E-Book, Spanisch, Band 24, 524 Seiten
Reihe: 100XUNO
Bouyer Del protestantismo a la Iglesia
1. Auflage 2020
ISBN: 978-84-9055-326-8
Verlag: Ediciones Encuentro
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, Band 24, 524 Seiten
Reihe: 100XUNO
ISBN: 978-84-9055-326-8
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Louis Bouyer (París, 1913- 2004), fue miembro de la congregación de los Oratorianos y uno de los más respetados y versátiles académicos católicos y teólogos del siglo XX. Amigo de Hans Urs von Balthasar, Joseph Ratzinger y J.R.R. Tolkien, fue uno de los fundadores de la revista internacional Communio. Antes de su conversión al catolicismo en 1939, Bouyer fue ministro luterano, recibiendo la ordenación como sacerdote católico en el año 1944. Bouyer llegó a ser una de las más importantes figuras de los movimientos bíblico y litúrgico católicos durante el siglo XX, tuvo gran influencia sobre el Concilio Vaticano II y se hizo famoso por sus excelentes libros sobre la historia de la espiritualidad cristiana. En el año 1969 fue elegido por el Papa para que formara parte del grupo de teólogos que puso en marcha la Comisión Teológica Internacional. Además de impartir clases regularmente en el Instituto Católico de París, fue profesor visitante en diversos países de América y Europa hasta el año 1995.
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Prólogo a la edición española
RAZÓN TEOLÓGICA DEL CAMINO A LA IGLESIA
. La trayectoria biográfica de Bouyer, su interés por la espiritualidad y la liturgia, y su paralelismo con Newman
1. Esta obra de Louis Bouyer es una de las piezas de la literatura teológica del siglo XX imposible de ignorar por varias razones, pero sobre todo porque siendo para algunos una obra que prolongaría la teología de controversia, es para la mayoría una obra de clara voluntad de diálogo con el protestantismo partiendo de sus propios presupuestos teológicos. Es así, porque la Reforma fue sobre todo una obra de teólogos.
Para mejor valorar la tesis que Bouyer sostiene, conviene recordar que nació en el seno de una familia luterana el 17 de febrero de 1913 y aunque fue ordenado pastor de la Iglesia luterana en 1936, pocos años después de haber comenzado a ejercer el ministerio pastoral como ministro luterano, en plena juventud, sería recibido en 1939 en la Iglesia Católica en la Abadía de San Wandrille, albergada en la antigua e histórica abadía normanda de Fontenelle. Tras estudiar letras clásicas en la Sorbona, Bouyer estudió filosofía y teología en las facultades luteranas de París y Estrasburgo. Ya en la Iglesia Católica recibió la ordenación sacerdotal el año 1944 en que se hizo católico, consagrándose desde entonces al ejercicio del ministerio y a la investigación y docencia de la teología, dedicando un cultivo singular al conocimiento de la historia de la espiritualidad y a la liturgia, expresión de la tradición de fe que él quiso custodiar con apasionado ademán.
En 1945 se doctoró en teología en el Instituto Católico de París con una tesis doctoral sobre la vida de san Antonio según san Atanasio de Alejandría, para pasar a ser profesor en este mismo instituto universitario en el que permaneció hasta 1963. Profesor invitado en varios países, entre ellos España, fue miembro, de nombramiento papal, de la durante dos períodos de su primera andadura. Con Joseph Ratzinger, H. U. von Balthasar, H. de Lubac y otros colabora en la fundación y puesta en marcha desde 1972 de la Revista católica internacional , y por designación expresa del Papa contribuirá con otros grandes teólogos a poner en marcha la Comisión Teológica Internacional en la que permaneció dos períodos significativos para la historia contemporánea de las relaciones entre teología y magisterio eclesiástico, como fueron los quinquenios de 1969 y 1974.
No es necesario reiterar aquí de modo completo su rica biografía, de la cual da él mismo cuenta sus (2014)1, pero sí es preciso recordar algunos datos importantes de su vida. Louis Bouyer había llegado a pedir la plena comunión católica en 1939, tras un recorrido intelectual y de experiencia espiritual que le llevó a una reconsideración crítica de su condición de joven pastor luterano. En esta experiencia son determinantes para su evolución personal los escritos espirituales del cardenal Pierre de Bérulle, pero también sus contactos de gran intensidad con la emigración rusa ortodoxa de París, que le introduce en la lectura de la teología ortodoxa de Sergei Bulgakov y Pável Florensky. La ortodoxia ejercerá desde entonces una singular atracción sobre él, como le mueve su pasión por la teología de la liturgia y la renovación del culto cristiano impulsada por el benedictino alemán dom Odo Casel y el monasterio alemán de Maria Laach, tal como lo dice él en sus memorias2. Por esta reconocida autoridad en el conocimiento de la historia de la liturgia cristiana, Pablo VI lo incluirá en la comisión de expertos que habían de asesorar la reforma litúrgica conciliar, situación en la que no dejó de manifestar su discrepancia con algunas decisiones de la reforma, tal como se expresaba críticamente comentando la constitución conciliar sobre la liturgia3.
Este recorrido intelectual no sería suficiente para iluminar las motivaciones hondas de su acercamiento al catolicismo, sin la atracción no menor que sobre él, en un singular paralelismo, ejerce la personalidad y la aventura religiosa de John Henry Newman. Por sus conocimientos de la edad cristiana antigua, como le sucedió al cardenal inglés, Bouyer se siente movido por la cristología y eclesiología de san Atanasio de Alejandría, en un proceso de transformación espiritual que corre parejo de la conversión de Newman al catolicismo romano. El líder del Movimiento de Oxford llega desde el anglicanismo a la comunión plena con Roma siguiendo la senda de los santos padres, que le llevó a redactar (1833) y los dos volúmenes de (1842). Del mismo modo, el conocimiento de la doctrina de la fe que le proporcionó la investigación de la cristología y eclesiología de la Iglesia antigua condujo al catolicismo a Bouyer, igual que había sucedido a Newman enfrentado por sus estudios con la fe de la Iglesia antigua, de la cual extraía la conclusión ineludible: la permanencia de la fe de la Iglesia de los padres griegos en la fe de la Iglesia Católica Romana.
2. Así, pues, no sin significación biográfica Bouyer dedicó al cardenal inglés la monografía (París 1952). El paralelismo se prolonga en la pertenencia de Newman y Bouyer a la Congregación del Oratorio fundada por san Felipe Neri. Newman la introdujo en Inglaterra y Bouyer vivió como católico en su seno y ejerció como oratoriano el ministerio sacerdotal, aceptando los múltiples compromisos que llevaba consigo su dedicación a la investigación y a la docencia de la teología y la liturgia. Sin duda alguna, con una gran querencia de la vida monástica, que no dejó de atraerle siempre, lo que le llevó a entrar en la Iglesia católica en la Abadía de San Wandrille, a la cual se retiró para afrontar desde este retiro monástico la última etapa de su vida activa como teólogo e incansable conferenciante y en cuyo cementerio quiso ser inhumado tras su fallecimiento el 22 de octubre de 2004.
De su querencia monástica Bouyer dejó un testimonio de su amor por el monacato y de su estilo espiritual en su libro (1950), parejo de otro bello libro sobre el estado y vida espiritual de los clérigos: (1960)4. De su amor por la liturgia surgirían títulos destacables tan conocidos como (1945)5, a partir del cual comenzó a divulgarse el concepto teológico-litúrgico referido al de la muerte y resurrección de Cristo. La presencia de este sagrado misterio en la celebración eucarística es el contenido del bautismo y de la Eucaristía como , ambas expresiones ya conocidas por la antigüedad cristiana y operativas de hecho en la liturgia pascual de la Iglesia6. La concreción sacramental de este misterio tiene en el año litúrgico una singular expresión en el Triduo sacro de la Semana Santa, que Bouyer explicita, sin duda con el conocimiento que en el tema le proporcionó la teología de la liturgia de (1886-1948) y la aventura por la renovación del culto católico. Bouyer se había embarcado en la renovación de la liturgia secundando al fundador del monasterio benedictino de Chevetogne, (1873-1960), estimulado por el entusiasmo de los padres dominicos Aimon-Marie Roguet y Pie Duployé que le implicaron en ella, inaugurando la colección de las con su libro sobre el misterio pascual.
Dice Bouyer a este propósito en sus memorias lo que sigue, reivindicando la puesta en uso de una expresión que ha sido de alcance decisivo en el proceso renovador de la sagrada liturgia, y particularmente de la Semana Santa que Pío XII llevó a cabo con tanto acierto: «El , que todo el mundo hoy en día se imagina haber sido una expresión corriente de la patrística y de la Edad Media, siendo así que, como yo mismo he hecho observar en vano, el latín cristiano conocía bien , pero no , que no ha tenido nunca un equivalente en griego»7. Años después, Bouyer añadía a sus ensayos litúrgicos títulos tan conocidos como », (1960); (1962); (1966); y (1967)8.
3. Ya queda dicho que los conocimientos de historia de la doctrina y espiritualidad de la antigüedad cristiana y su compromiso de recuperación de la liturgia fueron determinantes del camino de Newman a la Iglesia católica. Bouyer se sintió también fascinado por la personalidad espiritual del líder del Movimiento de Oxford. El cardenal Jean Honoré, que se doctoró con una tesis sobre la espiritualidad de Newman y fue arzobispo de Tours, nunca dejó de ser un newmaniano y, al mismo tiempo, un buen conocedor de la trayectoria de Bouyer. Los editores le pidieron el prólogo para la reedición del libro de Bouyer sobre Newman, y en él expresa su convencimiento el cardenal francés de que las dos grandes personalidades teológicas que ejercieron sobre Bouyer una singular atracción fueron el ruso Sergei Bulgakov y John Henry Newman. De hecho, el conocimiento que Bouyer tiene de la teología ortodoxa se alimentó de la particular atracción que la ortodoxia ejerció sobre él, como ya queda dicho. Lo mismo le había sucedido a Newman hasta que conoció mejor la espiritualidad...




