E-Book, Spanisch, 136 Seiten
Reihe: Horizontes Universidad
Martín-Macho Harrison / Guadamillas Gómez Mediación lingüística en la enseñanza de lenguas:aportaciones del volumen complementario y recursos para el aula
1. Auflage 2022
ISBN: 978-84-19023-98-8
Verlag: Ediciones Octaedro
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
E-Book, Spanisch, 136 Seiten
Reihe: Horizontes Universidad
ISBN: 978-84-19023-98-8
Verlag: Ediciones Octaedro
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Ana Martín-Macho Harrison. Profesora en la Facultad de Educación de Toledo, donde imparte asignaturas de lengua inglesa en los grados de Educación Infantil y Primaria. Es licenciada en Traducción e Interpretación (UCM) y máster en Lingüística Hispánica y Ciencia del Lenguaje (UNED). Su investigación se centra en la didáctica de la lengua extranjera y en la traducción de literatura infantil. María Victoria Guadamillas Gómez. Doctora por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) y máster en Enseñanza Bilingüe por la Universidad Nebrija. Trabaja en el Departamento de Filología Moderna de la UCLM desde 2008 y es profesora en la Facultad de Educación y en la de Ciencias Jurídicas y Sociales de Toledo. Es coautora de los libros Orientaciones teóricas y prácticas para el aula bilingüe en Educación Primaria y Aprendizaje en igualdad en el aula de lengua extrajera.
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Introducción
Este libro surge a raíz de la importancia otorgada a la mediación en el reciente Volumen complementario del Marco común europeo de referencia para las lenguas (Consejo de Europa, 2020).1 El título de la versión preliminar de esta actualización, publicada en 2018 tanto en inglés como en francés, ponía el énfasis en los nuevos descriptores: Common European Framework of Reference for Languages: Learning, teaching, assessment: Companion Volume with New Descriptors y Cadre européen commun de référence pour les langues: apprendre, enseigner, évaluer: Volume complémentaire avec de nouveaux descripteurs.
El Volumen complementario (al que nos referiremos como tal o como «la versión de 2020») actualiza el Marco común europeo de referencia para las lenguas (en adelante, MCER) de 2001.2 No es en ningún caso prescriptivo ni persigue estandarizar, sino servir de referencia o lanzar preguntas para que el profesorado de idiomas encuentre respuestas en función de su contexto. Con todo, este libro pretende ser una contribución para cubrir una necesidad manifestada por el profesorado: la mediación no está todavía presente ni en las aulas ni en los manuales de lenguas extranjeras (Acar, 2020; Sanz Esteve, 2020). Partiremos, para ello, en los siguientes párrafos, de la conceptualización de la mediación.
En nuestras sociedades posmodernas, el término multilingüismo está siendo reemplazado por el de plurilingüismo, un concepto más holístico según el cual la aspiración al aprender una lengua ya no es alcanzar el nivel de un hablante nativo. Las personas plurilingües aceptan el hecho de que los diferentes idiomas hablados por una misma persona nunca estarán al mismo nivel y negocian con su repertorio de manera creativa. Toleran la ambigüedad, perciben analogías, establecen asociaciones. Están empoderadas para romper la norma, viendo posibilidades en lugar de barreras.
Reconociendo la dimensión social del lenguaje, y el hecho de que mediar es inherente a él, el MCER fue pionero en la introducción del concepto de mediación, pasando del enfoque basado en las «destrezas» a los «modos de actividad» o «actividades comunicativas»: comprensión, interacción, producción y mediación. En efecto, la interacción es algo más que la suma de recepción y producción: conlleva la co-construcción de significado (North y Piccardo, 2016: 9), incluida en la versión de 2020. Esta co-construcción del significado estimula al hablante a explotar su repertorio plurilingüe para hacer frente a una situación inesperada. Aquí es donde entra en juego la mediación, que consiste en mucho más que actuar como intermediario e implica, como revelan sus descriptores, aspectos cognitivos y relacionales, que están conectados entre sí y enmarcados dentro de los aspectos emocionales.
Para reflejar la importancia que el MCER otorgó desde su conceptualización a la mediación, North y Piccardo (ibid.) rescatan el diagrama que aparecía en la primera versión del MCER (Consejo de Europa, 1998: 15). Como se desprende del gráfico, y pese a que la mediación ha tendido a reducirse a las actividades de traducción e interpretación, se trata en realidad de una actividad comunicativa cotidiana, no reservada a especialistas:
Figura 1. Mediación en el MCER, versión publicada en 1998. Fuente: North y Piccardo (2016: 9).
Esta primera versión del MCER de 1998 ya incluía, entonces, el concepto de mediación, considerándola una actividad lingüística más que, junto con la comprensión, la producción y la interacción, servía para mostrar el dominio de una L2 con fines comunicativos a distintos niveles.
Ya en la versión de 2001, donde se consideraba que en la actividad lingüística de la mediación «el usuario no se preocupa de expresar sus significados, sino simplemente de actuar como intermediario entre interlocutores que no pueden comprenderse de forma directa» (Consejo de Europa, 2002: 85), se incluían una serie de actividades de mediación oral y escrita. Entre las actividades de mediación oral se consideraban la interpretación simultánea (reuniones formales, discursos, etc.), la consecutiva (visitas guiadas) y la interpretación en contextos de ocio o personales, con visitantes extranjeros, etc. Por otro lado, entre las actividades de mediación escrita, se señalaban la traducción literaria, la exacta, el resumen o la paráfrasis. A lo anterior, el MCER (2001) añadía una serie de estrategias propias de la mediación entre las que se destacaban: la planificación, para considerar, por ejemplo, las necesidades del interlocutor; la ejecución, para anotar posibilidades y establecer fórmulas lingüísticas para salvar obstáculos; la evaluación, para comprobar que el nuevo mensaje es coherente con el original y, por último, la corrección, que se relacionaba con la consulta de expertos, fuentes, etc. Respecto a las posibles carencias, esta edición del MCER no presentaba ni descriptores ni escalas ilustrativas en relación con la mediación. Estos se elaboraron entre los años 2014 y 2016 gracias a la colaboración de numerosas instituciones y fueron validados a través de grupos de trabajo y métodos cualitativos y cuantitativos siguiendo un esquema similar al que se aplicó para la elaboración del MCER de 2001.
El MCER entiende la mediación como aquella situación comunicativa en la que la persona usuaria o aprendiente participa como agente social y se ocupa de crear puentes que ayuden a transmitir o expresar un significado (Consejo de Europa, 2020: 43). Se retoma la figura mediadora y su carácter inter o intralingüístico. En relación con la primera de ellas, la persona que se encarga de la mediación actúa trasladando un mensaje entre dos lenguas distintas, mientras que, en las tareas de carácter intralingüístico, la mediación consistiría en reformular ese mensaje haciendo uso de la misma lengua en la que se encuentra en su versión inicial. Respecto a lo anterior, el Volumen complementario considera fundamental el papel del mediador que actúa como tal dentro de una misma lengua y se basa en diferentes fuentes orales, escritas o expuestas en otras modalidades, aunque reconoce también su labor ocasional en contextos que involucran diversas lenguas. Estos procesos conllevan el despliegue de una serie de estrategias comunicativas tales como adaptar la lengua, simplificar la información que resulte compleja en función del nivel y destinatario, extraer las ideas principales de un texto escrito u oral o vincular la información que se transmite en diversos formatos con los conocimientos previos.
Por lo tanto, el Volumen complementario del MCER de 2020 no solo proporciona una definición más completa del concepto de mediación, sino que lo reinterpreta y, con ello, la propia conceptualización de la actividad lingüística, que pasaría a entenderse como un proceso más dinámico en el que se observan significados compartidos que se crean o transforman a partir de las interacciones con el entorno (Aden, 2012: 275). Además, este renovado concepto de mediación se fija en la marcada función social y cultural de la lengua. De hecho, considera a la persona usuaria como agente social, poniendo también especial interés, más allá de la finalidad lingüística, en la dimensión pedagógica, pluricultural, plurilingüística o virtual que la comunicación adquiere en el contexto actual.
El aula de idiomas es un escenario natural para la mediación. El profesorado ha de tener en cuenta que los descriptores ofrecidos por el MCER sirven para mucho más que la evaluación. Son de gran utilidad para crear actividades adaptadas a sus objetivos curriculares, como se verá en capítulos posteriores. Y, dado que el Volumen complementario no prescribe, sino que solo propone, el profesorado –a menudo falto de tiempo para la búsqueda o creación de materiales– podría agradecer un elenco de recursos, metodologías e incluso propuestas concretas de actividades como las aquí incluidas que le sirvan como inspiración para llevar la mediación a sus aulas.
Así, el presente volumen aborda el concepto de mediación y su relevancia en el aula de lenguas desde una perspectiva tanto teórica como práctica. Con este propósito, se acerca a la definición y características de la mediación lingüística, así como a su importancia en el contexto actual a partir de la normativa europea en materia de lenguas. El capítulo 1 revisa estudios recientes que han analizado el alcance y repercusión de la mediación en la enseñanza de lenguas en distintos niveles y contextos educativos. Lo anterior se complementa con una revisión, en el capítulo 2, de tres de las aportaciones más destacadas del Volumen complementario: la interacción y comunicación en línea, la mediación a partir de fuentes de carácter multimodal y la mediación a partir de obras literarias. Seguidamente, la parte más práctica de este libro abre con el capítulo 3 que revisa algunos enfoques metodológicos o disciplinares que resultan apropiados dentro de las recomendaciones de la versión de 2020, continúa con el capítulo 4, donde se recoge una serie de recursos para atender a las tres aportaciones mencionadas (la mediación en línea, a partir de fuentes multimodales, y literarias) y, finalmente, el capítulo 5 presenta algunas propuestas prácticas para desarrollar tareas de mediación en el...