E-Book, Spanisch, 160 Seiten
Mann / Pérez El milagro de España. Crónicas de un viaje en 1938
1. Auflage 2024
ISBN: 978-84-350-4957-3
Verlag: EDHASA
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)
E-Book, Spanisch, 160 Seiten
ISBN: 978-84-350-4957-3
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ERIKA Y KLAUS MANN Erika (Múnich, 1905 - Zúrich, 1969) y Klaus Mann (Múnich, 1906 - Cannes, 1949), sin serlo, siempre se consideraron gemelos. Jóvenes de su tiempo, y marcados prematuramente por el halo intelectual y la importancia de la figura de su padre, el Premio Nobel Thomas Mann, trataron de alejarse de tanta celebridad en lo posible, aunque sin olvidarse de que por apellido la merecían, para dejar su propia impronta. Ambos amaban la noche y vivieron la vida con un dandismo irreverente y con las drogas como método de evasión. Klaus abrazó todos los géneros: poesía, teatro, narrativa y artículos. Desde la publicación de su primera novela, La danza piadosa, fue conocido como el «enfant terrible». Sin embargo, su gran obra, es, sin duda, El volcán. Erika, tras dedicarse al teatro, al cine y al cabaret en el Múnich de entreguerras, huyó de Alemania en 1935. Acabó contrayendo un matrimonio de conveniencia con el poeta inglés W. H. Auden. Vivió en Nueva York y Londres, y, como albacea de su padre, pasó sus últimos años en Zúrich.
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Introducción
En junio de 1938, los hermanos Erika y Klaus Mann viajaron a la España republicana en plena guerra civil española con el objetivo de conocer por sí mismos la realidad de una contienda cuya importancia trascendía el ámbito nacional, y plasmar dicha realidad en una serie de crónicas para distintos medios internacionales.
A su llegada a España, Erika y Klaus Mann tenían respectivamente treinta y dos y treinta y un años y contaban ya con una trayectoria nada desdeñable en distintos ámbitos de la creación artística. Eran los dos hijos mayores del escritor y Premio Nobel de Literatura Thomas Mann y de su esposa Katia, que pertenecía a la acaudalada familia judía Pringsheim y fue una de las primeras mujeres en tener estudios universitarios en Alemania. Erika y Klaus Mann crecieron pues en un entorno privilegiado, tanto por la vasta cultura de su entorno familiar como por el contacto directo con personalidades artísticas e intelectuales de la época. En los dorados años veinte del siglo XX, ambos formaban parte de una juventud dorada que había recibido una educación extremadamente liberal y no sólo no temía el escándalo, sino que a veces lo provocaba de modo consciente al romper todo tipo de tabúes. Pronto destacaron por sus diversas actividades artísticas y literarias, en las que de un modo u otro abordaban temas de actualidad, Erika como actriz, periodista y autora de literatura infantil; Klaus, entregado con pasión a la creación literaria, en 1925 ya había escrito varias novelas, obras teatrales y libros de poemas. Muy unidos desde la infancia, compartían inquietudes creativas, especialmente en el mundo del teatro, pero también en la narrativa, como testimonia la obra conjunta Una vuelta al mundo, de 1929, resultado de un viaje alrededor del mundo realizado en 1927. Respecto de sus posiciones políticas, en el ambiente cada vez más enrarecido de la Alemania de los albores del nacionalsocialismo, los dos fueron también de los primeros en reaccionar frente a la barbarie que se estaba anunciando. Tras el ascenso al poder de Adolf Hitler en enero de 1933, ambos hermanos abandonaron el país. Sus nombres aparecieron en las primeras listas de intelectuales a los que el Tercer Reich desposeyó de la nacionalidad alemana; en la primera lista, de agosto de 1933, estaba su tío Heinrich Mann; en la tercera, de 1934, Klaus, y en la cuarta, Erika, mientras el resto de la familia Mann no apareció en las listas de expatriación hasta diciembre de 1936.
Convencidos antifascistas, desde el primer momento de su exilio Erika y Klaus Mann desarrollaron una incansable actividad para combatir el régimen nacionalsocialista por medio de la palabra con obras narrativas, artículos y conferencias, así como con su participación en iniciativas y encuentros antifascistas, en los que se buscaba la unidad de acción de los exiliados alemanes frente a quienes les habían expulsado de su patria. Por lo que se refiere a Erika Mann cabe destacar la creación del espectáculo teatral de sátira política El molinillo de pimienta, para el que escribía los textos y en el que intervenía como actriz, así como su extraordinaria documentación Diez millones de niños. La educación de la juventud en el Tercer Reich, que se publicó en inglés en 1938.
Klaus Mann fue el fundador de la primera revista literaria, política y cultural del exilio alemán, La Reunión o La Colección, publicada en Ámsterdam de 1933 a 1935, en la que pretendía reunir las voces más significativas entre los autores alemanes en el exilio bajo el patronazgo de los principales escritores europeos antifascistas. A él se debe también la discutida novela Mephisto, sobre el oportunismo político en la Alemania del Tercer Reich, y la gran obra El volcán, una novela sobre el exilio y los exiliados, con importantes rasgos autobiográficos.
Tras haber finalizado Klaus la novela citada, El volcán, los dos hermanos viajaron a España en el verano de 1938, como hemos dicho, en plena guerra civil. Su venida se encuadra en el gran movimiento internacional de solidaridad con la República, tras el golpe de estado de 1936. La causa de la democracia y la libertad en España fue sentida como algo propio por todos los que veían en los regímenes fascistas la mayor amenaza para la democracia, así como un peligro para la paz mundial. Los Mann, como alemanes, se sentían especialmente concernidos en un enfrentamiento en el que los sublevados recibían ayuda militar de Adolf Hitler y Benito Mussolini. Y, para ellos, como para sus compañeros del exilio alemán, se trataba también de mostrar al mundo que ellos representaban la «verdadera Alemania», la de Goethe y Schiller, la de la cultura, y no la de la barbarie hitleriana.
La estancia de los hermanos Mann en España duró tres semanas, del 23 de junio al 14 de julio, y se debió sobre todo a su propósito de conocer directamente el escenario de la contienda para plasmarlo en su proyectada obra conjunta, Escape to Life. También acordaron con distintas publicaciones periódicas la entrega de una serie de crónicas, así como charlas radiofónicas, que en parte les servirían para financiar el viaje, pero que, sobre todo, dada la inmediatez de su difusión, permitirían apelar más directamente a la opinión pública en favor de la República española.
El 23 de junio de 1938, los Mann partieron de París, donde la embajada española les proporcionó contactos y recomendaciones que les facilitaron el traslado desde Perpignan a Barcelona, donde pasaron varios días.
Barcelona está en calma es el título de la primera de las crónicas firmadas por Klaus Mann bajo el título general Del diario de España en el Pariser Tageszeitung (Diario de París), y en ella plasma las impresiones más inmediatas del cronista al pisar suelo español. Los amigos habían intentado disuadirles de este viaje, no sólo por el peligro al que se exponían sino también por el riesgo de encontrarse con un ambiente de desmoralización y descomposición general ocasionada por el desarrollo negativo de la guerra para la causa republicana. Sin embargo, lo que los viajeros descubren en los pueblos por los que pasan en su camino a Barcelona es todo lo contrario. Lo que se trasluce en la actitud y la mirada de los soldados y de las gentes con quienes se encuentran no es el abatimiento del vencido sino «la calma serena y confiada» del que tiene una fe absoluta en su causa y en el futuro de esta.
Esta sorprendente realidad impulsa a Klaus Mann a reflexionar sobre su propia actitud como cronista, tal y como nos expone en el texto. Por una parte, se había propuesto a sí mismo controlar muy cuidadosamente sus juicios y sus impresiones, pues es innegable que no son neutrales en esta contienda, sino que son claramente partidarios y defensores de los valores democráticos de la República frente al golpe de estado militar. Sin embargo, no quieren enfrentarse con una visión preconcebida a lo que experimentan y ven en torno suyo, aunque tampoco como fríos observadores, sino como parte implicada, lo que no significa estar ciego ni deslumbrado. «Al contrario: observamos con más atención y agudeza cuando nos comprometemos con todo nuestro corazón, del mismo modo que se observa con todo detenimiento cómo se encuentran unos buenos amigos».
Y así, como sigue la crónica, son testigos de la destrucción causada por los rebeldes sobre Barcelona y las poblaciones cercanas, cuyas casas, «como heridas abiertas», muestran los restos de las pequeñas habitaciones en las que aún queda algún mueble o incluso un cuadro, exponiendo a la vista de todos lo que fue el ámbito privado de hombres, mujeres y niños que ya no están. Ahora bien, también observan cómo, cerca de una de las casas afectadas, un vendedor ambulante ofrece sus fuentes y platos de barro a un grupo de mujeres que, con sus hijos de la mano, regatean por el precio. Les sorprende la vitalidad de la población: «la vida sigue, por muy horribles que sean las amenazas». En Barcelona, especialmente, no son tanto los efectos trágicos de la guerra, la destrucción por los bombardeos y la escasez de víveres, gasolina y cigarrillos (los dos hermanos son fumadores empedernidos), lo que los impacta, sino una «alegría de vivir como forma de resistencia» de la población, no dispuesta a rendirse anímicamente al horror. Ciertamente, los Mann constatan que todos saben que en cualquier momento puede sonar la alarma, pero mientras tanto los cafés, los cines, los teatros funcionan, las mujeres se arreglan, se sigue apreciando la elegancia, y en los escaparates se muestran bonitas prendas de vestir. En la entrevista que mantienen con el ministro de Asuntos Exteriores, Julio Álvarez del Vayo, le preguntan por esta aparente discrepancia. Para este, la explicación estriba en que la implacable táctica de «desgaste» a la que el fascismo internacional somete a la ciudad de Barcelona con sus bombardeos, no logra desmoralizar a la población, sino que, por el contrario, hace crecer la voluntad de resistencia, la exasperación y la rebeldía.
Desde Barcelona, los hermanos decidirán acercarse al frente del Ebro, donde viven directamente la ofensiva republicana y los bombardeos de los rebeldes y donde también se encuentran con miembros de las Brigadas Internacionales, como su antiguo amigo, el escritor alemán Ludwig Renn. Allí conocen al escritor y periodista alemán Hans Kahle, ahora comandante de la 45.ª División del ejército de la República, una figura con la que ambos simpatizan inmediatamente y al que Klaus Mann hace protagonista de su segunda crónica, «Colonel...