Nervo / Palma / Castillo | Gran Libro de los Mejores Cuentos - Volumen 9 | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 9, 188 Seiten

Reihe: Gran Libro de los Mejores Cuentos

Nervo / Palma / Castillo Gran Libro de los Mejores Cuentos - Volumen 9


1. Auflage 2020
ISBN: 978-3-96917-930-7
Verlag: Tacet Books
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark

E-Book, Spanisch, Band 9, 188 Seiten

Reihe: Gran Libro de los Mejores Cuentos

ISBN: 978-3-96917-930-7
Verlag: Tacet Books
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark



Este libro contiene 70 cuentos de 10 autores clásicos, premiados y notables. Los cuentos fueron cuidadosamente seleccionados por el crítico August Nemo, en una colección que encantará a los amantes de la literatura. Para lo mejor de la literatura mundial, asegúrese de consultar los otros libros de Tacet Books. Este libro contiene: Amado Nervo:Dos Vidas. La Última Molestia. Muerto y Resucitado. La Última Guerra. En Busca de Tolstoi. Los Que No Quieren Creer Que Son Amados. El Mayusculismo.Bernardo Couto Castillo:La Venganza. Heroísmo Conyugal. Delirium. El Encuentro. Cleopatra. El Jardín Muerto. La Perla y La Rosa.Carlos Díaz Dufoo:Por Qué La Mató. Catalepsia. La Muerte Del Maestro. Confidencias. ¡Maldita! Cavilaciones. At Home.Efrén Rebolledo:El Desencanto De Dulcinea. El Soliloquio Del Espejo. Jardín Zoológico. El Coloquio De Los Bronces. El Palacio De Otojimé. Por Los Ojos. El Suplicio de Mona Lisa.Justo Sierra Méndez:César Nero. La Novela de Un Colegial. Niñas y Flores. La Fiebre Amarilla. La Sirena. Playera. María Antonieta.Manuel Gutiérrez Nájera:La novela del tranvía. La mañana de San Juan. Los suicidios. Madame Venus. Las tres conquistas de Carmen. Stora y las medias parisienses. La historia de una corista.Víctor Pérez Petit:Horas tristes. Mártir del amor. Las botinas acusadoras. Heroísmo. Justo castigo. La liga. ¡Inocente!Darío Herrera:En el Guayas. Un beso. Hipnotismo. La zamacueca. Acuarela. Bajo la lluvia. Páginas de vida.Eloy Fariña Núñez:Las vértebras de Pan. Bucles de oro. La ceguera de Homero.La inmortalidad de Horacio. Claro de luna. La verdad. El hirofante de Sais.Clemente Palma:Miedos. La Walpurgis. La leyenda del hachisch. Los ojos de Lina. El nigromante. El día trágico.

Amado Nervo (Tepic, en el Distrito Militar del mismo nombre desde 1867 hoy Nayarit; 27 de agosto de 18701-Montevideo, Uruguay; 24 de mayo de 1919), cuyo nombre completo era Amado Ruiz de Nervo Ordaz, fue un poeta y escritor mexicano, perteneciente al movimiento modernista.Bernardo Couto Castillo (1879-1901) fue un cuentista y escritor mexicano de finales del siglo XIX. Sus obras se inscriben en la segunda generación modernista de la literatura mexicana.Carlos Díaz Dufoo (Veracruz, Veracruz, 4 de diciembre de 1861 - Ciudad de México, 5 de septiembre de 1941) fue un periodista, dramaturgo, ensayista, economista y académico mexicano.Efrén Rebolledo (Actopan, Hidalgo, 9 de julio de 1877 -Madrid, España, 11 de diciembre de 1929) fue un poeta mexicano.Justo Sierra Méndez (San Francisco de Campeche, Campeche, 26 de enero de 1848; Madrid, 13 de septiembre de 1912) fue un escritor, historiador, periodista, poeta, político y filósofo mexicano, discípulo de Ignacio Manuel Altamirano. Manuel Gutiérrez Nájera(Ciudad de México, 22 de diciembre de 1859-Ib., 3 de febrero de 1895) fue un poeta, escritor y cirujano mexicano.Víctor Pérez Petit (Montevideo, 27 de septiembre de 1871 - Montevideo, 19 de febrero de 1947) fue un abogado, escritor, poeta y dramaturgo uruguayo.Darío Herrera fue un escritor modernista, diplomático y periodista panameño. Eloy Fariña Núñez (25 de junio de 1885 en Humaitá, Paraguay - 3 de enero de 1929 en Buenos Aires, Argentina) fue un poeta, narrador, ensayista, dramaturgo y periodista.Clemente Palma Ramírez (Lima, 3 de diciembre de 1872 - Lima, 13 de septiembre de 1946) fue un escritor peruano modernista y crítico literario.

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Bernardo Couto Castillo (1879-1901) fue un cuentista y escritor mexicano de finales del siglo XIX. Sus obras se inscriben en la segunda generación modernista de la literatura mexicana, en la que se encuentran escritores como José Juan Tablada, Amado Nervo y Ciro B. Ceballos. Su obra más conocida y representativa es Asfódelos libro de cuentos publicado en 1897, aunque varios de los textos que lo conforman ya habían sido publicados en algunos periódicos de la época. Murió a la edad de 21 años, por tal, se le considera la imagen simbólica más acabada del artista bohemio y decadente de la literatura mexicana. Bernardo Couto Castillo nació y murió en la Ciudad de México. Fue hijo de una familia acomodada, sus padres: Bernardo Couto Couto y Adelaida del Castillo; nieto de José Bernardo Couto Pérez, senador, diputado, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, del Ateneo mexicano así como de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Por sus contemporáneos tales como Rubén M. Campos y José Juan Tablada sabemos que estudió en el Colegio de Francia y que lo dejó en 1894 para realizar un viaje por Francia, Holanda y Alemania. En la vida de Couto se encuentran anécdotas y guiños que evidencian una voluntad impetuosa por buscar experiencias frenéticas como la apenas mencionada, así como un carácter vicioso y despreocupado. Belem Clark cita el pasaje en el que Jesús E. Valenzuela cuenta que para fundar la Revista Moderna, Couto alentó a sus compañeros de pluma para lanzar el primer número, diciéndoles que él tenía en el Banco Nacional el dinero necesario para emprender esta labor, sin embargo, cuando los escritores desearon lanzar el segundo número, Valenzuela tuvo que buscar a Couto en las cantinas de la ciudad, al hallarlo y preguntarle ¿qué pasaba con el periódico? Couto sólo respondió: —nada. Por lo tanto Valenzuela acudió a ver al editor Carranza, con los ánimos de realizar un nuevo número, pero éste le dijo que Couto todavía le debía una parte de la primera edición. Con una vida vinculada al uso y abuso de opio, hashishish y alcohol, Couto murió de neumonía el 3 de mayo de 1901, dos años después de la muerte de su padre. Escritores como José Juan Tablada, Alberto Leduc, Juan Sánchez Azcona y Pedro Escalante Palma realizaron y publicaron algunos textos de alabanza y lamento por el deceso del joven escritor. Según Adriana Pérez Tovar, conocer la información biográfica de Couto es sumamente difícil, ya que, lo poco que se sabe ha sido rescatado de anécdotas de amigos del autor. Bernardo Couto sólo publicó un libro en vida, se trata de la obra compuesta por doce cuentos titulada Asfódelos, publicado en 1897. Sin embargo, comenzó a publicar en los periódicos El Diario del Hogar y El Partido Liberal desde 1983 es decir a los 14 años de edad. Publicó varios cuentos en revistas de la época. Muñoz Fernández divide la obra de Couto en tres etapas tomando como eje la publicación de Asfódelos, su criterio es estrictamente cronológico. La primera etapa está conformada por los textos que escribe entre 1893 y 1897, aproximadamente 20 antes de su viaje a Europa donde pausará su creación artística. La segunda etapa se refiere solamente a Asfódelos, y la tercera comprende desde 1898 hasta el final de su vida, con aproximadamente 18 relatos. En gran parte esta división se basa en los cambios estilísticos que tuvo nuestro autor después de su viaje a Europa, donde conoció las tendencias de ese momento. A su regreso del viaje por Europa en 1896 retoma su labor como cuentista, traductor y en menor medida articulista en El Nacional, El Mundo Ilustrado y La Revista Azul. En sus últimos años Couto escribió una serie de textos unidos por la presencia de un personaje en común, Pierrot. Finalmente, en 1900 Couto colaboró con la Revista Moderna con traducciones y relatos. La Venganza
No se podía negar que Rafael tenía cualidades, que su talento artístico era elevado, pero ninguno de sus compañeros le podía ver; era tal su egoísmo que jamás prestaba ayuda, y cuando alguno de ellos alcanzaba un triunfo, al momento la envidia lo atormentaba; permanecía largas horas en el fondo de su estudio, meditando ruines venganzas, que nunca pudo ejecutar; a todos sus compañeros los criticaba a pesar de que, como todo un cobarde, al hallarse a su lado los adulaba; esto lo hacía más repugnante.  Entre sus compañeros había uno de gran talento, Enrique; su odio por este era increíble. Enrique jamás hizo caso de sus ruines venganzas, entregado a su trabajo, constantemente en su estudio, al lado de sus bustos, y con el estoque en la mano, veía con desprecio a ese moscón que zumbaba a su lado sin poderlo herir; este desprecio exasperaba aún más a Rafael, que con sus miradas de reptil hubiera querido tragarlo; en su boca constantemente se hallaba la falsa sonrisa.  Los años transcurrieron sin que jamás pudiera perjudicar en lo más mínimo a sus compañeros; era demasiado pequeño, y éstos podían pisotearlo: sin embargo, lo compadecían y se contentaban con despreciarlo; él esperaba como el gato en acecho, el menor descuido de su presa, para caer sobre ella, para poderle desgarrar con sus uñas. Hubo una ocasión en que se trató de dar a Enrique como premio a su trabajo y mérito, una cátedra, inmediatamente la envidia surgió, inventó falsedades, calumnió; en una palabra, cuantos rastreros medios le inspiraba su pobre mente, tantos ponía en ejecución, sin reparar en los más bajos, en los más humillantes. Para que le dieran la clase, era necesario que presentase un trabajo; elegido un grupo escultórico, que todos los que tuvieron ocasión de ver encontraron perfecto, vaticinando a su autor un éxito completo.  Rafael permanecía oculto y todos comprendieron que meditada algún proyecto; una vez que Enrique entraba a un pasillo que conducía a su estudio, lo pude ver oculto, espiando por una rendija; lo hizo penetrar en su estudio demostrándole no temer sus venganzas. Cuando a su vista apareció el precioso grupo , una mirada de odio brilló en sus ojos, examinó el estudio y pudo ver una ventana que se hallaba en el techo y que daba a la azotea del edificio; cuando hizo este descubrimiento, sonrió maliciosamente y se apresuró a salir.  Estuvo durante algún tiempo al acecho, y cuando vio el grupo concluido, en vísperas de ser presentado, encontró conveniente poner en ejecución su cobarde proyecto.  Amparado por las sombras de la noche se dirigió a la azotea llevando a cuestas una pesada piedra, una vez ahí, todo lleno de pavor, temblando como el vil asesino al cometer su delito, abrió la ventana y dejó caer la piedra que al dar de lleno sobre la escultura, la rompió en mil pedazos; al levantarse sintió en el pulmón un terrible peso; procuró erguirse pero le fue imposible; el peso de la piedra, rompiendo la espina, le dejó para siempre inclinado como perpetuo signo de ignominia.  Entre tanto, Enrique, tranquilo y confiado, condujo a su estudio a la comisión nombrada para juzgar su obra. Al penetrar, el más terrible y doloroso grito se escapó de su pecho, uno a uno los pedazos de su grupo, cuando contempló la pesada piedra levantó sus llorosos ojos al cielo y sin fuerzas cayó desplomado.  Desde ese día una mortal tristeza se apoderó de él, sus amigos le veían con verdadera pena; él se hallaba como un padre a la muerte del hijo más querido; él perdía su obra, su alma más querida; esa profunda tristeza no tardó en causarle la muerte.  Su entierro fue suntuoso; todos los artistas seguían su féretro; al voltear una esquina, apareció Rafael, encorvado, encanecido por el remordimiento; la mirada que todos le enviaron le acabó de convencer del profundo desprecio que a todos esos bellos corazones inspiraba.  Ahora, vedlo avanzar miserable, encorvado, con el corazón roído por los más crueles remordimientos sin poder alzar jamás la cabeza; si alza los ojos al cielo lo ve idéntico al de la noche de su asesinato; si los clava en el suelo,  ve los rotos fragmentos del grupo, y si alguno de sus antiguos compañeros le percibe, se aparta como si pasase al lado de un animal venenoso.  Heroísmo Conyugal
Desde el puerto se descubre el solitario y pequeño islote en que se alza severo y majestuoso el faro que en las tempestades presta sus servicios a los bravos marinos, quienes dominando el inmenso océano, navegan sobre sus superficie cual sobre un domado corcel. ¡Ay! Pero el salvaje mar a veces, rompiendo el freno, y rugiendo pugna por desembarazarse de su leve cerca, sepultándola a sus pies en el fondo misterioso.  En el islote, al pie del faro se eleva la pequeña casa de Pedro, el viejo marino retirado a causa de sus años; allí, como salvaje gaviota que forma su nido en una roca barrida por las olas, Pedro, buscó el sitio donde el viento ruge con más fuerza y donde las olas se elevan bramando a mayor altura; allí, como él decía, ha atracado su ya destrozada barca, y sonriente contempla al pasar los navíos que con sus velas desplegadas parecen enviar un saludo al viejo marino que tantas veces, trepado sobre los mástiles ha saludado, como le saludan hoy a él, las tierras que navegando han aparecido ante sus ojos; cuando alguna azul gorra o un pañuelo es mecido en el aire y parece querer volar hacia él, las lágrimas saltan a sus ojos y contesta con gritos de entusiasmo, gritos juveniles que el amor hace renacer en su pecho.  ¡Con qué alegría he contemplado durante largos y hermosos años, a ese buen viejo!...



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