Ferrández | Inmortalidad digital | E-Book | www.sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 296 Seiten

Reihe: Salto de Fondo

Ferrández Inmortalidad digital

Colonizar el planeta Muerte
1. Auflage 2025
ISBN: 978-84-254-5228-4
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

Colonizar el planeta Muerte

E-Book, Spanisch, 296 Seiten

Reihe: Salto de Fondo

ISBN: 978-84-254-5228-4
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection



En este ensayo, lúcido y a ratos mordaz, Raquel Ferrández explora las modalidades del deseo y sus pulsiones de vida y muerte en un mundo que se presenta como una extensión de la web, donde es posible vincularse infinitamente. La creación de la web es una historia de libertad, un espacio digital en el que todo puede estar vinculado a todo. Porque la omnivinculación es, ante todo, un ideal, un deseo de libertad. Treinta años después, se ha llegado a un límite grotesco: los muertos se niegan a descansar y se transfieren a soportes digitales; los vivos se niegan a morir y están obsesionados con perfeccionarse y permanecer. Morir es algo primitivo, lo civilizado es seguir vinculándose sin parar, a otros cuerpos, otras entidades, otros planos. En este ensayo, lúcido y mordaz, Raquel Ferrández explora las modalidades del deseo y sus pulsiones de vida y muerte en un mundo que se presenta como una extensión de la web, donde es posible vincularse infinitamente, de forma inmediata y simultánea, y donde el transhumanismo, el capitalismo de la vigilancia, la inteligencia artificial o la tecnosabiduría intentan eliminar el impacto de lo que significa estar solos.

Raquel Ferrández se dedica a la filosofía india clásica y contemporánea. Colabora en proyectos de filosofía global y filosofía de fusión. En 2023 cofundó la Society for Yoga and Philosophy (SYP) junto a otros académicos-practicantes. Actualmente es profesora en el Departamento de Filosofía de la UNED.
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Así no se empieza


La literatura es intolerante a la domesticación, a cualquier raíz o significado determinado: no tiene casa, vive en moteles.

Juan Evaristo Valls,

Me imagino a Artemisa sentada en un acantilado de Valdoviño, en Galicia, contemplando la niebla. Está bebiendo una copa de vino, no un vaso de agua como cuenta la historia. Ha disuelto en el vino un puñado de las cenizas de Mausolo, su marido, recientemente fallecido. Mientras permanezca una migaja de polvo, un rastro animal de Mausolo, el amor que los unió todavía puede engullirse, masticarse, saborearse. Los vecinos rumorean que ha perdido la cabeza. La llaman la viuda caníbal. Tan desprotegida por la razón, tan desolada, que la pobre se bebe a sus muertos. Pero Artemisa bebe lo muerto para devolver el amor a su fuente. Está bebiendo a Eros, no a Tánatos. Su necrofagia es una consecuencia de su

En la versión gallega de esta historia, Artemisa no bebe su copa como si tomara un ansiolítico. No participa del Eros de la claustrofobia. Bebe a su esposo como un acto simbólico de despedida, practica el ritual consciente de dejar ir el cuerpo amado a través del suyo propio. Para liberarse de él, lo introduce dentro de sí. Podría interpretarse como un gesto de respeto y complicidad, pero no por ello causa menos espanto. Los vecinos de Artemisa no están locos, ni son unos puritanos. Son personas sensatas que no pueden comprender que esa mujer se entregue de pronto a canibalismos voluntarios. A menos que la razón sea patológica y el dolor la haya trastornado.

El gesto de Artemisa nos sitúa en la frontera entre la animalidad y la mística, dos espacios que comparten continuidad y generan rechazo por motivos solidarios. En esa frontera se terminó el gobierno humano; no hay palabras que puedan salvarnos. En los límites entre el amor y la muerte, la ceniza y el cielo, lo mundano y lo trascendente, hay que ser Dios-animal para sostenerse. Y no dejarse domesticar por el reclamo de ninguna mitad.

Artemisa está tan sola en mi imaginación como lo está en las de Aulo Gelio. Hoy no le habría bastado con beberse el cuerpo de Mausolo. Para fusionarse de verdad con su marido, tendría que haberse tragado su . Algunos filósofos están convencidos de que este dispositivo se ha convertido en una extremidad de nuestro cuerpo, en una parte activa de nuestra mente. Defienden que el robo del debería considerarse una agresión a nuestrapersona, como si nos estuvieran robando una mano. Ahora el es parte del cadáver. Artemisa, disuélvelo en el vino. Brinda por Apple.

Lo cierto es que en el siglo xxi, Artemisa no tendría por qué beberse a nadie. Podría convertir a Mausolo en un y seguir hablando con él tras su muerte. El propio Mausolo podría haber entrenado a este antes de morir, compartiendo con él cantidades indecentes de información privada. Con el dinero suficiente, podría haber entrenado a un avatar encargado de sustituirlo tras la muerte. Un que distrajese a Artemisa del carácter irremplazable de la pérdida. Estaría diseñado según su apariencia física, programado para hablar tal y como lo haría él mismo. Mausolo pasaría a ser uno de esos muertos que se niegan a descansar, Artemisa pasaría a ser una de esas personas que no saben a quién llorar ni a quién extrañar. Después de un tiempo relacionándose con el Mausolo digital, su memoria estaría tan violada, tan confusa, tan errática, que no podría conciliar el dolor de lo irremplazable con ese imitador que ha devenido un compañero adictivo.

Las estrategias digitales de inmortalidad buscan volver reversible la muerte. El carácter irreversible de la muerte a nosotros no nos provoca ningún duelo. Escuchamos a diario que las personas mueren, pero esto no nos causa mayor inconveniente. El duelo comienza cuando lo que muere irreversiblemente es para ti Solo entonces la ausencia empieza a tejer su cuerpo dentro del tuyo. Si no quieres verte sepultado por ese vacío corpóreo, tendrás que hacerle cosquillas a la carne viva que la muerte trae consigo. Más vale que aprendas a hacer reír a la ausencia y que la saques a bailar de vez en cuando. Porque ha venido para quedarse, para acompañarte. Y no va a desaparecer por mucho que progrese la inteligencia artificial.

Lo que busca la industria digital de la inmortalidad es remplazar lo irremplazable. Impedir la ausencia, suprimir el duelo, satisfacer el horror a la desaparición propia y ajena. El deseo de permanecer vinculados aun después de muertos forma parte de un ecosistema digital que se ha extendido a la vida física. Es solo un aspecto de un deseo más amplio que incluye la vinculación La o el ––el título original que tenía este ensayo––, es el verdadero sujeto y objeto erótico de nuestras vidas. Los muertos que se niegan a descansar son muertos forman parte de un estilo de vida web, tal y como la describió su creador, Tim Berners-Lee: «La visión que tengo de la web es la de .1 La creación de la web es una historia de libertad en muchos sentidos. Nadie negará que la humanidad le debe una libertad sin precedentes a ese espacio global digital. Pero treinta años después de su creación, el deseo de reproducir esa libertad fuera del contexto digital, de hacer de nuestra vida física una extensión de la web donde uno pueda potencialmente vincularse a todo y todos, está haciendo de la una historia de sometimiento. Es difícil evitar la impotencia cuando uno está obsesionado con la omnipotencia.

Las oportunidades que nos brinda la tecnología campan a sus anchas en un desierto filosófico poco habituado a la alegría. El pensamiento crítico viene dado en forma de quejas y desesperanzas que parecen dictadas desde una suite del «Gran Hotel Abismo», donde tantos intelectuales gustan de refugiarse.2 Falta sentido del juego para desafiar a los ideólogos del Una tendencia traviesa que nos invita a idealizar a las tecnologías digitales. Entre otras cosas, a los se les olvida que la privacidad es un bien público. La vulneración de nuestros derechos y de nuestra integridad mental no obedece a ninguna torpeza por parte del usuario. Son factores en forma de estrategias de diseño organizadas por todo un ecosistema digital que trasciende el comportamiento individual de cada usuario. Un diseño estructural que no responde a un accidente ni a un eclipse solar, sino al modelo de negocio de las grandes corporaciones tecnológicas.

La tendencia al tecno-neutralismo está presente entre los líderes de las grandes firmas del sector —los mismos que prohíben a sus hijos el uso de los productos que fabrican y diseñan—, pero también es una tendencia corriente entre los filósofos analíticos de la mente. Disponemos de artículos académicos, ampliamente citados, que recomiendan soluciones individuales a problemas sistémicos. Los manejan un discurso similar a los gurús de la autoayuda. Pero es una autoayuda rigurosa escrita por especialistas, una autoayuda de científico. Las y servicios digitales a los que accedes a diario —vía web— están diseñados para distraerte, para hacer que te muevas frenéticamente por la pista de baile y dinamices las rutas del tráfico No se lucran del hábito de la contemplación, sino de incentivar en ti la tendencia a la hiperactividad. Te rastrean de un modo descarnado y monetizan cada uno de tus comportamientos y reacciones. Manipulan tus elecciones y están acostumbrados a sacar partido de la adicción que su diseño genera, tanto como tú estás acostumbrado a que te concedan al instante lo que pides. Pero la responsabilidad, se insiste, recae enteramente en el usuario. Resulta que puedes sobreponerte al capitalismo de la vigilancia tomando clases de o practicando ciertas virtudes intelectuales cuando navegas por internet. ¡Será por virtudes! Somos más adictos a la virtud que al Lo que ocurre es que nadie nos había explicado que a internet hay que hablarle en prosa, no en verso. Ya podemos dejar de fabricar sonetos compulsivamente con los dedos. El diseño adictivo de las nada puede contra una prosa virtuosa.

Este ensayo contiene partes amables, discursos directos, golpes muy claros. Y otras partes selváticas, discursos cuesta arriba, golpes subterráneos. Esta geografía rebelde refleja una tensión por mi parte, pues tiendo a la palabra caníbal y me siento cerca de Artemisa. Al borde de la incomunicación. En medio del ruido que la promesa tecnológica genera, me he tropezado con algunas voces subversivas. Presencias universalmente libres y brillantes, que habitan espacios adonde el éxito o la publicidad no llegan. Esas presencias estuvieron en todas las épocas, están en esta y estarán en las siguientes. A veces ríen incluso dentro de nuestras cabezas. Y eso basta para agradecer.

Hoy, igual que ayer, vivimos en un mundo hostil lleno de buenas personas.

Si usted es una de ellas, acepte, de mi parte esta reverencia.

1 Tim Berners-Lee,...



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