Rodríguez Duplá | El mal y la gracia | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 264 Seiten

Reihe: Biblioteca Herder

Rodríguez Duplá El mal y la gracia

La religión natural de Kant
1. Auflage 2019
ISBN: 978-84-254-4171-4
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

La religión natural de Kant

E-Book, Spanisch, 264 Seiten

Reihe: Biblioteca Herder

ISBN: 978-84-254-4171-4
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
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Kant publicó, en 1793, La religión dentro de los límites de la mera razón, su escrito más importante sobre filosofía de la religión. En esta obra exponía sus ideas sobre la 'religión natural', la única doctrina religiosa en que se puede usar la razón en sí misma, sin apelar a la autoridad de la revelación. El método elegido por Kant consiste en averiguar en qué medida los contenidos dogmáticos del cristianismo y las enseñanzas de la Biblia pueden ser reconstruidos y asumidos por la razón autónoma. Procediendo de este modo, Kant llegará a proponer dobletes racionales de muchos de los contenidos de la religión positiva sometidos a examen.Durante mucho tiempo, la religión natural kantiana ha sido vista con suspicacia por los estudiosos de la obra del gran pensador prusiano. En particular, las objeciones vertidas contra su teoría del mal radical y su concepción de la gracia han dificultado considerablemente la recepción de este aspecto de la filosofía kantiana. El propósito de esta obra es mostrar la coherencia interna de la religión natural y su encaje armónico en el proyecto crítico kantiano.

Leonardo Rodríguez Duplá es profesor titular de Filosofía moral en la Universidad Complutense de Madrid. Sus investigaciones se centran en la filosofía de la religión de Kant y en la ética y la antropología de Max Scheler. Entre sus publicaciones destacan los libros: Deber y valor (1992), Ética (2001) y Ética de la vida buena (2006).
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PRÓLOGO

El 12 de octubre de 1794 —poco más de un año después de que viera la luz el libro de Kant La religión dentro de los límites de la mera razón y cuando ya circulaba su segunda edición aumentada— el famoso filósofo recibía una comunicación oficial firmada por Johann Christoph von Woellner, ministro de asuntos religiosos del rey Federico Guillermo II, en la que se le acusaba de «desfigurar y envilecer diversas doctrinas capitales y fundamentales de la Sagrada Escritura y del cristianismo» y se le conminaba a cambiar de actitud so pena de tener que afrontar «infaliblemente disposiciones desagradables» (VII 6).1 Además, se le exigía que ofreciera explicaciones de su conducta a la mayor brevedad.

La respuesta de Kant no se hizo esperar. En su escrito de justificación sostenía, entre otras cosas, que a su libro no cabía achacarle desprecio alguno por el cristianismo, por la sencilla razón de que en él no se ocupaba de esta religión, sino únicamente de «la religión natural» (VII 8), es decir, de la doctrina que en materia religiosa la razón puede elaborar por sí misma, sin necesidad de apelar a la autoridad de la revelación.

Esta alegación de Kant resulta, de entrada, sorprendente. Basta hojear el libro censurado para comprobar que en él se alude constantemente a los dogmas principales de la fe cristiana y se hace un uso abundante de pasajes bíblicos, de algunos de los cuales se ofrecen elaboradas exégesis. Sin embargo, vistas las cosas con mayor detenimiento, se comprueba que al filósofo no le faltaba razón al afirmar que su libro no versaba propiamente sobre el cristianismo. Como él mismo explica en el prólogo a la segunda edición de la obra, la religión natural puede ser elaborada con arreglo a dos métodos diferentes. Al primero podemos llamarlo método constructivo. La razón se vale aquí únicamente de sus propios recursos y, partiendo de ellos, trata de formular los contenidos de una doctrina religiosa universalmente válida. Un ejemplo de este modo de proceder lo encontramos ya en el «Canon de la razón pura» de la primera Crítica, donde la razón llega a formular los postulados de la existencia de Dios y la inmortalidad del alma sin recurrir a doctrinas reveladas. El segundo método es reconstructivo. Aquí la razón tiene en cuenta los dogmas de la religión positiva y prueba a justificarlos desde su propia perspectiva. Tal es el método utilizado por Kant en la mayor parte de su libro sobre la religión. Este modo de proceder no contradice la previa decisión metodológica de poner entre paréntesis la pretensión de verdad de la revelación, pues lo que se hace justamente es poner a prueba esa pretensión, no darla por supuesta. Se trata, en efecto, de averiguar en qué medida los contenidos dogmáticos del cristianismo y las enseñanzas de la Biblia pueden ser reconstruidos y asumidos por la razón autónoma. Es al fruto de ese trabajo de reconstrucción a lo que Kant llama religión natural.

Los resultados alcanzados por este método reconstructivo son muy llamativos. Kant llegará a proponer dobletes racionales de muchos de los contenidos del cristianismo sometidos a examen, como el pecado original, la figura de Cristo, la Iglesia por él fundada o la necesidad de la gracia. Pero por más que dialogue con el cristianismo, Kant no se pronuncia sobre el valor de la revelación cristiana en cuanto tal, pues aquí se trata únicamente de proponer una doctrina religiosa «dentro de los límites de la mera razón». Por consiguiente, la afirmación kantiana de que su libro no contiene un pronunciamiento sobre el cristianismo sino solo sobre la religión natural es, contra lo que podía parecer, exacta. Pues aunque del cristianismo procedan múltiples incitaciones para la reflexión racional, la razón se reserva siempre en esta obra la última palabra, al tiempo que guarda un prudente silencio sobre el valor de la revelación como fuente de conocimiento independiente. El cristianismo, como religión revelada, es el interlocutor elegido por Kant, no su tema.

Comprensiblemente, el ensayo kantiano de reconstrucción racional de los contenidos dogmáticos del cristianismo despierta hoy el interés de numerosos estudiosos, que se preguntan por el potencial de esta vertiente de la filosofía kantiana como fundamento de la reflexión teológica.2 No se trata de un asunto meramente académico, pues no faltan quienes plantean la cuestión de la aplicabilidad de los principios kantianos a la existencia religiosa vivida en el seno de las comunidades de fe históricas.3 Y también hay quien propone recurrir a la religión natural como base desde la que potenciar el diálogo ecuménico e interreligioso, ya que, tratándose de una doctrina puramente racional, debería ser compartida por todos los participantes en ese diálogo.4

Este interés por la filosofía de la religión kantiana es relativamente reciente. El libro de Kant sobre la religión provocó múltiples reacciones de sus contemporáneos, las cuales iban desde el entusiasmo (Schiller) hasta la indignación (Goethe). Sin embargo, tras la muerte del filósofo, acaecida en 1804, la llama de la controversia no tardó en apagarse y la religión natural kantiana fue cayendo en el olvido, eclipsada primero por las filosofías especulativas de la religión del idealismo alemán y luego por la crítica de la religión del siglo XIX. Ni siquiera la famosa vuelta a Kant propiciada por el neokantismo en el último tercio de ese siglo alteró esta situación, pues el interés de esta corriente de pensamiento se orientó sobre todo a la lógica trascendental y a la teoría del conocimiento kantianas como fundamento de la teoría de la ciencia. Y tampoco se reavivó el interés por la filosofía de la religión kantiana con ocasión del giro hacia una interpretación metafísica de Kant promovido por autores como Heimsoeth y Heidegger en la tercera década del siglo XX.

Los obstáculos que durante tanto tiempo impidieron la recepción de la reflexión kantiana sobre la religión, y aun hoy siguen dificultándola, son de distinta índole. A menudo se ha sostenido que las piezas teóricas fundamentales de la religión natural kantiana están gravadas con dificultades internas insuperables. Los blancos preferentes de este tipo de críticas han sido la doctrina del mal radical y la concepción kantiana de la gracia. También ha sido frecuente afirmar que la posición expuesta en el libro sobre la religión no tiene encaje posible en el proyecto crítico kantiano; se trataría de un cuerpo extraño del que es mejor prescindir. En esta opinión tiene gran parte el tenaz prejuicio antimetafísico de la interpretación neokantiana. Kant es leído unilateralmente a la luz de la primera Crítica, y en consecuencia se destaca en él su condición de debelador del teísmo tradicional. Quienes dan crédito a estas objeciones a la coherencia interna y externa de La religión dentro de los límites de la mera razón tienden a considerar esta obra como un texto marginal en el corpus kantiano, escrito cuando los años de plenitud intelectual de su autor ya habían quedado atrás. Hacia el final de su vida, Kant habría querido reconciliarse con el pietismo de su infancia, o quizá ponerse a resguardo de las insidias de la ortodoxia religiosa de su tiempo, pese a que con ello se apartaba de los motivos inspiradores de su obras filosóficas capitales. Otras veces se le atribuyen motivos más peregrinos, como el deseo de aplacar los escrúpulos religiosos de su criado Lampe.

Sin embargo, en los años setenta del pasado siglo se inició una nueva fase en la historia de la recepción de la filosofía de la religión kantiana, marcada esta vez por su carácter reivindicativo. El deshielo lo provocó la publicación del libro de Allen Wood La religión moral de Kant.5 El crítico norteamericano defendía en esta obra tanto la coherencia interna de la religión natural kantiana como su continuidad con las obras anteriores del filósofo, y no dudaba en afirmar que Kant entendía «la filosofía crítica como un enfoque religioso».6 No tardó en seguirle el estudioso canadiense Michel Despland,7 quien además destacaba la conexión entre la fe racional y la concepción de la historia en el planteamiento kantiano. Desde que vieran la luz esas dos obras pioneras, el caudal de publicaciones sobre la filosofía de la religión kantiana no ha dejado de crecer en el ámbito académico anglosajón y, aunque con algún retraso, también en el europeo continental, especialmente en Alemania.8

Que la atención prestada a este aspecto de la filosofía kantiana haya aumentado mucho no significa que haya acuerdo acerca de su valor. Hoy la crítica especializada se encuentra dividida en dos grandes tendencias de signo contrario, a las que se suele aplicar las etiquetas de «tradicional» y «afirmativa».

La interpretación tradicional es denominada así por ser heredera de la actitud de rechazo hacia la filosofía de la religión kantiana que, según hemos visto, ha sido dominante hasta no hace mucho. Reaparece aquí la acusación de incoherencia; se insiste en el abandono definitivo del teísmo por parte de Kant; se sostiene que el filósofo reduce la religión a ética, de suerte que su libro sobre la religión no añadiría nada esencial a sus obras de filosofía moral; se propugna una...



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