exhaustos, como sí sucedía con las madres. Con todo, puede haber otras razones más de por qué los padres AS no difirieron mucho del resto de padres a la afirmación de considerar la crianza difícil.

Debido a que la muestra de padres fue muy limitada, y también a nuestra incertidumbre acerca de las causas de los resultados obtenidos acerca de la dificultad de los padres en la crianza, en este libro nos vamos a referir casi siempre a los progenitores AS sin especificar si nos referimos a madres o padres. Simplemente, convendrá que los padres AS recuerden que los promedios ofrecidos no están proporcionando información sobre una persona en concreto; es decir, no necesariamente te están describiendo a ti. Si la crianza te parece difícil, no quiere decir que lo estés haciendo mal o que tu experiencia no concuerde.

Alrededor de 600 progenitores AS añadieron comentarios al final de la encuesta. Al terminar de leerlos todos, me llamó la atención que existiera cierta estructura gramatical. Yo la resumiría en la frase «es estupendo, pero…». Por ejemplo:

Ser madre ha sido increíblemente maravilloso, pero también muy estresante, y me resulta difícil compartir estas experiencias con personas que no son altamente sensibles.

Me encanta la crianza y lo he deseado toda mi vida, pero encuentro que no deja de abrumarme.

Sin duda, yo resumiría mi experiencia de la crianza como PAS como la mejor experiencia de mi vida. Aunque mis esfuerzos estuvieran muchas veces plagados de dudas, culpabilidad y preocupación, creo que ser altamente sensible ha potenciado mi capacidad general para la crianza.

De cómo la sobreestimulación puede afectar a tu estilo de crianza

Estos progenitores están dando voz a una paradoja: «Lo estoy haciendo bien y lo estoy haciendo muy mal».

Conviene recordar este «hacerlo bien y muy mal». Antes de terminar con el tema de nuestra investigación sobre progenitores AS, me gustaría mencionar un estudio realizado por otros investigadores, y sospecho que tiene que haber más resultados como éstos. En este estudio se descubrió que, en promedio, los progenitores AS no se desenvolvían como madres y padres tan bien como aquellos progenitores que no tenían este rasgo.[10] Esto se mostraba por sus estilos de crianza, tal como ellos mismos los identificaban. Quizás hayas oído hablar de estos estilos. Son tres. En un extremo está el estilo autoritario, basado en la obediencia y en poner límites estrictos (altos estándares, baja comunicación). En el medio, el ideal, se ejerce la autoridad, poniendo a los niños estructura y límites, pero eso se hace a través de la escucha y el afecto (alta comunicación, altos estándares). En el otro extremo está el estilo permisivo, pocos límites e intentando complacer al niño en gran medida (alta comunicación, bajos estándares). Pues bien, los progenitores AS tendían a decir que utilizaban uno u otro de los dos extremos, que eran estrictos o permisivos, y no muchos declaraban que su estilo fuera el medio, el ideal, de autoridad, pero sin autoritarismo.

Evidentemente, el estilo de crianza varía a lo largo del día, pero los autores del artículo lo veían de la misma manera que lo veo yo. Los extremos tal vez no tengan por qué representar filosofías de crianza relacionadas con ser o no una PAS. Sin embargo, los progenitores AS decían que se situaban en uno de estos dos estilos, y es posible que hicieran uso de ambos estilos en diferentes momentos del día, porque los progenitores PAS se abruman con mucha frecuencia y terminan reflejando el modo en que manejan las exigencias del pequeño durante esos instantes.

Visualízalo de este modo. Quizás el padre o la madre, desesperados por tomarse un descanso, decide que poner límites estrictos es lo único que puede funcionar en estos momentos, de modo que dice: «Es hora de guardar silencio. Necesito descansar. Ve a tu dormitorio y juega allí. Y no quiero oírte». El pequeño comienza a protestar, y el padre o la madre afirma: «Ya sabes cuáles son las consecuencias si no haces lo que te digo y no lo haces ya. No te contaré un cuento esta noche. Voy a contar hasta tres. No, no me importa que quieras jugar aquí “muy calladito”. Iré a tu dormitorio a buscarte cuando haya descansado».

Puede que el progenitor sólo quiera un rato de silencio, y hará cualquier cosa por conseguirlo. Por ejemplo, el exhausto progenitor comenta: «Es hora de guardar silencio. Por favor, ve a tu dormitorio a jugar para que yo pueda descansar un rato». El niño dice: «¡Pero, mamá, yo quiero jugar aquí!» (comienza a lloriquear y, luego, a sollozar abiertamente). «No, porque cuando juegas con eso sueles hacer mucho ruido». «No, estaré callado». «Si te vas a tu cuarto, quizás juguemos juntos más tarde». «¡No! ¡Te odio!» (gritos). Así que la madre se da por vencida. «De acuerdo. Sí, lo sé, te sientes fatal. Bien, juega aquí entonces, pero no hagas ruido. Lo digo...



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