Schlanger | Sobrevivir a la crianza de los hijos | E-Book | www.sack.de
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E-Book, Spanisch, 168 Seiten

Schlanger Sobrevivir a la crianza de los hijos

Prácticas para pasarlo bien juntos
1. Auflage 2021
ISBN: 978-84-254-4734-1
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection

Prácticas para pasarlo bien juntos

E-Book, Spanisch, 168 Seiten

ISBN: 978-84-254-4734-1
Verlag: Herder Editorial
Format: EPUB
Kopierschutz: 0 - No protection



¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a resolver sus problemas? ¿Cómo ofrecer una presencial parental segura pero que no sea intrusiva? ¿Qué podemos hacer cuando ya lo hemos intentado todo? Este libro tiene el objetivo de ayudar a los padres que tienen dificultades en la crianza de sus hijos. Karin Schlanger, a quien avalan casi cuarenta años de experiencia, presenta los problemas de niños y adolescentes en su contexto interaccional, es decir, en relación a lo que sucede entre las personas en la familia, en el colegio o en el grupo de amigos, ofreciendo una alternativa a la psicopatologización de esos problemas, mediante la aplicación de la Terapia Breve de resolución de problemas. Esta práctica consiste en tomar conciencia de qué es lo que causa malestar o incomodidad y proponer soluciones que se adapten de manera única a situaciones únicas. Mediante la exposición de casos reales, se pone de manifiesto la importancia de la presencia parental en la educación de los hijos, e invita a los padres a tomar posturas flexibles ante las dificultades que ven en o con los hijos Transmite una confianza profunda en las familias: confianza en los hijos y su capacidad innata de desarrollarse hacia la madurez y la autonomía, y confianza en los padres y su capacidad de cambio. Este libro está pensado para las familias, pero puede ser una lectura igualmente interesante y amena para otros lectores interesados en la apasionante empresa de educar.

Karin Schlanger es terapeuta en el área de Palo Alto. Trabaja usando el modelo de resolución de problemas, que prioriza las acciones que generan problemas en la vida del cliente y se enfoca en soluciones para lograr un cambio positivo. Tiene más de 30 años de experiencia en terapia bilingüe del Instituto de Investigación Mental, fundando el Centro de Terapia Breve y más. Resuelva desafíos complejos con una terapia centrada en soluciones rápida y eficaz.
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Autoren/Hrsg.


Weitere Infos & Material


Introducción


Lo que para una persona puede ser un problema, para otra puede ser algo muy normal. Para nosotros, si no hay queja, no hay problema.

Fisch y Schlanger, Cambiando lo incambiable1

Estimados padres y madres:

Somos un grupo de psicólogas que vivimos dispersas por el mundo y tenemos en común el hecho de que amamos lo que hacemos. Vivimos en Chile, Paraguay, Barcelona y cuatro de nosotras en Estados Unidos, en Palo Alto, California, que es donde nació este modelo de resolución de problemas. La mayoría de nosotras tenemos hijos de diversas edades, así que sabemos de lo que estamos hablando o, por lo menos, ¡eso creemos! Con la experiencia de muchos años, decidimos escribir este manual porque veíamos redundancias y repeticiones en las dificultades que las personas nos traían. ¿Por qué no tratar de ayudar a toda la gente que, seguramente, está al borde de pedir ayuda? Somos humanos, así que, aun en diferentes culturas y a lo largo del tiempo, la niñez y la adolescencia en el mundo occidental son similares.

Nuestra intención es contarles cómo, desde nuestro modelo de Brief Therapy —Terapia Breve de Resolución de Problemas—, vemos la realidad desde una perspectiva en la cual, una vez que se tiene conciencia de que hay algo que causa dolor/molestia/incomodidad, se pueda actuar de manera diferente para que, como resultado, la situación que causa el problema ya no pueda darse.

Habiendo dicho esto, también debemos aclarar que, como padres, es nuestra responsabilidad velar por el bienestar de nuestros hijos y, si los consejos o sugerencias que proponemos en este libro no ayudan casi inmediatamente, es importante consultar con un profesional de salud mental.

Antes de seguir leyendo, tienen ustedes que saber que hay unas cuantas cosas que hemos aprendido a lo largo de los años de nuestro trabajo con jóvenes y sus familias.

1) Los padres no pueden ser padres y, al mismo tiempo, ser los mejores amigos de sus hijos. Eventualmente, cuando sean adultos, si resulta que han salido bien, puede ser que los elijamos —y que nos elijan— para ser amigos.

2) Cada situación difícil entre un joven y sus padres es única y diferente, con lo cual son los padres los que están en la mejor posición de efectuar un cambio. Esto les quedará claro a los padres que tienen más de un hijo: ¡son todos diferentes!

3) Cuidado con tenerles miedo a nuestros jóvenes: cuando alguien tiene miedo, deja de pensar de manera lógica y de ese modo se cierran puertas hacia una interacción diferente, con posibles resultados diferentes. Y esto nos trae a nuestra convicción más profunda, que nos diferencia de otras formas de ver la realidad:

4) Creemos que una dificultad es siempre el resultado de una interacción. Esta puede ser vista como la interacción entre los jóvenes y sus padres, los jóvenes y su contexto, que luego tiene un efecto en casa, los padres y su contexto, que luego también tiene un efecto en casa.

5) En los diferentes ejemplos que todas hemos presentado en nuestros capítulos, verán ustedes que el énfasis está en hacer algo que sea de no sentido común. Aquí es donde debemos contarles un poco cómo pensamos y por qué damos las recomendaciones que damos. Y finalmente:

6) Cuando hay un problema, una queja, una inquietud en una persona dentro de la familia, esto tiene un impacto en el resto de los componentes de dicha familia y en su funcionamiento. Por eso verán, queridos lectores, que en las diferentes situaciones de las que hablamos habrá consecuencias positivas para otros miembros de la familia cuando la situación problemática que los tiene atascados se «des-atasca» con la implementación de acciones diferentes que son de no sentido común.

En la sociedad occidental en la que vivimos, el énfasis se ha ido poniendo cada vez más en la individualidad y así es como se llega con relativa facilidad a señalar con el dedo a la persona que está causando un problema. En cuanto damos un paso atrás para tener más perspectiva, podemos elegir hacernos partícipes de aquello que ocurre a nuestro alrededor. Si bien esta acción resulta incómoda —muchas veces es más fácil señalar a alguien fuera de nosotros mismos—, podemos garantizarles que es altamente productiva. Nosotras hablamos de poder ver mejor la película: ¿quién le dice qué a quién y cómo responde la otra persona? Esa respuesta ¿tiene el efecto deseado, es decir, el de acabar con el comportamiento disruptivo o termina siempre en lo mismo, con más discusiones? Como humanos tenemos un número limitado de respuestas posibles y tenderemos a repetir las que, en algún momento en el pasado, funcionaron. O sea, las respuestas que produjeron el efecto deseado. Un poco, si se me permite, como un perro que está acostumbrado a que su amo le abra la puerta al jardín cada mañana para que haga sus necesidades. Parte de la rutina del perro y su amo es que, cuando el perro vuelve del jardín, el amo le ha puesto un poquito de leche en su comedero y el perro, muy feliz, se la toma. Una buena mañana, el amo ha olvidado comprar leche; por lo tanto, cuando el perro regresa de su salida y encuentra el comedero vacío, vuelve a salir al jardín para poder volver a entrar y tal vez, en esta segunda entrada, encontrar leche en su comedero. ¿Les resulta familiar?

También es cierto que nuestra sociedad acepta todavía la idea de que para resolver un problema de corte psicológico hace falta, es necesario, llegar a saber su porqué, hay que explorar las causas que dan por resultado el problema actual, identificarlo y, de ser posible, darle una etiqueta o diagnóstico. Estos supuestos se han convertido en parte del saber de la sociedad en general, por lo tanto, nos llegan muchos clientes —no hablamos de «pacientes» desde nuestro punto de vista— que, con resignación, están dispuestos a invertir el tiempo y el dinero que supone ser parte de una excavación arqueológica en búsqueda del porqué, para luego poder llegar a lo que quieren verdaderamente, que es que el problema con el cual están atascados se solucione. Para su gran sorpresa nosotras pensamos de manera diferente y, consecuentemente, actuamos de manera diferente. Nuestra práctica es muy distinta de la del «psicólogo clásico». Por eso escribimos este libro.

Empecemos con una anécdota que ilustra lo que queremos decir.

Hace poco mi automóvil nuevo decidió detenerse en medio de la autopista. Con mucho trabajo logré llegar al arcén para no crear un atasco. Como era un automóvil más o menos nuevo, lo primero que hice fue llamar a la concesionaria donde lo había comprado. Me pusieron en contacto con un ingeniero de turno que me hizo muchas preguntas. ¿En qué circunstancias se había parado el motor? Quería mucha información acerca de cómo se había estado comportando el automóvil hasta entonces, qué ruidos había estado haciendo el motor últimamente, si le había hecho los mantenimientos correspondientes y, después de todas esas preguntas, dijo saber exactamente por qué se había parado el motor, pero que desgraciadamente no había nada que pudiera hacer para ayudarme en ese momento. Tendría que llevar el coche a la concesionaria para que pudieran establecer con claridad por qué me había quedado parada en la autopista.

Al colgar, muy frustrada, llamé al servicio más cercano de asistencia en la carretera. Desde allí llegó un mecánico que, mirando el motor, dijo que no tenía ni idea de por qué se había parado. No conocía este modelo de automóvil lo suficiente como para hacer un diagnóstico a simple vista, pero me remolcó a su taller, abrió el capó del coche y a los diez minutos mi motor volvió a la vida. Sí, me hice una nota mental de pedir una cita en la concesionaria para más tarde, pero entre tanto llegué adonde debía ir.

De la misma manera, nuestra aproximación a la resolución de problemas es muy pragmática: resolvemos casos concretos y del momento, proponiendo soluciones que se adaptan de manera única a la situación única, para esa persona en ese momento de su historia. Utilizando la anécdota del automóvil, podemos afirmar que entender el porqué no es saber qué hacer para que la situación cambie. Por lo tanto, como terapeutas breves, se puede decir que nos acercamos a los clientes donde se encuentran, en el momento que nos vienen a pedir ayuda, y los acompañamos adonde quieren ir, en su lenguaje y a su ritmo, respetando sus valores y su visión del mundo. Focalizamos, pero no reducimos.

Cada situación que se aborda en la Resolución de Problemas es particular porque nuestra experiencia nos dice que cada caso será irrepetible y único. Desde allí podemos usar los casos que contaremos en el libro como ejemplos, para mostrar que, en casos similares, las respuestas de los padres podrían adoptarse, siempre acomodándose a las necesidades únicas de cada familia, cada niño/a o adolescente. Basadas en casi cuarenta años de experiencia, queremos hablar de situaciones en las cuales otras personas podrían encontrarse y aprovechar para responder de manera diferente para que la situación problemática puntual no se convierta en un problema. Son ejemplos y no son protocolos que deben seguirse al pie de la letra. Los hemos elegido porque nuestras intervenciones de no sentido común —que explicaremos en el capítulo 1— tuvieron éxito: la conducta problema cesó.

En el libro tenemos...



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