E-Book, Spanisch, 200 Seiten
Reihe: Pastoral
Luciani El Papa Francisco y la teología del pueblo
1. Auflage 2016
ISBN: 978-84-288-3052-2
Verlag: PPC Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, 200 Seiten
Reihe: Pastoral
ISBN: 978-84-288-3052-2
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Rafael Luciani es Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma), donde también estudió la licenciatura en Teología dogmática. Es licenciado en Educación, mención Filosofía, por la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), y tiene estudios en Filosofía por la Universidad Pontificia Salesiana (Roma). Estuvo finalmente varios años en la Julius Maximilians Universität de Würzburg. Todos sus estudios han sido culminados con summa cum laude.Ha sido director de los estudios de Teología de la Universidad Católica Andrés Bello y coordinador para la creación del área de Teología de los Estudios Generales de Posgrados de la misma Universidad. Ha dedicado años de trabajo a la promoción y apertura de los estudios de Teología para laicos.Es profesor de Cristología bíblica y dogmática, con varias publicaciones en el área. También enseña Orígenes del cristianismo y Misterio de Dios. Imparte cursos sobre las relaciones entre la fe y la política. Sus columnas de teología política en medios internacionales como El Universal y Aleteia son ampliamente seguidas, así como sus intervenciones en Radio Vaticana. Actualmente es profesor titular de la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas) y de la Universidad Pontificia Salesiana (Roma).
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INTRODUCCIÓN
LA PRIMACÍA DE LO CRISTIANO
Dios, en Cristo, no redime solamente a la persona individual,
sino también las relaciones sociales entre los hombres
(Evangelii gaudium 178)
Una opción teológico-pastoral
El viaje apostólico de Francisco a Sudamérica realizado en julio de 2015 –una travesía en la que visitó Ecuador, Bolivia y Paraguay– representó un giro importante en la comprensión de su pontificado. Fue el inicio de una etapa en la que dejó claro el nexo existente entre sus discursos y los lineamientos teológico-pastorales propuestos por la llamada teología del pueblo o teología de la cultura, nexo que había dado a conocer oficialmente en el año 2013 con la publicación de la Exhortación apostólica Evangelii gaudium.
El pensamiento y las acciones de Francisco se enmarcan dentro de una opción teológico-pastoral que guía su hoja de ruta para la Iglesia actual. En cuanto teológica, esta opción se nutre inicialmente de la teología del pueblo como una de las varias ramas que se desarrollaron en la teología de la liberación latinoamericana. Y en cuanto pastoral encuentra su origen en el proceso de renovación que se impulsó con la pastoral popular propuesta por los obispos argentinos en San Miguel (1969), al adaptar las conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunido en Medellín (1968) a su realidad local. En ambos casos se trata de una clara puesta en práctica del espíritu del Concilio Vaticano II que, con los años, se irá profundizando en Puebla (1979) hasta lograr un perfil más personal y propio en Aparecida (2007).
Es en esta última Asamblea General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) donde el entonces cardenal Bergoglio es nombrado presidente de la comisión que redactó el documento conclusivo. Este trabajo le marcará a lo largo de su pontificado; tanto que Francisco suele entregar en ocasiones el Documento de Aparecida a mandatarios de Estado y representantes eclesiales a quienes recibe en el Vaticano o durante sus viajes apostólicos. Y es que en Aparecida se logra plasmar el cambio epocal que vivimos y la necesidad de una reforma de la Iglesia para poder responder a los nuevos signos de los tiempos, en especial a la realidad de los pueblos pobres. Así lo comentará al reflexionar sobre Aparecida a su presbiterado en Buenos Aires:
En Aparecida, la Iglesia toma conciencia de lo que se venía anunciando desde hace varios años. Lo que estamos viviendo es un «cambio epocal», lo que está aconteciendo es que cambia precisamente esa matriz. Los cambios «no se refieren a los múltiples sentidos parciales que cada uno puede encontrar en las acciones cotidianas que realiza, sino al sentido que da unidad a todo lo que existe» (Aparecida 37). Lo propio del «cambio de época» es que ya las cosas no están en su sitio. Lo que antes servía para explicar el mundo, las relaciones, el bien y el mal, ya parece que no funciona más. La manera de ubicarnos en la historia cambió. Cosas que pensamos que nunca iban a pasar, o que por lo menos no las íbamos a ver, las estamos viviendo, y delante del futuro no nos animamos ni siquiera a pensar?1.
La visión de Francisco no puede desvincularse de los grandes debates teológicos en torno a la cultura y la evangelización en la Iglesia latinoamericana. De ahí que podamos destacar la influencia que tuvieron en él algunos teólogos argentinos como Lucio Gera y Rafael Tello, quienes le ayudaron a comprender que la pastoral y la teología han de formar una unidad que tenga como centro de su reflexión la cultura del pueblo pobre y su religión, sus necesidades, porvenir, preocupaciones y esperanzas, y que esto no puede darse sin la lucha por la liberación de los pueblos en el marco de la preservación sociocultural. Así, Francisco hace suyo el camino que había señalado el Vaticano II en Gaudium et spes. Además, podemos decir también que de la mano del pensador uruguayo Methol Ferré profundiza en el modo en que este cambio de época pone ante la Iglesia un nuevo desafío: el de responder pastoral y geopolíticamente a la tendencia dominante de la globalización cultural, que uniforma y acaba con las culturas locales. Ante esta realidad epocal, la Iglesia tiene la responsabilidad de salir de sí e ir al encuentro de los pueblos y sus culturas. Solo así puede ser fiel a su misión como pueblo de Dios que habita en medio de los pueblos de la tierra.
Hermenéutica evangélica de las culturas
Muchos que no están familiarizados –sociocultural y eclesialmente– con este marco específico de la opción teológico-pastoral han propuesto modelos poco asertivos a la hora de interpretar la hoja de ruta del pontificado de Francisco. Por ejemplo, se suele privilegiar una valoración de su obra en función de un simple aggiornamento pastoral de la Iglesia inspirado en los principios de la doctrina social de la Iglesia, aunque destacando aspectos más radicales en lo concerniente al discernimiento de los modelos económicos y políticos contemporáneos. Otros lo valoran como promotor de un proceso de renovación de la cultura eclesial mediante las reformas que cambiarán el modo de operar de la institución eclesiástica, sean fruto de un pensamiento cristiano radical o de una toma de decisiones continuas sobre la base de un realismo radical. Tales modelos de interpretación se conciben desde paradigmas socioculturales y criterios de discernimiento ajenos a la hermenéutica de la cultura popular que sigue Francisco. No deja de sorprender cómo algunos analistas emiten una serie de juicios calificando al papa de populista o demagogo, sin lograr captar el mundo de significados propios que inspiran su visión de sociedad, de Iglesia y de Dios.
Aunque el pontífice hace un uso instrumental de la doctrina social de la Iglesia, como hicieron sus predecesores, el mismo no puede confundirse con el horizonte de sentido más amplio que se encuentra en su opción teológico-pastoral de inspiración latinoamericana, que se fue tejiendo en el seno de movimientos populares, comunidades eclesiales y debates teológico-pastorales sobre la recepción del magisterio universal –Vaticano II– en el contexto de la América Latina. En este sentido, Francisco no ejerce un discernimiento cuyo enfoque se inspire en la moral social, lo que es propio de la doctrina social de la Iglesia, que ofrece principios de reflexión y criterios de juicio sobre la autoridad del magisterio social pontificio y desde ahí lee y juzga la realidad sociopolítica y económica?2, pero sin proponer mediaciones sociopolíticas concretas para la liberación de los pueblos?3.
Por ello, diferenciándose de este enfoque, el pontificado de Francisco propone más bien una hermenéutica evangélica de la cultura en clave profética –antes que doctrinaria o cultual–, y asume la praxis de Jesús como referente principal de todo quehacer teológico-pastoral y buena nueva para la generación de procesos de cambio en la mentalidad global actual. Es lo que dirá en Evangelii gaudium: «Lo que quiero ofrecer va más bien en la línea de un discernimiento evangélico. Es la mirada del discípulo misionero» (EG 50). En este sentido, para él no existe un magisterio que no sea social, porque el mismo kerigma es «ineludiblemente social» (EG 177), pues lo que propone Jesús al predicar el Reino de Dios es un proyecto nuevo de sociedad, de vida fraterna (EG 180-181).
Podemos decir que el papa practica un continuo ejercicio de discernimiento de los estilos de vida que se han ido estableciendo de muchas y variadas formas en lo sociocultural, lo económico y eclesial, por decir tres de impacto global. En el ámbito sociocultural, nuestro mundo globalizado tiende a inhabilitarnos como sujetos, es decir, a que no vivamos de relaciones cotidianas y permanentes, relativizando así el valor absoluto de los pueblos, de sus culturas, y acabando con esa diversidad que da pertenencia y sentido a lo humano a través de la vida cotidiana. Se erigen nuevas subculturas de la indolencia que deshumanizan hasta el grado de desechar a todo aquel sujeto que no se alinee con el sistema dominante o no represente un beneficio monetario.
De ahí que, en lo económico, Francisco cuestione los sistemas y políticas que absolutizan lo financiero y virtual por encima de la persona y su desarrollo integral. Sistemas que descartan a esa mayoría de la humanidad que es pobre, considerándola como mero objeto destinado a vivir sin posibilidad de tener posibilidades. Y esto se da en una época que cuenta con la mayor acumulación de riqueza y con el nivel de desarrollo técnico que permite la producción masiva de bienes primarios para que no exista pobreza. Paradójicamente, a pesar de esto, es la época que presenta la mayor inequidad socioeconómica de toda nuestra historia. Finalmente, en lo religioso, su voz se levanta en contra de la cultura eclesial que se ha ido estableciendo en la institucionalidad eclesiástica bajo...