Gómez Cerdá | El negocio de papá | E-Book | www.sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, 112 Seiten

Reihe: El Barco de Vapor Roja

Gómez Cerdá El negocio de papá


1. Auflage 2014
ISBN: 978-84-675-6383-2
Verlag: Ediciones SM España
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)

E-Book, Spanisch, 112 Seiten

Reihe: El Barco de Vapor Roja

ISBN: 978-84-675-6383-2
Verlag: Ediciones SM España
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



Semana a semana, Tomás le cuenta a Juanjo, su psicólogo, por qué ha suspendido cinco asignaturas, si él jamás había suspendido antes. Parece que algo tiene que ver el cambio de negocio de su padre. ¿No dicen que hay que ser coherente con los propios pensamientos? Una historia sobre amistad y autonomía personal.

Alfredo Gómez Cerdá nació en Madrid, en el verano de 1951. Atraído por la lectura desde la adolescencia, estudió Filología Española, especializándose en Literatura. Comenzó escribiendo teatro, género en el que publicó y representó varias de sus obras en los años 70. Sin embargo, en los 80 descubrió la literatura infantil y juvenil y pronto conoció el éxito. Desde entonces ha publicado más de setenta títulos, varios de ellos traducidos a otros idiomas.Gómez Cerdá ha colaborado en prensa y en revistas especializadas, además de participar en numerosas actividades en torno a la literatura infantil y juvenil, como charlas, libro-fórum, programas radiofónicos, mesas redondas, conferencias, etc. Asimismo, ha formado parte de proyectos educativos realizados en Estados Unidos (Aprenda II, en San Antonio, Texas). Sus libros se venden en varios países de Europa, América y Asia. Ha escrito además varios guiones para cómic.Su labor literaria le ha reportado más de veinticinco galardones, entre los que se encuentran el segundo premio El Barco de Vapor 1982, el segundo premio Gran Angular de literatura juvenil en 1983, Premio Altea 1984, accésit del Premio Lazarillo 1985 y segundo premio de El Barco de Vapor del mismo año. En 1987 dos de sus libros (La casa de verano y Timo Rompebombillas) fueron incluidos en la Lista de Honor de la CCEI, y desde entonces ha repetido en numerosas ocasiones, casi cada año. En 1994 logró el Premio Il Paese dei Bambini de Italia, y en 1996 fue accésit del Premio de novela corta Gabriel Sijé. Se hizo con otro Premio Gran Angular en 2005 por su libro Noche de alacranes. Ese año también logró el White Raven de Munich. En 2006 fue Premio Fray Luis de León, mientras que en 2008 se hizo con el Premio Ala Delta, el Premio Lector 2008 y el prestigioso Cervantes Chico por el conjunto de su obra. 2009 le trajo de nuevo el White Raven, así como el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil.
Gómez Cerdá El negocio de papá jetzt bestellen!

Weitere Infos & Material


2 Segunda semana


¡Hola, Juanjo! Como ves, aquí me tienes de nuevo, no he faltado a la cita. Les prometí a mis padres que vendría y aquí estoy. A mí me gusta hacer lo que pienso y cumplir lo que digo. Es mi forma de ser. ¿Te parece bien? Pues me alegro.

Oye, y hoy... ¿qué vamos a hacer? O mejor dicho, ¿qué vas a hacer conmigo? ¡Nada! ¿Cómo es posible? Yo pensaba que hoy... no sé, me pondrías un tratamiento, o algo por el estilo. Pensaba decirte que el tratamiento no fuesen inyecciones en el culo. ¡Cualquier cosa menos inyecciones en el culo! ¡Me dan pánico! Prefiero tomar toda clase de pastillas, o jarabes, o incluso ponerme un supositorio. ¡Pero inyecciones en el culo no! Y ahora tú me dices que no me vas a recetar nada. Bueno, pues me alegro; pero entonces, ¿qué vamos a hacer hoy?

¡Ah! ¿Quieres que te siga contando cosas? ¿Quieres saber todo lo que ocurrió hasta llegar a los cinco suspensos? ¿Solo eso? Por mí no hay inconveniente. Yo soy por naturaleza algo parlanchín, ya lo habrás notado.

Creo que la semana pasada nos quedamos en el momento en que mi tío Jacinto le dijo a mi padre que lo que tenía que hacer era quitar la carpintería y abrir un bar de esos en los que sirven la bebida en vasos de plástico y tienen la música a todo volumen.

¿Quieres saber cómo reaccionó mi padre? Pues te lo puedes imaginar.

—¡Tú estás mal de la cabeza! —le dijo a mi tío Jacinto.

—Piensa lo que quieras —se defendió mi tío—. Pero ya sabes que yo tengo buen ojo para los negocios. ¿Cuándo alguno de mis negocios ha funcionado mal?

—Pero yo no valgo para eso.

—Para eso vale cualquiera.

Recuerdo también que esa tarde mi prima Raquel y yo jugamos una partida de ajedrez en mi cuarto. A mitad de la partida. Raquel levantó la vista del tablero y me preguntó:

—¿Tú crees que tu padre hará caso al mío?

—¿Te refieres a lo de convertir la carpintería en un bar? —le pregunté también yo.

—A eso me refiero.

—Seguro que no. Mi padre nunca haría eso —en ese momento estaba convencido de lo que decía.

Luego, mi prima volvió a mirar al tablero y movió una pieza, creo que fue una torre.

—Jaque mate —me sentenció.

Consigo ganar pocas veces a mi prima al ajedrez. Juega muy bien. Ella, además, pertenece a un club de ajedrecistas y allí aprende muchas jugadas. Luego me las enseña a mí; pero no es lo mismo. Creo que aprender esas jugadas de primera mano te da cierta ventaja. Yo siempre las aprendo de segunda mano, por eso suelo perder las partidas.

Es una pena, Juanjo, que mi prima Raquel no venga conmigo. Entre los dos seguro que te contábamos mucho mejor todo lo que pasó. Ya te he dicho que es una chica muy lista. No es por presumir, pero creo que ella y yo somos los más inteligentes de la familia. Podría decirle que se viniera conmigo otro día. pero estoy pensando que sus padres no la iban a dejar. Es que cuando dices que vas al psicólogo, la gente piensa que estás un poco majareta. jAh, ya lo sabías! Claro, lo habrás oído decir por ahí. ¡Y no es verdad! ¡Por supuesto! Mírame a mí, yo no tengo nada de majareta.

Por la noche, a la hora de cenar, mi padre volvió a sacar el tema. Mis tíos, claro, ya se habían marchado.

—¡Vaya cosas que tiene tu hermano Jacinto! —exclamó.

Mi madre se encogió de hombros antes de responder:

—Pues algo de lo que ha dicho es verdad: todos los negocios en que se ha metido le han salido bien.

—No, si yo no discuto que tenga mal ojo para los negocios, ¡Menudo negociante está hecho! —continuó mi padre—. Lo que me sorprende es que me proponga cerrar la carpintería para abrir un tugurio de esos.

—Un bar de copas.

—Es lo mismo.

—De lo que puedes estar seguro es de que lo ha dicho por tu bien.

—¡Por mi bien!

Y a partir de ese instante, mi padre y mi madre su pusieron a discutir acaloradamente. Yo me terminé el postre a toda prisa y me marché a mi habitación. Al poco rato, oí el sonido de la tele: mi padre había puesto uno de sus partidos de fútbol.

Y no sé cómo se enteró todo el mundo tan deprisa. Lo cierto es que cada vez que alguien venía a mi casa, o cada vez que nosotros hacíamos una visita, salía el dichoso tema.

Recuerdo que un día fue mi abuelo Benito quien lo sacó. y, como siempre, lo hizo refiriéndose a las manos. Es que mi abuelo Benito esta obsesionado con las manos.

—En un sitio de esos no te machacarías las manos como te las machacas en la carpintería. Además es menos peligroso; que esa sierra que manejas no me gusta nada. Yo conocía a un carpintero que se dejó tres dedos de la mano derecha en la maldita sierra.

—¡Pero papá! —le reprochaba mi padre—. ¿No puedes hablar de otra cosa?

—Bien mirado, un bar de copas no es un barucho cualquiera de los que abundan por todas partes; un bar así tiene... ¿cómo decirlo?, otra categoría. Fíjate que hay hasta quien los llama pub, como los ingleses —dijo mi abuela Ramona, a pesar de que solía hablar poco porque tenía fama de prudente.

—¡Pero mamá! —mi padre se llevaba las manos a la cabeza y negaba con obstinación.

—Te aseguro, hijo, que es tu bienestar y el de tu familia lo único que nos preocupa.

De mis otros abuelos..., ¡qué te voy a decir. Juanjo! Ya te he hablado algo de ellos; me refiero al chusquero. quiero decir, al sargento. En cuanto mi tío Jacinto les contó la «genial» idea que se le había ocurrido, se presentaron en nuestra casa.

—¡Qué suerte has tenido, Ricardo! —le soltó mi abuelo a mi padre nada más verlo.

—¿Suerte? ¿Por qué?

—Hombre, no todos los días se pone de moda una zona en la que uno tiene un local.

—Yo no tengo un local, tengo una carpintería.

—No dejes pasar esta oportunidad, muchacho. Si estuviésemos en el ejército, te diría que es una orden. Cuando a la gente joven le da por ir a un sitio, ese sitio se convierte en un diamante en bruto. Todos los jóvenes acuden a él como borregos, como si no hubiese otro lugar en el barrio. Y eso es lo que ha pasado precisamente con el sitio donde tienes el local.

—¡Y dale con el local!

—¡Lo que importa es el local, el espacio...! ¡Que haya una carpintería o una churrería es lo de menos! En dos días se desmonta todo y se prepara el bar. Además, con lo manitas que tú eres te puede salir baratísimo. Tú mismo podrás hacer las reformas.

Creo que aquella tarde mi padre tuvo que ver dos partidos de fútbol seguidos para calmarse.

Durante algunos días hubo un ambiente raro en mi casa. ¿Cómo dices, Juanjo? Pues no sé cómo explicártelo; cuando te digo que el ambiente era raro me refiero a que... el ambiente era raro. Y raro, para mí. significa... raro.

Mis hermanos y yo hablamos mucho del tema, pero nunca en presencia de nuestros padres.

—Julio, ¿tú qué piensas? —le preguntaba a mi hermano.

—Que no.

—Que no... ¿qué?

—Que lo del bar de copas no va con papá. Él se jubilará de carpintero.

—Y tú, Conchi, ¿qué opinas? —le preguntaba también a mi hermana.

—Lo mismo que Julio.

Ellos también me pidieron mi opinión.

—Pues yo... no estoy seguro —les dije.

¿Que por qué ya no estaba seguro? Pues no lo sé, Juanjo. pero tenía esa sensación. A veces me quedaba mirando fijamente a mi padre y lo veía como en otro mundo, concentrado en sus pensamientos. Yo sé que le daba vueltas y más vueltas dentro de su cabeza al asunto. Por él. desde luego, no hubiese hecho nada; pero tanta insistencia le hacía dudar.

Mi padre no es un tipo tan seguro como yo. Él siempre duda y duda, y le cuesta mucho trabajo tomar decisiones. Yo, sin embargo, procuro tener las ideas claras y llevarlas a la práctica de la manera más rápida y directa.

Oye. por cierto, Juanjo. ¿puedo hacerte una pregunta? Verás, estaba pensando qué actitud es mejor: la de mi padre o la mía. ¿Depende? ¿De qué depende? Bueno, bueno... No te molestes, era solo una pregunta, ya sé que cuando uno va al psicólogo no debe hacer preguntas, sino dar respuestas. Pero ¿sabes lo que te digo?, que pienso que es mejor mi postura que la de mi padre, e imagino que a tu consulta vendrá más gente como mi padre que como yo.

¡Sí, sí...! Dejaré de irme por las ramas. ¿Y por dónde iba entonces? ¡Ah, sí! Pues, en resumen, un día mi padre resolvió sus dudas. No sé si las resolvió personalmente, o tuvo mucho que ver la influencia de la familia. Yo más bien creo que fue lo segundo. Y tú. Juanjo, ¿ya sabes cómo las resolvió?

Nos lo comunicó una noche, de una forma un poco...



Ihre Fragen, Wünsche oder Anmerkungen
Vorname*
Nachname*
Ihre E-Mail-Adresse*
Kundennr.
Ihre Nachricht*
Lediglich mit * gekennzeichnete Felder sind Pflichtfelder.
Wenn Sie die im Kontaktformular eingegebenen Daten durch Klick auf den nachfolgenden Button übersenden, erklären Sie sich damit einverstanden, dass wir Ihr Angaben für die Beantwortung Ihrer Anfrage verwenden. Selbstverständlich werden Ihre Daten vertraulich behandelt und nicht an Dritte weitergegeben. Sie können der Verwendung Ihrer Daten jederzeit widersprechen. Das Datenhandling bei Sack Fachmedien erklären wir Ihnen in unserer Datenschutzerklärung.