Bay | Noches en París | E-Book | www.sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 1, 350 Seiten

Reihe: Nights

Bay Noches en París


1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-19301-44-4
Verlag: Ediciones Pàmies
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, Band 1, 350 Seiten

Reihe: Nights

ISBN: 978-84-19301-44-4
Verlag: Ediciones Pàmies
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



En el momento en que vi al nuevo fotógrafo de Rallegra, la revista en la que trabajaba en Londres, supe el tipo de hombre que era: arrogante, impertinente y muy rico. Las chicas de la revista se lo empezaron a comer con la mirada en cuanto su culo de acero cruzó el umbral de las puertas de nuestras oficinas. Cuando me vi obligada a viajar con él a París para hacer un reportaje, no estaba interesada ni en su sonrisa seductora, ni en su sexy acento norteamericano ni en sus insinuantes palabras. De ninguna manera iba a dejarme seducir por sus encantos. Hasta que lo hice. En París. Hasta que empezó a besarme y yo me pregunté cómo habíamos llegado a eso. Hasta que arrastró sus labios por mi piel y yo solo podía desear más. Hasta que consiguió desnudarme en todos los sentidos. Es curioso, hay locuras que solo puedes cometer en París... Pero París no puede durar para siempre...

Louise Bay adora la lluvia, Londres, los días en los que no tiene que maquillarse, disfrutar de tiempo a solas, estar con sus amigos, los elefantes y el champán. Todas sus novelas son auténticos best sellers. Noches en París es la última novela de la autora en Phoebe, después del éxito conseguido con Una semana en Nueva York, Altas esferas y El escándalo, con la serie Mister (Mister Mayfair, Mister Knightsbridge, Mister Smithfield, Mister Park Lane, Mister Bloomsbury y Mister Notting Hill), además de la serie The Royals (El rey de Wall Street, El príncipe de Park Avenue, El duque de Manhattan, El caballero inglés y El aristócrata de Londres) y la bilogía The Gentlemen (El caballero implacable y El caballero equivocado).
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1


Haven

Me encantaba mi ciudad, Londres, pero no el tráfico que inundaba sus calles. Nunca llegaba tarde, y teniendo en el horizonte un ascenso a subdirectora de Rallegra, la revista semanal para mujeres más importante del Reino Unido, debía llegar a tiempo a la reunión de personal de los lunes por la mañana. Por el momento, era editora de una sección, pero me había esforzado mucho para acceder al siguiente peldaño. Solo con pensar en esa posibilidad, me daba un vuelco el corazón.

No dejé de mirar el reloj mientras me quitaba el abrigo, revisaba el estado del maquillaje en el espejo de la polvera y me atusaba el pelo. Comprobé la parte superior de los cubículos. Nadie había ido aún a la sala de conferencias, gracias a Dios.

Cogí el bloc, el bolígrafo y mi bebida e inspiré hondo para relajar los músculos tensos de mi abdomen.

Volví a llenar los pulmones al abrir la puerta. Siempre era la primera en llegar a la reunión, y eso significaba que me sentaba en el mismo sitio todos los lunes, pero ese día un desconocido se me había adelantado. Me resultó igual de inquietante que mi jefe, Robert, estuviera sentado a la cabecera de la mesa. Por lo general, llegaba siempre diez minutos tarde.

—Oh, lo siento, no quería molestar —me disculpé cuando se volvieron hacia mí.

—No, adelante. Estábamos poniéndonos al día antes de la reunión. Este es mi buen amigo Harry, que va a asistir a la sesión de hoy. Harry, te presento a Haven, una de las editoras. Tan puntual como siempre.

El desconocido que ocupaba mi asiento descruzó las piernas, se incorporó y me tendió la mano.

—Encantado de conocerte, Haven.

Parecía tranquilo y seguro de sí mismo, y la forma en que sus ojos se clavaron en los míos y se arrugaron en las esquinas me hizo pensar que suponía que todas las personas a las que se presentaba estaban encantadas de conocerlo. Se comportaba un hombre demasiado satisfecho consigo mismo. Pero la mayoría de los que Robert llamaba «amigos» iban por la vida demasiado satisfechos consigo mismos. Robert provenía de una familia con dinero; era una de esas personas que había ido al colegio o a la universidad con todo el mundo. O, al menos, conocía al hermano o había salido con la hermana de todas las personas a las que merecía la pena conocer.

Su familia poseía una enorme finca en Escocia, así que no debía de necesitar un trabajo de verdad, pero, a diferencia de la mayoría de los amigos que me había presentado, trabajaba con intensidad y se le daba bien lo que hacía. De hecho, era todo lo que yo no era: de buena familia, bien relacionado y muy rico. Me habría gustado estar resentida con él por ello, pero era tan condenadamente encantador que no podía. Estaba convencida de que había obtenido un poco de ayuda de los colegas de su padre en el camino, pero no podía negar que era un editor con talento y un gran jefe. Sin duda, Harry era uno de esos amigos con los que contaba en algunos «proyectos», lo que significaba se pasaba la mayoría del tiempo de vacaciones y de juerga.

Estreché la mano de Harry y forcé una sonrisa.

—Igualmente.

Dejé mis pertenencias en la mesa delante de Harry; todas las miradas se clavaron en él cuando el resto del personal entró.

Robert siguió charlando con Harry mientras los demás se acomodaban. Mantuve la cabeza agachada, concentrándome en la lista de tareas pendientes, pero también con la antena puesta en la conversación de Robert y Harry. Intentaba averiguar quién era y qué estaba haciendo en esa reunión, pero estaban hablando de amigos comunes y nada más. Sin duda, a continuación iban a comparar el tamaño de sus fondos fiduciarios. ¿Tenía acento? Sí, había un deje norteamericano en su forma de hablar.

—Buenos días —dijo Robert—. Espero que hayáis disfrutado del fin de semana, que se os haya pasado la resaca y que estéis todos preparados para una semana ajetreada. Dentro de un momento revisaremos las tareas pendientes, pero antes tengo un par de buenas noticias que quiero compartir con vosotros. En primer lugar, Harry va a hacerse cargo del trabajo de Brad y se ocupará de las fotografías hasta que encontremos a un sustituto. Tiene mucho talento y es un buen amigo, así que estoy seguro de que le daréis una gran bienvenida.

Una oleada carcajadas desde el otro extremo de la mesa hizo que Robert se volviera hacia Jenny.

—Pero sin pasarse…

—No te preocupes —intervino Marie—. Lo ayudaremos a instalarse. —Las risas comenzaron de nuevo. Obviamente, consideraban que ese tipo era carne fresca.

Puse los ojos en blanco y mi mirada se cruzó con la de Harry. Mierda, se suponía que nadie me había visto. Me ardieron las mejillas. Harry ladeó la cabeza sin apartar los ojos de mí y yo me pasé la mano por el pelo, comprobando que seguía bien sujeto en el moño. Volví a concentrarme en mi lista de tareas.

—Y eso me lleva a la otra buena noticia: hemos conseguido esa entrevista con Sandy Fox, y va a ser brutal.

La gente se puso a aplaudir y el corazón se me aceleró dentro del pecho. Yo no me dedicaba a los famosos, pero quería hacer esa entrevista, y Robert lo sabía. Era importante, y quien la lograra obtener quedaría bien posicionado para un ascenso. Robert no me había comentado que la habíamos conseguido, así que quizá se la había encargado a Emily, la editora de la sección de celebridades, y Sandy Fox era digna de pertenecer a esa lista, la lista A. No quise mirar a Emily en busca de pistas, porque no habría soportado ver su expresión engreída si ella sabía que la entrevista era suya. Después de unirme al equipo de Rallegra, me había dejado claro que éramos competidoras, y había sido fiel a su palabra. Me sorprendí a mí misma mordiéndome el interior de la mejilla, y cogí mi bebida, una Coca-Cola light, para distraerme.

—Va a ser un gran reportaje. Tendremos acceso a Sandy en el set de rodaje de la nueva película en la que participa, que se va a filmar principalmente en los estudios Pinewood. Está dispuesta a que la veamos en su elemento. También ha mostrado su disposición a que Harry le haga algunas fotos.

¿Qué? ¿Es el primer día de Harry y ya le han dado la historia del año? ¿Qué clase de celebridad acepta eso? Su agente debe de ser malísimo.

—El artículo girará en torno a varios aspectos diferentes, así que va a requerir mucho trabajo.

Lo quiero, lo quiero, lo quiero…

La entrevista, si la conseguía, podía llevarme al ascenso. Mi hermano iba a sentirse muy orgulloso, y yo esperaba encontrarme, por fin, segura y establecida.

—Todavía tenemos que resolver algunos flecos, pero esperamos que la primera sesión tenga lugar esta semana, mientras ella está todavía con los ensayos. Bien, vamos a dar un repaso al resto. Haven, ¿con qué estás?

—El artículo sobre los diez mejores pubs clandestinos ha salido bien, y hoy terminaremos la primera parte del plan de desintoxicación para el verano. Estoy elaborando una propuesta para un artículo sobre citas que toca muchos temas diferentes. —Oí gemir a varias personas cuando mencioné mis planes. Robert no parecía impresionado; los artículos sobre cómo se conocían las parejas no eran raros—. He estado investigando una agencia de citas que pide que el patrimonio neto de sus clientes sea superior a una determinada cantidad. Básicamente, son citas para millonarios. Creo que podría estar bien.

—De acuerdo. Bueno, le echaré un vistazo a la propuesta cuando la termines —concluyó Robert. Tenía potencial, pero debía convencerlo.

El resto de la reunión transcurrió de forma borrosa. Lo único en lo que podía concentrarme era en lo que iba a decirle a Robert para persuadirlo de que me diera la entrevista de Sandy Fox.

Por fin, cuando la reunión terminó, me levanté y recogí mi cuaderno.

—Haven, ¿puedes quedarte un momento? Me gustaría charlar contigo —dijo Robert.

Joder, ¿iba a decirme que le había dado a Emily la entrevista de Fox? Siempre intentaba prepararme para las malas noticias. Forcé una sonrisa y me senté de nuevo mientras que todos los demás salían. Harry también se quedó en su sitio, y lo observé mientras se reclinaba con las manos detrás de la cabeza y esperaba a que se fuera la gente. Como si supiera lo que estaba haciendo, giró la cabeza hacia mí y clavó su mirada en la mía.

Arqueó las cejas y abrió los ojos de par en par como si me preguntara si había terminado de examinarlo. Tuve la sensación de que estaba acostumbrado a que lo miraran. Si yo hubiera sido una de las otras chicas, me habría recreado en esa fuerte mandíbula y en esos ojos brillantes. La diferencia era que yo no lo estaba escudriñando como imaginaba que lo hacían la mayoría de las mujeres. No me interesaban esos largos dedos con los que periódicamente se retiraba de la frente el pelo rubio oscuro ni la forma en que su camisa se ceñía a su cuerpo tonificado. Yo solo quería averiguar lo que me interesaba.

Inspiré hondo y volví a apartar la vista cuando se cerró la puerta. Me resistí a todos esos impulsos que me decían que debía hacer una petición de última hora a Robert para conseguir la entrevista. No estaba segura de si habría podido contenerme si Harry no hubiera estado allí; no creía que Harry hubiera deseado algo de forma desesperada en toda su vida. En ese momento, mi orgullo anuló mi ambición.

—Haven, quiero que te encargues de la...



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