E-Book, Spanisch, 144 Seiten
Reihe: Universidad
López Valero / Encabo Fernández / Jerez Martínez Literatura infantil y lectura dialógica
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-18819-52-0
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
La formación de educadores desde la investigación
E-Book, Spanisch, 144 Seiten
Reihe: Universidad
ISBN: 978-84-18819-52-0
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
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Amando López Valero. Catedrático de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. Su extenso historial docente e investigador queda reflejado en una gran cantidad de contribuciones al ámbito educativo, recogidas en libros y artículos publicados en revistas indexadas en bases de datos de alto impacto. Eduardo Encabo Fernández. Profesor titular de Universidad en el área de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. Investigador principal del grupo Didáctica de la Lengua y la Literatura. Tiene en su haber publicaciones destacadas en su ámbito de trabajo académico. Isabel Jerez Martínez. Profesora titular de Universidad en el área de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. Posee un número significativo de publicaciones en su especialidad. Lourdes Hernández Delgado. Profesora asociada en el área de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la Facultad de Educación de la Universidad de Murcia. Ha publicado notablemente en su área de conocimiento.
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¿Por qué leer en tiempos complicados?
En este primer capítulo queremos reivindicar el papel de la lectura literaria como habilidad integrada en la formación de las personas, una destreza que, a la par que proporciona una instrumentalidad, también proporciona una satisfacción, al iniciar un viaje de ficción que conduce a una conclusión que tiene repercusión en el pensamiento (Bruner, 1984). Probablemente, de forma inmanente, las cuestiones que leemos quedan alojadas en nuestra mente, condicionando en ocasiones a otros pensamientos, lo que se traduce en determinadas actitudes y conductas.
El proceso de inmersión en un texto que conlleva el acto lector supone que la persona se abstraiga de sus preocupaciones cotidianas y se incorpore a tramas que le son ajenas, pero que, al mismo tiempo, pueden serle cercanas. La posible identificación con acciones o pensamientos de los personajes de ficción hace que no haya tanta distancia entre las palabras y el usuario, haciendo que la interpretación del texto sea significativa para la forma de pensar de las personas.
En tiempos de dificultad, en los que pueden acontecer restricciones sociales o en los que las noticias, que se divulgan mediante los medios de comunicación, tienen una vertiente negativa o de desánimo, el hecho de tener a disposición un medio de evasión con el que se puede rehacer conocimiento es una alternativa muy válida para combatir esa posible tristeza. Es importante remarcar la utilización del verbo reconstruir y señalar que, en oposición al uso de lo audiovisual, donde también se interactúa con una obra, en el caso de la lectura la creación de la imagen de los personajes y escenarios es particular y exclusiva.
Así pues, nos interesa en este capítulo abordar la preservación de la transmisión patrimonial, especificada en este libro en las obras que pueden pertenecer a la literatura infantil. Ese aspecto reforzará nuestra idea de la lectura como eje de la construcción social y como referente de las ideas, pensamientos y valores del colectivo humano. Ampararnos en ella en tiempos de dificultad puede propiciar un lugar simbólico de evasión tanto para la persona adulta que actúa como mediadora como para los niños que probablemente no entiendan en su totalidad la situación anómala que pueda suceder.
1.1. La lectura como pilar de la construcción social
La inherencia del lenguaje en la actividad humana es la clave para comprender el significado del epígrafe que vamos a desarrollar. Partimos de la premisa de la transversalidad de las diferentes manifestaciones lingüísticas; por ejemplo, oralidad, escritura, iconicidad o aspectos no verbales. La civilización humana, tal y como la conocemos, se ha forjado colocando tales manifestaciones en su base y partiendo de ellas se ha construido el entramado sociocultural del que formamos parte. La lectura forma parte de ello; no podemos afirmar tajantemente que sin ella no se puede vivir, ya que son numerosos los casos de analfabetismo que no tienen contacto con el código escrito de la lengua y también pueden desenvolverse socialmente, aunque su pensamiento y en consecuencia su actividad diaria se verá afectada por dicho hecho. Ahora bien, si nos referimos a un sistema formal, está claro que es uno de los pilares de la progresión del sujeto en ese entramado. Sobre todo si se trata de obtener una mínima cualificación profesional y de comprender las cuestiones culturales y personales que se han establecido como básicas para el comportamiento social. Por ejemplo, lectura de cartas, de carteles, de notificaciones, de informes algo más especializados, etc.
Más allá de las comentadas situaciones que se corresponden con el uso instrumental de la lectura, esta posee una atribución social de transmisión de conocimiento, de experiencias, y, sobre todo, de poder llevar a la persona a que se pueda sumergir en otros mundos imaginados y muchas veces no explorados. En el caso de los niños, este hecho se intensifica, ya que su experiencia vital es menor y el posible contacto con realidades inexploradas se puede llevar a buen fin desde la aproximación a la lectura. En lo que concierne a la infancia, podremos aplicar al mismo tiempo la función lúdica y la vertiente formativa del acto lector, ya que cabrá la posibilidad de incluir ambas en el proceso individual o en el proceso interactivo con el mediador.
Como complemento a ese mencionado pilar que supone la lectura, hemos de citar la tradición oral y la transmisión de contenido que desde ella se realiza (Cerrillo, 2017). Sin duda, que es un complemento del acto lector y, en ocasiones, puede proceder de él. Si bien la tradición oral precede a la escritura y a su interpretación posterior a través de la lectura, hay situaciones en las que, con posterioridad se puede transmitir oralmente lo leído. De este modo, podemos afirmar que la tradición oral pervive, además del motivo que supone la retentiva de las personas, por medio de la lectura que provoca que la persona usuaria pueda hacer suyo un relato para después poder contarlo.
El hecho de pronunciarnos en torno a la inclusión de la lectura como base de la construcción social también tiene que ver con la presencia de lo canónico en lo literario. Esos modelos escogidos (Cerrillo, 2016) que se van transmitiendo de generación en generación se consolidan gracias a la lectura. En el caso de la infancia, la prueba más relevante, contemporáneamente, la hallamos en los cuentos clásicos. Estas narraciones se repiten de forma oral o se accede a ellas mediante el código escrito, leyéndolas. En ellas encontramos una serie de patrones (Propp, 1977) que se van repitiendo en nuevas creaciones que posteriormente se han generado, o, de igual manera, sirven como hipotexto (Jerez Martínez et al., 2015) para que otros relatos u obras los incluyan de forma implícita o explícita.
En cualquier caso, reiteramos la importancia de la palabra (López Valero y Jerez Martínez, 2016) en la creación de pensamiento, en la interpretación de las realidades próximas y lejanas, así como en el ingenio fantástico. Esa capacidad para unir términos e imaginar situaciones es lo que confiere un alto valor al uso de las manifestaciones lingüísticas y en nuestro caso, el papel que ocupa en el centro de la cultura todavía es preponderante frente a tendencias emergentes que, por ejemplo, tengan que ver con lo digital. Veamos seguidamente qué puede conllevar la utilización de la lectura en tiempos de dificultad.
1.2. El poder sanador de la lectura
La función tan relevante que cumple la lectura en el entramado social provoca una oscilación entre situaciones de deleite, pero igualmente en momentos de adversidad. Esta última puede acontecer, bien de manera individual o en algunos casos también de un modo colectivo. En las situaciones individuales o que atañen a pequeños grupos, una de las manifestaciones que podemos hallar vinculada a la lectura es la llamada biblioterapia (Ouaknin, 2016). Dicha modalidad de actuación opta por los libros y, por ende, por su contenido para encontrar pasajes, experiencias o vivencias (pueden presentarse en forma de ficción o de manera realista, en modo testimonio) que se unan a lo que la persona experimenta en ese momento, y hagan que esta pueda reflexionar o encontrar un camino alternativo para su momento de dificultad (Encabo y Blazic, 2008).
Durante el año 2020, la novedad colectiva a escala mundial tuvo como protagonista al virus denominado COVID-19. El momento, en términos piagetianos (Wadsworth, 1989), de asimilación fue complicado, mientras que el de acomodación es cuestionable. Lo cierto es que el confinamiento de personas demanda alternativas válidas para el pensamiento de estas. En el caso de los adultos, recurrir a lecturas conocidas, como puedan ser las proféticas (por ejemplo, las de autores como Orwell o Bradbury) puede significar un acicate para superar la posible tristeza generada por el motivo adverso. En el caso de los más pequeños, el acceso a la literatura infantil supone la envoltura en el espacio simbólico que demanda la obra y desplaza las posibles noticias relacionadas con la adversidad que le puedan llegar.
Como hemos remarcado, la interacción simbólica que se establece entre el texto y el sujeto lector puede conllevar beneficios para el ánimo de ese usuario, a la par que permite la relajación e implicación en una situación distinta de la habitual, y en la que el pensamiento pasa a tener una nueva vía de expansión. El hecho de atender a cuestiones ajenas provoca que la presencia de la adversidad desaparezca y el individuo encuentre en la lectura un espacio de entretenimiento que repercuta de manera positiva en su ser. Además, la identificación con características o aventuras de los personajes pone en contacto a esas personas lectoras con aspectos del ser humano. Elementos que, antropológicamente, son comunes y que han ido siendo transmitidos y tratados a través de los tiempos, en distintas épocas.
La supuesta sanación a la que aludíamos en el encabezado de este apartado tendrá relación con la necesaria reflexión que la persona, dentro de su rango de edad, pueda realizar con respecto de la historia vivida a través de la interacción con el texto, ya sea de una forma decodificada o de un modo recibido a partir de la voz de la figura del narrador. La reflexión supone un avance, una experiencia vivida a partir de un estímulo o pretexto que enriquece la forma de pensar de ese lector y le hace afrontar otras situaciones vitales con más recursos. Considerar la lectura como acción terapéutica además de formativa y lúdica implica resaltar...




