McBride | Una chica es una cosa a medio hacer | E-Book | www.sack.de
E-Book

E-Book, Spanisch, Band 216, 272 Seiten

Reihe: Impedimenta

McBride Una chica es una cosa a medio hacer


1. Auflage 2020
ISBN: 978-84-17553-78-4
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, Band 216, 272 Seiten

Reihe: Impedimenta

ISBN: 978-84-17553-78-4
Verlag: Editorial Impedimenta SL
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



Ganadora de los premios Desmond Elliot, Baileys Women's Prize for Fiction y Kerry Group Irish Novel of the Year (2014), Una chica es una cosa a medio hacer es uno de los libros más influyentes de la reciente narrativa en lengua inglesa. Una novela deslumbrante sobre los pensamientos, el despertar sexual y la incomodidad de una chica irlandesa que se precipita hacia la edad adulta, mientras se dirige continuamente a un 'tú': su hermano menor, gravemente enfermo. El trauma de la enfermedad recorre el texto con brutal detalle, y el tono desafiante y la atmósfera angustiosa, debido a la fe católica inquebrantable de su madre, se funden para alumbrar una manera de relacionarse con el mundo poderosa y extrema. Joyce, Beckett, Edna O'Brien o Virginia Woolf son solo algunos de los nombres que atraviesan el paisaje que dibuja McBride. Un relato feroz que no nos habla del vivir, sino del sobrevivir. Escrita en una prosa tan febril y palpitante como devastadora y erótica, Una chica es una cosa a medio hacer representa el debut en la novela de Eimear McBride, ganadora del Goldsmith en 2013.

Eimear McBride es una de las voces más poderosas e innovadoras de la actual narrativa en lengua inglesa, considerada, en apenas tres títulos publicados, un auténtico clásico moderno. Nació en 1976 en Liverpool, pero se mudó a Irlanda cuando tenía tres años. Creció en Tubbercurry, vivió en los condados de Sligo y de Mayo, y finalmente se mudó a los diecisiete años a Londres, donde estudió en el Drama Centre. A la muerte de su hermano, hizo un viaje a Rusia y comenzó a escribir. La intimidad que estableció con el lenguaje le condujo a una revelación y recuperó el gaélico como lengua literaria. Una chica es una cosa a medio hacer representa su debut literario, y fue escrita en tan solo seis meses, cuando Eimear McBride contaba veintisiete años de edad. Tras casi una década sin encontrar editor, la novela apareció en un pequeño sello independiente inglés, Galley Beggar, y constituyó una de las mayores sorpresas de la temporada editorial inglesa, alzándose con el premio Desmond Elliot, el Baileys Women's Prize for Fiction, el Kerry Group Irish Novel of the Year y el Geoffrey Faber Memorial Prize. Más tarde se publicaría en EE. UU. de la mano de la prestigiosa Coffee House Press, hasta ser fichada por Faber & Faber. Su segunda novela, The Lesser Bohemians (2016), se hizo con el premio James Tait Black Memorial Prize, y fue seleccionada para los premios Goldsmith y RSL Encore. En 2020 ha publicado su tercera novela, Strange Hotel. Traducción: Rubén Martín Giráldez Ha publicado las novelas Magistral (Jekyll & Jill, 2016) y Menos joven (Jekyll & Jill, 2012), y el relato 'Prólogo a Centauros extirpados' en la antología Doppelgänger: ocho relatos sobre el doble + bonus track (Jekyll & Jill, 2011) y el ensayo burlesco Thomas Pynchon: un escritor sin orificios (Alpha Decay, 2010). Ha traducido a Tom Robbins, Jack Green, Bruce Bégout, Blake Butler, Leonard Gardner, Ernest Haycox o Laird Barron. Una de sus traducciones es Cosmotheoros, el libro de Christiaan Huygens aparecido en Jekyll & Jill en 2015.
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4


¿De quién es ese coche? ¿Lo ves aparcando en la entrada?, dijo. Ay dios que no sea el párroco y esto manga por hombro. ¿Ahora quién es? No abras la cortina. No no es. A ver que sube por la entrada. Ay Jesús María y José. Tú ve a limpiarte las narices.

Papá. No te reconocía. Me has pegado un susto de muerte. No tenía ni idea de quién era. ¿Es otro coche? Ya decía yo. ¿No habrás hecho el trayecto en un día? Hora sagrada. Es un viaje tremendamente largo. Entra por Dios y siéntate. Se te ve bien de todas formas.

Eso es. ¿Viene mamá contigo? Ah, claro. Vaya que no le es posible. Ya me lo dijo ya. ¿Y el médico no le puede dar algo, solo por aliviarla un poco? Debes de estar hecho polvo. ¿Quieres una taza de té?

Ven aquí y saluda a tu abuelo. Se ha pegado todo el camino para veros, ¿verdad? Enciéndeme ese hervidor de paso. ¿Y estás durmiendo algo? Desesperado a estas alturas de la vida. Tú pasa y saluda como tu hermano. Ay Dios, mira qué caras me pone. ¿No te has planteado buscar ayuda? No si no tiene pizca de timidez. ¿Ni siquiera un rato las mañanas? ¿Te pongo un bocadillo con eso? No he empezado a hacer la comida. Así que no comeremos hasta las seis diría. Mira, no tengo nada en casa. Desde luego no te esperaba. Voy a hacer una escapada. Está a cinco minutos ahí al final de la calle. No quédate donde estás. Ya has conducido suficiente. Quedaos ahí sentados y charlad con vuestro yayo mientras voy a la compra. Anda ahora la señora se va al piso de arriba. Ni caso. En cuanto te descuides habrá bajado a cotillear. Dile al yayo el resultado de tu CI. Promedio. Sí. ¿Verdad que está bien? Y tanto. Bien sabes lo que me tenía preocupada. Mira, cuando vuelva te cuento. No no pasa nada cariño. No quería ser cortante Papá. No claro que me alegro de que hayas venido. Mira deja que vaya a comprar un par de cosas. Tú enséñale al yayo tus Lego cariño. No tardo nada.

Aquel hombre estaba hecho de una pasta menos blanda que la nuestra. Una mirada de gancho derecha en sus ojos todo el tiempo. Engominado pelo escaso repeinado. Bigote ojos castaños. Aire a Clark Gable de joven, decía ella. Pero por entonces todos los hombres creo yo, cuando era niña. A la sombra de él. De su mano. El padre estrella de cine con su hija quinceañera. Su pobre Carole Lombard hecha mierda contra el suelo. Aunque nosotros no decimos palabrotas. Los unos a los otros. Todavía. Eran gente auténticamente temerosa de Dios a las duras y a las maduras. Caballa remojada en leche todos los viernes noche. Misa cada mañana para todos los niños de más de tres años y la ira de Dios para todos diciendo Jesús en alta voz o incluso mentalmente. Porque lo que no se dice es tan malo como lo que, si no peor. Sábado hasta la tarde dedicado a rezar con su esposa —cuando ninguno de los pequeños podía entrar sin golpear bien fuerte la puerta—. Venga a adorar y adorar tras la puerta del dormitorio. Con una de bebés y más bebés alineados como peldaños. Puesto que la madre del perpetuo sufrimiento prolapsó hasta la histerectomía. Una vida dedicada a echar entrañas fuera porque a Jesús no le agradaba dejarlo estar. Veinte años en cama y unos pocos más antes de palmar. Ay, desesperada por él con sus trajecitos y su bastoncito. Siete hijos para llevar su ataúd. Siete hijas para seguirlo y llorar y una de regalo para convertirlo en mártir —vale que mueren las criaturas, pero esta habría sido la mejor—. Hijos contra cuyas espaldas reventar sillas. Hijas a las que espantar del lavabo para echar un meo. Maridos con posibles o si no les parte la cara. Esposas comedidas o pobres de ellos. Negadocachomierdadiosteperdone. A la nuestra la fulminó con la mirada por su boda, pero pagó. Él, por lo menos, sabía comportarse. Aunque un hombre como nuestro padre no podía ser nada para él. Ni para lamerle los zapatos. Ni para ser su perro. Evidentemente no le sorprendió lo más mínimo cuando se largó. Se marchó dijo ella. Sabía que pasaría porque ¿qué te esperabas? Psiquiatra por más señas ¿y eso qué leches es? Hurgando seseras vegetales para ganarse la vida o poner de loca a la gente bien. Lo tenía calado. Ni se le ocurrió que su hijo estaba enfermo. Demasiado ocupado dándole vueltas a su genialidad, sin duda. ¿Qué clase de padre es ese dime? Ella no contestó, pero tampoco es que él fuese muy listo.

Y apareció, este abuelo, cuando menos se lo esperaban. Ni el más mínimo aviso solo un golpecito en la puerta. Nadie espera a la inquisición española un sábado bien entrada la tarde. ¿Se va a meter seiscientos cuarenta kilómetros sin asegurarse de que estás en casa? Pero lo hizo porque no te ibas a atrever a no. Estar, efectivamente. Se quedó una semana con nosotros a su entera disposición. Aun así a los niños les encantaban él y sus piruletas. En correos decían que menudo tío. Le abría la puerta a las mujeres. Amable con los animales bobos. Daba generoso en el cepillo los domingos y te podía contar tres o cuatro cosas de la vida piadosa. Dejó la bebida por su madre en su lecho de muerte. Lo malo que fue y todo con él. Él mismo dice que fue la cosa más difícil que hizo pero si eres malo con tu madre nunca tendrás suerte. No sabe si el dicho es cierto pero sabe que está bien. Luego jamás volvió a probar una gota. También todos aquellos niños y todos y cada uno comulgantes asiduos. Él por su parte a diario y nosotros igual cuando anda cerca. Os achicharraréis en el infierno eternamente y entonces desearéis haber ido a la iglesia. No desviéis la mirada del padre o este desviará la mirada de vosotros. Y además es un santo con esa esposa suya. Dicen que se volvió muy dura. Amargada con él y cortante. Él no dice ni mu. Lo ofrece como penitencia. Ay, lleva su cruz —pero claro ¿no la llevamos todos?—. Además eso es nada comparado con la muerte de una hija. No tiene empacho en contarte que su fe fue puesta a prueba dolorosamente. No hay dolor como el de un padre. No no hay un sufrimiento comparable. Lo hizo tirarse a la bebida. Y este nieto lo recupera. Su hija podría haberle ahorrado las descripciones de la cabecita abierta en dos, quizá no debería haber telefoneado diciéndole llorando que solo le quedaban seis meses. Pero le recordó que poco más le quedaba a él. Así que un poco de gratitud por lo que tienes. Mucho hija mía. Mucho.

Siéntate chaval y cuéntame en qué has andado desde la última vez que te vi. ¿Has crecido? ¿Entonces no te vas a quedar atrás? A Dios gracias. ¿Cómo va el colegio? ¿Ya eres el primero de la clase? Bah pues ya mismo lo serás. ¿Y como qué tal las pruebas? ¿Y la aritmética? Bueno, no es gran cosa. Tanto no te estarás esforzando. A tu madre se le daban bien las sumas. Deberías pedirle que te las explique. Bueno pues se lo pides otra vez. ¿Y qué tal la cabeza? ¿Has ido a que te hagan más escáneres? Bueno eso es buena señal. ¿Y a tu madre qué tal le va? Ni rastro del inútil de tu padre supongo. Lo supe en cuanto lo tuve delante. Ningún sentido de la responsabilidad. Espero que tú no te vuelvas así. Bueno, me alegra mucho oír eso. ¿Y cuántos años tienes ahora? ¿En qué curso estás? ¿Has ido rezando tus oraciones? ¿Yendo a comulgar? ¿Con qué frecuencia? ¿Y confesión? ¿Cada semana? Sabes que es importante no recibir nunca la hostia en pecado. Tu cuerpo es un templo para Cristo. ¿Te lo enseñaron en el colegio? Así que ¿por qué no vas más a menudo o es que estás por encima de eso? ¿Nunca le dices mentiras a tu madre? ¿Nunca te peleas con tu hermana? Bueno contra eso no se puede decir nada. Pero mira el orgullo es un pecado capital por el que todos deberíamos humillarnos ante Dios. Tu padre era un hombre orgulloso. No asistía a misa y mira lo que te ha pasado a ti por eso. Así que vigila tu orgullo. Bueno va, di un avemaría y lo dejaremos pasar, pero la próxima vez que vayas ve a contárselo al sacerdote. Venga vamos. Dios te salve María. Vamos Dios te salve María llena eres de… Gracia. Sigue tú. El Señor es… ¿Cómo que se te ha olvidado? ¿Es que en tu casa no rezáis el rosario? ¿Entonces cómo no te vas a saber el avemaría? No, con eso no vale. Es una conducta nefasta.

¿Y tú qué, cerdita Peggy? Ven aquí y cuéntame. Sí que lo eres. Vaya si te pareces. No seas impertinente. Eres su viva imagen. Con ese hocico que gastas. Vamos a ver. Ya lo tengo. Pídemelo por favor y te lo devuelvo. No le pegues a tu abuelo. Toma. Ten. Niñata descarada. Si fueses mía te llevarías unos azotes, pero es que mis hijas se comportaban. Desde luego nunca le dieron un manotazo a su abuelo en la pierna mala. Porque lo habrían hecho llorar. Ahora se lo tendré que contar a tu madre y te zurrará en el culo. Porque soy su papá así que si se lo digo te tiene que dar una bofetada.

Acabo de hablar con tu hijo. Y tu hija. Bueno… Pero primero ¿qué has hecho para enfadar a tu hermana? Eso no es lo que me han dicho. Ella me ha dicho que sabías que estaba enferma y no la llamaste ni una sola vez. Podría haber sido asma. La podrían haber ingresado en el hospital. Bueno hasta el momento no ha llegado ninguna postal y no tengo razones para pensar que me haya mentido. Bueno no lo sé. Igual sí. Podrías estar tergiversando las cosas. Tú eres así de egoísta. ¿Es que no hay una cabina telefónica en todo el pueblo? Como dijo ella misma cuando el chico se puso malo te llamó un montón de veces. Pero desde ese preciso instante parece que te crees que eres la única que tiene preocupaciones. Así que escúchame bien, tengo más hijos aparte de ti y los quiero a todos por igual y no me vais a hacer que escoja a uno. Y tanto. Es lo que me estás pidiendo que haga. Estás intentando que escoja bando. Probablemente quieres dejar de lado a tu...



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