de Castillejo | Aula de cortesanos | E-Book | www.sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 27, 152 Seiten

Reihe: Pensamiento

de Castillejo Aula de cortesanos


1. Auflage 2010
ISBN: 978-84-9897-126-2
Verlag: Linkgua
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, Band 27, 152 Seiten

Reihe: Pensamiento

ISBN: 978-84-9897-126-2
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Cristóbal de Castillejo es uno de los máximos exponentes de la sátira antipalaciega con dos de sus composiciones: - las Coplas a la Cortesía - y su diálogo más importante y broche final de su producción, el Aula de cortesanos.Castillejo utiliza un mismo código satírico para referir la personificación de una corte descalabrada, ya sea la castellana o la portuguesa. Así la estructura dialogada del Aula de cortesanos se presta considerablemente a la dramatización y quizás fuese una obra representada ante un público reservado cortesano, por lo que se acerca a la virtuosidad dramática de la literatura anticortesana muy popular durante el Siglo de Oro. Una literatura que retrata la corte como un lugar de miseria, sufrimiento y vicio. En Aula de cortesanos Cristóbal de Castillejo muestra un diálogo entre dos personajes: - Lucrecio, un joven ávido de dinero, lucro y ganancia que cree poder satisfacer sus ambiciones en la vida cortesana; - y Prudencio, un hombre sabio y desengañado de esa vida.

Cristóbal de Castillejo (Ciudad Rodrigo, 1490-Viena, 1550). España. Nació en Ciudad Rodrigo hacia 1492. Fue monje en el convento de San Martín de Valdeiglesias, y lo abandonó para ejercer el cargo de secretario del hermano del Emperador Carlos V, don Fernando, que era rey de Bohemia. Vivió una vida bastante disoluta, de amores y gastos que agotaron todos los beneficios y prebendas que sus cargos le proporcionaban. Se enamoró de una joven dama alemana, Ana de Schaumburgo, quien lo dejó por un noble bohemio. Desilusionado y arruinado, se retiró y murió en un convento en Viena. Castillejo se enfrentó a las influencias italianas que por entonces eran dominantes en España. Su poesía se mantuvo dentro de las formas tradicionales castellanas.
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Capítulo I


LucrecioNo sé qué camino halle

para tener de comer,

y conviéneme buscalle,

por que al fin es menester,

pese a tal;5

que veo que cada cual

pone todo su cuidado

por ser rico y, principal,

y no vivir afrontado

con pobreza;10

lo cual, aunque no es vileza,

según el dicho vulgar,

eslo en fin si por pereza

deja el hombre de llegar

a ser algo.15

Yo, pobre gentil hidalgo,

de bienes desguarnecido,

si por mí mismo no valgo,

siempre viviré corrido

sin reposo;20

y al mancebo virtuoso,

obligado a más valer,

para vivir deseoso,

más le valiera no ser

entre gentes.25

Pues confiar de parientes

el que no tiene de suyo,

más cerca tiene sus dientes,

y es, gran cosa, ave de tuyo.

No hay hermano30

ni pariente tan cercano,

ni amigo tan de verdad,

como el dinero en la mano

en cualquier necesidad.

Cualquier cosa,35

fácil o dificultosa,

se alcanza con el dinero,

y se nos muestra graciosa

donde él va por mensajero

del deseo.40

No hay tan despierto correo,

ni cosa que haber se pueda,

que no venga de boleo

a cumplirse do hay moneda,

sin que pene45

por ella aquel a quien viene,

mas el pobre pena y muere,

porque quien dineros tiene,

dicen hace lo que quiere.

Y así va50

el mundo, do nunca habrá

en este caso mudanza;

que nadie vale más ya

de cuanto tiene y alcanza,

como vemos55

en mil ruines que sabemos

presumir de caballeros,

de quien gran caso hacemos

por solo tener dineros

y poder,60

y otros que, por carecer

destes bienes temporales,

nadie los echa de ver

siendo nobles y leales;

de manera65

que me esfuerza, aunque no quiera,

por no dormir en las pajas,

buscar camino o carrera

de mejorar mis alhajas.

Y salir70

por el mundo a descubrir,

sin volver la cara atrás,

algún modo de vivir

para venir a ser más.

Mas primero,75

según hace el marinero

cuando sale de arrancada,

es de ver adónde quiero

enderezar mi jornada,

y mirar80

desde luego a encaminar

la nave a seguros puertos,

pues dicen que al enhornar

se hacen les panes tuertos;

que después85

que el barco da de través

la enmienda suele ser dura;

y así el bien, acertar es

do consiste la ventura.

Yo, mancebo,90

si agora que el tiempo nuevo

d’escoger me da lugar,

no lo acierto como debo,

siempre tendré qué llorar.

Ocho estados95

suelen ser los más usados

del vivir entre los buenos;

los cuales, aquí notados,

escogeré por lo menos

uno honroso,100

a vueltas de provechoso,

sin lo cual no hay nada hecho;

caso que es dificultuoso

juntar honra con provecho.

Oficial105

no me parece muy mal

si en nobles no fuese vicio;

que aunque es sucio el delantal

quien ha oficio ha beneficio;

y es seguro110

como hacienda de juro

do quier que el hombre se vea;

mas la honra que procuro

lo excluye por cosa fea.

Mercader115

es cosa a mi parecer

también de harta ganancia,

y que lo puede bien ser

el que tuviere sustancia

para ello;120

y así, yo no puedo sello

ni aún de agujas y albaquías,

si de orejas y cabello

no hago mercaderías.

Mas no sé,125

si ya que tuviese qué

vender y sacar en tienda,

a mi verdad y a mi fe

pornía en tanta contienda

de conciencia;130

cuanto más, que aquella ciencia,

ya que traiga utilidad,

tiene a vueltas penitencia

y poca seguridad,

y el sentido135

vigilante, embebecido,

con recato y con aviso

en mil partes repartido,

y muy poco en paraíso.

Pues letrado,140

para vivir de abogado,

o médico principal,

que demás de ser honrado,

es oficio interesal,

bien vernía;145

mas no fue la suerte mía

que yo letras aprendiese,

ni que con tal granjería

mi necesidad pudiese

proveer.150

Lejos van de mi saber

las leyes y medicina,

salvo escribir y leer

y mi latín de cocina;

pero, dado155

que las hubiera estudiado,

no sé cómo usara dellas;

porque pienso haber pecado

en la forma de vendellas

a la gente,160

por ser de otras diferente

el uso destas dos artes,

vendiéndose comúnmente

al antojo de las partes,

sin tasar165

lo que merecen ganar;

y así se halla cirujano

qu’es peor en desollar

que Falaris el tirano.

El estado170

de la guerra y ser soldado

como muchos buenos son,

es cosa también que ha dado

a muchos reputación

y dineros;175

señores y caballeros,

personas de presunción,

se precian de ser guerreros,

y son desta profesión

generosa;180

mas veo que es una cosa

en que andan de pasada

la vida muy peligrosa

y la honra delicada,

todo en vano;185

cuyo vivir inhumano

nunca bien me pareció,

porqu’es un pueblo profano,

que hoy somos, mañana no,

y a porfía.190

De la Iglesia no sería

mal librado mi partido,

si de cualquier calongía,

pudiese ser proveído,

según veo195

que lo son a su deseo

otros de menos valor,

que con pompa y con arreo

pasan la vida a sabor,

sin cuidado,200

quedándoles reservado

su derecho so la capa

de subir de grado en grado

hasta llegar a ser papa

cualquier prete;

mas no se inclina ni mete

a serlo mi devoción,

porque loba ni bonete

no son de mi condición,

ni me oso205

tampoco a ser religioso

inclinar, bien que podría

si en ello fuese dichoso

de alcanzar un abadía;

más es larga210

la esperanza y muy amarga

aquella forma de vida,

y aun para algunos es carga

muy pesada y desabrida,

y el reposo,215

que por defuera es sabroso

y convida a tal vivienda,

dentro diz que es achacoso

y mezclado de contienda,

que le atierra.220

Pues quien no huelga de guerra,

ni de oilla ni de vella,

fresco estará si se encierra

do siempre viva con ella

trabajado;230

después de todo probado

cuanto el mundo puede dar,

y de ello desesperado,

esto no podría faltar.

Y así quiero235

darme como hombre granjero

al campo y a la labor.

Y a tornarme de escudero,

rico, honrado labrador,

no haría240

yerro, pues por esta vía

los padres del Testamento

gozaron con alegría

de grandes bienes sin cuento,

verdaderos.245

Pues acá en los...



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