E-Book, Spanisch, 244 Seiten
Draper México 1968
1. Auflage 2018
ISBN: 978-607-03-0921-2
Verlag: Siglo XXI Editores México
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
Experimentos de la libertad. Constelaciones de la democracia
E-Book, Spanisch, 244 Seiten
ISBN: 978-607-03-0921-2
Verlag: Siglo XXI Editores México
Format: EPUB
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Susana Draper.
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PRÓLOGO: LAS CONSTELACIONES
Las ideas son a las cosas lo que las constelaciones a las estrellas. Esto quiere decir, antes que nada, que las ideas no son ni las leyes ni los conceptos de las cosas.1
WALTER BENJAMIN
Una constelación es una imagen que forjamos en el juego de un reconocimiento singular: miramos un conjunto de puntos luminosos e identificamos una figura en el acto de enlazarlos. La relación temporal con el pasado, la distancia pero también el contacto que establecemos con él se parece a cuando miramos hacia las estrellas: vemos luces que nos hacen perder de vista el desfase temporal producido por la velocidad que nos separa de lo que ya fue. Y sin embargo, logramos ver o reconocer figuras en una simultaneidad curiosa: vemos algo allí donde ya no existe. Ni la imagen proyectada ni mucha de esa luz existe en tanto tal —la primera remite a nuestras figuraciones, la segunda muchas veces remite a algo que ha muerto pero que el desfase en la velocidad permite que veamos—. Al jugar con la noción de constelación para expresar el modo de presentación o representación (Darstellung) de una idea en el tiempo de su acontecer en el texto, Walter Benjamin trazó una forma sui generis de abordar la forma en que pasado y presente interactúan en los procesos de rememoración. Evitando el positivismo historicista en el que el pasado se observa como un hecho objetivo sin considerar la fuerza de invención que permea el proceso de su aproximación cognitiva, el pensador construye una suerte de “pedagogía materialista” del recuerdo.2 Ésta hace posible mirar de forma crítica y revolucionaria ese trabajo reflexivo e imaginativo que implica cada acto de rememoración en tanto que su fuerza radica en que el pasado nunca emerge desde el presente como algo dado y completo en sí (un hecho cerrado); más bien, parecería establecer un vínculo con aquello que permanece abierto en ese haber sido: su promesa y, por lo tanto, aquello que no llegó a ser en lo sido y lo mantiene susceptible a constantes reconfiguraciones. En este sentido, nos recuerda que “la historia no es sólo una ciencia, sino no menos una forma de rememoración”.3 En este sentido, el juego que se produce entre tiempos diferentes tiene que ver con el hecho de cómo cada presente plantea sus modos de comprender ese pasado como si algo de ese pasado nos llamara o irrumpiera horadando el aquí y ahora de un presente. El carácter constructivo de una constelación permite hacer hincapié en el tipo de cognición que emerge cuando abordamos un momento del pasado intentando enlazar diferentes instancias a través de una configuración que proyectamos desde ellas.
A veces, parecería que el 68 fuera una figura saturada de proyecciones y evaluaciones: punto de origen, parteaguas de la historia, instancia democratizadora, fracaso histórico… A veces, parecería que el 68 se volviera una nebulosa cargada de deseos incumplidos o de recuerdos gloriosos. Y al mismo tiempo, parece como si cuanto más miráramos y leyéramos, más se desdibujaran sus contornos, sus fechas, su coherencia. Al escribir Amuleto, ese gran gesto poético sobre el 68, Roberto Bolaño juega con tal desbarajuste. Su protagonista, Auxilio Lacouture, inspirada en la persona de Alcira Soust, poeta uruguaya que vivía en México sin papeles, se obsesiona por el modo en que al intentar recordar las fechas, éstas se entrelazan en un proceso curioso de devenir: “El año 68 se convirtió en el año 64 y en el año 60 y en el año 56. Y también se convirtió en el año 70 y en el año 73 y en el año 75 y 76.”4 Encerrada en el baño de mujeres de la Facultad de Filosofía y Letras durante la ocupación militar de la UNAM, Alcira-Auxilio siente “como si el tiempo se fracturara”5 y el 68 se convirtiera en un “mirador” de la historia.6 Parecería que una de las claves de Amuleto, publicada a treinta años del movimiento, radicara en el énfasis de lo inconmensurable y desmedido que implica todo acto de imaginación hacia el pasado. Esto implica un gesto crítico interesante dado que no se postula la idea de pensar el pasado, en masa, como un gran fracaso o derrota que pone al presente como medida para proyectar otro futuro. Por el contrario, el texto desestabiliza toda noción de linealidad progresiva en el tiempo, haciéndonos pensar en la singularidad que atañe a los modos de hacer perceptible la historia, el salto que implica el pasaje que va de la experiencia a su narrativización.
Esto me parece importante porque circunda en torno al 68 mexicano (o a “los 68” en todas partes) cierta mirada moralizadora de “balances” (¿fracasó, triunfó, dio frutos?) que deja a un lado el carácter singular del evento como movilizador de todo un contexto político más que como proceso del cual se han de desprender resultados concretos. Como explicaré de modo más detallado en la introducción, este libro intenta suspender o desplazar dos de los encuadres que considero que han dado forma a la construcción de la mirada más dominante del 68 en México: una remite a la predominancia de voces, recuerdos, testimonios y disputas de algunos (muy pocos) líderes masculinos, que eran estudiantes universitarios y figuras cruciales en el Consejo Nacional de Huelga; otra remite a la primacía que tiene la masacre de Tlatelolco a la hora de hablar y pensar el 68, casi convirtiéndose en una figura metonímica en la que muchas veces “el movimiento del 68” parecería adquirir el nombre de “la masacre de Tlatelolco.”
Al pensar este libro, la noción de constelación vino de inmediato a mi mente para darle un nombre a lo que aquí emerge como 68: seguir el trazo que va vinculando diferentes puntos centelleantes en una multiplicidad de conceptos, imágenes, cuerpos y memorias que emergen como modos diferentes de continuarlo en el pensamiento, en la imagen o en un presente distante. En ningún momento pensé en este proyecto como una forma de “dar cuenta” del momento en el sentido que lo hace un historiador o un sociólogo que muchas veces reconstruyen los eventos desde cierta demanda de veracidad propia de su disciplina. Incorporando sus lecturas, pero intentando ir hacia otro lugar, mi deseo era suspender cierto criterio de veracidad positivista que se expresa cuando se propone “dar cuenta” de lo correcto o incorrecto de un momento. Me interesaba forjar cierta aproximación transversal al momento, esto es, atender a la posibilidad de construir un 68 desde la constelación que permite armar una serie de materiales que remiten a unidades disciplinares diferentes, con el propósito de indagar el modo en que el 68 se expresa, continúa o piensa en varios planos: filosófico, ensayístico, testimonial, visual. Así, más que un análisis de un archivo que crea al 68 como “objeto”, me interesaba indagar no solamente cómo es configurado el efecto 68 sino también cómo afecta determinadas prácticas de escritura, de visualización, de subjetivación. Esto es, cómo se repite el 68 como “gesto” que no sólo desestabiliza la política y los cuerpos, sino también que instituye formas diferentes de lenguaje crítico, pensamiento, cinematografía, pedagogía… Se trata de traer a la estructura del libro algo que en el 68 fue una clave para la reflexión sobre la autogestión y la democratización del saber: la interdisciplinariedad, el diálogo entre diferentes lenguas y prácticas como modo de hacer frente a una universidad que reiteraba el mandato tecnocrático de la hiperespecialización que parcela el saber al punto en que éste pierde de vista su conexión con los problemas sociales. Como veremos en el análisis de José Revueltas, la propuesta de otro tipo de comunicación y pedagogía que emerge en los debates sobre autogestión, remite a la posibilidad de comprender procesos que atraviesan diferentes disciplinas, evitando la unilateralidad de un saber dividido en partes que no dialogan entre sí.
Cada capítulo remite a diferentes disciplinas y temporalidades en las que se reconfigura cierta reflexión sobre el 68 pero también en donde el 68 afecta a una práctica determinada: será el universo de reconfiguración de la libertad e historicidad a partir de las ideas, palabras y tiempos en la obra de Revueltas, cuando el movimiento le plantea otro modo de entender las formas de liberación en lo cotidiano, despojadas de la teleología finalista de la revolución como toma del Estado. Será en los años setenta, la forma en que el 68 es continuado en el terreno visual, cinematográfico, desarmando las unidades clásicas que definen la “obra” y el “productor” para postular formas de colaboración y producción cooperativa, que en los ejemplos que analizo postulan puentes entre diferentes grupos (como las huelgas obreras en la Cooperativa de Cine Marginal) y realidades históricas en otros países (como la colaboración establecida entre intelectuales y artistas mexicanos y franceses para producir Historia de un documento). Estos experimentos dislocan el lugar social la imagen y operan como mecanismos que responden a cierta desmovilización posterior al 68, continuando el evento más allá de su temporalidad y conectándolo con una historia mayor de realidades sociales. Surgirá en los años ochenta la reflexión sobre otro tipo de memoria y subjetivación sobre el evento, que emerge desde lugares marginales, en la textualidad que producen algunas mujeres. Si en la memoria del 68 ha dominado un esquema masculino de liderazgo, ¿qué tipo de operaciones epistemológicas e imaginativas emergen si se abre la memoria a otros sitios menos heroicos que profundizan en un tema que había sido crucial: el encuentro entre diferentes?...