Chartier / Rivera / Muchnik | Texturas 47: Mutaciones y responsabilidades en la edición | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 136 Seiten

Chartier / Rivera / Muchnik Texturas 47: Mutaciones y responsabilidades en la edición


1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-18941-58-0
Verlag: Trama Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

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En este número de Texturas se pueden encontrar textos de Roger Chartier, Mario Muchnik, Gabriela Torregrosa, Camilo Ayala Ochoa, Gonzalo Pasamar, Marta Simó Comas, Manuel Gil, Bernardo Jaramillo, Verónica Mendoza, Maica Rivera, Iñaki Vázquez-Álvarez y Constantino Bértolo.

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Coyunturas, mutaciones y responsabilidades en el mundo del libro

Roger Chartier

Historiador especializado en la historia del libro, de la lectura y de la edición

Quisiera ubicar esta reflexión en las tres temporalidades de nuestras incertidumbres al salir –por lo menos es lo que esperamos– de la pandemia. Siguiendo el modelo construido por Fernand Braudel, distinguiré el tiempo corto, breve, del acontecimiento; las tendencias de las coyunturas y las mutaciones de más larga duración.

EL TIEMPO CORTO

Podemos empezar con los diagnósticos sobre lo que aconteció, y todavía acontece, durante la pandemia, en relación con el comercio de los libros, las estrategias editoriales y las prácticas de lecturas. Un primer evento fue el cierre de las librerías, que produjo una fuerte caída en las ventas de libros y generó grandes dificultades para las editoriales. En todas las encuestas que he leído –una del Sindicato Editorial de la Edición de Francia y otra del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc)– se ve que los editores estimaron en un 50 % la disminución de su facturación entre el año 2020 y el 2019. En España, durante las dos primeras semanas del confinamiento, las ventas de libros cayeron un 84 % en relación con las ventas de la última semana anterior al confinamiento[1]. En Francia, los editores estimaron la disminución de sus ingresos entre la primavera del 2020 y la del 2019 entre un 20 y un 40 %[2]. [2]En América Latina los editores observaron un retroceso del 50 % de sus ventas entre 2020 y 2019[3]. La consecuencia inmediata fue la disminución del número de títulos publicados y la postergación para 2021 de una parte de los libros que debían salir en el año 2020[4]. De esta manera, una primera realidad fue la dificultad para los lectores de encontrar libros nuevos, libros que no tenían en su biblioteca, si es que tenían una.

La segunda realidad que hemos experimentado es la de una vida casi enteramente digital. Se utilizó y todavía se utiliza la comunicación digital para las relaciones entre los individuos o con las instituciones y administraciones, para el mercado para hacer compras, para la educación y enseñanza, y también para las lecturas que se hacen frente a las pantallas. Se creó así una demanda de acceso digital sin precedentes. Este nuevo hábito de lectura se volvió el gesto normal, necesario, para poder leer, para acceder a libros y revistas.

Sin embargo, esta observación debe ser matizada porque, si en algunos países como Brasil hubo un aumento de las ventas de libros electrónicos (allí sus ventas se triplicaron en el año 2020 en relación con el 2019), mas generalmente este crecimiento fue limitado. La encuesta del Sindicato de la Edición en Francia muestra que, por un lado, las editoriales que tienen un sector digital son minoritarias, y, por otro, que estas no observaron un crecimiento fuerte de las ventas de libros electrónicos. Estas observaciones se remiten a la marginalidad de este sector del mercado del libro ya antes de la pandemia: en Francia, las ventas de libros electrónicos representan solamente el 9 % de la facturación total del mercado editorial[5]. Entonces la discrepancia observada en Francia entre las prácticas necesarias durante el tiempo del cierre de las librerías y bibliotecas y el papel todavía marginal de la edición electrónica plantea una pregunta fundamental: ¿debemos pensar que, aunque marginal, la situación de la pandemia prefigura un nuevo mundo de la cultura escrita, con el predominio de la forma digital en un mundo que sería sin librerías físicas y sin libros impresos? El caso de Brasil, donde crecieron fuertemente las ventas de libros electrónicos, permite imaginarlo[6]. O bien, por el contrario, ¿debemos pensar que lo que aconteció con la pandemia aceleró mutaciones que ya estaban presentes pero sin modificar profundamente los hábitos de los lectores de libros? Esto es, por lo menos, lo que surgiere la vuelta inmediata y las compras masivas de los lectores en las librerías después de su reapertura.

Según la compañía de investigación de mercados GfK, las ventas de libros en España durante el primer semestre del 2021 crecieron un 44 % con respecto al primer trimestre del 2020, en el tiempo de la pandemia, y, lo que es más significativo, crecieron un 17 % con respecto al primer trimestre del 2019[7]. Este crecimiento es el resultado tanto de los lanzamientos de muchas novedades que no salieron en el año 2020 como del incremento de la lectura de ocio durante la pandemia. El Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros establecido por la Federación de Gremios de Editores en España para el 2020 muestra que el porcentaje de lectores frecuentes aumentó un 5 % durante los meses del confinamiento con 57 % de lectores semanales de libros en tiempo libre[8].

COYUNTURAS

Para entender los efectos de la pandemia es menester ubicarla en las coyunturas que transformaron el mundo del libro y de la edición en las últimas décadas. Como sabemos, la fragilidad de las librerías no apareció con la pandemia: resulta de la competencia de la venta online, en particular por parte de Amazon, de los altos precios de los alquileres en los centros de las ciudades y de la rentabilidad lenta y limitada del negocio de los libros. El COVID-19 aconteció entonces en un mundo en el que, en todas partes del planeta, había disminuido el número de librerías. En París, 350 cerraron entre el año 2000 y el 2019[9]. En 2013, en su magnífico libro, Librerías, Jorge Carrión registró y profetizó estas desapariciones cuyo ejemplo paradigmático era, en su propia ciudad de Barcelona, la substitución de la librería Catalonia por un McDonald’s [10]. En varios países, por ejemplo, los Estados Unidos[11] o España a partir del 2014[12], el resurgimiento de las librerías independientes y de proximidad introduce una corrección feliz a este sombrío diagnóstico.

También en el campo de la edición se puede encontrar una fragilidad anterior a la crisis. Tiene sus raíces profundas en procesos de concentración cuyo resultado fundamental fue la imposición de la lógica del marketing a expensas de la lógica propiamente editorial. Podemos recordar la expresión de Jérôme Lindon, y después de André Schiffrin, la edición sin editores [13]. «Sin editores» porque las decisiones editoriales se vinculan con lo que se sabe del mercado, de los hábitos y preferencias de los compradores, y no con una política editorial basada en preferencias intelectuales o estéticas.

Esta realidad fue el resultado de la imposición a la edición de una lógica puramente financiera que marginaliza al editor en relación con otros actores dentro de las editoriales. El libro de Éric Vigne, El libro y el editor, hace hincapié en dos consecuencias de esta lógica financiera[14]. La primera es la búsqueda de una rentabilidad a muy corto plazo, lo que significa la rotación rápida de los libros en las librerías, y la falta de tiempo para que puedan encontrar a sus lectores. La segunda es la búsqueda de una rentabilidad para cada colección o para cada título, lo que era romper con la lógica según la cual, desde el siglo xviii, los libros que se venden pueden equilibrar a los que no se venden en un balance global de la editorial.

Un segundo sentido de la fórmula «edición sin editores» se vincula con las prácticas de algunas editoriales, no universitarias por supuesto, de hoy en día que no «editan» en el sentido estricto de la palabra ya que imprimen directamente los ficheros electrónicos que les envían los autores. En este caso, desaparece la definición de la edición como copy editing, como trabajo con el autor sobre su manuscrito y como contribución a la construcción del texto mismo. Son así separados los dos significados que la palabra «editar» tiene en las lenguas románicas, que ignoran la distinción presente en el inglés entre editing, la edición como preparación de un manuscrito, y publishing, la publicación de un libro, su financiamiento y su producción. En ese caso, tenemos literalmente una publicación sin edición.

Un tercer sentido de la expresión edición sin editores se remite al crecimiento reciente de la autopublicación, de la autoedición. Esto tampoco es una novedad absoluta. Existe desde el siglo xvi, cuando un autor se encargaba de ser su propio editor, pagaba la impresión de los ejemplares de la edición y, después, los vendía directamente en su casa o gracias a un acuerdo con un librero. Esta práctica no fue dominante, por supuesto, pero existía como alternativa editorial,...



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